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Manipulación para volver a…

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Por: Julio Pérez

¿Puede un buen propagandista crear o activar viejos hábitos y hacer que nosotros respondamos de acuerdo a sus intereses particulares? La respuesta rápida es sí, sí puede. Con la preparación ideológica y social adecuada, el condicionamiento adecuado y las condiciones adecuadas del contexto, se puede hacer que un grupo de civiles dotados con un buen equipamiento haga redadas de personas indocumentadas, señaladas de delincuentes, que luego serán deportadas para sus países, o que, por medio de la violencia con masacres dirigidas a campesinos, hacer que abandonen sus tierras y las vendan a bajos precios para realizar tal o cual proyecto o ampliar tal o cual empresa o iniciativa privada, o que, bajo la cátedra, Por qué es licito matar comunistas, acaben con todo un partido político y/o diezmen al máximo una población indeseable de opositores al gobierno. Si, todo eso se puede hacer. ¿Por qué? se preguntarán. La respuesta es sencilla, por el bombardeo al que es sometido ese cerebro rápido pero perezoso que se niega a utilizar habilidades cognitivas superiores. Veamos.

Todos recordarán la alegoría del carro alado de Platón, que se encuentra en el dialogo El Fedro. Como saben, se trata de la representación del alma humana dividida en tres partes: el conductor o auriga, o sea el Yo como individuo, que es la parte racional. El caballo blanco que representa la parte de ideales nobles, asociada a la voluntad, el honor, la búsqueda de lo bueno y lo bello. Y por último tenemos el caballo negro que simboliza los deseos irracionales, los apetitos y las bajas pasiones, que busca llevar el carro hacia una vida de placeres inmediatos. Con esta metáfora, Platón, explica la lucha de la naturaleza humana que se debate entre los impulsos racionales y los deseos pasionales, entre el caballo blanco que es un ascenso hacia ideales nobles, y el caballo negro que es un descenso o caída hacia lo más visceral del alma. La función del auriga, o la razón, es controlar los caballos, sobre todo al negro, y mantener el carro en un perfecto equilibrio y correcta dirección.

Pues bien, no muy alejado de esta metáfora, el premio nobel de economía Daniel Kahneman en Pensar rápido, pensar despacio (1995), sostuvo que mentalmente las personas usamos dos sistemas mentales a la hora de elegir, valorar, comprender o tomar decisiones. Un sistema 1, que llamaremos caballo negro, que es rápido, más intuitivo que racional, emocional y opera de manera automática con atajos mentales (sesgos cognitivos), excelente para estar en modo supervivencia. Y un sistema 2, o caballo blanco, que es lento, racional, pausado y funciona con operaciones lógicas y argumentos. Los dos sistemas, tienen incluso sus circuitos neuronales ubicados espacialmente. El caballo blanco (2) se interconecta hacia arriba, rumbo a la corteza cerebral, lugar de residencia de las operaciones psíquicas superiores, como decía Vygotski, y el caballo negro (1), hacia abajo, donde se interconecta el sistema límbico y el tallo cerebral, residencia de las emociones y respuestas instintivas y automáticas. Nos dice el autor:

Describo el Sistema 1 como el que sin esfuerzo genera impresiones y sentimientos que son las fuentes principales de las creencias explicitas y las elecciones deliberadas del Sistema 2. Las operaciones automáticas del Sistema 1 generan patrones de ideas sorprendentemente complejos, pero solo el lento Sistema 2 puede construir pensamientos en una serie ordenada de pasos (…) Describo las circunstancias en las que el Sistema 2 toma las riendas, anulando los irresponsables impulsos y asociaciones del Sistema 1.

Tal como en la metáfora de Platón, un “conductor” bien direccionado hace que el caballo blanco o sistema 2 tome las riendas del pensamiento y controle o anule los irresponsables impulsos del caballo negro o sistema 1. En la manipulación, se trata de todo lo contrario. Para hacer que usted, incluso, acepte o justifique una masacre, los propagandistas inducen emociones, siembran creencias, o compran sus decisiones. Para hacerlo, bombardean su sistema 1, conducen su caballo negro hacia emociones y pensamientos intuitivos y automáticos, sumergiéndose en las zonas más primitivas del cerebro. Es decir, lo hacen pensar con las vísceras y usar una serie de atajos mentales que no le permiten tomar distancia para poder pensar, reflexionar y decidir de manera más adecuada con la razón. 

Todo automatismo mental se resume en la consolidación de tres pasos que parten de la clarificación de una finalidad. Primero, te muestran señales que indica la presencia de un problema y la necesidad de una solución. Segundo, activan una rutina que históricamente ha funcionado con resultados favorables y que está, por decirlo de algún modo, inconscientemente grabado en tu memoria neuronal colectiva. Finalmente, tercero, se fija la obtención de una recompensa (finalidad-señal-rutina-recompensa). A propósito del Uribismo o Centro Democrático, clarifiquemos algunas acciones de su plan. Plan:

1) Finalidad: volver al poder, con todo el colectivo que representa en el 2026, es obviamente su finalidad.

2) Identificar señales. Usan todos los medios de comunicación disponibles para señalar que todo lo que pasa, dice, propone y hace el gobierno Petro es en realidad un desgobierno en materia de salud y seguridad, incluido otros campos.

3)Reactivar emociones y pasiones, y con ellos una rutina que les ha funcionado históricamente con la creación de un caos que divulgue: odio hacia el mal gobierno, miedo ante los hechos, deseos de un cambio.

4) Vender una idea de recompensa por medio de la “reactivación” de una propuesta de seguridad. Recordemos que en el pasado una vez se anidó el odio y el miedo, los colombianos en su gran mayoría aceptamos y guardamos un silencio cómplice frente a hechos como: la conformación de las Convivir que dio origen a los grupos paramilitares, la creación de grupos de la mal llamada “limpieza social”, la eliminación de  todo un partido político (la Unión Patriótica), la muerte de firmantes de paz, sindicalistas y lideres sociales y ambientales, votamos en un referendo en contra de un proceso de paz, aceptamos de manera velada financiar grupos irregulares, justificamos la connivencia entre fuerzas armadas y grupos de autodefensa, etc. De esta forma, y en aras de la seguridad ante un evidente enemigo, un grupo ideológico o político puede convertirse y convertir a sus seguidores en potenciales asesinos, más cuando, según la ciencia, se dan ciertas condiciones generales, neurológicas, mentales y sociales que acabamos de precisar. Por eso, no se les haga nada extraño que aún resuenen frases que otrora dominaron los púlpitos, y ahora hacen eco en las redes y los medios: “matar liberales no es pecado”, o “es lícito asesinar comunistas”.

Referencias

Kahneman, Daniel. Pensar rápido, pensar despacio. Debate. 2018.

Platón. Diálogos (El Fedro). Altaya. 1995.

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