El gobierno Santos pasó a la historia como el gobierno de la paz. Calificativo paradójico al encontrar, como ya lo hemos reiterado en repetidas ocasiones, que su modelo de paz no difiere del modelo de guerra del uribismo.
Santos negoció la paz para vaciar los territorios de las comunidades, para violentarlas con la bota de la fuerza pública ante la exigencia de los más básicos derechos sociales, así como por el reclamo del cumplimiento de los puntos de La Habana que competen de forma directa a la población civil. No muy diferente de la guerra adelantada por Uribe, que de forma menos solapada al santismo –y evidentemente no por ello mejor- otorgó un marco de legitimidad jurídica, política y social a la eliminación de todo aquel que pensara diferente, es decir, que exigiera justicia social a un Estado que se limita a recaudar impuestos para decirle a la población que no puede “vivir del papá Estado” mientras garantizan elevados salarios a los funcionarios que mantienen una puerta giratoria con los grandes conglomerados económicos.
Es necesaria la paz, pero una paz planteada desde los territorios, desde las comunidades que han sufrido el conflicto armado, desde las periferias, desde los de abajo, porque esta paz desde arriba, sostenida por las élites, sus partidos, sus grupos económicos y los mandatos que vienen desde EEUU, nos está costando la vida.
Esta es una editorial indignada, es una editorial contra el absurdo que resulta no solo de las disposiciones dañinas promovidas por las élites desde los altos cargos del Estado, también contra la pasividad. Contra las burbujas que nos hacen creer que somos islas y no nos toca lo que le pase al otro, contra el miedo de ver las injusticias y no tomar acciones contra ellas. Es un llamado, un humilde llamado, de los tantos que se han hecho en la historia de nuestro país, a despertar de la dictadura civil interiorizada, para que tomemos acciones contra este absurdo de realidad nacional.
Recuento de lo sucedido el 25 de octubre de 2017. Recuento de solo un día, sin tener en cuenta que entre el 1 y 25 de octubre han sido asesinados 24 líderes sociales, entre otros terribles acontecimientos:
1. Roban los equipos de Agencia de Prensa Rural.
2. Fue asesinado el gobernador indígena del Resguardo Catru, Dubaza Ancoso del Alto Baudó.
3. Fuerza pública ataca a campesinos del Catatumbo que están en paro.
4. Las Águilas Negras amenazan a defensores de derechos humanos, sindicalistas, líderes sociales y comunidades indígenas.
5. La policía ataca a indígenas frente al Centro de Memoria, Paz y Reconciliación.