*En respuesta al artículo De la denuncia en redes a la amenaza de muerte: feminismo sí, pero no así escrito por Nathalia Guerrero y publicado el 27 de diciembre en Vice.
*En respuesta al artículo De la denuncia en redes a la amenaza de muerte: feminismo sí, pero no así escrito por Nathalia Guerrero y publicado el 27 de diciembre en Vice.
Por petición de algunas compañeras feministas decidí escribir esta columna. Tuve que tomarme un tiempo, dejar que la tormenta pasara y serenamente pensar al respecto. Hoy, un mes después de lo sucedido, mi lectura del momento permanece casi intacta. Compartiré con ustedes los puntos que del artículo citado me parecen cuestionables y problemáticos.
Conocí el caso de Santiago Melo porque un compañero de universidad, quien es amigo de la denunciante, me comentó al respecto y me pidió que ayudara a difundirlo. Así lo hice, porque las mujeres, que contamos con un ejercicio del poder muy limitado, tenemos (casi siempre) como única opción las redes sociales (hecho que la autora reconoce: no nos dejan muchas opciones) para que nuestras denuncias sean tomadas en serio y nuestros victimarios dejen de acosarnos. Nuestro trabajo como movimiento social es amplificar las voces de las mujeres a las que nadie escucha. Así que es un deber ético y político dar a conocer las denuncias con los pocos recursos con los cuales contamos.
Las pruebas contra Santiago estaban ahí, a la vista de todos. Las capturas de pantalla y que cada vez aparecieran más personas que habían sido agredidas por el mismo personaje daban fuerza a la denuncia. Los pantallazos, donde él afirmaba “menos mal te golpeé”, “me hace sentir mejor”, “me agrada que hayas sido lastimada y haberte visto la cara de terror cuando te ahorcaba”, evidenciaban que efectivamente se trataba de un agresor.
Más allá de la veracidad de la denuncia (de la cual la autora del artículo duda, porque siempre habla de Santiago como “presunto”) lo que me interesa es que, ante esas pruebas y la alta probabilidad de que efectivamente se tratara de un agresor, es entendible que la respuesta de las feministas sea compartir y publicar en cuanto espacio podamos el caso, con el fin de que el agresor se detenga, la justicia haga algo y evitar futuras víctimas. Si no tenemos más medios, usamos los que tenemos disponibles.
Teniendo en cuenta esto me pregunto ¿por qué habríamos de sentirnos culpables por la decisión que tomó Santiago? Hicimos lo que debemos hacer: dar a conocer los casos de agresión machista para que no queden impunes, especialmente cuando las pruebas aumentan la probabilidad de que la denuncia no sea falsa (y aún más si se tiene en cuenta que el porcentaje de denuncias falsas por violencia machista no llega ni al 1% en España. Lastimosamente no he encontrado el porcentaje en Colombia). Y como feministas debemos reconocer que justamente la culpa es una de las armas utilizadas por los hombres para mantener nuestro sometimiento. Es tan comúnmente utilizada que no podemos hablar de violencia psicológica sin hablar de la culpa: hacernos sentir responsables de todo lo negativo, incluso de las agresiones de las que somos víctimas, es una estrategia usada por los hombres para quebrar nuestra autoestima y quitarles responsabilidad a ellos por lo que hicieron.
Por otro lado, sentirnos culpables porque un muy seguramente agresor decidió quitarse la vida nos lleva al absurdo porque las consecuencias de la denuncia no son responsabilidad nuestra y menos cuando muchas de ellas provienen de otros hombres violentos. ¿será que alguna feminista amenazará a Santiago con violar a su hermana? Es evidente que no. Quienes lo amenazaron de ese modo no son feministas, y quienes utilizan la violación de mujeres como venganza son otros machistas. Por eso le pregunto a la autora ¿por qué motivo este tipo de reacciones deberían cuestionar al feminismo (lo digo por la afirmación de “feminismo sí, pero no así”), si claramente esas reacciones no son feministas?, ¿realmente tenemos constancia de que las amenazas serias (de muerte o de violación) fueran hechas por feministas y en nombre del feminismo?, ¿si denuncio un caso de pedofilia y el resultado es que alguien amenaza al pedófilo de muerte la responsabilidad es mía por haber denunciado? Hay que ser precisa y saber diferenciar muy bien a quienes hay que responsabilizar. El movimiento no es responsable de lo que personas aisladas hagan (incluso antifeministas. De nuevo, no imagino a una feminista o a un aliado amenazando a un agresor con violar a su hermana) porque nosotras como movimiento difundimos un caso de violencia machista.
