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Revista Hekatombe se autogestiona

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La autogestión es una forma colectiva de producir. Su objetivo no es la acumulación de riqueza y la explotación de otras personas, sino la construcción de las garantías de existencia básicas. Sus valores son el apoyo mutuo y la solidaridad antes que la competencia ciega y el egoísmo.

En Revista Hekatombe elegimos el camino de la autogestión para garantizar nuestro funcionamiento, y poder ser fieles a nuestros principios de ovejas negras. Cuando alguna de las personas que nos leen adquiere uno de los artículos que hacemos, está dando un respaldo directo a nuestra existencia como medio alternativo de comunicación.

En este momento contamos con hekaretablos, agenditas, tulas y cuadernos. Pillen para que se antojen, encuentran por cuánto sale cada cosa. Si les interesa algo pueden escribirnos un mensaje interno a nuestro Facebook, Twitter o Instagram. Siga sin compromiso.

Hekaretablos

Arrancamos vendiendo los HekaRetablos, son grandecitos, resistentes y bien bonitos. Tienen base de madera, miden 35 x 50 cm y valen $38.000 pesos sin incluir el costo de envío.

Estos son: 

Esto tiene solución

Si eres una persona graciosa, aguda, llena de esperanza y te pillas las jugaditas sucias del gobierno, debes tener este retablo en tu pared. Venta por 38 lks y no incluye costo de envío. Mide 35 x 50 cms. Base de madera.

Llena tus paredes de un estilo calle y elegante.

La Pola rebelde

 Si crees en la independencia real, te trama el espionaje y entiendes los múltiples significados de «Pola», así es, necesitas este retablo. Venta por 38 lks y no incluye costo de envío. Mide 35 x 50 cms. Base de madera.

All power to the people

 Si crees que el poder no debe ser para unos pocos, sino pa’l pueblo, y además tienes mucho estilo, este retablo tiene que estar en tu casa. Venta por 38 lks y no incluye costo de envío. Mide 35 x 50 cms. Base de madera.

La lucha es larga, comencemos ya

¿Eres de esas personas que creen que para que el amor al prójimo sea eficaz, también tiene que buscar el cambio social? Si es así, pez, comprate este retablo. Venta por 38 lks y no incluye costo de envío. Mide 35 x 50 cms. Base de madera.

Mi patria es el mundo entero

 Si amas la bici y además no copeas de fronteras, ni xenofobias, necesitas este retablo en la cabecera de tu cama. Venta por 38 lks y no incluye costo de envío. Mide 35 x 50 cms. Base de madera.

Pelea como Rosa

Si te apasiona romper cadenas y la política, si te paras reduro contra fachos y traidores de clase, la Rosa maravillosa debe estar en tu casa. Venta por 38 lks y no incluye costo de envío. Mide 35 x 50 cms. Base de madera.

Si no puedo bailar no es mi revolución

La gran Emma Goldman tenía las claridades: organización, formación y obvea, la farra. Si compartes esta filosofía de vida, este retablo fue hecho para ti. Venta por 38 lks y no incluye costo de envío. Mide 35 x 50 cms. Base de madera.

Siempre nea

Si sientes orgullo por ser una nea y no gente de bien, este retablo es para ti. Venta por 38 lks y no incluye costo de envío. Mide 35 x 50 cms. Base de madera. Llena tus paredes de un estilo calle y elegante.

Los siete principios de los pueblos zapatistas

Si crees que los liderazgos deben ser colectivos y te emberraca el autoritarismo venga de donde venga, y cuando piensas en viajes lo primero que te imaginas son las zonas zapatistas de Chiapas, este hekaretablo es para ti. Sale por 38 lks y no incluye costo de envío. Mide 35 x 50 cms. Base de madera.

Ahora que estamos juntas

Si tienes claro que la policía no nos cuida, pues quienes nos cuidan son nuestras amigas, sales a marchar cada 8 de marzo, 25 de noviembre y lo quemas todo cuando hay un hecho de violencia machista, este hekaretablo es para ti. Sale por 38 lks y no incluye costo de envío. Mide 35 x 50 cms. Base de madera.

Paulo Freire

Si crees que la educación es fundamental en el camino de la liberación, le escupes a la educación bancaria y autoritaria, este retablo es para tí. Sale por 38 lks y no incluye costo de envío. Mide 35 x 50 cms. Base de madera.

Tulas Hekatombe

Para no encartarse con esas bolsas enormes y siempre tener estilo, hasta para ir a la tienda, llegan las Tulas Hekatombe, pillen tan bonitas:

No me azare

Si eres una de esas personas que son rayadas y ama a los perritus, gaticus y no copias de opiniones del papa, necesitas esta tula en tu vida. La puedes llevar por tan solo 23 lks, no incluye el costo de envío. Mide 37 x 40 cms aprox.

Si eres una de esas personas que no se deja de nada, ni de nadie, y siempre andas con estilo y flow, necesitas esta tula. La puedes llevar por tan solo 23 lks, no incluye el costo de envío. Mide 37 x 40 cms aprox.

Indomestikable

Si eres una de esas personas que no se deja domesticar de nada, ni de nadie, esta tula es para ti. La puedes llevar por tan solo 23 lks, no incluye el costo de envío. Mide 37 x 40 cms aprox.

Recuerden que para adquirirlos nos pueden escribir por nuestras redes sociales y que nos apoyan con nuestra existencia como medio alternativo de comunicación.

Carta abierta al Congreso: nos preocupa la Reforma Tributaria

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Como parece que el gobierno no tiene ni idea de las necesidades del país y tampoco le interesa solucionarlas (por eso propone IVA a los servicios públicos, a la canasta básica familiar y subsidios miserables), se nos ocurrió enviarle esta carta a las y los congresistas, para que no tengan pierde y sepan que nos preocupa la reforma tributaria y tenemos los ojos puesta sobre ella.

Les proponemos a ustedes que también la firmen, que la rotemos en todo lado. Queremos llegar a 10.000, 100.000 firmas, muchas firmas, para que allá en el Congreso sepan que hay un montón de gente que no va a aceptar que nos dejen más mal de lo que estamos.

Parafraseando a Yu-gi-Oh! “¡Vamos a firmar!”

Carta abierta al Congreso: nos preocupa la Reforma Tributaria

Señoras y señores

Congresistas de la República de Colombia

Las y los abajo firmantes nos dirigimos a ustedes para manifestarles nuestra preocupación por la reforma tributaria radicada por el gobierno nacional, pues claramente demuestra estar completamente desconectada de la realidad del país al buscar asignar a la ciudadanía de a pie la carga tributaria que le corresponde a grandes banqueros, empresarios y terratenientes.

Nos preocupa que esta desconexión con el país se vea reflejada en el Congreso de la República al ser aprobada la reforma tributaria presentada por el gobierno nacional, ya sea con algunos cambios secundarios o tal cual fue radicada. Por eso las y los abajo firmantes nos dirigimos a ustedes, para informarles cuáles son algunas de las medidas que consideramos prioritarias y ustedes tengan claro qué deben proponer y aprobar en los debates de los próximos días:

– Necesitamos renta básica de verdad, no subsidios hiperfocalizados y miserabilistas.
– Los alimentos saludables de la canasta básica familiar deben estar libres de IVA.
– No más inversión en dotación de armas para la fuerza pública.
– No más aumento de salario para las y los congresistas.
– Evaluar y gravar de forma justa los beneficios fiscales de las grandes empresas y de la banca.
– Son urgentes los subsidios a las Mypimes ya sea que estén formalizadas o no.
– Carga tributaria acorde a las grandes fortunas de los ricos y superricos.

Decimos esto porque sabemos que existen otras formas para tapar el hueco fiscal resultado de la no muy buena administración de los recursos del país, por ejemplo, con medidas como impuestos a las bebidas azucaradas, o a las iglesias, entre otros.

También queremos que sepan, que las personas abajo firmantes estaremos muy pendientes de los debates en comisiones, en plenaria, de las proposiciones que presenten, de sus argumentos para defender o no las medidas propuestas por el gobierno y procuraremos darlas a conocer a nuestras familias y amigos, para que tengan presente esta información a la hora de votar en las próximas elecciones, cumpliendo nuestro deber democrático como ciudadanos y ciudadanas.

Cordialmente,

Firme aquí.

Gracias por la firma y el enlace para rotar con las amistades para invitarlas a que firmen es este: https://forms.gle/kc5yzrhPA7pbQzeY6

Esa mierda maoísta. Pensar políticamente desde y en el excremento

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Homenaje a Shi Chuanxian (1915 – 1975)

En la década de 1950, Álvaro Delgado, un militante del Partido Comunista Colombiano, como muchos de los viajeros latinoamericanos hacia China, tuvo la siguiente experiencia excremental, según relata en el libro Todo tiempo pasado fue peor (2007):

"Un día en qué salimos de compras hacia un gran almacén me sorprendió un olor nauseabundo e indescriptible que me golpeó el rostro; busqué la causa y miré hacia una fila de enormes carretas de madera arrastradas cada una por dos hombres, que se perdían a la distancia a gran velocidad a lo largo de la ancha avenida. Nos explicaron que ellos eran hombres muy fuertes y valientes, que se encargaban de extraer el estiércol de las letrinas de las casas, llevarlo a las carretas y salir a depositarlo en terrenos dispuestos para recibirlo como abono. Era una labor tan terrible que los hombres debían previamente beber hasta emborracharse para poder soportar esa tortura, a tal punto que el gobierno había condecorado a varios de ellos con la medalla del trabajo heroico” (Delgado, 2007, p. 168-169).

