¡Viva la esclavitud carajo!

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En el discurso del presidente de Argentina Javier Milei ante los cacaos y ricachos en Davos, hubiese sido menos humillante que les lamiera los pies uno a uno. La absurda expresión: “Ustedes son los héroes que el mundo necesita”, más allá de ser una de las más grandes falacias, fortifica el ideal, incluso mitológico, que el capitalismo más voraz, llámese libertario o con los adjetivos más floridos que se quiera, es la salida de la pobre condición humana. Situación, a la que éstos mismos personajes nos han condenado al apropiarse de casi un ochenta por ciento de la economía mundial. En su chapucero discurso, una de las intencionalidades más evidentes fue el cambio de la historia con fines retóricos. Lo que equivaldría a la más firme función del Ministerio de la Verdad en la obra de George Orwell 1984, donde simplemente en una construcción de lenguaje se cambia la historia con el fin de crear una nueva realidad y, por ende, una nueva verdad.

En su chapucero discurso, una de las intencionalidades más evidentes fue el cambio de la historia con fines retóricos. Lo que equivaldría a la más firme función del Ministerio de la Verdad en la obra de George Orwell 1984, donde simplemente en una construcción de lenguaje se cambia la historia con el fin de crear una nueva realidad y, por ende, una nueva verdad.

¿Es esta construcción de una falsa verdad el recurso más viable para el capitalismo rampante? Si bien en la obra de Orwell, el contexto distópico bajo el cual están subyugados los personajes, pertenece al totalitarismo más crudo, un sistema capitalista de libre mercado, no se aleja del funcionamiento más macabro de un neoesclavismo. Veamos primero cómo nos plantea el gran Orwell la alteración de la realidad mediada por el lenguaje: “El que controla el presente, controla el pasado”. Y, sin embargo, el pasado, alterable por su misma naturaleza, nunca había sido alterado. Todo lo que ahora era verdad, había sido verdad eternamente y lo seguiría siendo. Era muy sencillo. Lo único que se necesitaba era una interminable serie de victorias que cada persona debía lograr sobre su propia memoria. A esto le llamaban “control de la realidad”. Pero en neolengua había una palabra especial para ello: doblepensar”. (Orwell, 14).

¿Qué evidencias históricas se expusieron en su intervención?, ¿qué argumentos teóricos sustentaron sus palabras? Fácilmente podemos enunciar que cero.

Si bien, la obra del escritor inglés parte de un elemento ficcional, para su época, es completamente evidente el paralelismo con las sandeces que “líderes” como Milei prodigan en el panorama mundial. Enunciar que occidente está en peligro por “valores que conducen inexorablemente al socialismo”, o expresar, sin ningún tipo de evidencia o argumento sólido que “desde el año cero hasta el año mil ochocientos, el PBI per cápita del mundo se mantuvo constante, asumiendo que luego de las revoluciones industriales y la adopción del capitalismo incrementó sustancialmente el PBI per cápita”, son tan solo una muestra de la mentalidad delirante del mandatario argentino. ¿Qué evidencias históricas se expusieron en su intervención?, ¿qué argumentos teóricos sustentaron sus palabras? Fácilmente podemos enunciar que cero. La inverosimilitud del discurso, inevitablemente nos arroja al concepto orwelliano de control de la realidad.En este caso, los supuestos libertarios, viven en su “paraíso onírico de leche y miel”, ideales que en su momento también defendió el socialismo más escabroso. Curioso ¿No?

La inverosimilitud del discurso, inevitablemente nos arroja al concepto orwelliano de control de la realidad.En este caso, los supuestos libertarios, viven en su “paraíso onírico de leche y miel”, ideales que en su momento también defendió el socialismo más escabroso. Curioso ¿No?

En su obra titulada K-Punk, Volumen 1, el escritor inglés Mark Fisher, nos postula algo que da justo en el meollo del asunto: “La ideología es más un relato que un conjunto de ideas (…) lo que es nada menos que una narrativa contraria al realismo capitalista. Muchos de los análisis de la captura del capitalismo tardío producidos en el siglo XXI (…) el propio Realismo capitalista–, corren el peligro de ofrecer una mala inmanencia, un realismo sobre el realismo capitalista que solo puede engendrar una sensación de parálisis ante el cerramiento total del sistema (…) Vendan a los niños por comida” (Fisher, 336)

Con base a la cita de Fisher nos resulta fácil determinar que la alocución del delirante Milei, no es más que una mirada sesgada de lo que él interpreta por capitalismo. La famosa corriente libertaria, que va en contra de los colectivismos (expresión recurrente en su discurso), no es más que una reconstrucción de la realidad histórica, en la que el empresariado vampírico, simboliza al héroe ideal, un personaje casi mitológico que establece un deber ser en el mundo, azotado por la villana pobreza que nos subyuga y coarta nuestra libertad. Recurriendo nuevamente a Fisher: “La única solución que ofrece el capital –que ahora utiliza modos de gobierno “nihiliberales” más que neoliberales–, es cargar a los jóvenes con deudas y precariedad. Las optimistas promesas del neoliberalismo ya no existen, pero el realismo capitalista continúa: no hay alternativa, disculpas. Nosotros tuvimos, pero tú no, y así es como son las cosas, ¿ok?” (Fisher, 336).

La famosa corriente libertaria, que va en contra de los colectivismos (expresión recurrente en su discurso), no es más que una reconstrucción de la realidad histórica, en la que el empresariado vampírico, simboliza al héroe ideal, un personaje casi mitológico que establece un deber ser en el mundo, azotado por la villana pobreza que nos subyuga y coarta nuestra libertad.

Precarios dirigentes como Milei o vendedores de humo, disfrazados de profundos pensadores como Agustín Laje, consolidan la absurda voz de la reconstrucción histórica ultraderechosa. Robustecen la mitología capitalista como la teogonía liberadora en nuestros tiempos aciagos, en donde miles de jóvenes consumen estas ideas desaforadamente, con la firme convicción de avasallar la pobreza. Los principios libertarios los llevan a “vender sus niños por comida”, a negar la historia y adjudicar capas heroicas a nefastos personajes que no merecen más que el olvido y la ignominia. Sin darse cuenta que sus profundos pensadores o ideólogos, no son más que mamones del sistema, personajes que surgieron en una coyuntura que exhibe el fracaso del capitalismo y no son más que su remedo retórico.

No hay héroes, tan solo daños colaterales. Jornadas de trabajo interminables, salarios de miseria, tarjetas de crédito, microapartamentos, OnlyFans, autoayuda, religión, gurús de mierda, entre otras estructuras que convierten al hombre posmoderno en el villano de su historia. El capitalismo se nos encumbra cada vez más como una metafísica de lo imposible. Desde esta pútrida condición, admiramos a nuestros héroes. Los vemos salir en sus naves y controlar todo desde su mansión, disfrazada de comando central. Por nuestra parte, somos pobres, representamos a los modernos antagonistas. Como nos enuncia Fisher a razón de Batman: “El bien (capitalismo) no tiene una presencia positiva; lo que el bien es debe ser definido en referencia al mal (pobreza) (…) Es decir, el Bien, es la ausencia de un Mal cuya existencia es autoevidente (Fisher 197)

REFERENCIAS

Fisher, Mark (2018). K Punk, Volumen 1. Editorial Caja Negra, Buenos Aires

Orwell, George (2022). 1984. Editorial Alma, México

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