Manuel Gustavo Chacón: cuando no logran asesinar la esperanza

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El 15 de enero de 1988, con tan solo 34 años de edad, cinco sicarios, entre los que se encontraba un miembro de la Armada Nacional, cegaron la vida del poeta popular y líder sindical Manuel Gustavo Chacón, recordado en la Unión Sindical Obrera en Barrancabermeja y en el Magdalena Medio como un líder comunitario alegre y conversador, presto a interpretar su flauta y a declamar sus poemas en los eventos sindicales y sociales.

Más de 30 años después de su asesinato, su memoria pervive desde la fuerza de la vitalidad y del compromiso con las causas sociales, como una figura paradigmática de la resistencia a la máquina elitista de muerte e injusticia, que al día de hoy sigue cobrando la vida de cientos de líderes y lideresas sociales, y cuyo recuerdo, pese a las adversidades, continúa alimentando la esperanza por la construcción de un país democrocrático, en paz y con justicia social.

En Revista Hekatombe lo evocamos con uno de sus poemas más conocidos y tristemente vigentes: Quiero situarme, escrito en 1987, un año antes de su partida.

Cabe resaltar, con Gabriel Celaya, que “No es una poesía / gota a gota pensada /no es un bello producto / no es un fruto perfecto/ es lo más necesario/  lo que no tiene nombre; / son gritos en el cielo/ y en la tierra son actos. // Porque vivimos a golpes / porque apenas sí nos dejan / decir que somos quien somos. / Nuestros cantares no pueden ser /sin pecado un adorno; /estamos tocando el fondo, /estamos tocando el fondo”.

Quiero situarme

Quiero situarme.

Quiero situarme en los umbrales de la muerte

para saber qué siente un mártir

cuando en la congoja de su vida luchadora

penetran en su cuerpo las mordaces y

asesinas balas del silencio

 

Que con la sangre a torrentes,

quieren llevarse a los luchadores

de mi querido y sufrido pueblo.

Quieren con este deplorable hecho

Amordazar las conciencias de mi ninfida pureza,

Que busca la igualdad de nuestra tierra

en la extensión inmensa

de acabar con la miseria.

 

Y son los gestores

de este sanguinario acto,

los uniformes que defienden mi bandera,

y en sus guardias guarnecen

y protegen a los sicarios

con su sombra traicionare,

y los dejen caminar por nuestras sendas,

como perros rabiosos

con licencia para llenar de sangre de inocentes criaturas

esta tierra de mi Colombia bella.

 

Y son esos mismo uniformes,

llenos con la carne envejecida

de mayores sin conciencia,

que lograron su altura con medallas

corroídas a peso de represión

con violencia, torturando y masacrando a nuestros hijos,

violando el derecho a la existencia.

 

Y ellos se amparan

canturreando la defensa

de la querida democracia nuestra,

y eso es mentira no hay democracia

en la Colombia muerta.

Solo defienden intereses

de naciones extranjeras

y ellos protegen de nuestros recursos

su malsana entrega

amparando con sus armas

al gobierno sinverguenza.

 

Y ahí es donde voy a situarme

para saber qué siente un mártir

cuando la verdad expresa,

tal vez mataran su cuerpo,

le arrancarán la lengua,

le cegarán los ojos,

le dejarán a tientas…

pero padres de la patria inmundos

nunca le arrancarán

al mártir luchador del pueblo,

su conciencia.

 

Viva la lucha

Y la liberación

De la patria nuestra.

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