La Oreja Roja, medio de comunicación alternativo y crítico, decidió publicar una crítica a Lady Noriega por la forma como se refirió a la industria del modelaje webcam y su relación con las cirugías estéticas en una entrevista guiada por la periodista Eva Rey en su canal de Youtube “Desnúdate con Eva”.
En dicha publicación, la Oreja Roja acusa a Lady Noriega de normalizar la infantilización y la sexualización de niñas y mujeres, debido a que en la entrevista Noriega comenta que al consultorio de su esposo Rodolfo, quien es cirujano estético, llegan muchas modelos webcam con exigencias de transformación de su cuerpo según lo que el mánager haya decidido. Noriega relata que las tendencias en cirugías estéticas dependen de las demandas del mercado y, en ese sentido, son quienes manejan la industria de modelaje webcam quienes determinan qué cuerpo debe ser transformado para lucir más virginal e infantil y cuál cuerpo debe ser transformado para ser la “buenota” voluptuosa.
Al leer la publicación y ver el extracto del vídeo que la Oreja Roja publicó pensé que Noriega estaba denunciando esa realidad, no promoviéndola, pero reconocí que era difícil inferir la posición política de ella frente al asunto sin tener el contexto completo de la entrevista, por lo cual fui a Youtube a buscar la entrevista completa.
Mi sorpresa fue mayúscula al evidenciar que ese fragmento, en el cual se había concentrado la crítica hacia Noriega, no era el peor de la entrevista. Después de hablar al respecto, Noriega relata cómo fue su “primer encuentro sexual” con su esposo. Ella, sin poder nombrarlo, relata lo que fue un presunto abuso sexual. Dice que él le puso una trampa al invitarla a una boda y decirle que no podía reservar dos habitaciones, sino sólo una; ella decidió pasar la noche con sus amigas, pero al ir a la habitación al siguiente día para vestirse “yo cuando vi fueron 85 kilos encima de mí, estripándome. Yo dije Dios mío, cómo me voy a escapar ahora de esto” (min 17:15-17:24). Ella misma manifiesta que no sabe cómo nombrar esa experiencia. Dice: “eso fue medio… yo no tendría una palabra para eso, porque es como cuando tú quieres, pero no quieres y yo no he encontrado una palabra para definir esa situación” (min 17:32-17:44). Esta imposibilidad de nombrar su experiencia es una consecuencia de la injusticia epistémica, pues no dotarnos de herramientas conceptuales para nombrar nuestras experiencias es una forma de mantenernos en la imposibilidad de darle sentido y denunciar las injusticias. Cuando se nos niega el conocimiento de que X es X y como consecuencia no podemos nombrar la experiencia somos víctimas de una injusticia relativa al conocimiento. Eso es lo que se evidencia en ese fragmento: Noriega no cuenta con las herramientas conceptuales que le permitan nombrar su experiencia de presunto abuso sexual como tal.
Al ver el vídeo mi indignación creció exponencialmente y no hacia Noriega, como lo pretendía la Oreja Roja. Mi indignación fue contra los periodistas. Por un lado, contra Eva Rey, quien la entrevistó y en medio de ese relato su actitud consistió en reírse, preguntarle si la experiencia había sido buena, si había llegado al orgasmo y además aplaudir al presunto abusador diciendo que era un “crack” por haber logrado incluso casarse con Noriega. Por otro lado, mi indignación fue contra la Oreja Roja al preguntarme ¿cómo es posible que ellos hayan planteado una crítica con herramientas teóricas feministas contra Lady Noriega después de haber escuchado ese relato? Es decir, me pregunto qué pasó por la cabeza de los periodistas con formación feminista que escucharon la entrevista y en lugar de fijarse en el relato de presunto abuso sexual se hayan concentrado en lo que ella dijo y, además, hayan decidido que era buena idea lanzarla al escarnio público para que fuera criticada por supuestamente promover la pedofilia.
Ella no es la que cuenta con las herramientas epistemológicas del feminismo para nombrar la experiencia y eso queda claro en el vídeo. En teoría los periodistas sí son quienes deben tener esas herramientas, especialmente cuando tienen la autoridad para plantear una crítica feminista. ¿Qué sororidad puede evidenciarse en tomar un vídeo en el que alguien relata una posible victimización para convertir a esa posible víctima en objeto de crítica?
Por supuesto que ser víctima no nos quita responsabilidad sobre lo que decimos. Nuestras ideas pueden ser criticadas. No obstante, la responsabilidad periodística exige que analicen las consecuencias de poner el foco en X o en Y, de visibilizar determinado producto o de lanzar críticas contra alguien. ¿El contexto era el oportuno? Al ver el vídeo con lentes púrpura queda claro que se trata de una persona que no sólo ha normalizado la industria sexual y la objetivación de los cuerpos femeninos (que hace parte de toda la industria sexual. No puede existir la industria sexual sin la mercantilización y cosificación de los cuerpos de las mujeres) para cumplir fantasías masculinas, incluso si esas fantasías incluyen una apología a la pedofilia. Sin embargo, así como hay una normalización de esa cosificación y de la pedofilia, también hay una normalización de la cultura de la violación que no entiende que sólo el “sí” entusiasta y deseado es un sí. Esa normalización, que es parte de nuestra cultura, no es responsabilidad de Noriega, sino que incluso la victimiza a ella. La sororidad nos exige que podamos entender el contexto que produce las subjetividades de las mujeres y no señalarlas a ellas, sino al contexto que produce lo problemático que ellas dicen o encarnan, especialmente cuando son víctimas de eso mismo que ellas normalizan.
Dicho lo anterior, escribo desde la digna rabia, porque considero que el trato que se le dio a la entrevista de Noriega fue completamente falto de ética e injusto por parte de los periodistas, al ponerla como objeto de crítica y estimular así que en lugar de ser reconocida como víctima, fuera criticada (basta con ver los comentarios en la publicación, en los cuales algunos hablan muy mal de ella y la revictimizan al culparla por no poder ver que su experiencia fue abuso y defender a su presunto agresor e incluso casarse con él). Si esas palabras hubieran sido en otro contexto, con otro vídeo, cuestionar ideas problemáticas está bien. Pero no es ético citar un vídeo en el que ella relata un posible caso de violación en el que ella fue la víctima y tomarlo para invitar al público a que la critiquen. Se puso el foco en lo indebido, se le dio visibilidad de una manera errónea y se produjo una indignación contra ella en lugar de una indignación contra el agresor.
En consecuencia, desde mi perspectiva, lo mínimo que deberían hacer tanto Eva Rey como la Oreja Roja es disculparse públicamente con el público y con Noriega por el pésimo enfoque que le dieron a la entrevista. De igual manera, invitar al público a la reflexión sobre la normalización de la cultura de la violación, que es la misma que normaliza tratar a los cuerpos de las mujeres como objetos de acceso para los hombres usando herramientas de coacción como el dinero, la fuerza o la presión. En definitiva, deberían asumir una actitud responsable y autocrítica frente a lo hecho, pues revictimizar a las víctimas atenta contra su dignidad.