Avanzando en el artículo llegamos a uno de los puntos más cuestionables de todo el texto. La autora afirma que el objetivo del feminismo no es instaurar un nuevo sistema de opresión. Ahí estamos de acuerdo: el objetivo del feminismo es la liberación de las mujeres. Lo que no entiendo es cómo una respuesta en redes sociales deseándole la muerte a un agresor, por ejemplo, puede ser igualada a la violencia machista. ¿Es posible afirmar que hay un “feminismo paramilitar” sólo porque hombres y mujeres (que ni siquiera sabemos si son feministas) amenazan a un agresor? Para mí sí hay una diferencia evidente en el hecho de que a nosotras nos violen, nos maten, nos tiren ácido en la cara, nos vendan, mutilen nuestros genitales, etc. y que una mujer enfurecida diga “nos veremos en la calle”. Si y sólo si el feminismo hiciera sistemáticamente lo que los hombres han hecho con nosotras podría hablarse de un cambio de papeles, donde las mujeres dominemos y los hombres sean dominados. Y yo veo muy lejos de nuestras aspiraciones que eso ocurra. A pesar de los muchos casos de violencia machista que conocemos a diario, las feministas no matamos, no violamos, no torturamos y no violentamos a nadie. Es tan así que violadores cuya cara conocemos todas, como los integrantes de la manada, siguen campantes por las calles y no pasa nada ¿sucedería eso si el feminismo fuera paramilitar?
Me parece gravísimo e irrespetuoso, no únicamente con el movimiento y las víctimas de la violencia machista sino también con las víctimas del paramilitarismo que se compare de un modo tan descuidado e irresponsable al paramilitarismo con el movimiento social que busca la liberación de las mujeres. No es gratuito que el feminismo haya sido denominado “la revolución silenciosa”, porque hemos logrado transformaciones significativas sin necesidad de disparar ni una sola bala. A la autora se le olvida que a las que matan son a nosotras. Entre “feminismo paramilitar” y “feminazismo” no hay ninguna diferencia: ambos términos toman un fenómeno social o un régimen político extremadamente violento, con millones de víctimas a cuestas, y lo igualan con un movimiento social que no ha derramado sangre. No únicamente es una comparación imprecisa, sino también injusta.
Por otro lado, también es necesario que dejemos de ver al machismo como un ente inmaterial que de vez en cuando posee un cuerpo x y violenta a mujeres. Concuerdo en que el movimiento no puede convertirse en una cuestión de amigo/enemigo (y estoy de acuerdo sólo por la diferenciación que Chantal Mouffe hace entre enemigo y adversario. Nuestro compromiso con la democracia radical implica reconocer que no son enemigos para no llegar a la violencia -a la cual no hemos llegado-, pero sí reconocer que tenemos intereses opuestos. Por eso la mayoría de hombres son antifeministas). Pero, no podemos estudiar tanto el patriarcado y cómo opera la violencia machista para concluir que nuestro problema como mujeres, es decir, como clase oprimida dentro del sistema patriarcal, no es que los hombres nos violenten y nos opriman. Los hombres no son enemigos, pero sí son quienes oprimen y se privilegian con nuestra opresión. No podemos suponer que el sistema patriarcal es como un dios al que nadie ve y nadie es responsable de cómo actúe. Ese sistema se concreta en acciones cometidas por hombres contra mujeres y esa es una verdad innegable. Reconocer esta lectura básica del feminismo no implica ningún tipo de violencia. Reconocer quiénes son los opresores no implica que estemos armando una guerra o un genocidio contra los hombres. Reconocer quiénes son los que nos violentan no implica que seamos un movimiento social paramilitar. Hacemos lo que todos los movimientos para lograr su emancipación han tenido que hacer: reconocer con claridad quién es el opresor y cómo opera la opresión para plantear las estrategias políticas y organizativas que permitan la emancipación.
Por todo lo anterior, respondo contundentemente que no existe un feminismo paramilitar. El feminismo es y seguirá siendo (como lo ha pretendido siempre) el movimiento social que busca la emancipación de las mujeres. Para lograrlo hay que hacer lecturas juiciosas y precisas sobre la opresión y el sometimiento de las mujeres. Comparar a un movimiento que sigue luchando sin armas y sin derramar sangre (es más, al contrario, es el movimiento que más ha querido parar el derramamiento de sangre y por eso es el único que se ha tomado en serio la opresión de los demás animales) con grupos armados creados, sostenidos y compuestos principalmente por hombres que tienen como finalidad sostener el status quo a costa de la matanza de inocentes es injusto.
10 de Febrero de 2019
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Sharon Barón | @SharonVeg1 | Licenciada en Ciencias Sociales, estudiante de Filosofía, activista antiespecista y feminista. Las letras son el aire que respira, la música es el suelo que la sostiene y los demás animales son su razón de ser. (Sigue) Exist(iendo)e por y para la transformación.