La memoria odorífera fecal de Álvaro Delgado no es neutral ni apolítica, su asombro y asco por el mal olor del excremento está situada y producida en la construcción corporal de la sensación por la materialidad natu-social de la ecología-mundo capitalista a lo largo del siglo XX, específicamente en lo que se refiere a la gestión del excremento humano en clave higienista.

Las antropologías excrementales plantean que existen dos tipos de sociedades humanas, las fecofóbicas, para quienes alejarse del excremento es sinónimo de bienestar y confort y, las fecofílicas, para quienes la mierda es un tesoro. Esta distinción tipológica es engañosa, en tanto en el movimiento de lo social las heces en su hibridez material, política y simbólica ofrecen desafíos y generan relaciones de cercanía-distancia altamente complejas.

Pese a que el capitalismo fecofóbico del siglo XX, mediante las tecnologías sanitarias de gestión de aguas residuales, trató de separar el excremento humano mediante el alcantarillado subterráneo y las Plantas de Tratamiento de Aguas Residuales, inevitablemente acepta que el excremento biosólido ocupa un lugar en el metabolismo urbano, abono de los prados de barrios populares, relleno de minas abandonadas, entre otras.

En las sociedades capitalistas pro fecofóbicas, el ano humano es conectado al sistema de tuberías de alcantarillado para alejar de los sentidos el excremento almacenado en los intestinos, mientras la sensualidad humana es compensada con la creencia de que defecar es un acto individualista y hedonista idealizado como suave, blando y placentero, y por supuesto, desconectado de su terrenalidad y de su reciprocidad en la producción de materia para el compost. Por el contrario, en las sociedades pro fecofílicas, el ano es parte de un ensamble simpoiético comunitario y terrenal, es pieza clave del compostaje universal de la materia.

Prácticamente todas las sociedades agrarias no capitalistas de la geohistoria mundial aprendieron a utilizar productivamente los excrementos, incluidos los humanos, para recuperar de allí el nitrógeno y el fósforo para cualificar los suelos. China, India y Japón son reconocidas por su larga experiencia en la agricultura excremental. Los excrementos del Cusco eran llevados a las terrazas agrícolas, y en Tenochtitlan las chinampas agrícolas eran mejoradas con los excrementos de la limpia y reluciente ciudad. Podemos suponer que los Muiscas hicieron algo similar en el sistema agrícola del río Hunza (Bogotá). Europa lo hizo con las basuras urbanas y también con el excremento animal (incluido el humano), pero, a lo largo del siglo XIX encontró nitrógeno en el guano de las aves y luego del petróleo, o mejor del gas natural en forma de úrea. (Terminamos comiendo hidrocarburos en lugar de alimentos abonados naturalmente). Pero volvamos a la mierda maoísta que mordió los sentidos comunistas de Álvaro Delgado.

La mierda en China y la mierda maoísta

La civilización china tiene una relación milenaria con la mierda. A principios de la dinastía Han (200 años antes de nuestra era común), se produjo una revolución agro-ecológica en China, los campesinos descubrieron la riqueza del excremento humano. Esta sabiduría popular fue sintetizada por Fan Shengzhi, uno de los primeros agrónomos orientales, que escribió el Fan Shengzhi shu (Manual de Fan Shengzhi). En este manual Fan Shengzhi recomendó que el estiércol humano fresco no era tan efectivo para fines agrícolas como el «abono hermoso», es decir, mierda humana mezclada y fermentada con tallos y hojas de plantas, estiércol y orina de cerdo, estiércol y orina humana, residuos de pienso y lodo de la porqueriza, elegantemente llamado «estiércol de corral», eso es el «abono hermoso».

Desde entonces apareció en los poblados chinos la profesión del recolector urbano de excremento humano que de casa en casa recolectaba estos desechos para convertirlos en abono hermoso. En el siglo XX, antes del triunfo de la revolución de Nueva Democracia, la mafia de traficantes y explotadores de obreros y excremento controlaba el mercado fecal en las ciudades chinas.

Uno de esos obreros pasó a la memoria de larga duración de la revolución china. Se trata de Shi Chuanxiang  (1915 – 1975), este año se conmemora el 50 aniversario de su muerte.

Shi Chuanxiang era, al igual que Mao Tse-Tung, de origen campesino. A los 14 años la pobreza en las zonas rurales lo expulso hacia Pekín en donde se convirtió en recolector de estiércol, sometido y explotado por los “zares” de la mierda, tiranos del estiércol.

Tras la fundación de la República Popular China en 1949 la vida de Shi Chuanxiang se transformó al igual que la de millones de habitantes de la nueva sociedad. Entre las medidas revolucionarias estuvo el desmonte de las mafias de la mierda. El 15 de noviembre de 1949 se celebró una asamblea popular para denunciar los crímenes de los tiranos del estiércol. Shi Chuanxiang fue destacado testigo del oprobio. Por esta razón Shi ingresó al Partido Comunista y desde allí dirigió las brigadas de recolección de excremento para ser convertido en abono. A diferencia de lo que creyó Álvaro Delgado, el obrero Shi Chuanxiang no quiso cambiar de oficio, para él, esta tarea era importante para servir al pueblo y construir la sociedad socialista. Su lema era que prefería que un hombre oliera a feo si a cambio miles gozaban de bienestar.

En Pleno Salto Adelante (1958-1962) el gobierno y el Partido Comunista intensificaron la generación de abonos a partir de excremento humano para incrementar la fertilización de tierras en una época de sequía y hambruna.  Como parte de la estética socialista se exaltó la labor de los obreros recolectores. En 1959 Shi Chuanxiang fue merecedor del título de “héroe del trabajo socialista” y se difundió la importancia de combinar el saber ancestral con las técnicas modernas de compostaje de excrementos como una labor colectiva y cargada de simbología socialista.

Vale la pena recordar que para las décadas de 1950 y 1960 en Colombia -y también en otros países- el Ministerio de Salud y empresas públicas como la Empresa Distrital de Servicios Públicos trataron de implementar políticas de compostaje de basuras urbanas y excrementos humanos mediante plantas productoras de fertilizantes al servicio de la agricultura, pero esos esfuerzos se fueron al piso cuando se impusieron las políticas de revolución verde basadas en el uso de agroquímicos y agrotóxicos.

No obstante, en 1970 Shi Chuanxiang fue criticado por sectores radicales que lo acusaron injustamente de ser seguidor de Lui Shao-chi. Al conocer este despropósito, Mao cuestionó esta política ultraizquierdista y antipopular y restituyó en su trabajo al obrero. Este obrero vivió hasta 1975 y aún hoy es recordado como héroe del trabajo socialista.

Mao, de extracción campesina, comprendía a cabalidad la importancia del excremento como materia prima rica en nitrógeno y fósforo, así como reconocía la importancia del trabajo de recolección de mierda. En su texto Intervenciones en el Foro de Yenán sobre arte y literatura (1942) dijo:

"Después de incorporarme a la revolución y de vivir con los obreros, campesinos y soldados del ejército revolucionario, poco a poco me fui familiarizando con ellos, y ellos conmigo. Fue entonces, y sólo entonces, cuando cambié radicalmente los sentimientos burgueses y pequeñoburgueses que las escuelas burguesas me habían inculcado. Fue entonces cuando, al comparar con los obreros y los campesinos a los intelectuales que no se habían reeducado, encontré que éstos no eran limpios y que, después de todo, los más limpios eran los obreros y campesinos, quienes, aun con sus manos negras y sus pies sucios de boñiga, eran más limpios que los intelectuales burgueses y pequeñoburgueses" (Mao, 1942).

En la revolución cultural después de superado el injusto incidente de Shi Chuanxiang, el trabajo de recolección de excrementos fue exaltado en la educación socialista, campañas masivas de recolección, brigadas infantiles, cuentos y canciones. Muchos intelectuales encopetados en su prestigio burgués fueron llevados a recoger mierda para el socialismo, no como una forma de humillación sino como un ejercicio orientado a reducir la contradicción entre el trabajo manual y el trabajo intelectual y socializar las pesadas cargas de injusticia ambiental en ciertos trabajos realizados solo por los más humildes.

Tras la restauración capitalista en China a partir de 1976 algunos intelectuales que participaron suelen rememorar este pasaje como un doloroso episodio de humillación y destrucción, pero, se silencian ante el trabajo que miles de personas siguen haciendo cotidianamente. Sin embargo, otros intelectuales aprendieron hombro a hombro con los obreros mucho más sobre el compostaje y la agricultura para contribuir en el perfeccionamiento de tecnologías populares de reciclaje de excrementos.

La China actual no ha abandonado esta tecnología milenaria pese a que con la apertura promovida por el grupo de Teng Siao-ping, el país incorporó la nefasta tecnología capitalista de las plantas de tratamiento de aguas residuales. Claro está, en las zonas rurales, los baños secos y el uso de excrementos de animales humanos y no humanos sigue estando ligado a la agricultura familiar.

