Contentillos Históricos

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Hace unos días conté que votaría tres veces Pacto Histórico, y las razones por las que tomé esta decisión. Los resultados me llevan a hacer dos comentarios generales sobre lo que pasó en las elecciones, que se suman a los muchos que ya circulan en redes sociales.

1. La importancia de la autocrítica

En la mayoría de las “autocríticas” que he visto, por lo menos para el caso de Bogotá, el análisis se basa, en lo fundamental, en los obstáculos externos: culpan a la gente que votó mal, a la campaña sucia y cosas así; son una suerte de ‘exocríticas’. Tal vez creen que la ropa sucia se lava en casa, y ya han hecho balances más serios sobre los resultados de las elecciones, lo que para mí, representa dos problemas, el primero es que da la impresión de que el Pacto no se toma en serio las cosas; y el segundo es para quienes no estamos dentro de las agrupaciones, porque nos enteramos después con chismes condicionados con un: “vamos por un café, te cuento y conspiramos”.

un candidato a la alcaldía que tenía ganas de cualquier cosa, menos de ser alcalde; de la selección de un candidato solamente porque es famoso, no por ser un cuadro político; de cómo candidatas y candidatos al concejo, que no tenían la más remota opción de ser elegidos, le metieron más la ficha a la campaña que ciertas personas

En realidad no sé si aplique la palabra ‘autocrítica’ porque no soy militante de ninguno de los partidos que hacen parte del Pacto Histórico. Hace un tiempo me afilié a la Colombia Humana, en agosto me dio por revisar y me dí cuenta que no aparezco en el sistema, pensé que de pronto era por doble militancia, pues hace una vida estuve afiliada al Polo Democrático, así que envié un correo para preguntar por mi estado en dicho partido y resulta que no existo.

Tal vez ese sea uno de los síntomas del problema, el desorden, que no es algo nuevo, viene de tiempo atrás. Si es así con algo tan sencillo como una afiliación en dos agrupaciones diferentes, es fácil entender por qué la inscripción de las y los candidatos salió mal. Esto era un indicio del caos, y cómo no, listas enteras del Pacto Histórico se quedaron sin los avales, es decir, muchos municipios no tuvieron la posibilidad de elegir candidaturas de la coalición de sectores alternativos por puro y físico desorden. 

Es una especie de autosabotaje. Como cuando todo está saliendo bien y una hace algo para dañar lo que va viento en popa. Así pasó con el Pacto Histórico, la coalición pone presidente y luego la coalición ayuda a torpedear la posibilidad de gobernar en departamentos y municipios.

listas enteras del Pacto Histórico se quedaron sin los avales, es decir, muchos municipios no tuvieron la posibilidad de elegir candidaturas de la coalición de sectores alternativos por puro y físico desorden. 

En este momento el Pacto Histórico debería enfocarse en ser hegemonía, y eso no se logra con las pocas curules que el partido de gobierno consiguió, ni mucho menos sin autocrítica. Estos elementos deberían estar presentes en todos los análisis, no solo el contentillo de “fuimos la mayor fuerza votada en tal localidad”.

Las autocríticas no deben estar acompañadas de palmaditas en la espalda, ni de eufemismos, hablemos claramente, por ejemplo, de un candidato a la alcaldía que tenía ganas de cualquier cosa, menos de ser alcalde; de la selección de un candidato solamente porque es famoso, no por ser un cuadro político; de cómo candidatas y candidatos al concejo, que no tenían la más remota opción de ser elegidos, le metieron más la ficha a la campaña que ciertas personas; de congresistas que solo funcionan para posar en cámaras y cazar tendencias en redes sociales; de la culpa de los líderes de las agrupaciones políticas que hacen parte del Pacto para no garantizar un proceso eficiente de avales; de cómo ciertas facciones sabotearon innecesariamente las listas a ediles en varias localidades de Bogotá; de las curules heredadas; de la poco democrática construcción de las listas cerradas; de los goles que se meten en esas listas; del desinterés de los cuadros políticos; o el desinterés de consolidar el proyecto político en Bogotá.

