La masacre del Billar en Palenque: un golpe bajo de la guerra al futuro del boxeo colombiano

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Muchxs conocimos San Basilio de Palenque por la historia de Kid Pambelé, nuestro primer campeón mundial de boxeo; en los relatos de nuestros abuelxs. Muchxs Otrxs, más jóvenes quizás, por la frase “viva Palenque, viva Pambelé” de un vallenato sabrosón de Carlos Vives que se escucha con frecuencia en las emisoras, el pico, las discotecas y las fiestas familiares. Sin embargo, muy poco se sabe en el país sobre los daños ocasionados por el conflicto armado colombiano a esta comunidad étnica afrocolombiana en su territorio, al día de hoy. Espero que este escrito sirva para hacer memoria y para que un hecho aberrante como el que les voy a narrar, el de una masacre a unos jóvenes que enluta nuestra historia: jamás vuelva a suceder en Colombia.

Antes de comenzar a narrar la historia, quiero decirles que Palenque está ubicado en las faldas de los Montes de María a un poco más de una hora en bus de Cartagena. Se trata de un territorio de tradición agropecuaria y campesina del caribe colombiano. Este espacio geográfico ha sido un punto geoestratégico en el conflicto armado, porque el mismo fue utilizado como corredor para el tráfico de armas y de narcóticos. Allí se perpetraron 56 violentas masacres a manos de los grupos paramilitares.

El 3 de febrero del año 2001, a la una de la tarde una camioneta doble cabina Toyota Hi-lux, de color gris; sin placas, que traía varios militares en su interior y que venia a toda velocidad: recorrió, barrio arriba y barrio abajo las calles del casco urbano de Palenque y se estacionó frente al billar que estaba ubicado al lado de plaza central del corregimiento, en donde ese día se perpetuo una violenta y aterradora masacre colectiva.

Los hombres armados que se bajaron de la camioneta, disparando a diestra y siniestra ingresaron al billar, en donde mataron de una manera canalla y vil a cuatro jóvenes palenqueros, tres de los cuales eran promesas del boxeo nacional. Dos de ellos fueron ultimados con un tiro de gracia en la cabeza y los otros dos murieron a causa de varios disparos a quema ropa que se depositaron en su integridad.

El único sobreviviente de esta trágica escena de terror, me relato esta historia cuando me invitó a su casa, y nos comimos un boli, un heladito típico de la región, luego de que nos encontráramos en un bus hacia Palenque.

En esa ocasión, yo iba a visitar después de algunos años a la comunidad y a los amigxs que me salvaron la vida a punta de música y alegrías, tras haber caído en el vacío de la depresión por la muerte trágica de mi abuelo y el fracaso en una relación amorosa en 2004 y 2005.

Jairo Crispín: ¿Felipe qué fue lo que paso ese día de febrero de 2001 en el billar en Palenque?

Felipe Tejedor: Yo iba a Cartagena a comprar comida y unas cosas para la vivienda, cuando vi que venia una camioneta a toda velocidad y me dije: deber ser la Fiscalía o la Policía y van a arrestar a alguien. En ese momento, intenté caminar un poco más rápido para llegar al sector de la plaza, porque la camioneta no me parecía confiable, yo que sigo caminando, miro hacia atrás, pero de repente ellos se bajaron y lo que yo siento, en el momento es el impacto de la bala en mi cara.

Aterrorizado, empiezo a correr para poder salvar la vida, pidiendo auxilio en las casas de Palenque. La gente de la comunidad estaba aterrorizada y me decía: no te vayas a quedar aquí porque te pueden seguir y te van a terminar de matar. Un amigo muy asustado que me tendió una mano, me dijo: “vete para esa finca que esta allá lejos y escóndete”. Yo todo bañado en sangre, salí corriendo y le hice caso.

Cuando llego a la finca, le comento a un señor: “mire me acaban de pegar un tiro aquí en la cara y vengo corriendo en busca de salvar la vida; porque yo no le he hecho nada a nadie, ni le debo nada a nadie y sólo tengo mi vida y mi familia”. El señor me responde: “quédate aquí”. Entonces pasó un lapso de tiempo y yo pude controlar un poco mis nervios. Luego de mi recuperación en Cartagena, lastimosamente, tuve que dejar Palenque y el país, para exiliarme en Venezuela durante varios años.

