En medio de una noche de insomnio junto a amigos y compañeros de farra, con la luz de una fogata, unas chelas[1] y mucho trago, aflora, en medio de la efervescencia producida por el carajillo[2], el debate sobre la política colombiana, sus diferentes matices, realidades y futuro. El licor fue, en esta ocasión, un buen aliado para analizar, comparar y revivir diferentes escenarios colombianos a través del tiempo, intentando dejar de lado los preceptos de quienes plantean que el alcohol reduce las capacidades racionales de las personas.
Sumergidos en esa dicha bacanal etílica las ideas sobre nuestro entorno político y los acontecimientos actuales nos hacen remembrar algunas cuestiones históricas que parece que fueran nuestro presente. Las casualidades son tantas que creemos no estar en pleno siglo XXI sino en los primeros años del siglo XX y para contextualizar un poco esta idea es necesario hacer un recorrido histórico por lo que sucedía en nuestro país a comienzos de ese siglo en relación a este.
El uribismo no es más que un godismo reencauchado de valores y principios de otrora, en alianza con las fuerzas reaccionarios del cambio, del progreso como lo son las iglesias cristianas y el catolicismo arrodillado al poder colombiano, con apoyo de unas fuerzas armadas que respaldan todo el entramado de la corrupción manteniendo en el poder a los gobernantes de turno que les brindan apoyo a todo lo malo que hay dentro de estas fuerzas del orden.
Durante la época de colegio, en especial en la clase de historia de grado 9°, – algunos de nosotros recordaremos que se enseñaba historia de Colombia enmarcada entre el siglo XIX y XX- se hablaba en este curso del grito de independencia, seguido de la Patria boba, La Gran Colombia y su posterior disolución, la lucha entre bolivarianos y santanderistas, la creación del partido liberal y conservador, los Estados Unidos de Colombia, las más de 100 guerras civiles durante el proceso de consolidación de la república, las reformas liberales radicales, la llegada de la educación pública encargada a los alemanes, la creación de la Universidad Nacional, la regeneración y con ello la llegada de los conservadores al poder desde 1886 hasta 1930, la hegemonía liberal desde 1930 a 1945, otra vuelta de los conservadores hasta 1953 cuando se da el golpe de estado, el periodo de violencia entre 1946 y 1956, luego seguía el frente nacional que gobernó al país entre 1958 y 1974 y de ahí hasta finalizar el siglo XX.
En este imparable devenir histórico dado por nuestra embriaguez tanto etílica, como histórica, empezamos a encontrar ciertas similitudes que veremos a continuación.
La primera de ellas, para abordar ya el tema que nos propusimos en nuestra merluza, es que el control político está a cargo de los conservadores. Es imposible negar que estos primeros 20 años del siglo XXI en Colombia han sido gobernados por los godos al igual que los primeros 30 años del siglo XX, con diferente denominación o más bien en “cuerpo ajeno” (mencionando una de las novelas de los 90 más vistas en Colombia). El uribismo no es más que un godismo reencauchado de valores y principios de otrora, en alianza con las fuerzas reaccionarios del cambio, del progreso como lo son las iglesias cristianas y el catolicismo arrodillado al poder colombiano, con apoyo de unas fuerzas armadas que respaldan todo el entramado de la corrupción manteniendo en el poder a los gobernantes de turno que les brindan apoyo a todo lo malo que hay dentro de estas fuerzas del orden.
Es imposible negar que estos primeros 20 años del siglo XXI en Colombia han sido gobernados por los godos al igual que los primeros 30 años del siglo XX, con diferente denominación o más bien en “cuerpo ajeno”
A partir de esta primera comparación, podemos vislumbrar porqué Colombia en temas como la igualdad, la justicia y el orden social justo se encuentra tan atrasada en relación a otras naciones del continente y del mundo. Temas como el aborto, el matrimonio igualitario, la despenalización de la droga y la eutanasia, entre otros; son en su mayoría temas vedados por nuestros gobernantes, que son ciegos y sordos ante las necesidades de un nuevo mundo, de una nueva visión del cambio generacional que cada vez se hace sentir con más fuerza ante estos servidores del bien y de las tradiciones, que han condenado a Colombia a una semi oscuridad como anteriormente lo fue la edad media en cabeza de la iglesia católica para el mundo conocido.
En este neoconservadurismo la políticas públicas en pro de la sociedad quedan reducidas a meros titulares de prensa donde son satanizadas por los defensores de la prensa libre atada al conglomerado del poder político y económico que solo vende una dimensionalidad y dignidad que no es más que la cristiana ortodoxa retardataria de la sociedad. Estas políticas públicas inexistentes en el país del Sagrado Corazón solo brindan protección a sus fieles y doctrinarios seguidores.
