¿Qué es ‘lawfare’?: por Pablo Iglesias

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**A continuación, compartimos un fragmento del artículo "Lawfare desde el Estado profundo" del politólogo español Pablo Iglesias. El texto fue pueblicado originalmente en CTXT, el 19 de noviembre de 2021.

El lawfare es ya hoy un objeto de investigación para la ciencia política, el derecho y las ciencias sociales en general, incluidas las ciencias de la comunicación. La profesora Susan Tiefenbrun, en un artículo académico muy citado de 2010, definía el lawfare como “un arma diseñada para destruir al enemigo usando, haciendo mal uso y abusando del sistema legal y de los medios de comunicación para crear un escándalo público contra ese enemigo”. En la definición de Tiefenbrun se identifican claramente los dos actores claves para entender el fenómeno: los medios de comunicación y las autoridades judiciales. El lawfare, poca broma, es una práctica que no por frecuente en la historia y en los últimos tiempos deja de ser ilegítima toda vez que pone en cuestión uno de los fundamentos de la democracia, a saber, la independencia judicial.

“un arma diseñada para destruir al enemigo usando, haciendo mal uso y abusando del sistema legal y de los medios de comunicación para crear un escándalo público contra ese enemigo”

La destrucción y/o el desgaste de figuras políticas mediante el lawfare se vio en Brasil, donde Lula Da Silva fue condenado, encarcelado e inhabilitado injustamente (como declararía posteriormente la justicia brasileña), favoreciendo así el triunfo de Bolsonaro, que nombraría ministro al juez que más destacó por perseguir a Lula. Algo parecido vimos en Ecuador con Rafael Correa, y se podrían encontrar muchos ejemplos más en América Latina y en otros países.

En América Latina el lawfare goza de mucha actualidad, pues permite obtener resultados políticos similares a los de los golpes de Estado clásicos, sin arriesgarse a perder el relato por la violencia propia de los golpes.

En América Latina el lawfare goza de mucha actualidad, pues permite obtener resultados políticos similares a los de los golpes de Estado clásicos, sin arriesgarse a perder el relato por la violencia (cada vez más evidente gracias a las nuevas tecnologías) propia de los golpes. Quizá Bolivia, donde la oposición alentó un violento golpe de Estado en 2019, sea un buen ejemplo de las dificultades de los métodos clásicos de las derechas latinoamericanas. Un año después del golpe, el partido de Evo Morales y su candidato Luis Arce recuperaban la presidencia del país tras un masivo apoyo electoral. A pesar de su dominio mediático (y judicial), los golpistas tuvieron dificultades para disimular sus métodos.

Por contra, cuando se tienen apoyos mediáticos amplios y hay jueces voluntariosos, se puede acabar con los rivales políticos de manera menos violenta e igualmente eficaz. Esto es básicamente lo que explica el auge del lawfare en los últimos tiempos.

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