Años después, al regresar a Palenque, por un tiempo mis hijos me preguntaban “¿qué le pasó en la cara papá?”: yo les respondía que me había caído y por el accidente tenía esa cicatriz en la cara. Yo les daba esta respuesta por el miedo, porque pensaba que algo nos podía pasar en cualquier momento. Cuando ya crecieron, fue que yo les comente lo que me pasó en la tarde trágica de ese sábado de febrero del año 2001.

Jairo Crispín: Los jóvenes que murieron en la masacre en el billar fueron Julián Herrera, Dilson Miranda, Senén Miranda y Manuel Valdez Fruto. Quienes se desempeñaban como estudiantes y trabajadores del agro, tres practicaban el boxeo y dos de ellos, Senén y Julián, soñaban con ser como su ídolo el Rey Kid Pambelé, el más brillante y glorioso boxeador de todos los tiempos en Colombia. Por eso estaban entrenando y eran integrantes oficiales en la selección Bolívar de boxeo.

Isidora Miranda, madre de Senén, con lágrimas en su rostro dijo en su momento al periódico El Espectador que «Esa camioneta ya la conocían por esos lados. El día de la tragedia, a su paso, la gente de otros pueblos decía: «ay, Dios mío, algo horrible va a pasar en Palenque. Y así fue».

En un acto de resistencia, 10 días después de la masacre la comunidad de Palenque, organizó una marcha a la ciudad de Cartagena clamando por la paz en su territorio y por que se respetara la condición de su neutralidad en el conflicto armado colombiano. Esa marcha término con una concentración en la gobernación del Bolívar que exigía la protección para esta comunidad étnica afrocolombiana en un contexto degradado de la guerra.

En ese momento, el gobernador de Bolívar, Luis Daniel Vargas Sánchez, recibió a una comisión de la marcha y les garantizó su seguridad y el regreso de la tranquilidad a la comunidad, en la Asamblea Departamental. Luego de un año de conversaciones y negociaciones entre estas partes como resultado se generó una ordenanza donde se reconoció a Palenque “Zona de Convivencia Pacifica y Territorio Étnico Cultural del Departamento de Bolívar”. Fue entonces cuando le prohibió al ejército llegar a Palenque sin previa autorización de la comunidad y concertación gubernamental de la misma con la institucionalidad administrativa y política del Estado colombiano.

Con la Ley 1448 o Ley de víctimas, la comunidad de Palenque que ha sido víctima del conflicto armado, es hoy vista como sujeto de reparación colectivo étnico. Por lo cual debe ser acompañada y reparada integralmente por el Estado colombiano, por diferentes hechos violentos, entre ellos, la desaparición forzada, homicidios, masacres, lesiones personales, torturas detenciones arbitrarias y prolongadas, secuestros, desplazamiento forzado, discriminación, reclutamiento de niños, niñas y jóvenes.

¿Y como está Palenque ahora después de muchos años de la masacre del billar?

Felipe Tejedor: La Masacre del Billar en Palenque fue la última señal de terror que dejaron los grupos paramilitares en el primer territorio libre de América. Yo volví, después de que fuera declarado patrimonio oral e inmaterial de la humanidad por la Unesco.

Después de todo el sufrimiento, se han hecho reuniones con la comunidad y el Ejército Nacional de Colombia, porque la gente le tenía miedo tras esos hechos victimizantes del conflicto armado y la guerra en nuestro territorio. Cuando le veíamos, nos escondíamos o En una actividad que se hizo hace algún tiempo en la plaza, yo mismo fui uno de los que les dije si ustedes fueron los mismos que cometieron esos hechos victimizantes y ahora vienen disfrazándolos en otra cosa.

Yo siempre he creído en el gobierno a pesar de lo que me pasó. Gracias a los procesos de reconciliación del posconflicto he podido perdonar a aquellos que por poco me quitaron la vida. Durante mucho tiempo yo decía, “que reparen y le den mejor a los muertos, porque yo no perdí nada y gracias a Dios yo estoy vivo”. Hoy comprendo que para nuestra comunidad el perdón es sinónimo de avanzar. Espero que con nuestras manos y el apoyo del gobierno podamos hacer parte de ese cambio social verdadero tan anhelado por la gran mayoría de los colombianos, para el presente y futuro de nuestro Hijxs.

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Jairo Crispín. Estudió Lenguas Modernas en la Universidad Distrital y es Trabajador Social de la Universidad Nacional de Colombia, apasionado por la literatura. Amigo de la casa Hekatombe. Jcrispin@unal.edu.co

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