Dos hombres y una mujer son quienes “promocionan” la venta de estos perritos, mientras que más de un imprudente se detiene un momento para acariciar con las manos sucias a los recién nacidos, y luego seguir caminando indiferente.
En la Carrera Séptima los domingos, confluyen micro planes para todos los gustos, danza, comidas rápidas, ópera, títeres, dibujantes. Las tardes las musicalizan desde solistas que interpretan música para planchar, hasta orquestas de salsa. Pero casi siempre son solo eso, microplanes, avanzo unos cuantos metros y ya estoy presenciando una experiencia cultural diferente. Si bien basta con seguir caminando para evitar a esos humoristas que se burlan de la gente o al mimo obsceno que aparenta ser un bebé, hay ocasiones, como hoy, en las que caminar no basta para saltarse eso que molesta, porque no solo molesta, es indignante.
Frente a una tienda de ropa interior y ropa deportiva, en la calle doce, un tumulto rodea un espacio pequeño en el suelo, quienes ocupan ese espacio, son apróximadamente cinco cachorros, no lo suficientemente grandes como para caminar o jugar en ese espacio, sino inmóviles, tendidos en el suelo sobre una tela muy delgada. Dos hombres y una mujer son quienes “promocionan” la venta de estos perritos, mientras que más de un imprudente se detiene un momento para acariciar con las manos sucias a los recién nacidos, y luego seguir caminando indiferente.
Por un momento pensé en discutir con los vendedores, apelar a su sentido común o humanidad, y resaltar la pésimas condiciones en las que se encontraban los perritos en medio del sol y de las lloviznas. Continuo caminando ahora más rápido, y buscando entre la multitud a un policía, al no ver a ninguno, sobre la calle 17 me detengo frente a una tienda de camisas y marco el 123, le pregunto a quien contesta sí está permitida la venta de animales en la calle y me pide que especifique la situación, así que describo el lugar, a lo que responde: “Ya mismo me comunico con Protección Animal para que envíen una patrulla”.
Entre aliviada y desconfiada, me devuelvo a la calle 12 a verificar si los vendedores continúan ahí. Espero unos minutos y efectivamente no llega ninguna patrulla, así que continuó hacia la Plaza de Bolivar, pensando, aunque equivocadamente, que seguro un policía en persona se mostrará más interesado y hará algo. Llego a la Plaza y repito la situación a un policía que antes estaba hablando por celular, “sí, ya aviso al cuadrante”, responde mientras hace de cuenta que saca el radio, así que insisto en que los perros son tan pequeños que apenas y se mueven, que están en el suelo, sin estar cubiertos del sol o la lluvia, y que las personas los tocan y que todo eso representa un peligro para ellos, y repite “sí, ya aviso al cuadrante”.
La policía intencionalmente incumplió el artículo 116 del Código de Policía, pues la venta de animales domésticos en vía pública está prohibida y a pesar de la llamada y las quejas, se hicieron los de la vista gorda ante este atropello a la vida.
Continuo caminando esta vez por la calle 11 y esperando encontrar a otro policía, pero, en la carrera 6, ya habiéndose nublado el cielo y con la llovizna más fuerte, pasaron frente a mi los vendedores, uno de ellos con una caja de unos 30x30cm, donde iban seguramente amontonados los perritos, y otro de los vendedores, tirando con fuerza la correa de quien supongo era la mamá de los cachorros.
¿Cómo puede justificarse ese comportamiento?: ¿Necesidad? ¿Inconsciencia? ¿Egoísmo?
- Solo quiero cerrar esta breve historia, pidiendo encarecidamente a las y los lectores:
- No promover, apoyar, ni participar en la compra o venta de animales.
- Adopte. adoptar no solo va a mejorar su vida, sino la del animal que adopta.
- No participe de ninguna forma en nada que involucre maltrato animal: peleas de gallos, tauromaquia, peleas de perros.
- Contribuya en la visibilización de campañas de esterilización animal, en procura de la vida digna de otras especies.
- Procure encaminar su alimentación hacia el vegetarianismo, puede ser complejo, pero es también ser consecuente, son más las razones por las cuales dejar lo más que se pueda el consumo de carne, que las razones en contra: la pésimas condiciones de vida de los animales, la ganadería en el país está fuertemente involucrada al paramilitarismo y por ende a la vulneración de los DDHH, los excesivos consumos de agua en la ganadería bovina.
En resumen, no seamos tan mierdas con los demás animales, se merecen lo mejor que podamos darles.
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Publicado: 23 de junio de 2019.
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Nicole Pinzón. Co-directora de la Revista Hekatombe. Maestra en artes plásticas de la ASAB, fotógrafa. Amante de la pedagogía y los derechos humanos.