En otro momento de nuestra borrachera aflora la primera conclusión de las similitudes entre los comienzos del siglo XX y del XXI y es que en políticas públicas: ¿dios nos bendiga?, porque seguimos excluyendo de ellas a la gran mayoría de la población colombiana en beneplácito de unos valores que no funcionan en una sociedad cada vez más diversa y critica que pide cambios estructurales radicales.
Un amigo recuerda que hacia 1904 el gobierno norteamericano da un pago por el canal de Panamá a Colombia, debido a su injerencia en la separación de Panamá, a lo que el gobierno de turno indicó que con ese dinero se iba a invertir en infraestructura vial en el país para promover de esa manera el desarrollo de todas las regiones. Con la venta de Isagen y otras empresas del Estado en 2016, el gobierno del expresidente Juan Manuel Santos manifestó que ese dinero seria invertido en la construcción de las vías de 5 generación ya van cuatro años de esta venta y no hay vías aun. Al igual que hace 114 años aproximadamente seguiremos esperando que se construyan las vías, en ese entonces con el dinero del canal de Panamá y actualmente con la venta de las empresas públicas.
Con la venta de Isagen y otras empresas del Estado en 2016, el gobierno del expresidente Juan Manuel Santos manifestó que ese dinero seria invertido en la construcción de las vías de 5 generación ya van cuatro años de esta venta y no hay vías aun.
Recordemos el gobierno de godos, perdón, del “glorioso Partido Conservador Colombiano, defensor de las buenas obras y buenas modales” y sus dichas causas que no son más que el paladín del uribismo representado hoy por los miembros de Centro Democrático. No estamos afirmando que este grupo se apodere de la plata y se olvide la inversión, solo mostramos semejanzas en dos épocas diferenciadas por 100 años. Es probable que sea nuestra embriaguez la que nos ha hecho ver esa similitud, por lo tanto, es posible que estemos equivocados.
Más tarde, la euforia se hace presente y encontramos así otra casualidad en la historia de nuestro país. Hacia el año de 1905 se empiezan a dar a dedo las concesiones petroleras, entre ellas dos fundamentales que según, dice un amigo a media lengua por la cantidad de trago que tiene en su organismo, fueron otorgadas a Roberto de Mares y al general Virgilio Barco cuyo nieto sería por mera eventualidad presidente de Colombia, azares de borrachos. La primera concesión conocida como Concesión de Mares comprendía la región de lo que hoy en día es Barrancabermeja y la otra, conocida como Concesión Barco comprendió lo que es hoy la región del Catatumbo en Santander del Norte. Por estas concesiones el estado recibía entre el 7% y el 14% de las regalías, ni siquiera el 30%, parece una concesión de transporte estilo Transmilenio en Bogotá.
Hacia el año de 1918, recuerda un amigo que leyó algo en la página Colombia petrolera, se dieron los primeros yacimientos petrolíferos y casi 102 años después, el gobierno actual otorga concesiones petroleras para los pilotos de fracking y la extracción del crudo. Antes de que se pueda llevar a cabo la extracción, se toman alrededor de 10 años mínimo entre los estudios del terreno, la multitud de tareas previas a la extracción y la obtención de las licencias ambientales, todo ello dejando como consecuencia un gran daño ambiental.
Con este tema se disipa abruptamente nuestra charla en la cual vimos supuestos fantasmas históricos que se repiten y concluimos entonces que es imposible que todo esto esté pasando de nuevo, que ojalá estas anécdotas fueran solo procesos infundidos por nuestra ingesta alcohólica, que ojalá nuestro futuro pudiera ser mejor que nuestro pasado y que fue la noche la que nos llevó a semejantes panoramas engañosos. Ojalá fuera así.
[1] Chela, palabra de origen incierto de los andes; parece que su originen etimológico se encuentra en la palabra chel “azul” de origen maya, aunque para denominar este color los mayas utilizaban la palabra “ch´oob”. Chela palabra muy usada en los bares de Bogotá donde se escucha la música del demonio según lenguaje popular de los neoconservadores y algunos cristianos que consideran su fe como única y verdadera.
[2] Se denomina carajillo a la mezcla de cerveza con aguardiente
CIBERGRAFIA
– Recuperado de:
https://www.anh.gov.co/Banco%20de%20informacion%20petrolera/Colombia%20Petrolera/Paginas/default.aspx
– Recuperado de:
https://repository.urosario.edu.co/bitstream/handle/10336/10560/Historia_concisa_digital.pdf?sequence=4
– Recuperado de:
https://movil.colombiaaprende.edu.co/sites/default/files/aprenderencasa/libros-docentes/bbcc_libro_pdf_66_historia_de_colombia_contemporanea.pdf