2. Sobre los cuadros

Hace mucho, mucho tiempo, las organizaciones políticas tenían básicamente tres prioridades: organización, capacitación política y acción política. Parece que eso ya  no está en onda, especialmente lo de la capacitación, lo que me parece muy mala onda.

Un cuadro político es una persona que tiene una militancia comprometida, o un compromiso decidido con la agrupación a la que pertenece; cumple las tareas designadas y se destaca por su preparación política. Los cuadros juegan un papel decisivo en el éxito de los partidos.

Tengo la sensación de que no es una prioridad la formación y visibilización de cuadros políticos, es decir, cualificar a su militancia para que no solamente vote en elecciones, sino para que contribuya al crecimiento y fortalecimiento de las agrupaciones políticas, y cuente con la capacidad de ser gobierno.

Un cuadro político es una persona que tiene una militancia comprometida, o un compromiso decidido con la agrupación a la que pertenece; cumple las tareas designadas y se destaca por su preparación política. Los cuadros juegan un papel decisivo en el éxito de los partidos.

En cambio, a ratos parece que hay un ambiente de antiintelectualismo que es reivindicado por algunas personas que apoyan al Pacto Histórico, lo que es sorprendente teniendo como una de sus figuras principales a un tipo ñoño que puede nombrar en una frase a Mao y Proust, así, casual. Esa militancia despreocupada por la cualificación puede ‘defender’ algunos temas que no estén acordes con los principios del Pacto; o justificar cosas injustificables, como votar por el Pacto a la alcaldía, Cambio Radical al concejo y por el Partido Conservador a la JAL porque el candidato es una buena persona.

Es común que representantes de las derechas tengan ideas cortas y hagan extrañas maromas argumentativas, como las de Polo Polo, Jota P Hernández o Carlos Felipe Mejía, sin embargo, en los sectores alternativos no debería ser así, la cualificación debe ser el primer punto de la agenda. Que si alguien se inscribe, de una vez le llegue un correo con el programa, unos videos introductorios y el plan de estudios.

Además de la formación de cuadros, es importante visibilizar, fortalecer, creer en los que ya están y los que van saliendo. No es un tema menor, pues está más que comprobado que los sectores ‘alternativos’ y las izquierdas no votan por el que diga Petro, ya lo vivimos con las candidaturas de Hollman Morris y Gustavo Bolívar, en el caso del primero se trataba de un triple esfuerzo, darlo a conocer, formarlo políticamente más allá de las intuiciones progres, y el rechazo generalizado por parte de un significativo grupo de mujeres que apoyaban la propuesta política; en el caso del segundo, ya tenía la fama, pero por más que se preparara sobre la marcha no fue suficiente. 

Es común que representantes de las derechas tengan ideas cortas y hagan extrañas maromas argumentativas, como las de Polo Polo, Jota P Hernández o Carlos Felipe Mejía, sin embargo, en los sectores alternativos no debería ser así,

Parece que hay cierta confusión entre cuadro e influencer, tener miles de seguidores no es sinónimo de formación política, criticar al uribismo en videos de Instagram no implica claridad política, trinar muchas veces al día no es garantía de buen desempeño o de gestión. 

El Pacto Histórico no puede seguir siendo una sombrilla de avales para los amigos y conocidos, que se activa solamente y de forma desordenada cada vez que hay elecciones, si sigue actuando así, va a ser prácticamente un hecho que la derecha va a volver más fuerte a gobernar.

Posdata uno: no todos los que están en el congreso son cuadros, no todos los cuadros están en el gobierno, y no todos los que se creen cuadros son cuadros.

Posdata dos: tristemente en estas elecciones a la alcaldía de Bogotá había dos buenos candidatos que sí son cuadros.

Posdata tres: a pesar de todo, Gustavo Bolívar habría sido un buen alcalde.

Posdata cuatro: en esta jornada electoral aplica la opinión de Paris Geller sobre las elecciones en Chilton, “la gente prefiere votar por un idiota, que por alguien que haga el trabajo”.

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