El titular de una noticia tiene el objetivo de dar una idea general del contenido del hecho y pretende ser un gancho para que el lector revise el contenido de la noticia.
Pero no solo eso, el titular no da cuenta de una visión fría y neutral del hecho sino que encierra el punto de vista del redactor o del medio sobre el hecho narrado.
El periodismo tradicional sostiene que la noticia, y por extensión el titular, debe ser neutral y narrar fríamente los hechos, para que quien lea se formule su propio criterio. Una visión ideal que pierde de vista que las redacciones de los medios, y los medios de comunicación mismos, están compuestos por seres humanos con experiencias y visiones políticas e intereses conscientes y formados, o no tan conscientes pero existentes, cuando se trata de periodistas que se califican a sí mismos como “apolíticos”.
Las visiones e intereses permean inevitablemente la forma en la que se interpreta la noticia y posteriormente la forma en la que se redacta en función de los criterios editoriales y políticos del medio de comunicación, que encierran lo que el periodista británico David Randall denomina «cultura periodística», es decir, el conjunto de valores y modos de entender el oficio periodístico, que pueden estar en mayor o menor medida a tono con los intereses de los dueños del medio, que por lo general integran la clase política o económica de un país [en el caso de la prensa corporativa o comercial].
Entonces, tanto el titular como la noticia misma están cargados, explícita o implícitamente, de las visiones políticas y éticas del periodista y del medio.
El periodista tendría que asumir una postura ética en la que se reflexione conscientemente sobre su propia concepción del mundo en dimensiones como la política o la economía de un país, o en áreas como el enfoque de género, el ambiente, el racismo o el clasismo presentes en la sociedad, buscando formarse además en algunas ideas generales de estos temas, para no reproducir acríticamente las representaciones sociales existentes en su entorno, creyendo que al dejar de lado la reflexión se consigue la neutralidad.
La producción periodística tendría que estar guiada entonces por la rigurosidad frente a lo que se informa, siendo claro el punto de vista desde el que se escribe, sin que se distorsionen los hechos por una postura ideologizada, pero tomando distancia de la ingenuidad que encierra la proclama de la neutralidad en la prensa.
Finalmente, estimada o estimado lector, le queremos invitar a que revise más detenidamente los titulares de la prensa y a que los contraste tanto con otros titulares como con el contenido de la noticia.