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Si de ficciones se trata, la del Yo es uno de los motores más activos que alimenta el movimiento del mercado. El culto a la personalidad y la obsesión por la satisfacción de las fantasías son los bastiones sobre los que descansa el mito del liberalismo clásico: aquel que presume que los individuos existen, que son como islotes autocontenidos, independientes y, peor aún, separados del resto. Soy cyborg: mezcolanza de voces, de miradas cotidianas y de tropiezos caseros. Un nosotrxs complejo; mitad máquina, mitad organicidad; mitad blasfemia del barrio, mitad plegaria maternal. A ratos, antropólogx; por la necesidad de comunión, profe; y, por vocación, degolladora de fantasmas.