En las instituciones educativas públicas del país existen dos tipos de vinculación para los docentes, la primera en propiedad, y la segunda en provisionalidad, de la cual hablaré puntualmente en este escrito. No es ilógico afirmar que, lo que sucede en los colegios, en este caso de Bogotá, es un fiel reflejo del funcionamiento que está teniendo el país. En estas líneas, basadas en mi posición como docente de matemáticas por más de seis años —sea esto poco o mucho tiempo—, expresaré una posición crítica sobre la inestabilidad en este campo, y lo que ella supone para la reflexión docente.
En el ámbito educativo, son reiterativos los comentarios de algunos compañeros que ya están en propiedad, dado que constantemente sacan a relucir las consecuencias de asumir un contrato de este tipo, algo sumamente incómodo
Ahora sí, para entrar en materia, es importante reconocer el tipo de contrato en cuanto a la temporalidad de los docentes provisionales, aquellos que llegan a colegios a cubrir vacantes por días, meses o años, cubrir una vacante que se puede perder porque la secretaria de educación nombra al docente en propiedad.
En el ámbito educativo, son reiterativos los comentarios de algunos compañeros que ya están en propiedad, dado que constantemente sacan a relucir las consecuencias de asumir un contrato de este tipo, algo sumamente incómodo por lo que muchos profesores tenemos que pasar, pues en el día a día debemos esperar a que lleguen a ocupar “nuestro” puesto de trabajo. Y sí, digo “nuestro” entre comillas, porque, en diversas ocasiones, directivas y otros docentes recuerdan que somos provisionales, que, como tal, ese no es nuestro lugar de trabajo y que en cualquier momento nos podemos ir de la institución.
las dinámicas institucionales demuestran que existen unas reglas de supervivencia y que, en muchos casos, los docentes más complacientes son los beneficiarios de medidas y acciones como horarios flexibles
Al inicio afirmaba que los colegios son el fiel reflejo de lo que sucede en la ciudad, o en este caso en Bogotá, las dinámicas institucionales demuestran que existen unas reglas de supervivencia y que, en muchos casos, los docentes más complacientes son los beneficiarios de medidas y acciones como horarios flexibles, el hecho de no tener una dirección de curso —como si eso fuera un premio—, o contar con favores de las directivas.
Dicho lo anterior, considero necesario precisar que, de igual modo, más allá de la temporalidad o no del docente y del carácter público o privado de la institución, hay colegas que no se interesan por su labor, no le dan la importancia a su profesión y no dan paso a reflexiones pedagógicas.
Como ya lo había mencionado, en la actualidad soy docente provisional de la SED, y mi experiencia ha sido gratificante —dejando de lado situaciones burocráticas— no solo por tener los beneficios de una “estabilidad” laboral por más de dos años, sino porque soy muy feliz en el lugar donde trabajo, mis estudiantes son unas grandes personas y eso hace que me sienta muy agradecida por “pertenecer” a ese lugar. Sin embargo, sé que la experiencia de muchos otros docentes provisionales no ha sido la misma, porque no se ha tenido claridad en su proceso de contratación y sus periodos de trabajo no superan los dos meses.
sé que la experiencia de muchos otros docentes provisionales no ha sido la misma, porque no se ha tenido claridad en su proceso de contratación y sus periodos de trabajo no superan los dos meses.
Pero entonces, en este punto la pregunta sería ¿Cómo lograr que las palabras estabilidad y pertenecer dejen de estar en comillas?, el único camino es estar nombrado en propiedad en alguna de las secretarias de educación del país. Lo que se consigue por medio del concurso docente —un tema complejo y de muchos matices— que aún no cubre las necesidades de todos los docentes del país, puesto que para muchos el fin es pertenecer a una institución pública debido a las condiciones indignas de la mayoría de los colegios privados.
Y bueno, en el 2022 ocurrió, inició el concurso docente y se llevaron a cabo varias de sus etapas, entre esas, la prueba eliminatoria, prueba que generó gran impacto para muchos profesores —entre esos, yo—, debido a las pocas vacantes que había y la gran cantidad de personas que se presentaron. Muchos no pasamos esta prueba, y en el ambiente laboral quedó el malestar de sentir que no somos lo suficientemente buenos como maestros, así tengamos la conciencia de nuestro esfuerzo pedagógico. Y ahí llega una de las dificultades de ser docente provisional: sumado al componente emocional de sentirse terrible e ignorante por no pasar el concurso, llega la sensación que supone la inestabilidad, al saber que en cualquier momento ya no habrá trabajo.