Recientemente, el senador republicano Rick Scott pretendió escandalizar al mundo con mensajes de soberanía alimentaria yanqui al decir que el ajo que EE.UU., importaba de China estaba regado con aguas residuales humanas. Otros países también importan ajo y no ven como problema esta práctica. China es el número uno en la producción y exportación mundial de ajo, algunos de los mitos sobre esto tienen una respuesta en esta página https://garlics.com/es/blog/es-el-ajo-de-china-una-verdad-segura-detras-de-conceptos-erroneos/

Esta historia de la mierda es una historia de materialidades y terrenalidades de descartes socio-naturales en movimiento, aprender sobre tecnologías ancestrales y sobre cómo el socialismo maoísta en China bregó por una transformación profundamente radical de las relaciones socio-naturales, de las creencias y de los saberes puede contribuir a una mejor comprensión de la necesidad de hacernos más terrenales y comunales para desafiar la voraz ecología-mundo capitalista del siglo XXI.

No siempre hablar mierda es perder el tiempo.

A la mierd4 la aceptación: no odiamos los lunes, odiamos el capitalismo

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En 1992 cantaba Roberth Smith: “No me importa si el lunes es triste, el martes es gris y el miércoles también. Jueves, no me importas. Es viernes, estoy enamorado”. La cuestión es que, muy a nuestro pesar, hoy no es viernes.

Friday I’m In Love es quizás la canción que menos le gusta al vocalista de The Cure, y si bien es una de las versiones más pop de la banda, ilustra bien una sensación básica sobre los lunes y en general, sobre el desarrollo de la semana. Los días no importan más que cuando llega el final de esa rutina, un final que en algunos casos se traduce en viernes, y otros en sábado. 

Pero, ¿por qué ese malestar con la semana? ¿Por qué ese malestar con los lunes? La psicologización de lo social le puso nombre: la deuterofobia. Se trata del miedo a los lunes, un miedo casi irracional, marcado por la ansiedad anticipatoria, por un exceso de futuro inmediato que se siente en el tiempo presente, en el tiempo del domingo en la noche o del lunes a la madrugada ¿Qué va a pasar mañana, pasado mañana, en la semana? ¿Cómo va a salir esta reunión, esta tarea, este escenario que no me permite centrarme en lo que estoy viviendo o haciendo hoy? 

Y entonces el fin de semana, el día o los días de descanso se llevan con cierto malestar. Y se siente, se sabe, que el descanso o el ocio no fueron suficientes, y la sombra que proyectaba el sol del domingo de repente se hace más grande en la noche; es la ansiedad, esa emoción tan ajena a la tranquilidad y tan familiar al capitalismo contemporáneo. 

El artista argentino Alejandro Dolina lo explicaba casi poéticamente hace ya varias décadas:

«El fin de semana suele ser para muchos una esperanza. La esperanza de que algo se produzca en la vida. Que algo venga a romper el aburrimiento, por ejemplo. Que alguien nos venga a salvar la vida con una palabra, que conozcamos una persona maravillosa… que suceda alguna cosa que produzca un cambio en nuestra vida. Después de todo, la única manera de combatir al aburrimiento es con modificaciones. El aburrimiento consiste en la sensación de que no hay próxima ninguna modificación, eso es el aburrimiento. Y, el domingo a la tarde, es lo mismo que en las fiestas cuando son las 5 de la mañana, que uno se da cuenta que ha esperado en vano, que no ha ocurrido nada extraordinario.

Que no han venido personas a salvarnos la vida ni hemos conocido mujeres maravillosas. Y entonces, tiene sabor a desengaño esa hora. También puede ser un síntoma de que la mayoría de las personas odian su trabajo. Entonces quieren que termine, como si se tratara -y creo que se trata- de que el trabajo es un castigo. Salvo aquellos privilegiados que lo aman, que han conseguido lo que 1 de cada 100 personas, que es conseguir que les paguen algún dinero por aquello que harían gratis. Yo estoy entre esos privilegiados y por eso jamás he sentido angustia un domingo a la tarde, y por el contrario, quiero que llegue el momento de trabajar. Pero no tengo derecho a convertir mi privilegio en una perspectiva general«.

Es la variable trabajo, es la variable rutina, pero con un telón de fondo, el capitalismo, ese que la psicologización neoliberal insiste en negar. Hablamos de burnout en abstracto, de ansiedad anticipatoria en abstracto. La salud mental y emocional como una suma de fenómenos individuales y aislados. Es que la incomodidad hacia los lunes es irracional, tal vez venga de la falta de aceptación hacia la rutina y hacia el trabajo, por eso hay que aceptar para asumir la felicidad. Aceptación y felicidad vacía ¡Atención, la ecuación de la alienación está lista!

Y la vida vuelve a su cauce fundamental: trabajar, explotarse, estresarse, dormir. Pero, ¿cómo aceptar? La aceptación sin más nos va matando en vida, se precisa de la semilla de la inconformidad. Hay que politizar esa incomodidad, ese malestar. A la mierd4 la aceptación, porque no odiamos los lunes, odiamos el capitalismo. 

“Hágame este favorcito”: la trampa del voluntarismo precario

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Hace poco volví a leerme “Bueno para nada”, una entrada de blog de Mark Fisher, a quien tanto queremos en esta revista, del año 2014 en la que escribió sobre su depresión, sobre la necesaria crítica a la responsabilización del sujeto frente a sus condiciones y sobre la urgencia de “convertir la desafección privatizada en ira politizada”. Gracias Fishersito porque nos acompañas en los momentos donde lo que nos queda es colectivizar la tristeza.

Volver a estas ideas permite problematizar la imposición de sentirnos inútiles en medio de un sistema que te impone la miseria y al mismo tiempo la culpabilización de vivir en ella, pero también nos permite encontrar otras aristas para pensar nuestra propia vida. Por ejemplo, en el último tiempo me he empeliculado sobre el cansancio, la enfermedad y el permanente malestar en los activismos políticos, y aquí Fisher vuelve a tener toda la vigencia.

Quienes hemos estado durante muchos años en algún tipo de lucha política reconocemos que nos hemos sentido quemadas muchas veces. La fatiga constante, el desasosiego, las defensas por el piso y la batería social en la mierda son solo algunas de sus manifestaciones. Sin embargo, nos han enseñado que, si queremos una transformación real de nuestras condiciones de existencia, hay que aguantarlo, y eso implica nunca detenerse.

El proceso de intentar que un pedacito de mundo cambie nos implica estudiar mucho, masear los temas todo lo posible e intentar lograr la mayor profundidad posible en las comprensiones que nos llevarán a actuar con mayor incidencia política, y esto nos permite consolidar cierto saber. Hasta ahí, todo bien todo bonito solo Nacional.  El problema es que en este sistema de mierda la gente quiere aprovecharse de todo, mercantilizarlo e instrumentalizarlo.

Volvamos al Fishersito. En “Bueno para nada” el autor recupera la noción de David Smail de voluntarismo mágico que este terapeuta usó en su libro “Los orígenes de la infelicidad” para explicar la ficción impuesta de lo que las que crecimos en los noventa cantamos adolescentemente cada que podemos: sé lo que quieras ser, hoy sé una barbie girl. Fisher lo resume en que “es la contracara de la depresión, cuya convicción subyacente es que somos los únicos responsables de nuestra propia miseria y que, por lo tanto, la merecemos”.

Así, este tipo de voluntarismo nos hace creer que todo es posible en la viña del señor y que si nuestras condiciones no cambian es porque no nos da la gana. Esta noción me parece inspiradora para entender nuestra época, pero le pondría otro adjetivo para hablar de los activismos: el voluntarismo es también precario. Así, ser activistas en medio de tiempos profundamente desiguales, hiperproductivistas y explotadores nos impone la ficción de que todo puede ser transformado si damos más de lo posible y esto me parece tramposo.

Habría varias razones para dar cuenta de esta trampa, pero quiero detenerme en dos. La primera tiene que ver con llevar nuestro cuerpo al límite, con el ánimo de ser omnipresentes y omnipotentes, cayendo en una dinámica que replica el productivismo mercantil en la acción política, lo que deja a su paso un costo que nos cuesta reparar, que es nuestra propia salud física y mental que a veces nos lleva a abandonar procesos donde luego nadie nos extraña o nos pregunta cómo estamos. 

Lo segundo es que mucha gente que no hace parte de procesos sociales se aprovecha de nuestra gran intención de querer cambiarlo todo para pedirnos una serie de favorcitos gratuitos. Si usted es activista, ¿cuántas veces una institución le ha pedido que trabaje voluntariamente porque supuestamente no tienen recursos para pagarle? ¿Cuántas convocatorias ha visto donde organismos multilaterales, ONG y fundaciones con mucha luka abren plazas de voluntariado que se venden como una gran oportunidad de mejorar su hoja de vida? ¿Cuántxs profesorxs de las universidades aprovechan que sus estudiantes son “voluntariosxs” y les explotan para ganar réditos académicos individuales?

Creo que a ambas caras de esta moneda hay que decirles ¡basta! No puede ser que los espacios que tienen lks para pagar algo nos exijan que lo hagamos gratuitamente. Tampoco puede seguir sucediendo que se nos vaya la vida luchando para caber dentro de la imagen de las buenas activistas que todo lo hacen, que lo hacen rápido y bien para poder satisfacer las necesidades de todo el mundo. No podemos seguir sosteniendo una idea de acción política basada en la autoexplotación y el voluntarismo precario que nos hace ponernos a eterna disposición de otrxs porque siempre hay que hacer el favorcito.

