UDENAR: cuentos de democracia y autonomía

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Los regímenes de todo el mundo han impuesto casi como una regla general, en este periodo de la historia, la situación del Covid-19 como un método de imposición sistemático y ordenado cuyo objetivo fundamental es el recorte de libertades y derechos de las grandes mayorías. Recortar, diezmar o anular estas conquistas no puede tener otra lectura que entender que la sociedad capitalista es por esencia cada vez más reaccionaria, generadora de todo tipo de violencias, que necesita sostener en estos regímenes el estatus quo sobre la base de la muerte y a costa de un retroceso humano que durante siglos nos fue difícil conquistar.

Son ejemplos innegables de lo afirmado las nuevas formas de esclavitud, la sobreexplotación de recursos naturales, la profundización del machismo institucional y cultural, la consolidación de pseudogobiernos resguardados por leyes antidemocráticas, vejámenes de la naturaleza sobre la premisa de la acumulación del capital o la anulación del oponente por la fuerza institucional o extra-institucional. Esto sucede en cada rincón del mundo: de norte a sur, de oriente a occidente, estamos plagados del mismo mal.

Colombia no es la excepción, como súbdito del capital internacional replica con juicio la receta fascista en cada una de sus actuaciones, basta una ojeada a la legislatura pandémica reciente, a la masacre de hombres y mujeres líderes sociales, la protección a los poderosos, la militarización de la vida civil, la falta de audacia del Ministerio Publico para atender las denuncias por violencia de género que siguen engrosando la lista de feminicidios, el control estatal de cada brote de inconformidad como si los derechos fueran una peste más aguda que la misma pandemia, el exagerado control de aquellos escenarios donde pueda brotar cualquier expresión de libertad, por pequeña que sea, impulsada muchas veces por jóvenes universitarios como bastión de los estallidos sociales en nuestra tierra y en muchos países de Latinoamérica.

Pase seis años estudiando mi pregrado y dos más un posgrado en el área de educación, pertenecí al movimiento estudiantil, grite con entusiasmo cada una de sus consignas, abrace la esperanza cuando conquistamos grandes victorias y siempre me enorgulleció pertenecer a ese histórico levantamiento que ha hecho de la Universidad de Nariño, una de las mejores del país, a pesar de las circunstancias. Por eso es que veo necesario levantar la mirada con agudo interés hacia los hechos recientes, para entender qué sucede ahí, por qué ese ataque tan planificado, orquestado desde los partidos tradicionales para recortar derechos y libertades a un núcleo de pensamiento tan importante para los procesos organizados del campo social y popular de los nariñenses. No hacerlo permitiría que la situación por la que atraviesa la universidad se vea desvanecida por el afán de la rutina, en un contexto que no podía ser peor, pues la noticia sobre la violación de la democracia universitaria llega como regalo de fin de año.

La intención es que no pierda ni relevancia ni potencia la necesidad de no ceder ante un ataque tan perverso que en suma no es un acontecimiento local, sino una avanzada de la política nacional en referencia a la autonomía de la Universidad Colombiana.

Quizá sea bueno recordarles a los honorables consiliarios del Consejo Superior Universitario – CSU sobre todo a los del sector externo y quien se presta para esta jugada, que las victorias democráticas del Movimiento Universitario UDENARENCE le ha costado la vida a varios jóvenes activistas; no es un mero accidente que hayan aparecido agentes estatales y paraestatales individualizando a trabajadores, docentes y estudiantes, deslegitimando un proceso importantísimo que desconoce el derecho a elegir rector en la Universidad de Nariño, derecho que se hizo con la sangre de muchos; intentar borrar esto de un golpe sin considerarlo devela la verdadera esencia de su tarea que no es otra que la de servir a un gobierno de derecha en nuestro país, abrir las puertas a un escenario de menos democracia y autonomía y de más violencia y control en nuestro territorio.