Es claro que provisionalidad hace referencia a estar temporalmente en un lugar, no desconocemos esa realidad y sus consecuencias, sin embargo, ser docente provisional sin haber aprobado la prueba eliminatoria del concurso docente conlleva a vivir un miedo constante, un miedo que se puede materializar desde muchas perspectivas, siendo una de estas el sentir que no se pertenece a algún lugar. Situación que, según mi parecer, se puede convertir en un problema complejo para los proyectos institucionales y el proceso de enseñanza – aprendizaje de los estudiantes.
Como docentes necesitamos que el gobierno conozca lo que pasa ahí adentro y desde ahí se generan dinámicas efectivas y dignas.
Ya para finalizar, creo pertinente destacar dos elementos. El primero, relacionado a que en todos los espacios educativos se deben generar momentos de dialogo efectivos en donde los docentes reflexionen sobre su práctica, y se cuestionen, sin temor al cese de renovaciones, las decisiones tomadas por la institución. Y segundo, que se le debe exigir al presente gobierno otros mecanismos de ingreso para los nombramientos y ascenso en la carrera docente, muchos profesores estamos de acuerdo en que las estrategias utilizadas en la actualidad son poco efectivas y no dan cuenta de la verdadera labor y realidad de las instituciones. Como docentes necesitamos que el gobierno conozca lo que pasa ahí adentro y desde ahí se generan dinámicas efectivas y dignas.
Por: Ángel. Docente de matemáticas, feminista, con formación en educación, educación matemática, memorias colectivas y derechos humanos. Interesada en discutir los momentos en los que las matemáticas se ponen a disposición de la sociedad.
Interesante, aunque es la postura personal de la persona que escribió, hubiera sido interesante tener un panorama un poco más amplio de lo que implica la provisionalidad en los colegios del distrito. A eso que argumenta, en cuanto a que no se da, a la carrera docente, la importancia social que implica, considero que es un ejercicios del cual el maestro a venido perdiendo poder y es, que no se debe olvidar que esto está aliado a otros asuntos como contextuales y -en lo personal, lo mas importante- a factores económicos y políticos. No es ilógico afirmar que, por más «estabilidad» laboral que haya en el distrito no es de los mejores salarios, a esto le añado el riesgo para la salud mental, el ambiente laboral tan deplorable y triste que se viven al interior de las instituciones; claro hay reglas que rompen la excepción. Pero no es un secreto y es lamentable de afirmar. A la provisionalidad le añado la falta de garantías y derechos laborales que perdemos los profes por estar dentro de esta figura. Y, por supuesto no puedo dejar de lado lo que sufren (sufrimos) las maestras de apoyo a la inclusión quienes siempre nos contratan única y exclusivamente por provisionalidad además, de que no existe un rol determinado dentro de las políticas actuales que determinen nuestro papel en las instituciones, por ende, no hay un concurso para cubrir tal vacante a menos que uno se postule como docente de primaria y ahí mi pregunta sería ¿por qué postularse a un concurso el cual no tiene claro el cargo de docente de apoyo a la poblaciones con discapacidad? Y por otro lado ¿acaso él concurso determina si una es «un buen profe o no»? Creo que el análisis y la reflexión en torno a la última pregunta sería algo más interesante al plantearnos si es la única salida «estable» que muchos maestros ven. Y claramente el concurso docente nunca logrará cubrir las necesidades de todos los docente ni de las intuiciones del país, ya que están en continuo cambio de las generaciones actuales y futuras. Es aquí donde no sólo se pueden plantear reflexiones pedagógicas sino reflexiones en torno a las situaciones de los maestros y su relación con la construcción del saber.
Quiero detenerme a dejar mi humilde opinión, y es que no se debe pensar a partir del ¨nombramiento provisional¨,sino, mucho antes. Desde el momento en el que nos certifican como licenciados, ya estamos esperanzados que encontraremos una ¨estabilidad laboral¨, pero la realidad es contada en otra novela. No hay ¨estabilidad¨ sino, se esta nombrado, y las posibilidades son cada vez menos proporcionales.
Mi nombre es Paola, Docente de matemáticas y Física y un montón de diplomados, ¨papel¨porque hasta ahi alcanza la economía, he laborado durante 7 años, 3 de ellos, no certificados. Aún esperando un provisional, pero pensar en tenerlo ya es arriesgado de por si, entonces los docentes no contamos con un mercado laboral seguro en este siglo XXI.