Hay excepciones y límites cuando el trabajo voluntario que se nos pide tiene una clara intencionalidad, sentido y efecto transformador, pero además que con quien lo hacemos realmente no puede pagarlo ni financiarlo de ninguna manera. Es hermoso cuando entre procesos colectivos hay trueques, intercambios, espacios de apoyo mutuo, solidaridad y colaboración. Cuando es la institucionalidad la que quiere instrumentalizar lo que hacemos, no regale nada, sea una buena para nada.

Mientras sigamos regalando nuestro trabajo a quienes solo lo usan para lavar su cara, se está dejando de contratar de alguien que se ha formado mucho tiempo para hacerlo bien y seguiremos alimentando el tiempo precarizante que aniquila lo posible mientras nos roba la vida por todos los frentes. Sigamos poniendo en la conversación la conciencia de clase y hagamos algo con esta profunda tristeza que nos atraviesa. Como dice Fisher: “todo esto puede hacerse, y una vez que ocurra, ¿quién sabe qué es posible?”.

Referencias

Fisher, M. (2014). “Bueno para nada”. Recuperado de https://www.revistaadynata.com/post/bueno-para-nada-mark-fisher

Smail, D. (2015). The origins of unhappiness. A new understanding of personal distress. Routledge.

El sur también explica

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Ando con el flow anticolonial alborotado y no es para menos, acaba de pasar el Glastonbury y con él, artistas que se saltaron la censura del gobierno inglés. Palestina, la soberanía nacional y la rebeldía marcaron la agenda de uno de los festivales musicales más importantes de occidente (?). The Libertines, Kneecap y Bob Vylan han sido noticia, pero quien me rayó la cabeza fue Seun Kuti, un músico nigeriano que decidió hacer algo impensable: en territorio del rey Carlos III, un cantante originario de la que fue una colonia británica (con todo lo que eso implica), le dijo a lxs jóvenes europexs contra qué deben luchar.

“Pero tengo un consejo para lxs jóvenes de Europa. Sé que quieren liberar a Palestina, quieren liberar al Congo, quieren liberar a Sudán, ¿Quieren liberar a Irán?. Es uno nuevo cada semana. 

¡Europa libre! Liberar a Europa del extremismo de derecha. Liberar a Europa del fascismo. Liberar a Europa del racismo. Liberar a Europa del imperialismo. Cuando haga este trabajo, tan pronto como hagan este trabajo, Gaza será libre, El Congo será libre, Sudán será libre (…), ¡Europa libre!”

No he visto los titulares de medios en Nigeria, pero me imagino que los sectores más conservadores deben estar comentando cosas como: ¡Seun Kuti ataca a Inglaterra!, ¡El rey Carlos III le pide al heredero del afrobeat que respete!, soy curiosa, pero el desparche no me da para hacer esa revisión de prensa, de pronto si alguien la quiere hacer, chévere. Lo importante es que Kuti salió del rol colonial que, parece, todavía se espera de una persona que viene del sur global, al dar línea y además aconsejar, teniendo en cuenta que el lugar del conocimiento fue apropiado por los políticos y académicos del norte, de ese mismo que por siglos nos ha estudiado, analizado, robado, extraído y empobrecido.

La otra cosa que me alborotó el anticolonialismo fue un panel durante la cuarta Conferencia Internacional sobre la Financiación para el Desarrollo en España. Allí el presidente Gustavo Francisco Petro, aprovechó para hablar de migración, racismo, pobreza y crisis climática, como ya es costumbre. Fue elocuente y claro, pero se lo dijo directamente a Macron, eso en diplomacia norte-sur es como una grosería, es casi que una cachetada con guante, está entre los insultos más escandalosos, porque al norte no se le reclama, solamente se le contempla.

“Presidente Macron, sí se puede producir el doble de vacunas en Sudáfrica, pero cuando la gente estaba muriendo por Covid-19, ¿qué tan rápido llegó la vacuna a un país y qué tan rápido a otro? Yo lo vi y fui testigo, llegó primero a Estados Unidos y a Europa. ¿Cuántos muertos gratuitos hubo en África?, hubo muchos menos en Europa que en los países pobres.

(…) Diré lo siguiente, ya que no me queda mucho tiempo de Gobierno: hace tres años, el problema fundamental de las reuniones internacionales era la crisis climática y hoy es la migración, los votos se consiguen alrededor del discurso antimigrante.

(…) Hay un electorado mayoritariamente ario en estos países, que son del G20 y emiten mucho CO2, que permiten a ciertas corrientes políticas negar la crisis climática. Es más fácil ganar los votos con mentiras y fetiches, diciendo que se va a vivir mejor si los que no tienen el mismo color de piel, ni la misma religión, se expulsan”.

Y en lugar de sentir vergüenza por tantas verdades juntas, Emmanuel Macron se ofendió, le exigió respeto y prácticamente le dijo a mi presidente “maldito colombiano, maldito latino”. No negó nada, lo trató de exagerado y le hizo un llamado a la racionalidad (amiga, ambas hemos pasado por eso).

Los medios de comunicación corporativos y ese fastidioso sector bienpensante que se cree dueño de la verdad y poseedor de las buenas costumbres, salió a criticar a Petro y a decir que nos hizo quedar mal. Un montón de opinadores y periodistas con dismorfia de clase y de hemisferio, hablaron de la “peinada de Macron a Petro”, cuando en realidad, el francés fue el que se quedó sin palabras, solo pudo decir “respéteme” y afirmar que no recibía consejos de gente del sur.

El presidente Gustavo Petro, con el color de piel de la clase trabajadora, con guayabera y pantalón blanco; usando manillas y aseguranzas; hablando en español, sentado cómodamente en la silla y sin dejarse amilanar por un blanquito francés, cuyo único mérito es ser fan de Daft Punk, le cantó las verdades y eso me hace sentir orgullo. A diferencia de lxs dismórficxs, yo no esperaba ver a un presidente encorbatado, sentado a la orilla de la silla, con una actitud débil y servil.

Después de esas declaraciones debió sonar “sí, sí, Colombia, sí, sí Caribe”. Fue tan bueno lo que dijo que la gente debería estar orgullosa y ponerse la camiseta de la Selección, ese hermoso e inocente homenaje a la enciclopedia Nueva Historia de Colombia. 

En medio de esta euforia caí en los brazos de Franz Fanon y de los condenados de la tierra (2016):

“Europa ha asumido la dirección del mundo con ardor, con cinismo y con violencia. Y vean cómo se extiende y se multiplica la sombra de sus monumentos. Cada movimiento de Europa ha hecho estallar los límites del espacio y los del pensamiento. Europa ha rechazado toda humildad, toda modestia, pero también toda solicitud, toda ternura” (Fanon, 2016: 326)

Y para cerrar, cuando Macron dice que no recibe lecciones de gente del sur, saca su casta colonial y no le importa el modelo del carro, los posgrados en el extranjero, los metros cuadrados de las propiedades, ni la ropa de diseñador, sino que, indiscriminadamente se refiere a quienes habitamos el sur, así que les invito a que se ofendan con el presidente de Francia y no sacar pecho porque nos despreció con esa frase.

Posdata: ¡Macron gonorrea, el sur no copea!

Referencias

Fanon, Franz (2016) Los condenados de la tierra.

Pobres viejecitos

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La sensatez y el poder difícilmente van de la mano. Contrario a lo que presumiblemente deberían ser las significaciones de edad y juicio. Con el paso de los años, determinamos que el tiempo nos vuelve más sabios, más expertos, más metódicos. Por encima de los cartones universitarios y las laudes académicas, la prudencia de la senectud es aquel ideal al cual aspirar. Que los años nos marquen el rostro con las huellas de la inteligencia, la humildad, lealtad y madurez se pronuncia como aquel recto sentido de las cosas que tanto profesaba la cultura helénica. Aunque esta magnánima cordura, se va de culo pal estanco cuando de poder y dinero se trata. Ya Shakespeare sabiamente nos lo había proferido en su vasta y genial obra. Personajes como Edmundo del Rey Lear, Claudio de Hamlet o Yago de Otelo, nos emplazan los mayores vicios o delirios de poder. Hablar de la vejez, como brújula de rectitud moral, se ha convertido también en vicio de traidores y desleales. Es tan solo echar un ojo al presunto golpista de Álvaro Leyva, para darnos cuenta que no necesariamente edad y cordura van de la mano. Exponerse como el héroe que la derecha necesita, por encima de acuerdos nacionales y del voto de confianza gubernamental, es algo que recubre el nepotismo de estos mierdosos ancianos. En este sentido, resulta bastante curioso cuestionarse: ¿Qué buscan estos viejos hijuep*ta? ¿En realidad asumen que propenden por un bien nacional? ¿Sostener el legado de hijos y nietos mediocres? ¿Seguir ejerciendo poder como forma simbólica de eternizarse en el panteón nacional?

