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Las comunicaciones de la izquierda son radicales: radicalmente pesadas o radicalmente vacías

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Estoy muy preocupada por estas elecciones, más que por las anteriores. La angustia bajó significativamente con el anuncio de la precandidatura de Iván Cepeda, pues el panorama de la izquierda toma forma con una persona seria, formada políticamente, coherente, disciplinada y realmente comprometida con la justicia social, pero en el Congreso el ambiente es desolador.

Hace unos años, armaba plan para ver los debates en Cámara y Senado, eran tan emocionantes como un partido de fútbol, los silencios, los gritos, los discursos de parte y parte, Iván Cepeda, Gustavo Petro, Gloria Inés Ramírez, Piedad Córdoba, hasta el mismo Jorge Enrique Robledo, mandaban la parada y por eso la izquierda (y Robledo), cogieron la buena-mala fama de ser muy buena en la oposición. Siempre argumentada, preparada, con investigaciones exhaustivas, mostrándole al país las relaciones entre políticos y paramilitares, la injerencia de Estados Unidos en Colombia, liderando marchas y mítines. Cada intervención era para tomar nota, era una clase, porque entonces, no les bastaba con hacer muy bien su tarea, sino que buscaban formar a las bases, algo muy similar a lo que hoy hace el Senador Wilson Arias. Pero esos días llegaron a su fin.

Hoy por un lado nos enfrentamos a la falta de visibilidad de cuadros políticos, o de buenos cuadros políticos, y con ella a la decadencia de la representación legislativa. Discursos vacíos, oportunismo político, reflexiones poco elaboradas y la habilidad para crecer en redes sociales. Por otra parte, están los “cuadros políticos”, que arrastran consigo las prácticas amañadas de siempre, acaparamiento del poder, el juego sucio, conspiraciones que poco o nada aportan a la colectividad, al mejor estilo de Gloria Flórez e Isabel Zuleta.

También aparecen las candidaturas por, para y en redes sociales. Recuerdo que hace siete años en el Seminario Internacional 100 años de la Revolución Rusa y 150 años del Capital de Karl Marx, la Revista Hekatombe, por medio de ejemplos en la historia, habló sobre la importancia de la forma a la hora de comunicar, y que la forma no debía vaciar el contenido. Que la comunicación era muy importante para Marx y —en especial— para Lenin, por eso nunca fueron ajenos a buscar formas de comunicar más y mejor, así que rescatando ese legado, era necesario comunicar de formas originales, diferentes, que conectaran con las audiencias y las cualificaran.

A la izquierda colombiana y los sectores que la orbitan les cuesta mucho trabajo comunicar, parece que la última propaganda decente fue la canción ‘A la carga’ de Pacho Galán, para apoyar la candidatura presidencial de Jorge Eliécer Gaitán. En cambio, ahora nos encontramos con copias mal hechas de experiencias que funcionaron en otras partes del mundo, precisamente hace unos días me acordé cuando en 2017 la representante María Fernanda Carrascal con personas que habían sido de Marcha Patriótica, impulsaron la campaña de Humberto de la Calle y reencaucharon descaradamente el «I like Ike» de 1952, para la presidencia de Eisenhower. 

Volviendo a las izquierdas, se ha pasado de embutir toda la información en una hoja tamaño carta, con letra arial 9, en un lenguaje setentero y acartonado, a videos sin mayor contenido político-pedagógico, respondiendo a tendencias tontas de redes sociales, que solo tienen por objetivo conseguir likes, sin dar a conocer un programa, ni pretender cualificar a las audiencias con análisis de interés y profundidad. La comunicación política en las izquierdas es radical; radicalmente pesada o radicalmente vacía, parece que no hay puntos intermedios.

Es muy deprimente seguir las redes sociales de Susana Muhammad, una mujer tan brillante haciendo videos ridículos que no dicen absolutamente nada; vergonzoso saber que es candidato de este sector Quintero, conocido por ideas bobas como el Partido del Tomate, lanzarse de un puente o ahora, ofrecer lavadoras gratis. Ni hablar de los influencers, cuyo principal, por no decir único, mérito es hacer parte de las barras bravas de un sector político, y creer que cuentan con las cualidades para representarnos en el legislativo…

En este contexto, la campaña de Iván Cepeda está perdiendo la fuerza con la que arrancó, al acercarse más a una estrategia de redes y eventos de una ONG de derechos humanos, que a una campaña presidencial. Por supuesto, su base electoral es el movimiento de víctimas y de DDHH, sin embargo, es necesario hablarle a las mayorías del país, eso por supuesto, no quiere decir caer en el ridículo de algunos candidatos, sino de llenar de forma y contenido sus comunicaciones, más allá de la estrategia de voluntariado digital que está promoviendo.

El equipo de Iván Cepeda parece que sigue pensando que se trata de llegar de nuevo al senado con la misma comunicación estática de siempre y, por lo menos en redes, es evidente que no se ha dado cuenta que el momento cambió y que las comunicaciones deben ser eficientes, emotivas, valientes y emocionantes, como lo es el candidato. 

Esa intervención de la Revista Hekatombe en 2017 se llamó “Los medios de comunicación revolucionarios ¿calco o copia? ¿O creación heróica?”, hoy este parafraseo del Amauta cae rebien, porque las campañas presidenciales deben ser creación heróica.

Uribe dijo en 2016: “Hacen daño los compañeros que no cuidan las comunicaciones”, nada más cierto que eso. Cuidar las comunicaciones es cualificarse, ser creativos, tomarse en serio el legislativo y el ejecutivo, saber que nos enfrentamos a una maquinaria que sí funciona y tiene experiencia. Comparto mi preocupación y pido en nombre de Lenin que se les prenda la chispa, y se garantice un congreso decente así como unas campañas presidenciales a la altura del momento.

Posdata uno: que bueno sería volver a aquellos tiempos en los que se hacía de la tribuna un espacio de formación política.

Posdata dos: cerrarme puertas es mi pasión.

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