Sólo fracasa el que se arriesga, sólo es vencido el que lucha,
Sólo se naufraga cruzando el mar. El que no se sienta con ánimo
para enfrentar la derrota, que se aparte del riesgo,
de la pelea y del mar.
Alejandro Casona
Desde el 20 de julio los nuevos Senadores y Representantes a la Cámara tendrán la oportunidad de aprobar propuestas legislativas. Desde antes de posesionarse, la bancada del Centro Democrático (que sí llamamos las cosas por su nombre ni son centro, ni mucho menos demócratas) manifestó su ánimo de realizar lo que llaman tres cambios sustanciales al Acuerdo de Paz vía Fast Track.
En palabras de la senadora Paloma Valencia los cambios consisten en: primero derogar la Justicia Especial para la Paz, segundo quitar la participación política de la FARC y tercero eliminar el blindaje del Acuerdo. En total sólo hay un cambio al Acuerdo y es hacer trizas lo pactado. Entonces, podría preguntarse, si este partido político siempre manifestó críticas al Acuerdo ¿por qué cuando se discutió en el Senado y la Cámara, de la manera más grotesca se salían del recinto sin participar en la votación? Y allí se puede hacer una relación con el actual voto en blanco, la postura era hacer caso omiso al debate y a las necesidades del país, burlarse de las y los colombianos y salirse del evento, lavándose las manos con su responsabilidad política para luego criticar desde los escenarios de confort.
Y qué mejor confort que logrando la mayoría de escenarios decisivos; dejando de ser la supuesta oposición y convirtiéndose nuevamente en fuerza aplastante de poder. Para ello, el uribismo se valió de una herramienta operativa, la misma que uso para llegar al poder, se trata de la creación de categorías que carecen de contenido real, pero se convierten en slogans de campaña. Nombremos algunos ejemplos:
Castro- Chavista -suponiendo que hace referencia a Fidel Castro y Hugo Chávez como presidentes que han propuesto modelos económicos alternativos al capitalismo, que falla en tanto desconoce presidentes como Allende, Arbenz, Correa, Morales, Ortega, Lula, Mujica y tantos otros, que han insistido en hacer de América Latina un bloque de poder, en el cual acomodadamente ha participado Colombia, como en la Unasur (espacio en el cual Álvaro Uribe siendo presidente no se opuso en lo más mínimo)-.
Siguiendo con los ejemplos, para el Plebiscito su discurso fue contra la Ideología de género – preocupándose por las mujeres empoderadas que acabaríamos con la familia y apoyaríamos a quienes decidieran voluntariamente sobre su cuerpo. ¿Les da miedo que seamos como Argentina? pues bien, su ideología no existía, en el Acuerdo se habló de enfoqué de género, aunque nos hubiera gustado que se hablará de feminismo-.
Posteriormente el slogan se ubicó en el caso venezolano. Duque se posiciona con el dicho “no queremos ser otra Venezuela” para ello recomendamos escuchar el discurso de Nicolás Maduro en el XXIV foro de Sao Paulo, quien no sólo explica a qué se debe la situación económica, sino las formas como los gobiernos colombianos han agudizado las crisis.
Ahora el slogan ha cambiado, se posicionarán Representantes a Cámara y Senadores diciendo “haremos que el narcotráfico no sea conexo al delito político” y ya con las experiencias citadas, sabemos que en el fondo no van por los narcos; no fueron en los anteriores gobiernos, mucho menos lo harán ahora. El mensaje es claro, quitar el grado de beligerancia que tiene la oposición, tildándolos a todos de narcotraficantes, empezando por el campesino que cultiva coca o por quienes raspan, sin profundizar en quienes hacen negocio con la cocaína en el exterior. Se convierte todo esto en un show mediático que recuerda al programa Alerta Aeropuerto, el problema acá no son las mulas, sino las redes de narcotráfico; entonces sí cogen tantas mulas a diario en el país, por qué no muestran las investigaciones y seguimientos a los narcotraficantes y a sus carteles, que bien compran votos y deciden sobre las políticas públicas.
Los casos anteriormente nombrados, nos permiten dejar clara la intensión de fondo, la cual es interponer intereses y terquedades innegociables sobre el Acuerdo. Pesándome mucho, hoy el uribismo tiene el ejecutivo y la mayoría del legislativo. Pero diciéndolo con Estanislao Zuleta, la democracia no es la victoria de las mayorías, sino el respeto a las minorías; cosa que poco hemos entendido en Colombia. Razón por la cual la minoría del país viene creciendo en las urnas, de seguro debe causar eco que 8 millones representen la voz minoritaria en Colombia, somos conscientes que esos 8 millones no harán presencia siempre en las calles. Pues son trabajadorxs, madres, abuelxs que han dado su vida en los oficios cotidianos (que ha muchos les da pereza y menosprecian) pero que de manera honrada han dedicado su vida para hacer de sus hijos y nietos “personas de bien”1. A ellas les pido disculpas por las molestias que se vienen, por los trancones, por que las calles hablen, por que no todo puede gustar; nos haremos escuchar y nuestra voz también tendrá voto en los escenarios necesarios.
Es un llamado a esos hijos y nietos, aquellos que honramos el barrio, la vereda y el pueblo como los escenarios de construcción social de poder popular a tomarnos de manera política el rumbo del país. La comunicación, el arte, la movilización deben transgredir y ello implica incomodar, molestar, generar repudio en quienes nos repudian a diario.
Invito a todos aquellos que no se encuentren conformes con el gobierno entrante a manifestarse de la manera como consideren prudente, a través del arte, del amor, de la pinta, del plantón, en las calles, en los barrios, en universidades de forma académica. Articulemos una plataforma de unidad, que reconozca nuestra amplitud de ideas como oportunidad para trabajar las propuestas desde nuestros saberes; enriqueciendo, construyendo y aprendiendo.
Nos vemos en las calles, en los barrios, en veredas y campos; que tiemble la oligarquía que este pueblo se despierta y grita RESISTENCIA.
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Por: Aleja Vargas. Amiga de la casa hekatombe.