A continuación reproducimos un fragmento de “El Tiempo del No, el Tiempo del Sí”, apéndice de “La Sexta”, extraído de la selección de escritos “Ellos y Nosotros” del ex Sub comandante Marcos del Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Un texto corto y conciso, clave para entender uno de los elementos que componen el punto de vista y análisis del movimiento neo zapatista. Un pensamiento sencillo pero contundente y paradójicamente cargado de complejidad que vale la pena leer y escuchar.
Compañeras, compañeros:
Definido el quiénes somos, nuestra historia pasada y actual, nuestro lugar y el enemigo al que nos enfrentamos, como está plasmado en la Sexta Declaración de la Selva Lacandona, sigue pendiente el acabar de definir el por qué luchamos.
Definidos los «no», falta acabar de delinear los «sí».
Y no sólo, faltan también más respuestas a los «cómo», «cuándo», «con quién».
Y esto de “los modos” no es otra cosa que los conocimientos que cada uno de nosotros, individual o colectivo, tiene de su geografía y calendario. Es decir, de sus dolores y sus luchas.
Todos ustedes conocen que nuestro pensamiento no es el de construir una gran organización con un centro rector, un mando centralizado, un jefe, sea individual o colegiado. Nuestro análisis del sistema dominante, de su funcionamiento, de sus fortalezas y debilidades, nos ha llevado a señalar que la unidad de acción puede darse si se respetan lo que nosotros llamamos “los modos” de cada quien. Y esto de “los modos” no es otra cosa que los conocimientos que cada uno de nosotros, individual o colectivo, tiene de su geografía y calendario. Es decir, de sus dolores y sus luchas.
Nosotros estamos convencidos que todo intento de homogeneidad no es más que un intento fascista de dominación, así se oculte en un lenguaje revolucionario, esotérico, religioso o similares. Cuando se habla de “unidad”, se omite señalar que esa “unidad” es bajo la jefatura del alguien o algo, individual o colectivo. En el falaz altar de la “unidad” no sólo se sacrifican las diferencias, también se esconde la supervivencia de todos los pequeños mundos de tiranías e injusticias que padecemos.
Y en cada vuelta del mundo, siempre es para nosotros el lugar del oprimido, del despreciado, del explotado, del despojado.
En nuestra historia, la lección se repite una y otra vez. Y en cada vuelta del mundo, siempre es para nosotros el lugar del oprimido, del despreciado, del explotado, del despojado. Las que llamamos las “4 ruedas del capitalismo”: explotación, despojo, represión y desprecio, se han repetido a lo largo de toda nuestra historia, con diferentes nombres arriba, pero nosotros somos siempre los mismos abajo.
Pero el actual sistema ha llegado a un estadio de locura extrema. Su afán depredador, su desprecio absoluto por la vida, su deleite por la muerte y la destrucción, su empeño en instalar el apartheid para todos los diferentes, es decir, todos los de abajo, está llevando a la humanidad a su desaparición como forma de vida en el planeta.
Podemos, como alguien pudiera aconsejar, esperar pacientemente a que los de arriba acaben por destruirse a sí mismos, sin reparar en que su insana soberbia lleva a la destrucción de todo. En su afán de estar más y más arriba, dinamitan los pisos de abajo, los cimientos. El edificio, el mundo, terminará por colapsarse y no habrá a quién culpar como responsable.
Nosotros pensamos que sí, que algo anda mal, muy mal. Pero que sí, para salvar a la humanidad y la maltrecha casa en que habita, alguien se tiene que ir, deben ser, tienen que ser los de arriba. Y no nos referimos a desterrar a las personas de arriba. Hablamos de destruir las relaciones sociales que posibilitan que alguien esté arriba a costa de que alguien esté abajo.
Los zapatistas, las zapatistas sabemos que esta gran línea que hemos trazado sobre la geografía del mundo no es nada clásica. Que esto del “arriba” y el “abajo” molesta, incomoda e irrita. Sí, no es lo único que irrita, lo sabemos, pero ahora nos estamos refiriendo a esta incomodidad.
Podemos estar equivocados. Seguramente lo estamos. Ya aparecerán los policías y comisarios del pensamiento para juzgarnos, condenarnos y ejecutarnos… ojalá sólo sea en sus flamígeros escritos y no escondan su vocación de verdugos detrás de la de jueces. Pero así es como los zapatistas, las zapatistas vemos el mundo y sus modos:
Hay machismo, patriarcado, misoginia, o como se diga, pero una cosa es ser mujer de arriba y otra completamente diferente serlo de abajo. Hay homofobia sí, pero una cosa es ser homosexual de arriba y una muy otra es serlo de abajo. Hay desprecio al diferente sí, pero una cosa es ser diferente arriba y otra serlo abajo. Hay izquierda como alternativa a la derecha, pero una cosa es ser de izquierda arriba y algo completamente distinto (y opuesto, agregamos nosotros) serlo abajo.
Las diferencias son perseguidas, arrinconadas, ignoradas, despreciadas, reprimidas, despojadas y explotadas, sí.
Pongan ustedes su identidad en este parámetro que señalamos y verán esto que les decimos. La identidad más tramposa, de moda cada que el Estado moderno entra en crisis, es la de “ciudadanía”. No tienen nada en común y sí todo de opuesto y contradictorio el “ciudadano” de arriba y el “ciudadano” de abajo. Las diferencias son perseguidas, arrinconadas, ignoradas, despreciadas, reprimidas, despojadas y explotadas, sí.
Pero nosotros, nosotras vemos una diferencia más grande que atraviesa esas diferencias: el arriba y el abajo, los que tienen y los que no tienen. Y vemos que esa gran diferencia tiene algo sustancial: el arriba está arriba sobre lo de abajo; el que tiene posee porque despoja a los que no tienen. Siempre según nosotros, esto del arriba y el abajo determina nuestras miradas, nuestras palabras, nuestros oídos, nuestro pasos, nuestro dolores y nuestras luchas.