Quizá la respuesta se simplifique en el hecho de asumir que élite es élite y no darán el brazo a torcer, cuando de ejercicio de poder y beneficios eternos se trata. El procedimiento epistolar de Leyva y la manera de crear fatalidad, mediante embustes teatrales es muy cercana a la dramática shakesperiana. En este orden de ideas, nos recuerda a Edmundo, personaje trascendental en la tragedia del Rey Lear, quien, mediante la escritura de cartas, difamaba y mentía con el propósito de no perder lo que, por nacimiento, asumía como su derecho: el más claro acaparamiento de la soberanía. Recordémoslo con la siguiente cita de su monólogo:

“A ti, naturaleza, mi deidad suprema, he consagrado todos mis servicios. ¿He de arrastrarme por la senda rutinaria permitiendo que las convenciones extravagantes del mundo me priven de mi herencia? (…) ¿Por qué no he de ser ilustre cuando las proporciones de mi cuerpo se hallan tan bien formadas, mi alma es tan noble y mi estatura tan perfecta? (Shakespeare 21,22). A lo que continúa enunciado: “No hay duda: si esta carta logra buen éxito y mi invención triunfa, Yo Edmundo, ocuparé el lugar del noble Edgar…” (22).

Claramente, lo que más llama la atención de la anterior cita, es vislumbrar cómo dichos personajes conciben el mando como un derecho o don otorgado por el excrementicio mérito de su tradición existencial. Eventualidad que supuestamente los enviste con los valores éticos y morales que todo buen líder debe tener. Es decir, nadie más podrá llevar las riendas de una nación como ellos lo harían. Nadie más posee la idoneidad de manipular los recursos estatales como ellos sabiamente lo harían, ad infinitum.

Resulta bastante triste ver como la incoherencia puede apoderarse del criterio humano con el paso de los años. Lo de Leyva, más allá de inverosímil, es bastante deprimente. Consolidar una vida política en la práctica nacional, para luego recaer en mañas traicioneras y desleales es verdaderamente impresentable. Llegar a la autodenigración, acudiendo a políticos enfermizos del Tío Sam como Mario Díaz-Balart, más allá de una actuación criminal, es una postura dogmáticamente patética. Lo más gracioso de todo, es ver cómo el guion dramático se enturbia con el paso de los días. Entran en escena organizaciones delictivas como el Clan del Golfo en la hipotética componenda de este tierno anciano. Todo esto, presuntamente sincronizado con el docto brazo de las comunicaciones en Colombia, la verdadera periodista, Vicky Dávila, el conato de mártir Miguel Uribe Turbay y la gira salvadora que estos hicieron al entablar diálogos con lo más selecto del congreso republicano gringo. Con el fin de salvar al país de la izquierda recalcitrante y criminal.

Como alguna vez enunciara Harold Bloom en su obra Shakespeare: La Invención de lo Humano, a razón del personaje Edmundo del Rey Lear, a saber:

“A la grotesca ambición no le va mejor; cuando Edmundo a punto de morir cavila que a pesar de todo ha sido amado, su súbita capacidad de afecto nos sorprende soberbiamente, pero escogeríamos alguna otra palabra antes que “bienamado” para nombrar la pasión asesina” (Bloom 598).

No hay que olvidar que estos nobles ancianos, siempre actúan con un fin salvador. El deseo de convertirse en héroes fundacionales, va más allá de sus claras virtudes criminales. Recordemos al dictador Videla en Argentina, quien, según anécdotas históricas, luego de la ola de sangre que desató en su país, seguía convencido que había sido elegido por la divina providencia y que sus actuaciones fueron más que justas. ¡Hágame el hijuep*ta favor! De este modo, estos pobres viejecitos conspiran, difaman, delinquen y se regodean en las peores cloacas con el fin de ser nuestros próceres y eternizar su estirpe.

Otra representante del periodismo letrina como lo es Claudia Gurisatti, afirmó a modo de interrogante “¿Cómo podrían llegar a imaginar que un anciano de ochenta y dos años estaría en capacidad de armar una trapisonda de tales magnitudes? Así mismo como aún nos cuesta trabajo imaginar la figura de Francia Márquez en dicha empresa. De ser comprobado esto último, será quizá una de las victorias de Leyva y su actuar. Él, un viejo zorro de la política nacional, logró envolver a alguien que venía de la base. Personajes que fracturaron la tradición política de un país para darle un respiro al marginado. Pero, de algún modo, se desdibujaron en el oscuro camino del poder y el beneficio económico. Álvaro Leyva, nos expuso el vetusto rostro de la tradición política colombiana, criminal, traicionera y miserable. Una élite que sacrifica incluso a su propia prole. A nosotros, la audiencia de esta truculenta trama de traidores, huérfanos y angurrientos de poder, nos vendría bien recordar a Shakespeare con algunos versos de su soneto 55:

“Cuando la guerra atroz derrumbe estatuas / Y las turbas destruyan las murallas, / Ni la espada de Marte ni hostil / llama Abatirán esta memoria viva”.

Referencias

Bloom, Harold (1998). Shakespeare, La Invención de lo Humano. Editorial Penguin, Bogotá

Shakespeare, William (2016). El Rey Lear. Editorial Austral, Madrid

La precarización de los profesionales: una crisis ya anunciada

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El discurso de la meritocracia ha convencido a los hijos de los obreros de una verdad a medias (porque no aplica para todos, ni para la mayoría): la forma de salir de la pobreza, sin acudir a la ilegalidad, es la educación profesional. A través de un título universitario, el hijo del obrero podría acceder a puestos de trabajo mejor remunerados y así garantizar un mejor futuro a sus familias. Creyendo en esa promesa, que en otros tiempos sí se realizaba, muchos empezamos a estudiar con la esperanza de que la vida no fuera tan dura para nosotros, como lo fue para nuestros padres y abuelos. Pero al graduarnos nos encontramos con el mundo real en el que las promesas se rompen y los sueños perecen ante la agresividad. Ese mundo real es el mundo laboral.

En ese mundo real, el discurso de la meritocracia se cae por su propio peso. No únicamente encontramos personas menos preparadas, menos inteligentes y menos profesionales dando ordenes a sus subalternos bien educados, sino que además encontramos un panorama de precarización laboral. La vida del profesional no resultó siendo más fácil: el trabajo consume su vida incluso cuando ya terminó la jornada laboral. También están los contratos indignos, los sueldos bajos y la enorme competencia que nos recuerda que si alguien quiere aspirar a algo mejor debe seguir formándose. Entonces, entramos en un círculo tramposo: trabajar para pagar estudios costosos y estudiar para trabajar. Todo eso sin posibilidades de mejorar realmente las condiciones de vida.  

¿Pero es esto sorprendente? Argumento que esto era esperable. El sistema capitalista es un modo de producción fundamentado en las contradicciones y una de ellas es la masificación de la educación y su relación con el mundo laboral. Mientras que los discursos modernos     -que son la cara amable del capitalismo con los derechos, la igualdad (toda, menos económica), la libertad y la justicia- convencían al pueblo de que la educación nos llevaría a ese futuro anhelado, el sistema requiere masas de personas desposeídas dispuestas a vender su fuerza de trabajo para que el burgués se enriquezca. Y entonces, lo que encontramos es un opuesto: uno acumula capital y con ello buena vida, mientras que muchos otros se mantienen desposeídos y viviendo para trabajar.

Lo ocurrido fue lo siguiente: no puede haber una relación directa entre la educación y el dinero que se gana, puesto que el sistema sólo funciona si hay acumulación de capital, es decir, si la riqueza construida colectivamente sólo beneficia a unos pocos, que cada vez son más pocos y con más capital acumulado. Por lo anterior, en realidad nunca hubo espacio para que más pobres ascendieran socialmente gracias al dinero. El capitalismo, en esencia, sólo funciona cuando hay muchos perjudicados y unos pocos beneficiados. Las reglas mismas del juego impiden que los de abajo puedan masivamente llegar hasta arriba. Y es esa la razón por la cual, desde el inicio, era imposible que una masificación de la educación universitaria llevara también a una masificación de la riqueza que se tradujera en mejores condiciones de vida para los profesionales.

Con esto no estoy negando que la educación universitaria haya permitido el ascenso social de algunas personas, pues ese es un hecho. Lo que estoy sosteniendo es que desde el inicio no había cama para tanta gente, por las reglas mismas del sistema. Y, por ese motivo, no es tu culpa que hayas obtenido un título para terminar ejerciendo una labor completamente diferente o que no hayas podido realizar las promesas de riqueza que te hicieron. La causa de esto es el sistema mismo, pues es imposible que, en el capitalismo, desigual económicamente por definición, muchos en masa podamos ascender.

Aunque esto parezca desalentador, no necesariamente es así. Considero que la esperanza está en darle a la educación el lugar que le corresponde: no existe en función del mundo laboral, sino en función de la humanidad. La educación no puede ser reducida a cuestiones mercantiles, sino que debe dársele la trascendencia que le corresponde: no únicamente forma trabajadores, sino que forma seres humanos y somos más que aquello en lo que trabajamos. No podemos ser reducidos a nuestro título o a nuestro cargo. Es esa reafirmación la que permite que escapemos de la lógica que nos ve como un número más o una máquina para producir.

