Entré a las 11 de la mañana, son las 5 de la tarde y la frase que más he escuchado ha sido “ya le colaboro”. Estoy en el hospital universitario San Ignacio. Mi familia de médicos me dijo que era mejor ir, después de revisarme una herida infectada que descuide por pendejo.
Es como las urgencias de cualquier otro hospital del sistema de salud colombiano, una mierda, pero no puedo dejar de pensar que se supone que tengo palanca, que mi mamá, medica ella, le pidió el favor a un amigo que trabaja aquí que me ayudara para agilizar los procesos, lo está haciendo, y aun así llevo ya seis horas y todavía estoy esperando que un enfermero que veo ya durante 20 minutos sin hacer nada desde una sala de espera diminuta llena de gente de todas las edades enferma, vomitando, con sondas por todo lado, esperando como yo que le saquen sangre para poderle hacer los exámenes de laboratorio solicitados por los residentes de urgencias, que son la segunda línea en un proceso evidentemente colapsado, se le dé la gana de tomarme el examen de sangre que me pidió la médica hace dos horas.
Mi abuelita tiene medicina prepagada, no es lo mismo que el “vulgar” régimen contributivo, hace unos años la acompañe a urgencias y era en la Fundación Santafé, sí, el sitio que dirigió nuestro actual ministro de salud por muchos años parecía un hotel de cinco estrellas, esperamos en un lugar amplio no por mucho tiempo y en pocas horas ya teníamos diagnóstico, exámenes y tratamiento a su problema. No se necesitó palanca, ahí experimente que en Colombia tenemos la mejor salud que la gente pueda pagar, que bueno que no somos Venezuela.
Como al final de la tarde supe que me tenían que operar, se trataba de un drenaje quirúrgico. Esperé en una camilla durante horas, obstruyendo la entrada del cuarto de los residentes con la mitad de ella y con mi cabeza en la puerta del baño de esa ala de las urgencias. Mi papá, que ha trabajado en administración en salud toda su vida, no se cansa en afirmar que el sistema de salud colombiano es un ejemplo en el mundo ya que tiene casi un 100% de cobertura. Yo sé que tiene razón, en teoría el estado colombiano asigna presupuesto suficiente para atender a todas y todos, bajo supuestos razonables como que no todo el mundo se enferma al mismo tiempo y que es mucho más barato prevenir que curar, el problema es que le entrego la operación a la empresa privada.
La vaina es entendible desde el punto del empresario de la salud dueño de una Eps: yo no soy una hermanita de la caridad, lo que toca es ganar plata, si el estado me entrega una cantidad de dinero por afiliado para prevenir que se enferme, como dicta la ley, yo hago lo mínimo necesario para prevenir que se enferme y así es como me enriquezco, como dicta la ética de la sociedad en la que vivimos. Finalmente los organismos de control son inoperantes y en la mayoría de los casos con el mismo dinero que me da el Estado colombiano, puede callar a los politiqueros que deberían estar velando por que prevenga las enfermedades de quienes tengo a cargo.
Lo que yo tengo que hacer es aumentar el margen de ganancia, por lo tanto no contrato suficientes enfermeras y enfermeros para que tomen ágilmente los exámenes, descuido mi infraestructura y se la pongo lo más difícil posible, dentro de los márgenes legales a “mis clientes” para evitar que usen los servicios que debo prestarles, le lleno la agenda a médicos y especialistas para que trabajen todo el tiempo al menor salario posible y les pongo criterios de eficiencia por fuera de su profesión como no demorarse más de 15 minutos por paciente para que valga la pena el dineral que les pago, de eso se trata ser propietario de una empresa prestadora de servicios de salud, de todo, menos de la salud de los colombianos.
El personal de los servicios de salud esta reventado, por eso el “ya le colaboro”, para aguantar la inhumanidad del sistema de salud mercantilizado se tienen que deshumanizar, tienen que empezar a ver a sus pacientes como cifras y no como personas, lo importante es producir resultados no salvar vidas, es imposible ser humano cuando el sistema no lo es si se quiere sobrevivir en él.
Cuando finalmente me atendió la cirujana en ese pasillo, quien se acercó con un residente, un pelao de mi edad, sin mediar palabra apenas se paró frente a mi empezó a exponerle mi caso a la señora. Yo medio dormido lo escuche sorprendido y la señora rápidamente lo cortó. Me saludó muy cortésmente y me explicó al detalle la situación mirándome a los ojos y hablándome por mi nombre. El pelao evidentemente agotado y estresado, creo que ni se dio cuenta de la lección que intentaba darle su maestra, la diferencia entre ella y el es que ella es una médica de otra época, una médica que se formó cuando lo importante era el ser humano, estamos en el neoliberalismo, lo que menos importa en nuestra época es la humanidad.
Finalmente, me operaron a las dos de la madrugada, salí del hospital a las 48 horas, todavía estoy esperando que me llamen para la cita de control.
Publicado: 07 de enero de 2019.
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Shameel Thahir Silva | @ShameelThahir | Amigo de la casa Hekatombe.
Politólogo y Magíster en Estudios Políticos Latinoamericanos de la Universidad Nacional de Colombia. Ciclista urbano. Enamorado de Bogotá y con ganas de servirle a su gente. Preocupado por un país en donde quepamos todxs.