La encrucijada de TransMilenio en la ciudad: del transporte masivo a la miseria masiva

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El debate del transporte público tiene que ver con las políticas de los últimos gobiernos que se han encargado de aumentar las ganancias de los más ricos mientras disminuye el nivel de vida de la mayoría.

Bogotá entra de nuevo en el alza de los pasajes del SITP y Transmilenio, en medio de un tormentoso año que ubica la inflación en el 13% y el empleo informal por encima del 50%. Esta vez, aquella ciudad que un día se llamó la Atenas suramericana, solo le queda el apellido latinoamericano. Como siempre una minoría gana mientras una inmensa mayoría pierde.

En esa medida, el debate del transporte público tiene que ver con las políticas de los últimos gobiernos que se han encargado de aumentar las ganancias de los más ricos mientras disminuye el nivel de vida de la mayoría. De manera retrospectiva en los últimos 4 años, durante el gobierno de Ivan Duque quebraron más de 500 mil pequeñas empresas, pero la inyección de presupuesto a grandes empresarios y banqueros fue por encima de los 500 mil millones de pesos, hoy las ganancias de bancos y sector privado se cuentan por encima de los 13 billones de pesos, esto es, el presupuesto que fácilmente podría cubrir la deuda histórica con las universidades del país.

Es decir, sostuvieron el sistema sin necesidad de aumentar las tarifas, pero a cambio de la disminución de sus ganancias provenientes del 95% de los contratos de TransMilenio, lo que confirma que el sistema no necesita más plata, sino redistribuirla

La relación de lo anterior con TransMilenio, es que esos grupos económicos que son los más ricos del país insisten en vender el discurso del déficit para aumentar la tarifa del sistema anualmente. Hoy el alza del precio en las tarifas responde al aumento que no se realizó durante los años anteriores en medio de la pandemia. Es decir, sostuvieron el sistema sin necesidad de aumentar las tarifas, pero a cambio de la disminución de sus ganancias provenientes del 95% de los contratos de TransMilenio, lo que confirma que el sistema no necesita más plata, sino redistribuirla, pues la preocupación no está en mejorar el sistema sino en aumentar las ganancias. Por ejemplo, para el año 2021 Claudia López solicitó la asignación de un poco más de 1,5 billones de pesos para cubrir el supuesto déficit del sistema. ¿A dónde fue a parar esa plata si se supone que era para cubrir el supuesto déficit en el que se venía insistiendo desde el año 2020?

El problema de todo este asunto sigue siendo la pauperización de la vida de las grandes mayorías que se movilizan en transporte público, clase trabajadora, estudiantes, trabajadores informales, personas de la tercera edad; ejemplo de ello es que el salario mínimo tuvo un aumento similar al del transporte, con un 16 y 13% respectivamente, lo que al día de hoy representa un gasto absurdo en pasajes mensual y diariamente; alrededor de 127.200 mensuales para quienes viven en la ciudad y si tenemos en cuenta la gente que vive en los municipios aledaños un valor de casi 20 mil pesos, es decir, el almuerzo y el desayuno de una persona promedio asalariada, sin contar las condiciones de quienes no tienen auxilio de transporte que representa 52% del trabajo informal. 

Frente a este panorama se hace necesario aclarar las mentiras en las que han insistido los medios de comunicación y los grupos económicos en torno a los problemas reales del sistema. Por citar algunos de ellos se encuentra el problema de seguridad, que para el año 2022, según la secretaria de seguridad, aumentó en un 72%; de 1.900 hurtos en 2021 para el 2022 esta cifra llegó a los 3.200. Respecto a la violencia de género, según el observatorio de mujeres y equidad de género en Bogotá, se encontró que un 80% de las mujeres perciben el transporte público como un lugar inseguro en cualquier hora del día y, teniendo en cuenta que, en promedio, cada 72 horas 6 mujeres han sufrido de alguna violencia de tipo sexual, verbal o física, como lo confirmaron las protestas de meses pasados, esto sin contar los casos que no son denunciados.

Por citar algunos de ellos se encuentra el problema de seguridad, que para el año 2022, según la secretaria de seguridad, aumentó en un 72%; de 1.900 hurtos en 2021 para el 2022 esta cifra llegó a los 3.200.

En ese sentido, los privados de la mano con el distrito insisten en que el problema sigue siendo el de los colados, gastando en puertas antievasoras que no resuelven nada y aumentando el pie de fuerza policial, no para cuidar la gente sino para garantizar que cada quien pague su pasaje. Según las organizaciones sociales que han abordado el problema del transporte, los colados apenas representan el 2,8% de los ingresos del transporte (algo así como 85 millones de pesos) que, frente a los más 3 mil millones de pesos que ingresan a diario al sistema resulta siendo una cifra absurda como para que se considere el fenómeno de la evasión la causa del aumento anual en las tarifas. Esto sin contar los múltiples problemas en torno a las condiciones de los trabajadores al interior del sistema, el daño ambiental, el atraso del transporte en la ciudad, entre otros ejemplos que son parte del problema.

Finalmente, la única alternativa para resolver estos problemas son las exigencias históricas que han adelantado tanto usuarios como gremios y organizaciones sociales: 1. Que las tarifas se ajusten por debajo del aumento del salario mínimo. 2. Que se genere una tarifa diferencial para estudiantes, personas de la tercera edad y personas con discapacidad, no sobre la base de la focalización del subsidio, sino con inyección pública al sistema, y 3. Para que lo anterior se pueda realizar, deben renegociarse los contratos para que haya un equilibrio que favorezca por encima de los privados al distrito, de tal manera que sea este el que administre y destine los ingresos para mejorar el transporte de la ciudad. Mientras esto no se lleve a cabo, la crisis seguirá aumentando y el estallido por parte de usuarios y de la gente de a pie —quienes ven en la colatón y el bloqueo formas legitimas para expresar su inconformidad— será inminente.

En ese sentido la movilización social y las vías de hecho son las únicas alternativas que la gente tiene a su disposición para dignificar la vida de la inmensa mayoría que pierde año tras año por la avaricia de una minoría que nunca se transporta en TransMilenilo.

Nicolás Botero, estudiante de Licenciatura en Ciencias Sociales, lider social y estudiantil que ha trabajado en defensa de la educación pública y por la dignificación de la vida en la ciudad.

Por: Nicolás Botero, estudiante de Licenciatura en Ciencias Sociales, lider social y estudiantil que ha trabajado en defensa de la educación pública y por la dignificación de la vida en la ciudad.

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