Laura, Laura, Laura…

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“Y tú, que sí estás, preguntas porqué la amo a pesar de las heridas”, cantaba el italiano Nek, por allá en 1997. Estos días he tenido pegada Laura no está  y particularmente esa frase. 

Ya es común que Laura Sarabia sea noticia, siempre rodeada de una neblina espesa, siempre hay ruido a su alrededor, por ser cuota de Benedetti, por el caso de la niñera amenazada, por ser, aparentemente, el poder detrás del gobierno y porque el poder emborracha.

Creo que para hablar de Laura Sarabia hay que hacerlo desde tres perspectivas:

  1. El poder detrás del poder

Sobre este no me voy a detener, hay suficientes artículos que dan cuenta de toda la fuerza que tiene tras bambalinas, de su cercanía con sectores tradicionales del poder y su afán de desbancar a los “históricos” que han estado con Gustavo Francisco. 

  1. El chivo expiatorio

Sarabia es un manjar para la prensa, y uno de los puntos débiles del gobierno del cambio, no es por ser mujer, ni por ser joven, ni por ser una gran funcionaria pública. Ella lo sabe y nosotr_s lo sabemos.

Creo que en éste momento el gobierno nacional debe mostrar resultados, cumplir con sus compromisos de campaña y amarrar más cosas, porque el futuro no se ve nada prometedor. Que Gustavo Francisco cambie los ministros que tenga que cambiar, pero en función del proyecto político y de la eficiencia, no de cuotas partidistas que se dedican a torpedear cualquier avance. 

Aquí no hay más tiempo para la curva de aprendizaje, o para defender lo indefendible. Las cosas están en este punto con Sarabia: si hay escándalos que opacan lo que, con bastante dificultad logra el gobierno; si cada vez que es increpada por la prensa se desmaya y se hace hospitalizar; si la respuesta ante cualquier llamado de atención es victimizarse; no funciona y se debe ir, así de sencillo ¿Por qué es tan sencillo distanciar a otras personas pero no a una figura tan problemática?

Sarabia opaca, toda la truculencia que la rodea le resta credibilidad al gobierno y no hay ningún equipo experto en manejo de crisis, ni respuestas escuetas, ni nada que cambie la imagen que tiene el país de ella, su reputación está por el suelo. Entró como una cuota de la derecha que a medida que avanza corrompe todo lo que hay a su alrededor . Y aquí entre el tercer punto: las heridas causadas a quienes votamos por el Gobierno del Cambio.

  1. Laura y las heridas

Es realmente agotadora la constante defensa de Gustavo Francisco a Sarabia, tanto así que ya se están agotando sus argumentos. Pero más allá de calificativos como “periodismo mossad”, o de cuestionar las investigaciones contra ella, la insistencia del presidente de tenerla en su círculo cercano, pese a todo, está hiriendo a quienes lo apoyamos. 

Una persona sin formación política y que llegó como cuota política de un camaleón, que trabaja para acaparar fuerzas al interior del gobierno, meter representantes de los partidos de oposición, y todo esto mientras busca excluir a quienes están comprometidos con un proyecto político de cambio, debería ser un claro indicador de cómo están las cosas. Claro que eso lastima no solo a personas como yo, también a los movimientos y partidos políticos que hacen parte del gobierno. 

Insisto, en este momento se deben demostrar resultados, avanzar en los cambios y prepararse para las próximas elecciones, no desgastarse con peleas que en realidad le están dejando heridas a esta experiencia histórica en el país. La prensa corporativa es un poderoso sector opositor de este gobierno, y el gobierno le deja bien fácil esa labor a la prensa de la élite.

Dicho esto, espero que la próxima vez que piense en esa canción, sea porque Laura se fue.

Posdata: no me gusta Vicky Dávila; creo que María Jimena Duzán está sobrevalorada; y considero que la FLIP es una ONG que hay que matizar, si bien está en la juega con los ataques contra periodistas que cuentan el conflicto armado, también ha tenido una interpretación extraña de la libertad de prensa cuando la prensa corporativa miente o manipula. Todo esto para que no me vayan a calificar como integrante del “periodismo mossad”, o de traidora.