Humor de derechas

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Si bien conocemos la sátira política y su influencia directa en la reinterpretación de un contexto ideológico polarizado y diverso, ¿podríamos aventurarnos a lanzar un concepto como humor de derechas? ¿Es plausible vincular dicha idea al tejido nacional? Al parecer el humor como cualquier otra función del lenguaje, se determina por elementos sociolingüísticos que nos ubican en parámetros culturales propios de x o y grupo que hace parte de la estructura nativa. 

Un humor bien elaborado, se encauza en la exposición y retroalimentación intelectual. Cuando la comicidad recae en señalamientos físicos y de naturaleza propia a la integridad individual, presenciamos la más burda y miserable configuración de lenguaje. En este sentido, nuestro país no ha sido la excepción. Los youtubers, cada vez buscan la forma más denigrante de construir contenido. La lucha sin cuartel por los likes, y los posibles seguidores que moneticen y sostengan la reputación de sus canales, ha convergido en la forma más ramplona de crear contenido hilarante. 

Es en este punto, donde podemos recordar lo que nos plantea Henri Bergson en su interesante obra La Risa, en la cual nos enuncia lo siguiente: “La risa no tiene peor enemigo que el sentimiento. No digo que sea imposible reírnos de una persona por la que sentimos lástima, por ejemplo, o afecto, sino que por un momento es necesario olvidar ese afecto, callar esa lástima. En una sociedad de inteligencia pura probablemente no lloraríamos, pero reiríamos aún; las almas invariablemente sensibles, concedidas al conjunto de la vida, en las que todo evento se prolongaría en una resonancia sentimental, no conocerían ni comprenderían la risa” (Bergson 10). 

La anterior cita, es simplemente la forma más objetiva de asumir la construcción de un humor ético y digno. Bergson es categórico al referirse a una sociedad de inteligencia. En este sentido, el chiste o la broma, por más cáustico que sea, debe recaer en la figura de un mundo posible como telón de fondo a nuestra patética existencia y no todo lo contrario, revictimizar nuestra presencia como motivo de burla socarrona. 

La derecha ha sido bastante particular en este apartado. La falta de oportunidades, carencia material, raza, físico, entre otros aspectos inherentes a la maltratada condición social, hacen parte de su fuerte repertorio. Cada vez es más notable la ausencia de agudeza intelectual y de argumentos, para crear una sátira que reinterprete la condición social como un motivo de burla, que se disfrace en la ambigüedad para el deleite de todos, y no como un código de lenguaje estratificado de aquellos que viven holgadamente gracias a la existencia del ciudadano de a pie. Citando nuevamente a Bergson, “Nuestra risa es siempre la risa de un conjunto. Seguramente les ha ocurrido en un vagón o una mesa escuchar a unos viajeros compartir historias que para ellos son divertidas puesto que se ríen de buena gana. Ustedes se reirían con ellos si fueran parte del mismo grupo. Pero al no serlo, no les provocan ninguna risa” (Bergson 11).

En definitiva, el humor no es más que la manifestación comunicativa del grupo social al que deseamos aspirar. Resulta curioso ver cómo algunos mal llamados humoristas, cambian su perspectiva cómica, sencillamente para vincularse a valores de la élite tradicional del país. Si en algún momento fueron contestatarios, era simplemente la mejor actuación comercial para vender sus chistes flojos. 

Como en algún momento lo expusiera el gran humorista George Carlin, en Las Paradojas de Nuestro Tiempo, “tenemos edificios más altos y temperamentos más cortos, carreteras más amplias, pero puntos de vista angostos (…) multiplicamos nuestras posesiones, pero reducimos nuestros valores humanos”. Es como si el lenguaje mismo de la comicidad, nos hiciera un llamado a controlar nuestro idiota interno. Al mismo tiempo que nos ruega refrenar al homofóbico, el clasista, el machista, el racista y demás personalidades desatinadas que convergen en nuestro fuero interno al momento de hacer uso de un supuesto espíritu burlesco.

En algún momento el mismo Padre del psicoanálisis Sigmund Freud, acertó al enunciar sobre el chiste, “Es fácil colegir aquel carácter del chiste con el cual se relaciona la diversidad de reacción del oyente frente a él. Unas veces el chiste es fin en sí mismo y no sirve a un propósito particular, y otras veces se pone al servicio de un propósito de esa clase; se vuelve tendencioso. Sólo el chiste que tiene tendencia corre el peligro de tropezar con personas que no quieran escucharlo” (Freud 85). Podemos deducir en el lenguaje freudiano, que el chiste siempre pretende buscar una reacción puntual en su audiencia. En nuestro territorio, su carácter tendencioso ha sido normalizado. La derecha burlona, siempre ha buscado imprimir sus hirientes formas de expresión, explotando las dolencias trabajadoras. Lo que, en respuesta, ha recaído en una afrenta de ofensas interminables, a la mejor analogía de la serpiente mordiendo su cola.

En la expresión: “ser hombre y ser ridículo”, San Agustín nos recuerda la tragicómica situación que nos condiciona sobre el mundo. Se nos es difícil entender, que la risa en su estatus de lenguaje universal, posiblemente proviene de la miserableza más individual. Hecho en sí mismo contradictorio, pero ¿Quién mejor que uno mismo para asumir el humor en toda su plenitud? ¿Necesitamos de portavoces con fines ideológicos y capitalistas miserables que nos recuerden qué debe ser gracioso y qué no? Debemos entender, en palabras de Bergson, “que la risa tiene una significación y un alcance sociales, que lo cómico expresa ante todo una cierta inadaptación particular del individuo a la sociedad, que nada hay cómico sino el hombre” (Bergson 81). Contrario a lo que algunos youtubers mercachifles en busca de eternizar su mediocre performance como los cacaos de los medios nacionales, monetizando su pésimo contenido humorístico (recordemos siempre al mediocre de Daniel Samper). Porque contrario a lo que se opina, no siempre cuando el prójimo deja de conmovernos es que debe empezar la comedia. 

En el momento que el presente artículo estaba en redacción, llega la noticia del Consejo Nacional Electoral y su envite de golpe de estado. Esta hermosa primicia para la gonorrienta derecha colombiana, fue posible gracias a un presunto feminicida y otra rata, quien presuntamente compró testigos para el innombrable. En este caso, como en muchos otros, el chiste se cuenta solo. 

REFERENCIAS

  • Bergson, Henri (2019). La Risa. Editorial Lectorum, México
  • Freud, Sigmund (1960). El chiste y su relación con lo inconsciente. Editorial Amorrortu, Argentina