A los hechos: la UDENAR era y se recalca, era la única universidad del país que podía elegir sus autoridades, esa es nuestra realidad, hoy con la decisión del consejo superior sigue siendo la política exterior quien decide el destino de la universidad, como sucede en otras partes del país. Quien elige rector, de facto le quita el derecho a elegir a más de trece mil estudiantes y ochocientos docentes. En una mañana el Gobernador Rojas y un grupo de profesores con apetitos individuales pasaron como hecho aislado, una rica y ejemplar tradición democrática, la historia deberá reconocerlos así, aun cuando sus discursos públicos intenten esconder esta acción, los hechos son contundentes y están documentados, impulsaron y ejecutaron un golpe violento al derecho universitario en Nariño, ejemplo para el país.

Un individuo que se reclame demócrata no puede ni siquiera considerar representar nada si de por medio está el sacrificio violento de derechos colectivos, eso es más bien propio de la mentalidad del dictador, del rey que ejerce mando sobre la base de la designación de un superior no legítimo, quien astutamente aprovechó las medidas de confinamiento de fin de año, la situación sanitaria, y la estigmatización y señalamiento a los jóvenes que hacen parte del movimiento estudiantil para liquidar un derecho electoral alcanzado hace años. Estas solo son evidencias de un estilo de Gobierno que solo crece y se endurece en la ausencia de la reacción colectiva para su defensa.

Cinco personas externas a la universidad se abrogaron el derecho a una decisión que no les corresponde, las intenciones políticas del Gobierno Duque aparecen legibles a través de la Representante de la presidencia de la Republica y la delegada del Ministerio de Educación en este espacio, las intenciones del Gobernador del Departamento como presidente del CSU, son evidentes con el delegado del sector productivo, y el delegado de los egresados. Las conclusiones se reducen a dos elementos: primera, que si bien pueden existir promesas burocráticas para los enmermelados, la acción social no es ni será contra las personas sino contra los hechos que impiden el ejercicio pleno del derecho al voto con la premisa de impulsar una política de control sobre espacios democráticos y de pensamiento libre; en segunda instancia, es preciso señalar que la quinta columna al interior de los procesos organizados en un contexto de agitación administrarán desde hoy hasta que se defina, el futuro académico de la U, situación que merece especial atención por parte del movimiento estudiantil y la ciudadanía en aras de conservar el nivel social, científico y humano que el alma mater mantuvo hasta el 22 de diciembre, es decir, esto debe ser un asunto de conocimiento público, incluso si es posible de agitación nacional.

A un hecho antidemocrático se le debe anteponer miles de acciones democráticas, de ahí que es válida la reacción de estamentos profesorales y estudiantiles reclamando autonomía y democracia, todos los escenarios son válidos, los jurídicos, los culturales, los de movilización, los de indignación, los de las redes sociales y las calles, por que la pandemia y los festejos de fin de año no pueden estar por arriba de la democracia.

Exigir respeto por la democracia como principio es lo máximo a defender, solo un hecho democrático puede sustituir a otro hecho democrático, es una regla del ABC en las sociedades que pretenden superar las brechas sociales del sistema para avanzar en la construcción de paz con justicia social, cualquier otra acción violenta las estructuras de cualquier institución.

Concluyo planteando que si bien es verdad que la situación es difícil, no debe venir el pesimismo, la conquista del voto en la Universidad de Nariño ha generado un acumulado histórico de gran magnitud con docentes y estudiantes, a ellos no se les puede engañar y ante la dicotomía democracia – antidemocracia las grandes mayorías abrazaran con fuerza su derecho a ser escuchados por encima de los cinco del Consejo Superior y los docentes que impulsaron este abrupto hecho. Cada estamento valorará aquello que se ha puesto en juego con este suceso. Mientras el escenario eleccionario se da, lo natural es que se siga respetando la decisión mayoritaria y democrática vigente. Cualquier otra cosa es un sofisma.

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