Durante varias semanas he estado haciendo esta clasificación de los tipos de personas que nos encontramos en el trabajo, principalmente desde la observación participante y la entrevista semiestructurada. A continuación, comparto los resultados, no sin antes señalar que una persona puede representar varios tipos a la vez ya que no son excluyentes entre sí. Estas personas se encuentran en empresas, ONGs, o en el Estado.
Hago referencia a las personas en general.
Las camaradas: hablan de ‘la causa’ y por la ‘causa’ esperan que se sacrifique la vida, se trabaje gratis, se carguen ladrillos y se visibilice a la o el camarada. Si alguien no copia a esta dinámica, prácticamente se le somete a un juicio de guerra por reaccionario y por ir en contra de los intereses de la causa que el o la camarada lidera.
Las borrachas: esta categoría es bien amplia, pues se puede tratar de borrachos que se pierden durante la jornada laboral; borrachos que trabajan, es decir, que se embriagan entre semana, pero cumplen con sus funciones; o de borrachos amañados, que después de compartir todo el día con sus compañeros de trabajo, quieren salir a tomarse las polas con ellos.
Está también un tipo liminal al que llamo prendos por necesidad, ¿Cómo se constituyen? Debido a que el trabajo es muy pesado y hostil, se hace necesaria la ingesta de bebidas alcohólicas —y en algunos casos de un poquito de marihuana— durante la jornada laboral, para poder tolerar los abusos. Es así que ciertas personas llegan a un punto en el que no están borrachas, pero tampoco completamente sobrias.
Las que instrumentalizan los feminismos: se trata de mujeres que se valen del conocimiento que tienen de los feminismos para explotar o perjudicar a otras compañeras de trabajo. Son violentas, crueles y despiadadas. Se les encuentra en el feminismo liberal (que es normal), pero también en los feminismos de izquierdas.
Las que se ponen la camiseta, el overol o cualquier prenda, por el trabajo: son aquellas personas que trabajan más de lo que deben, sacrifican sus fines de semana, su salud, las noches, y la vida, para hacer más de lo que les toca. Envían correos a las 3:00 AM, o sacan plata de su bolsillo para aportar a su lugar de trabajo. Al regalarse hacen que su ejemplo sea el rasero para los demás.
La que se queja: tiene que hacer el mismo trabajo que el resto del equipo, pero se queja tanto que parece que hace más. No le rinde por estar quejándose.
Defensoras de Derechos Humanos: de esta clase fueron identificadas dos tipos, el primero está compuesto por lo que denomino ‘los de verdad’, son quienes intentan la coherencia entre su discurso y lo que hacen, no maltratan a subordinad_s y compañer_s de trabajo, son personas consideradas y empáticas. Por otra parte, se encuentran ‘los de fachada’, comúnmente llevan décadas trabajando por la defensa de DDHH, han sido amenazados y creen que eso les da derecho a maltratar a subordinados, y básicamente, a convertirse en tiranos y tiranas.
Quienes hacen lo estrictamente necesario: trabajan de manera directamente proporcional a su salario, separan el trabajo de sus vidas, no son mediocres y son conscientes de las malas condiciones laborales. Normalmente duran poco, ya sea por renuncia o por no poner su existencia en función del lugar en el que trabajan.
La agradecida: estuvo mucho tiempo sin trabajo, o lleva mucho tiempo en ese sitio, así que le agradece al universo, a dios, a la energía positiva, que está recibiendo un salario. Su principal propósito es caer bien y evitar que la saquen. Habla de la fuerza de voluntad, del destino divino, de superar obstáculos y la recompensa que recibirá del cielo.
Las que se ganan indulgencias con avemarías ajenas: quedan bien a costa del trabajo de otros. Se roban las ideas de sus compañeros o subordinados sin avergonzarse. Algunas de estas personas se disculpan y hablan de malos entendidos, pero siempre repiten su modus operandi.
Las sobachaquetas: andan detrás del jefe y así consiguen ascensos, se ríen de los chistes estúpidos de sus superiores, sapean compañeros y pisotean porque creen que hacen parte de la familia de su lugar de trabajo.
Quienes tienen una profunda conexión con la naturaleza: debido a que tienen un sexto sentido y por experiencias místicas, no pueden hacer su trabajo por la relación existente entre la luna y la migraña; la dinámica de las olas y sus lágrimas; los nimbostratus y su estado de ánimo. De esta manera recargan a sus compañeros de trabajo, mientras ellos o ellas recargan energía.
Las rescatistas: llevan un buen tiempo trabajando en el mismo sitio o son expertas en un tema, si se acude a estas personas dan soluciones concretas, sugieren posibilidades y hacen recomendaciones. Son generosas con el conocimiento.
Los obstáculos: se quedan llorando sobre la leche derramada, no aportan soluciones, hacen mala cara cuando se les pide orientación, dilatan trámites, dan información errónea, pimponean y la culpa siempre es de quien pidió ayuda.
Las saboteadoras: se presentan como personas rigurosas y exigentes, sin embargo, se dedican a aburrir a sus compañer_s de trabajo y arrinconarl_s hasta la desesperación y la renuncia. Suelen usar tácticas como mensajes contradictorios, o no responder preguntas, llamar los viernes a las 10 PM para decir que algo está mal, aunque se hizo al pie de la letra. Maltratan cuando nadie más está presente, o por llamada telefónica, para no dejar testigos.
Las lámparas: para dejar huella o hacerse visibles, se cargan y se inventan más actividades de las necesarias, para luego decir que tiene mucho trabajo.
Fastis de ‘planta’: hacen parte de un paquidérmico sistema que se siente por encima del bien y del mal porque ha sobrevivido a muchos jefes, pero no porque hagan bien su trabajo. Se sienten los dueños del chuzo, son antipáticos, por tener el trabajo asegurado se convierten en barreras para contratistas. Hacen parte del ‘cartel de la coca’, creen que les deben rendir pleitesía, no caminan sino que levitan.
Las mediocres: su propósito es que les paguen por existir. Ganan lo mismo que los demás, pero no hacen nada.
La gente todo bien: con estas personas se puede trabajar en equipo, existe complicidad laboral, y en algunos casos se puede convertir en una gran amistad.
Para cerrar recuerda, tu jefe no es tu amigo 😉
Posdata: trabajar es feo y encontrarse con gente que es paila lo hace mucho peor.