El grito post-humano del plástico y los recicladores populares

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Era una ciudad de plástico
De esas que no quiero ver
De edificios cancerosos y un corazón de oropel
“Plástico”, Willie Colón – Rubén Blades, 1978 del álbum “Siembra”

El 24 de junio pasado una alfombra de 12 toneladas de botellas de plástico cubrió gran parte de la Plaza de Bolívar en Bogotá, una puesta en escena que trae nuevamente la politicidad de los residuos a través de la protesta de la población recuperadora popular en Colombia.

Una explicación del sentido de esta inusual protesta debe articular varias agencias puestas en movimiento, la materialidad del plástico, la población recicladora, la cadena de reciclaje de esta materialidad, las normas nacionales sobre gestión de residuos, el capitalismo como ecología-mundo, el consumidor de contenidos embotellados, las teorías sobre el descarte, la prensa, entre otras. Todas estas agencias, humanas y no humanas, como flujos de materia en movimiento, cuyos pliegues forman campos y ensamblajes específicos por donde fluye el poder. El poder no proviene del Presidente Petro, tampoco de los recicladores, ni del plástico. El poder no es algo que poseen los sujetos humanos y que se ejerce sobre los objetos, no es una entidad única, ni tiene un origen singular, no es un sujeto o un objeto, no es una cualidad sino una relación que surge de los ensambles de materialidad. Es también, simultáneamente potestas, por sus aspectos negativos, represivos y atrapantes, como potentia, en sus aspectos positivos, afirmativos, posibilitadores y empoderantes, pero nunca es exclusivamente cualidad humana, hay que insistir.

El ensamble relacional del poder plástico

Las 12 toneladas de botellas protagonistas de esta acción, según informaron los recicladores, resultó de una obra colectiva de la que participaron 2.000 recicladores populares provenientes de varias ciudades del país, quienes durante semanas recolectaron, clasificaron, lavaron y transportaron cada botella para traerla hasta la Plaza de Bolívar. Un gasto de recursos y energía inmenso, calculado en $2.300 por cada kilo. En las condiciones actuales del mercado de plástico recuperado las empresas que lo compran lo pagan a $1.200 por kilo, lo que significa una pérdida económica de cerca del 50% del trabajo energía invertido. El kilo de vidrio es pagado a $500 pesos y el de papel-cartón oscila entre $500 y $1.500 pesos. Además el valor de estas materialidades está afectada por la tendencia a la baja en los últimos años. Hace dos años el kilo de plástico recuperado se compraba a $3.000, lo que se traduce en una reducción de más del 50%.

Es justamente este trabajo a pérdida el motivo de la protesta. La tendencia a la baja del precio de compra se explica por múltiples razones de la economía política del mercado capitalista. Colombia genera actualmente más de 700 mil toneladas anuales de envases y empaques plásticos, pero solo el 30% se recicla.

El plástico provine del subsuelo, del petróleo, acumulado y procesado durante millones de años por microorganismos descomponedores entre capas geológicas, de donde es extraído y convertido en polímeros de alta versatilidad que hoy dominan la vida social. Así que lo que vimos en la Plaza de Bolívar fue la fusión del tiempo geológico con tiempo social y de trozos de subsuelo con trabajo humano.

En Colombia Acoplásticos, el gremio empresarial del plástico dice comprometerse con una producción de calidad y competitiva ligada a la economía circular, pero se queja de las bajas tasas de reciclaje de esta materialidad. Así que los industriales prefieren la materia prima, resinas de polímeros, en bruto, importadas o aportadas por refinerías colombianas.

A todas luces, los recicladores populares están en desventaja. Es cierto que el gobierno Petro avanza en el reconocimiento y dignificación de su trabajo. Recientemente expidió, a través de la Comisión de Regulación de Agua Potable y Saneamiento Básico – CRA, una norma que garantiza que la labor de aprovechamiento de los residuos, en el servicio de aseo, sea exclusivamente para los recicladores populares. Los recicladores piden un Fondo derivado al impuesto al plástico de un solo uso destinado a compensar, como se ha visto, su trabajo no remunerado, también piden mayor intervención del Estado en la economía mediante la regulación de precios, como medida de justicia económica, social y ambiental. Pero, la problemática va más allá, implica las relaciones con el gran capital, asustado hoy por la aprobación de la reforma laboral.

La puesta en escena de la alianza recicladores-plástico recuperado toca otros dos aspectos que quiero mencionar brevemente.

La fenomenología relacional del ensamblaje plástico

He planteado que el plástico es espacio-tiempo geológico puesto de manera simultánea en el espacio-tiempo social del capitalismo y sus desigualdades, los dos flujos materiales cuyos pliegues nos producen como naturaleza-cultura no binaria. Esto conlleva salir del humano-sujeto-centrismo y abrirnos a nuestro encadenamiento al resto de la materialidad en movimiento. Veamos.

Una vez que el plástico producido por trabajo humano y no humano está en el mercado en múltiples formas, llega a los consumidores humanos y no humanos, por ejemplo, de millones de bebidas edulcoradas y agua embotellada. Hay una tipología de las fenomenologías del consumidor. En la cúspide ideal están los consumidores responsables socio-ambientalmente, una minoría social, desocupan el contenido, lavan el envase y los depositan en lugares dispuestos para esto o los entregan de manera limpia, oportuna y separada a la población recicladora popular de su barrio.

Luego sigue el consumidor promedio. Desocupa el envase y lo deposita en su bolsa de basura doméstica o que encuentra en las calles. Fuera de la vista, fuera de la mente. El envase tiene el 30% de posibilidades de ser recuperado por manos trabajadoras, que lo transportan, separan y lavan para la venta. Y el 70% de posibilidad de ser transportado al relleno sanitario en donde será trabajado por microorganismos que lo momificarán como coctel venenoso que contribuye a formar el paisaje tóxico que mata el río, el suelo, el aire, la gente, las plantas y los animales. Las implicaciones ético-políticas de esta relación con la materialidad descartada es lo que debe ser parte de la formación ambiental de la ciudadanía. Un poco más de inversión de trabajo y tiempo de estos consumidores, como solidaridad de clase y conciencia socio-ambiental contribuirán significativamente.

En la base piramidal está el consumidor depredador, desocupa el envase y lo arroja a la calle, al canal, al río urbano, al humedal. Si bien, en todas sus formas y momentos del movimiento plástico se producen nanoplásticos y microplásticos nocivos, es en esta última fenomenología que se produce mayor daño, la ignorancia no justifica la falta.

Ser conscientes de que somos materialidad que intra-actúa con otras materialidades es fundamental para aprender a vivir y morir bien en este planeta dañado. En el siglo XVIII el capitalismo dio inicio al frente de liberación del carbono, al iniciar la explotación masiva del carbón y el petróleo. Hoy necesitamos un nuevo frente como alianza humana-no humana para aminorar la intensidad del daño generado por la ecología-mundo capitalista.

La simbología materializada de los plásticos en la Plaza de Bolívar

12 toneladas de plástico en la Plaza de Bolívar, un esfuerzo colectivo disruptivo. Una decisión política acertada al escoger el lugar. La Plaza está rodeada de lo que usualmente se llama el poder político y el poder moral-religioso. La Plaza expresa el poder ciudadano, solo que esta vez era materia plástica ejerciendo poder.

El poder-moral religioso está instalado en el oriente de la Plaza, los españoles en el siglo XVI reemplazaron la conexión profunda, la intra-acción entre el agua, las montañas, el sol y los Muiscas, reemplazando la salida del sol y su movimiento entre solsticios por la iglesia católica. Pero el poder del catolicismo no emana del clero. No es explicable sin la multitud de creyentes, peregrinos, militantes. Sin la creencia en la cualidad taumatúrgica del sacerdote y de la imagen sagrada, sin la fe en la promesa de la salvación eterna, sin el miedo al infierno, sin el olor que existe en la iglesia, sin el vino y la hostia, sin los recursos financieros del Estado y los dineros aportados por los feligreses que buscan perdón a sus pecados, y sacar almas del peaje del purgatorio. Sin la arquitectura catedralicia en forma de cruz latina, hecha de concreto, acero, vidrio, que señala el poder divino y la pequeñez humana, sin las sillas de fina madera traída de los bosques de roble, nogal y abarco, sin la cera de abejas y parafina (petróleo) de los cirios, sin el tejido eléctrico… Todos estos actores humanos y no humanos hacen el ensamble del poder católico, que es parte de la red global y local extendida por toda la Tierra.

El poder político tiene tres espacios de la Plaza. Primero el lado sur, el Capitolio Nacional, sede del Congreso. Pero este poder no es explicable sin la intra-acción entre senadores y representantes, votantes, clientelas, lobby empresarial, partidos políticos, arquitectura material, oficinas de congresistas y sus asistentes. Sin la roca, el concreto, la madera, el plástico, el agua, los residuos… Sin las conexiones entre políticos y prensa oficial, sin la creencia en la democracia, sin el descrédito del Congreso, sin sus componendas, trampas, alianzas y sin la red de alianzas entre este espacio y los espacios locales y territoriales.

En el costado occidental está el Palacio de Liévano, sede de la Alcaldía Mayor de Bogotá. Uno de los tantos palacios (nostalgia colonial) del centro histórico. Este no es sede del poder del Alcalde, sino parte de un ensamblaje de actores humanos y no humanos, políticos, oficinistas, trabajadores, normas, recursos financieros, pero también de piedra, cemento, ladrillo, vidrio y madera, así como del papel, la tinta, las impresoras, los teléfonos fijos y celulares y de la creencia y la incredulidad que rodea a la Alcaldía y a los alcaldes y alcaldesas.

