Somos un patético cliché de amor y amistad

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Escribo esto en medio de un fin de semana en que se esperaría de cualquiera, según leí por ahí, estuviera celebrando con “el amor de su vida” la felicidad de que el destino los hubiera juntado para vivir felices por siempre, pero no, este fin de semana, “el amor de mi vida” es mi cama y Netflix, alternado con buena comida, e intentos sin éxito de adelantar tareas para la rutina laboral de la semana. Esa es la realidad. 

Es un cliché escribir de amor y amistad un día después del día, pero es inevitable, así somos, un patético cliché.

Después de unas cinco películas romanticonas y de intercambiar mensajes con ex, cuentos, cuentos y posibles cuentos, comprobando que la historia de la pareja feliz es solo eso, un cuento más, no dejo de pensar en una conversación que tuve con unas amigas hace unas cuantas semanas sobre “dar pista”, y como estaban seguras que una de ellas le estaba “dando pista” a un joven que le llamaba la atención, pero al parecer el susodicho no tenía la más remota idea que ella estaba interesada en él, en resumen, somos de esos clichés que les gusta complicar la historia, ya que finalmente eso es lo que consumimos desde pequeños, clichés de amor pegajoso y desesperante, clichés que solo ocurren en las películas, y eso es lo que intentamos de manera torpe reproducir sin éxito en nuestras vidas aunque en muchos casos lo neguemos con vehemencia.

Desde los cuentos de hadas, las historias de las relaciones amorosas son historias que se complican porque al final la gente simple y llanamente no fue clara con sus intenciones, o de pronto porque realmente no sabemos que es lo que queremos. O acaso no es la historia de “Orgullo y Prejuicio” la que se reedita en muchas historias de “amor”; ¿Por qué es tan difícil que le digan a la persona que le gusta, que le gusta? ¿Por no pasar la vergüenza del rechazo? ¿No es más complejo quedarse con la incertidumbre de lo que pudo ser pero que nunca se sabrá? ¿Cuándo les ha funcionado complicarse y no ser claras y directas? ¿Será una cuestión biológica? (terreno peligroso la última pregunta ya que me arriesgo a que me caiga una horda de feministas a acusarme de machista por buscarle explicaciones al comportamiento femenino).

El anterior cliché es como el marco general del problema, y más de una persona que me lea pensara que estoy generalizando de manera injusta y abusiva, pero cuando uno profundiza se da cuenta que este cliché tiene ramificaciones profundas y difíciles de entender para cualquiera, por lo menos en mi experiencia (y no solo para los hombres).

Están las que se las dan de serias y duras pero al final no son más que un pedacito de pan debajo de esa apariencia fuerte e inconmovible, que terminan siendo ‘los mejores amigos’ de uno; aunque también existen las serias y duras y punto; están también las que aparentan que solo les interesa el buen sexo pero al final buscan en cada buen polvo el amor de sus vidas; también las que quieren buen sexo y no necesariamente están buscando en cada buen polvo el amor de sus vidas; y también están las tradicionalistas, las que se enamoran de todo el que las mira bonito, aunque muchas veces lo nieguen, o ven príncipes azules donde solo hay sapos con verrugas, y este caso tiene sus bifurcaciones extrañas, como las que se dicen que no quieren una relación seria, pero al final en la práctica se comportan como la parte de la relación más seria de los años maravillosos, esas relaciones en las que se imaginan un futuro juntos, y en muchos casos hasta prole, aunque lo nieguen una y mil veces, algunas se lo confiesan solo a su círculo más íntimo de amigas, es así, no lo nieguen.

Seguramente se me escapan muchas importantes definiciones de lo que pueden llegar a ser las mujeres en esta vaina del amor, ¿para que meterme con lo que somos los hombres si uno no lo tiene claro?, a pesar de lo anterior para mi la relación ideal es aquella en donde exista la transparencia, en donde cada uno se puede leer sin trabas (leer es sentirse, pensarse, hasta olerse, es lo que algunos llamamos confianza); donde la vaina fluya sin hipocresias o falsedades, sin estar pensando en lo que los demás pensaran, y sin que los demas se interpongan.

El amor es una conexión muy complicada de hallar en este mundo tan acelerado y deshumanizante, tengo la esperanza de que es algo que no se ha extinguido, esta por ahí, solo toca encontrarse a uno mismo en medio de ese afán para así estar abierto a ese bonito accidente. Uno tiene que darse la oportunidad de conectar la razón con las tripas a la hora del amor.

En fin, yo creo en la existencia del amor, no como un punto de llegada, últimamente lo veo como algo sin pasado ni futuro, es un momento de la vida de uno en que todo conspira a favor de lo que está pasando, por eso parece mágico, ya que no puede existir otra explicación para conectar con otro ser humano y sentirse feliz. El amor no es sexo, aunque el sexo definitivamente mejorara ese momento sin tiempo, el amor es esa conexión, tan frágil y complicada que así como llega sin aviso se puede ir como agua entre las manos, y como sé que me estoy inventando el agua tibia con esta conclusión solo diré que lo sé, yo también soy un patético cliché.

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Shameel Thahir Silva | @ShameelThahir | Integrante de la REVISTA HEKATOMBE.

Politólogo y Magister en Estudios Políticos Latinoamericanos de la Universidad Nacional de Colombia. Ciclista urbano. Enamorado de Bogotá y con ganas de servirle a su gente. Preocupado por un país en donde quepamos todxs.

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