El Pacto Histórico, las ganas y el Congreso

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Parece que lo único que se necesita para lanzarse al Congreso por el Pacto Histórico son ganas. No es necesario un trabajo de base consolidado, ni formación política, ni creer de verdad en un proyecto transformador.

Más de 530 personas se inscribieron, lo triste es que no son 530 cuadros políticos, sino que de todos esos, hay un porcentaje considerable que es mediocre como Agmeth Escaf, no mostrará resultados reales como le pasó a Susana Boreal, habrá infiltrados como Paulino Riascos, también de esos que seguro no van a impulsar bajarse el sueldo como pasó con Pizarro, Flórez, Zuleta; o influencers cuyo único mérito es ser parte de una barra brava.

En estos días de consultas, candidaturas y videos ridículos me escondo para que no me pregunten “¿por quién va a votar?”, también para evitar discursos sobre por qué fulanito o sultanita debe llegar y sobre todo, porque me gusta ahorrarle a esas personas incautas las razones por las que no me convencen sus cálculos electorales, ni sus alianzas.

“La política electoral no es lo nuestro”, me decía un amigo y me parece triste, porque la política electoral y no electoral debería ser lo de todas y todos, pero en cambio, en este momento logra el efecto contrario y en mi caso, muchas veces, resulta repelente.

Hay por quién votar, algunas personas son buenas. Ojalá queden y si lo hacen, diosmediante no se corrompan. Dice una canción “el poder emborracha”, el problema es que así no tengan poder, de todos modos muchos terminan en una embriaguez toda loca, vacía y soberbia.

Parece que los sectores “alternativos” o mejor, diferentes a la derecha, no aprenden y estoy convencida de que las ganas no deben ser requisito para aspirar a ser parte del legislativo.

Deberíamos proyectar un legislativo que garantice las transformaciones que necesita el país y procurar prevenir en el corto plazo el fracaso de un proyecto alternativo en el Congreso. Y podré sonar vintage y pasada de moda, pero estoy convencida de la importancia de la formación de cuadros. Hablar de una política de cuadros en tiempos de activismos y no de militantes, de individualidades que se juntan de vez en cuando y no de organizaciones, o egos inflados por las redes sociales o por tener algunos contactos, es complicado, pero si creo en que es posible pensar en la actualidad en otro tipo de figura política.

Nuestro deber es exigir candidaturas que decidan cualificarse y con esto no me refiero a cumplir con el requisito de una maestría o una especialización para sumar una lista de cartones, como argumentó recientemente una influencer, sino de intentar entender el país, el modelo y el sistema, más allá de frases trilladas y conceptos que no entienden; exigir congresistas valientes, dispuestos a denunciar con argumentos; con la capacidad de encontrar soluciones creativas; en los que pese más el trabajo en equipo que iniciativas construidas de afán, o mal hechas.

Vale la pena que, quienes dan el aval se sueñen una política de cuadros democrática, la política de elección o la proyección para candidatizarse no debería traducirse en el nivel de ganas, sino de capacidades, formación y reconocimiento de contexto; no con mantener cacicazgos con delfines o en cuerpo ajeno.

El terror nos ha debilitado políticamente, nos ha dividido y nos ha despojado hasta de la capacidad de llamar las cosas por su nombre;  la comodidad de la burocracia y de los puestos también pesa, y es deber de quienes creemos en un país realmente democrático y justo, soñar con congresistas que nos hagan sentir orgullo.

Este congreso de los sectores “alternativos” dejó mucho que desear. Un congreso diferente, cualificado, debería ser prioridad para mantener la disciplina en la presencia y en las discusiones fundamentales del país. Es un momento histórico para la política seria, no para politiquear y posicionarse para fines puramente individuales. 

Posdata 1: hacerme odiar por los futuros congresistas del país es mi pasión.

Posdata 2: hace mucha falta teoría sobre cuadros al mejor estilo de Mao o de Álvaro Cunhal en estos tiempos de neoliberalismo, redes sociales y ‘tiburones’ de la política, pero obvio a los Dussan, las Flórez, los Lozada y los Argotes no les interesa.

Posdata 3: gente de La Silla Vacía, sé que me leen en silencio, porfis no se inspiren en mi inconformidad para hacer un mal análisis sobre las elecciones y el Pacto Histórico.