En el costado norte está el Palacio de Justicia. Sede del Consejo Superior de la Judicatura, de la Corte Suprema de Justicia, del Consejo de Estado, de la Corte Constitucional y de la Sala Jurisdiccional Disciplinaria. Pero al igual que las otras locaciones, se trata de flujos de distintas materialidades, creencias, memorias, intra-relacionadas. Sin jueces, abogados, tinterillos, porteros, trabajadores de cafetería, de aseo, sin el papel, sin el concreto, la madera, el vidrio, el agua, sin la creencia en la justicia y en su independencia de los otros poderes, sin el hecho de la estrecha dependencia entre la justicia y el gran capital y los partidos políticos hegemónicos, sin la memoria de la toma (M-19) y la retoma (Ejército), en fin sin este ensamblaje no se podría entender cómo se produce y circula en Colombia el poder de la justicia.

En ese marco de entidades que rodean la Plaza es que se explica su significado como escenario del poder ciudadano. Allí se dan cita las manifestaciones de derecha e izquierda para mostrar quién domina la calle, quién ocupa sus 14 mil metros cuadrados. También los jóvenes que van a conciertos gratuitos y los ladronzuelos que les roban los celulares, hacen la Plaza y son hechos por ella. La Plaza es también concreto y adoquín, palomas, el bronce fundido de la estatua pedestre de Bolívar. Por todo esto, la Plaza de Bolívar es un escenario privilegiado para las manifestaciones políticas de masas.

El plástico regado en la Plaza asombra, aterra, impugna, duele, no es indiferente. El plástico grita, amenaza, tiene agencia. Reclama unas relaciones justas en su tratamiento, pero también dice que no debe seguir fluyendo del subsuelo porque puede generar más paisajes tóxicos en los botaderos y rellenos sanitarios. Los recicladores populares y las botellas de plástico nos dieron una clase de filosofía y de ética política que obligan a replantearnos profundamente en nuestras intra-acciones con el resto del planeta, en nuestras creencias y en nuestra pasmosa indiferencia. Acompañemos y difundamos su predicamento, sumemos esta acción al gran frente a la gran alianza humano-no humano para aprender a vivir y a morir bien en este planeta dañado, en el que están cruzando y acelerando el espacio-tiempo geológico y el espacio tiempo socio-material.

Ni bichota, ni tropicoqueta

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Desde hace unos días todo el mundo empezó a hablar de ‘Tropicoqueta’, mis redes sociales se llenaron de videos, noticias… como si se tratara del tema del momento, casi tan importante como los ataques de Israel a sus vecinos, y por supuesto, yo no me podía quedar por fuera de la conversación. Así que me puse a la tarea de escuchar casi que todas las canciones y ver los videos, para poder escribir este texto que nadie pidió, arriesgándome a todo tipo de ataques y ofensas, porque hay deidades con las que una no se debe meter, como Carlos Vives, Shakira, Ricardo Arjona, ni Karol G. Se aceptan memes de Marx, ¡pero nunca una reflexión que critique a las estrellas!

Lo primero que hay que decir es que ‘Tropicoqueta’ es un muy buen producto de consumo. Sin lugar a dudas llega a las audiencias que el estudio de mercado identificó, los videos responden a los objetivos publicitarios, el vestuario y los escenarios claramente fueron cuidadosamente pensados e implementados. Como  no soy erudita en reggaeton, me abstengo de opinar sobre las pistas de las canciones o las rimas extrañas.

Pero eso no implica que pongamos unos pesos innecesarios sobre los hombritos de artistas como Karol G. A la pobre, las feministas le echan encima una carga que no quiere, las decoloniales quieren que en sus letras incluya frases de Walter Mignolo; las que creen en el pensamiento crítico, esperan con ansias que cante que latinoamérica es un pueblo al sur de Estados Unidos, y lo cierto es que ella está muy muy muy lejos de eso.

La música no es solamente para cantarla, bailarla o perrearla hasta el subsuelo, también es importante reconocerla como fenómeno estético y todavía más como síntoma cultural, en línea con Mark Fisher. No hay que olvidar que el capitalismo lo permea todo, es peor que un vinipel, porque no solamente envuelve, sino que además, impregna, clona y en algunos casos, parece que el vinipel no está, pero sí.

Por ejemplo, el capitalismo clonó el feminismo para crear el feminismo de likes, uno que responde a la fórmula consumismo + feminismo = empoderamiento. Se valió del individualismo para vaciar las reivindicaciones básicas y convertirlas en ejercicios puramente identitarios y netamente aspiracionales desde un punto de vista neoliberal. 

El feminismo de likes solo busca reproducciones, interacciones y alcance, así que toma los mensajes del patriarcado y del capitalismo, los ajusta ligeramente, pone algunas cosas en femenino sin problematizar mayor cosa, y listo, tenemos a una mujer empoderada que habla de deseo y mientras lo hace se cosifica. 

El producto lo capitalizan influencers y medios, así que con un poquito de emoción diciendo que ahora habla la mujer deseante, vuelven al producto más feminista y novedoso, y de paso, para este caso, borran la historia, por ejemplo, a Rafaella Carrá que le cantó a la calentura, a las ganas y al orgasmo. Entonces, como yo soy una mujer latinoamericana que desea y este feminismo de likes se vuelve hegemónico, la canción me interpela y justifico la cosificación porque ahora está en boca de una mujer.

Cuando veo películas gringas y hablan de latinoamérica casi siempre usan los mismos ingredientes: un hombre de cabello largo, con pelo en pecho, un collar de oro con una cruz, tocando una guitarra española; mujeres voluptuosas con poca ropa o prendas muy ceñidas; bailes sensuales, y es opcional, la aparición de gallinas y animales de campo.Cuando se trata de Colombia, también se suma una estética traqueta y se hace alusión a la cocaína de formas bien creativas y en muchos casos, apelan a la nostalgia pre-revolucionaria de Cuba, para señalar que todo tiempo pasado fue mejor, así sea entre miseria y ausencia de soberanía.

En el norte global nunca se preocupan por comprender la heterogeneidad de latinoamérica, sino que se limitan a reproducir estereotipos fijos, casi que inamovibles, y esa visión colonial de una tierra exótica, cálida, de mujeres hermosas y hombres como Antonio Banderas en Desperado, está presente en toda Tropicoqueta, lo que resulta curioso, cuando se trata de un álbum interpretado por una mujer que viene del sur global, sin privilegios, y de la que, inocentemente se espera que problematice todo eso, pero insisto, la reivindicación del ser latinoamericana solamente se traduce en clichés, y pistas de bachata y Pérez Prado, pero nada más.

Todas nos hemos cruzado con hombres peyes. Cuando nos han salido con cagadas, las amigas han estado ahí para acompañar, aconsejar, ponerle apodos y hablar pestes del sujeto. Esto no nos hace más o menos feministas, y que Karol G cante sobre eso desde el sentido común  políticamente correcto de época, no la convierte en una vocera de los feminismos, ni de la problematización del amor romántico. El abordaje básico sobre el tema expresa un sentimiento personal, posiblemente, pero también el aprovechamiento publicitario de un sentimiento colectivo, en el que se exprimen los valores y la emocionalidad del público al que está dirigido. 

Esto es lo natural en el capitalismo, y si bien es algo normal, debería ser una invitación a que pensemos dos veces sobre quiénes y por qué son nuestros referentes políticos y culturales en estos temas. Si les gusta musicalmente Karol G, vaya y venga, ¿pero por qué canalizar en ese gusto un movimiento disruptivo y transformador?. El feminismo liberal, acomodado al sistema, se termina refrescando con una bocanada de aire consumista para traducirse en feminismo de likes en el que el feminismo termina por ser una caricatura bien acomodada a los límites del capital. 

Así como Karol G debió dejar quietos los hombritos de Felipe, es mejor que le dejemos sus hombritos sin cargas políticas y no le pidamos nada que no quiera dar. Aterrizar expectativas no es fácil, pero es mejor saber que en ella solo hay un producto de consumo que busca seguir abriéndose camino en la industria musical del norte global a partir de los estereotipos y homogeneizaciones del sur global, sin importar nada más.

El silencio de los que nunca escucharon

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En tiempos de crisis política, los sectores dominantes no solo reorganizan su poder económico o militar: también reconfiguran la memoria colectiva para blindar su hegemonía. En Colombia, la apropiación simbólica de la figura de Jorge Eliécer Gaitán y su histórica “marcha del silencio” por parte de sectores de derecha es una estrategia deliberada: utilizar el lenguaje de las víctimas, los derechos humanos y la reconciliación para presentarse como perseguidos, cuando históricamente han sido gestores y beneficiarios del sistema de exclusión y violencia.

Esta manipulación no es solo revisionismo histórico; es una herramienta de control simbólico. Como señala el materialismo histórico, la historia es un campo de disputa entre clases sociales, donde quien domina el relato prepara el terreno para reproducir su poder. Hoy asistimos a una batalla por el significado del pasado. Y ese pasado, en Colombia, no se recuerda: se reutiliza. Se moldea, se instrumentaliza, se vacía de contenido para convertirlo en pancarta electoral.

