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El sur también explica

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Ando con el flow anticolonial alborotado y no es para menos, acaba de pasar el Glastonbury y con él, artistas que se saltaron la censura del gobierno inglés. Palestina, la soberanía nacional y la rebeldía marcaron la agenda de uno de los festivales musicales más importantes de occidente (?). The Libertines, Kneecap y Bob Vylan han sido noticia, pero quien me rayó la cabeza fue Seun Kuti, un músico nigeriano que decidió hacer algo impensable: en territorio del rey Carlos III, un cantante originario de la que fue una colonia británica (con todo lo que eso implica), le dijo a lxs jóvenes europexs contra qué deben luchar.

“Pero tengo un consejo para lxs jóvenes de Europa. Sé que quieren liberar a Palestina, quieren liberar al Congo, quieren liberar a Sudán, ¿Quieren liberar a Irán?. Es uno nuevo cada semana. 

¡Europa libre! Liberar a Europa del extremismo de derecha. Liberar a Europa del fascismo. Liberar a Europa del racismo. Liberar a Europa del imperialismo. Cuando haga este trabajo, tan pronto como hagan este trabajo, Gaza será libre, El Congo será libre, Sudán será libre (…), ¡Europa libre!”

No he visto los titulares de medios en Nigeria, pero me imagino que los sectores más conservadores deben estar comentando cosas como: ¡Seun Kuti ataca a Inglaterra!, ¡El rey Carlos III le pide al heredero del afrobeat que respete!, soy curiosa, pero el desparche no me da para hacer esa revisión de prensa, de pronto si alguien la quiere hacer, chévere. Lo importante es que Kuti salió del rol colonial que, parece, todavía se espera de una persona que viene del sur global, al dar línea y además aconsejar, teniendo en cuenta que el lugar del conocimiento fue apropiado por los políticos y académicos del norte, de ese mismo que por siglos nos ha estudiado, analizado, robado, extraído y empobrecido.

La otra cosa que me alborotó el anticolonialismo fue un panel durante la cuarta Conferencia Internacional sobre la Financiación para el Desarrollo en España. Allí el presidente Gustavo Francisco Petro, aprovechó para hablar de migración, racismo, pobreza y crisis climática, como ya es costumbre. Fue elocuente y claro, pero se lo dijo directamente a Macron, eso en diplomacia norte-sur es como una grosería, es casi que una cachetada con guante, está entre los insultos más escandalosos, porque al norte no se le reclama, solamente se le contempla.

“Presidente Macron, sí se puede producir el doble de vacunas en Sudáfrica, pero cuando la gente estaba muriendo por Covid-19, ¿qué tan rápido llegó la vacuna a un país y qué tan rápido a otro? Yo lo vi y fui testigo, llegó primero a Estados Unidos y a Europa. ¿Cuántos muertos gratuitos hubo en África?, hubo muchos menos en Europa que en los países pobres.

(…) Diré lo siguiente, ya que no me queda mucho tiempo de Gobierno: hace tres años, el problema fundamental de las reuniones internacionales era la crisis climática y hoy es la migración, los votos se consiguen alrededor del discurso antimigrante.

(…) Hay un electorado mayoritariamente ario en estos países, que son del G20 y emiten mucho CO2, que permiten a ciertas corrientes políticas negar la crisis climática. Es más fácil ganar los votos con mentiras y fetiches, diciendo que se va a vivir mejor si los que no tienen el mismo color de piel, ni la misma religión, se expulsan”.

Y en lugar de sentir vergüenza por tantas verdades juntas, Emmanuel Macron se ofendió, le exigió respeto y prácticamente le dijo a mi presidente “maldito colombiano, maldito latino”. No negó nada, lo trató de exagerado y le hizo un llamado a la racionalidad (amiga, ambas hemos pasado por eso).

Los medios de comunicación corporativos y ese fastidioso sector bienpensante que se cree dueño de la verdad y poseedor de las buenas costumbres, salió a criticar a Petro y a decir que nos hizo quedar mal. Un montón de opinadores y periodistas con dismorfia de clase y de hemisferio, hablaron de la “peinada de Macron a Petro”, cuando en realidad, el francés fue el que se quedó sin palabras, solo pudo decir “respéteme” y afirmar que no recibía consejos de gente del sur.

El presidente Gustavo Petro, con el color de piel de la clase trabajadora, con guayabera y pantalón blanco; usando manillas y aseguranzas; hablando en español, sentado cómodamente en la silla y sin dejarse amilanar por un blanquito francés, cuyo único mérito es ser fan de Daft Punk, le cantó las verdades y eso me hace sentir orgullo. A diferencia de lxs dismórficxs, yo no esperaba ver a un presidente encorbatado, sentado a la orilla de la silla, con una actitud débil y servil.

Después de esas declaraciones debió sonar “sí, sí, Colombia, sí, sí Caribe”. Fue tan bueno lo que dijo que la gente debería estar orgullosa y ponerse la camiseta de la Selección, ese hermoso e inocente homenaje a la enciclopedia Nueva Historia de Colombia. 

En medio de esta euforia caí en los brazos de Franz Fanon y de los condenados de la tierra (2016):

“Europa ha asumido la dirección del mundo con ardor, con cinismo y con violencia. Y vean cómo se extiende y se multiplica la sombra de sus monumentos. Cada movimiento de Europa ha hecho estallar los límites del espacio y los del pensamiento. Europa ha rechazado toda humildad, toda modestia, pero también toda solicitud, toda ternura” (Fanon, 2016: 326)

Y para cerrar, cuando Macron dice que no recibe lecciones de gente del sur, saca su casta colonial y no le importa el modelo del carro, los posgrados en el extranjero, los metros cuadrados de las propiedades, ni la ropa de diseñador, sino que, indiscriminadamente se refiere a quienes habitamos el sur, así que les invito a que se ofendan con el presidente de Francia y no sacar pecho porque nos despreció con esa frase.

Posdata: ¡Macron gonorrea, el sur no copea!

Referencias

Fanon, Franz (2016) Los condenados de la tierra.

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