El pensamiento de Jaime Bateman Cayón

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“El FLACO” o “Comandante Pablo”, como era conocido al interior de la organización, fue un líder guerrillero, que junto al M-19, logró ganarse los afectos de una importante porción de la población colombiana, dada su cercanía a la gente de abajo y la constante burla al poder autoritario de los de arriba.

Se distanció de los dogmatismos e iluminismos de la izquierda de aquel entonces –y parece que la de este tiempo también-

Se distanció de los dogmatismos e iluminismos de la izquierda de aquel entonces –y parece que la de este tiempo también- para plantear en un lenguaje sencillo la importancia de la democracia, algo tan básico pero no por eso inferior, en un país en que las élites la tienen restringida para las mayorías sociales.

Aún en los barrios populares de las grandes ciudades de Colombia se siguen escuchando las anécdotas cargadas de heroísmo y de realismo mágico de las acciones del M-19. Desde los asaltos a camiones de leche para repartir a los habitantes de varias cuadras, hasta el robo de la espada de Bolívar «para que volviera a la lucha». También sigue fresca la memoria del robo de una importante cantidad de armas al cantón Norte del Ejército, un 31 de diciembre bajo el gobierno de Turbay, cuyas políticas represivas no tenían nada que envidiarle a las de su contemporáneos, los dictadores del cono sur.

Compartimos a continuación algunos fragmentos de sus entrevistas que dan cuenta de los ejes fundamentales de su pensamiento:

¿Qué es la paz?

En primer lugar. ¿La paz es que se acaben los combates guerrilleros? ¿O la paz es que dejen de morirse 400 niños al día? ¿Qué es la Paz?


¿La paz es que sigan deambulando por las capitales del país, dos millones de personas? ¿DOS MILLONES DE PERSONAS, hambrientas, desesperadas? ¿La paz es que la gente tenga que hacer ranchos, como los que se hacen en las grandes ciudades de Colombia? ¿La paz es que el 70% de la población colombiana siga desnutrida? ¿Esa es la Paz? ¿O la paz es darle la seguridad y la tranquilidad a cinco o seis mil guerrilleros?

Ha cambiado el estilo, ha cambiado la sonrisa, han cambiado las buenas intenciones. Pero este país no vive de las sonrisitas de un Presidente, ni de las buenas intenciones de un Presidente. ¡Queremos hechos!

Bueno, no. La paz pasa por la Justicia social, por allí es donde pasa la paz. Por eso yo le digo, no hay que preocuparse por el movimiento guerrillero, el problema no es el movimiento guerrillero, (…) Pero el movimiento guerrillero no es absolutamente todo el pueblo.

Miremos hacia el pueblo, miremos a las soluciones del pueblo. Yo estoy de acuerdo que las soluciones económicas no son a corto plazo, son a largo plazo, pero que se vean y nosotros no las vemos. Nosotros lo que vemos es el fortalecimiento de sistema, lo que vemos es el fortalecimiento de un Estado clientelista, lo que vemos es el fortalecimiento de la próxima campaña electoral, lo que vemos es el fortalecimiento de quien va a ser el próximo Presidente de la Republica, ya eso está escogido, porque son los mismos, con las mismas. Ha cambiado el estilo, ha cambiado la sonrisa, han cambiado las buenas intenciones. Pero este país no vive de las sonrisitas de un Presidente, ni de las buenas intenciones de un Presidente. ¡Queremos hechos!

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¿Qué es la cadena de afectos?

Si una persona es absolutamente sentida, constantemente querida, si en ella se dan cita una cantidad de afectos fuertes, el afecto de la mamá, de las hermanas, de la amante, de los amigos, esa cadena de afectos lo defiende de la muerte, del peligro, lo vuelve casi inmortal. Por lo menos impide que lo maten a uno así no más. Puede que uno se muera, pero esa cadena de afectos absolutos impide que a uno lo maten. No que uno no se muera, contra eso no han inventado remedio. A cada uno le llega su hora y a esa hora no se le puede mamar gallo, pero la cadena de afectos es una especie de inmunidad contra el azar. Cuando a uno le toca, le toca. La cadena lo preserva a uno y lo ayuda a no caer cuando no le toca: es la fuerza del afecto. Del amor de un poco de gente que lo ama a uno y que uno ama. Esa es la cadena. Los hombres que no tienen amores constantes, absolutos, inflexibles, no son amados y por tanto están sólos. Son vulnerables, mortales. Hay que amar con berraquera y hay que despertar el amor con berraquera. Esa es una vaina clave en este paseo. Es una vaina clave para los líderes, es una vaina que siempre olvidan. En un momento azaroso, imprevisible, sólo la fuerza que sobre uno han puesto y que uno ha despertado puede salvarlo. Porque el amor es la certeza de la vida. Es la sensación de la inmortalidad.

Sobre la pasión

Yo no creo que se pueda hacer una revolución -nunca se ha hecho- sin desatar los sentimientos y afectos más profundos de la gente. Creo más en la pasión que en la ideología, o que en la teoría; es más, sólo cuando una ideología se vuelve apasionada, sentida como su propia carne, se transforma en fuerza real. De lo contrario, las ideologías son meros divertimentos de academia. Creo que esta es una desgracia tremenda pero es así. (…) Hay que bailar, hemano, hay que bailar. Hay que bailar y hay que cantar a la vida, y no solo a la muerte, ni cantar a las derrotas. Hay que cantar a la vida, porque si se vive en función de la muerte, uno ya está muerto. La personas que viven sólo de los recuerdos están muertas, el recuerdo sin porvenir lo único que trae es tristeza, y la tristeza no genera lucha nunca, nunca.

Referencias

Bateman habla de su muerte

¿Qué es la paz? Entrevista a Jaime Bateman.

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