La reciente marcha del silencio promovida por la derecha no fue una manifestación de duelo ni un gesto de reconciliación. Fue una operación simbólica para legitimar una narrativa de victimización falsa y consolidar una imagen de “resistencia” frente a un gobierno que no responde directamente a sus intereses. No marcharon por la paz, ni por las víctimas, ni por la justicia: marcharon para señalar enemigos, lavarse las manos y reposicionarse como los únicos “capaces” de gobernar.

La marcha del silencio original tiene una historia profunda. Surgió en un país desgarrado por la violencia bipartidista, las masacres contra trabajadores y un Estado represivo. Fue un acto político desde abajo, un grito silenciado por el miedo, pero lleno de dignidad. No fue neutra ni decorativa: fue popular, profundamente política y esperanzadora.

Lo que se vio esta vez fue una puesta en escena. Un intento de apropiarse de gestos colectivos con historia para vaciarlos de contenido. Marcharon por el control simbólico, no por las víctimas. Por sus privilegios, no por la justicia. Este fenómeno ha sido analizado por múltiples estudios sobre memoria colectiva: cuando las élites sienten que pierden el control del relato, se disfrazan de víctimas. Y si el pueblo deja de creerles, intentan hablar en su nombre.

El mensaje implícito de esta marcha es claro: personalizar el conflicto, culpar al gobierno actual, ocultar los problemas estructurales. Es una forma de proteger privilegios sin asumir responsabilidad alguna. Lo que les incomoda no es la violencia; es no poder dominar el relato de la nación como antes.

El pasado es su disfraz favorito. Cambian nombres, colores y consignas, pero el objetivo es el mismo: simular que siempre estuvieron del lado correcto de la historia. El peligro radica en que esa simulación sea efectiva. Porque cuando el dolor se convierte en espectáculo, el siguiente paso es el autoritarismo disfrazado de sentido común.

El problema no es que marchen. El problema es que se apropian de símbolos cargados de historia y los convierten en armas simbólicas para recuperar el poder sin examinar su papel en el sufrimiento colectivo. Esta vez, el silencio no fue por la vida: fue amenaza. Fue estrategia para volver a imponer su orden sin responder por el daño causado.

Hoy Colombia vive un momento distinto. Las instituciones ya no están completamente controladas por los de siempre. Y eso incomoda. Por eso marchan “en silencio”: porque no toleran que existan otras voces, otros proyectos, otras memorias. Están acostumbrados a mandar, no a escuchar. A dar órdenes, no a dialogar.

Pero la historia no les pertenece. Si algo nos enseña la memoria, es que debe ser usada como herramienta crítica, no como mercancía política. No podemos permitir que los gestos de lucha se conviertan en marketing de odio, ni que la palabra “paz” se utilice para justificar silencios cómplices.

Recordar no es solo un deber ético: es una forma de resistencia. Porque incluso después del silencio, la verdad siempre regresa.

Referencias

Butler, J. (2004). Vida precaria. El poder del duelo y la violencia. Paidós

Centro Nacional de Memoria Histórica – CNMH. (2013). ¡Basta ya! Colombia: memorias de guerra y dignidad. Bogotá: CNMH

Jelin, E. (2002). Los trabajos de la memoria. Siglo XXI Editores

Marx, K., & Engels, F. (1975). La ideología alemana. Editorial Grijalbo

Molano, A. (2007). Los años del tropel: Crónicas de la violencia. El Áncora Editores

Añadir maricas y batir: “pride” y capitalismo arcoíris

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En junio de cada año empiezo a ver arcoíris por todos lados y no es porque me haya drogado. Hace años era impensable que grandes marcas del capitalismo global como Nike, Adidas, McDonald’s, Zara, entre otras, pusieran los colores de la bandera LGBTIQ+ en sus logos, pero de un tiempo para acá lo impensable es lo contrario: que llegue este mes y sus símbolos sigan intactos. ¿Qué nos dice esto?

Desde una mirada ingenua podríamos estar celebrando que los movimientos de las disidencias sexuales y de género hayan logrado tal reconocimiento, que hasta las empresas más famosas del mundo quieren celebrar la diversidad. Recordemos que McDonald’s hace unos años ha venido lanzando sus “papas del orgullo gay”, que vienen en una cajita arcoíris y frente a lo cual en 2017 InfoCatólica, mi medio de comunicación de cabecera, planteó lo siguiente: “McDonald’s es reconocido como un líder corporativo en promover la ideología LGTBI, como informa OneNewsNow, «El arco dorado es un importante promotor sobre la promoción del comportamiento homosexual en toda la nación»”. Y es que la decisión de por dónde comerse las papitas es de cada quien, pero acá en gustos no nos vamos a meter.

Detengámonos entonces a pesar: ¿qué tanto contribuye que una marca de tenis ponga un arcoíris en su logo? ¿Qué se venda una hamburguesa con pan de colores? ¿Qué regalen bebidas energizantes en las marchas? Claramente sirve para posicionar el consumo de sus productos y ampliar su número de clientes, porque les maricas aquí son vistos como números, como target, como más ganancias, y de fondo no hay un trabajo real y profundo para transformar un mundo que odia a las diversidades y disidencias sexuales y de género, porque créanme, fobia no es, no es un miedo irracional, es odio, un odio que mata todos los días.

Hasta el 17 de junio de 2025, según el Observatorio de Derechos Humanos de Caribe Afirmativo, 45 personas LGBTIQ+ han sido asesinadas por su orientación sexual o identidad de género. La última fue Emi Brito, una compañera lesbiana que mientras transitaba por una vía comercial fue asesinada a tiros por dos hombres en Riohacha. ¿Cuáles son los esfuerzos que los distintos escenarios empresariales hacen para que esto no suceda? ¿cuántas empresas hoy ofrecen empleos, salarios y condiciones dignas para las personas que rompen la norma del amor, el deseo y el cuerpo patriarcal y heteronormativo?

El medio La República el año pasado publicó un informe en el que muestra cifras del poder adquisitivo de los sectores LGBTIQ+, que ahí nombran como “comunidad”. Afirman que “si esta comunidad fuera un país tendría un PIB de aproximadamente US$5 billones”, y le sitúan desde esa afirmación en el cuarto lugar frente a su poder económico, superado solamente por Estados Unidos, China y Japón. Vale la pena preguntarnos, ¿para qué informar esto? ¿qué implicaciones tiene? ¿qué incidencia tiene en la realidad actual de estos sectores? Pareciera que mientras consumimos somos adorables, y cuando no, merecemos la muerte, porque así opera este capitalismo necropolítico que nos ofrece ataúdes arcoíris mientras nos hace morir.

Evelin Fox Keller en 1969 mencionó una frase que la hizo célebre como filósofa de la ciencia: “Añadir mujeres y batir”, con lo cual hacía referencia al “logro” del feminismo de igualdad que pedía poder para las mujeres, pero no transformaba nada de fondo.  Se lucha por llegar a los lugares, ocupamos cargos de poder y actuamos como cualquier otra masculinidad hegemónica. Podríamos hacer uso de esta frase en tiempos de capitalismo arcoíris: “Añadir maricas y batir”, para consolidar la macabra y venenosa receta de esta época neoliberal donde el resultado final son los sujetos que son útiles siempre y cuando produzcan, se autoexploten hasta el límite y consuman hasta sus últimos días.

No voy a entrar a discutir acá si podemos hablar de orgullo o no. Muchas personas y colectivas han venido escribiendo y ubicando sus posicionamientos al respecto. Sobre lo que sí quiero llamar la atención en este escrito es sobre la necesidad de la formación política crítica en los movimientos de diversidades y disidencias, que en ocasiones resultan seducidos por los patrocinios de bares y discotecas y de empresas que les usan como impulsadores de sus marcas mientras poco o nada se interesan por hacer aportes de fondo a nuestras realidades.

Con orgullo, con rabia, con furia, con ternura radical, como le de la gana, salga, tómese las calles, o quédese en casa descansando como acto de resistencia, o escriba, o dibuje, o vuelva incómodas las cenas familiares… como sea, no dejemos de hablar de lo que nos pasa, que nos están matando, que no podemos amar con libertad, que aún hay despojo y expulsión de los territorios por ser maricas, que las familias siguen afirmando que prefieren hijes muertxs antes que maricas, que somos libres para consumir pero no para vivir.

Sigamos bailando, porque sin danza no hay revolución, pero sigamos también quemando los barrotes que siguen enjaulando nuestros corazones de unicornio.

Referencias

Caribe Afirmativo. (2025).  Asesinato de Emy Brito genera consternación en Riohacha. Recuperado de: https://caribeafirmativo.lgbt/asesinato-de-emy-brito-genera-consternacion-en-riohacha/

InfoCatólica. (2017). McDonald’s presenta sus papas fritas del «orgullo gay». Recuperado de: https://www.infocatolica.com/?t=noticia&cod=29684

La República. (2024). Así es el poder adquisitivo creciente que tiene la comunidad Lgbtiq+. Recuperado de: https://www.larepublica.co/especiales/un-mercado-interesante/el-poder-adquisitivo-de-la-comunidad-lgbtiq-3646012