De bruma, laberintos y violencia

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Por: Sergio Ramírez Agudelo – Carlos Andrés Colorado Franco

En el cuento “Ante la Ley” Kafka presenta a un campesino con la firme intención de entrar a la ley, pero encuentra un insuperable obstáculo: un guardián que custodia las puertas. El campesino insiste en cruzar las puertas que lo llevarán “ante la ley”, pero el guardián, con su figura deforme y animalizada, lo intimida e impide su deseo, al menos de manera temporal: “Tal vez, dice el centinela, pero no por ahora”. Esta intimidación es morfológica y gestual: su cuerpo está cubierto por un abrigo de pieles, un rostro fiero que resalta por su nariz aguileña y barba incipiente. El cuerpo del guardián, que es según él, el menos intimidante de los que se encuentran adentro, y sus expresiones ejercen violencia sobre el campesino: su posición, sus gestos, hacen del pobre curioso un tipo indefenso. El guardián contempla al campesino con cierta ternura: “El guardián le da un escabel, y le permite sentarse a un lado de la puerta”. Este encuentro es el inicio de una espera interminable y una exclusión directa y definitiva, una forma de violencia que niega al individuo cualquier posibilidad de comprender su propio deseo. 

Esta situación revela el sentido doble que toma el título: estar frente a la ley y esperar la ley. En esas tres palabras subyace el sufrimiento del campesino frente al guardián: estar ante la ley, es decir antes de ella y frente a ella, implica para Kafka una interminable espera, pero el checo también mostró que estar dentro de la ley, en ella, puede ser un interminable proceso. La vida del campesino es solo una brevísima e incomprensible circunstancia ante la infinitud del objeto de su deseo. 

De manera póstuma, en la primavera de 1925, aparece El proceso. Allí, el señor K., es acusado, procesado y al parecer culpado por un delito que desconoce; es juzgado por jueces invisibles, leyes desconocidas e indescifrables. El señor K. se encuentra sometido a la violencia de un proceso judicial laberíntico e incomprensible. ¿Qué pasaría si el campesino se atreve a entrar a la ley? O mejor aún ¿cómo puede entender el campesino la ley si se atreve a entrar? Todo deviene en ausencia, misterio, silencio, confusión. Imposible entendimiento. 

Ambas narraciones permiten ver una violencia estructural al estar fuera y dentro de la ley. A pesar de no ser evidente en el vaivén del día a día, moldea nuestras vidas: se ha convertido en un índice común en la vida cotidiana, hay un temor a ella como una bruma que nos envuelve. Compartimos el destino del campesino y del señor K.: desconocemos la ley, interponemos recursos ante funcionarios indiferentes detrás de una ventanilla o un escritorio. Un mundo de verdades elusivas, arbitrariedades, decisiones incomprensibles. Parece que nos acostumbramos a una forma del sufrimiento. 

Hace unos años un amigo argentino decía que estaba encantado con la forma en que su novia colombiana le manifestaba amor. “Las colombianas son muy tiernas”, decía, “porque cuando nos despedimos, me pide que la llame cuando llegue a casa”. Naturalmente, él no entendía cuál era la preocupación de su amada. En Colombia tenemos angustia de que la persona amada no llegue a salvo a casa. Es una de las tantas formas en las que se revela la bruma de la violencia: hay naciones en las que causa el mismo temor estar por fuera, como por dentro de la ley. Protegidos o no, con respaldo del Estado o sin él, la gente es desaparecida, asesinada, y luego, con suerte para la familia, sus cuerpos son hallados e identificados; en ocasiones menos afortunadas, el cuerpo ha sido desmembrado, repartido en distintos lugares, e imposible, casi siempre, de identificar. 

Una prueba de ello es el caso de la niña embera katío, violada por siete militares de las Fuerzas Armadas de Colombia, en territorio de la comunidad, en el municipio de Pueblo Rico, departamento de Risaralda, el 21 de junio de 2020. La crueldad de estos representantes del Estado y su institucionalidad, confirma la desconfianza latente con que algunos sectores de la población los vemos. 

Es cierto que hay formas de la ley que resguardan, que logran lo justo, y quizá por eso aún conservamos esperanzas, pero esto sucede, aceptémoslo, las menos de las veces. En nuestras naciones impera una sensación de continua inseguridad que nos acompaña, estando o no la ley presente. Una mujer violentada en la calle o en su hogar es revictimizada por los funcionarios y sus prácticas engañosas, evasivas o truculentas que se ven expuestas en el proceso de aplicación de La Ley. Los reclamos del feminismo frente al temor permanente que los cuerpos subrogados experimentan en su día a día, como la necesidad de un tratamiento especial en los casos de violencia, se ven por ello justificados. 

La Ley se configura como una presencia hostil que intimida y niega el deseo de acceder, deja en una posición de vulnerabilidad permanente ante lo desconocido, una fuerza espeluznante. La Ley no es una institución transparente, abierta; se trata de una fuerza que, por su naturaleza elusiva, confusa impone una violencia devastadora con mecanismos que se escapan a la comprensión más elemental para aquellos como el campesino, el señor K., o usted lector y lectora. Ambas narraciones de Kafka nos arrojan a la urgencia de dejar la candidez frente a un sistema en permanente falla. Al desenmascarar las formas de la violencia que ejerce, se empieza a construir una emancipación de la opresión del autoritarismo.

Entonces ¿qué nos queda? Frente a lo dicho, la suerte de encontrarnos con un buen funcionario como una esperanza cuando nos acercamos a Ley, o cuando el destino es el laberinto y sus minotauros nos queda al menos no engañarnos a nosotros mismos poniendo en duda aquello a lo que estamos habituados. Desenmascarar las diferentes formas de la violencia es un primer ejercicio de emancipación frente a la opresión y el autoritarismo, como lo dice Bertolt Brecht en su poema Loa de la duda: “Pero la más hermosa de todas las dudas / es cuando los débiles y desalentados levantan su cabeza / y dejan de creer / en la fuerza de sus opresores”.

Referencias bibliográficas

Brecht B. (2016) Loa de la duda. Recuperado de https://www.quehacer.com.uy/index.php/mas/poesia/92-bertolt-brech/1246-loa-a-la-duda-bertolt-brecht

Kafka F. (2025). Ante la ley. Recuperado de https://ciudadseva.com/texto/ante-la-ley/

Ortiz M. (11 de noviembre de 2020). Terminan pruebas en juicio disciplinario por violación de niña embera. El Tiempo. Recuperado de https://www.eltiempo.com/justicia/delitos/terminan-pruebas-en-juicio-disciplinario-por-violacion-de-nina-embera-en-risaralda-548536

Columnistas invitados

Sergio Ramírez Agudelo. Profesor Universidad de Caldas y Universidad Autónoma de Manizales. Departamento de Filosofía y Letras – Departamento de Ciencias Humanas.

Carlos Andrés Colorado Franco. Profesor Universidad de Caldas. Departamento de Lingüística y Literatura