Derribando el poder colonial

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El 16 de septiembre de 2020, indígenas Piurek derriban la estatua de Sebastián de Belalcázar ubicada en el morro de Tulcán, en Popayán, luego de un juicio popular en el que se le acusa al conquistador por:

“Genocidio, despojo y acaparamiento de tierras, desaparición física y cultural de los pueblos que hacían parte de la Confederación Pubenence, tortura por medio de técnicas de empalamiento y ataque con perros asesinos a los fuertes guerreros Misak Pubenences y asesinatos de Taita Payan, Taita Calambas y Taita Yasguen. Hurto del patrimonio cultural y económico de la herencia Pubenence, repartición arbitraria de tierras, esclavitud por medio de la institución de las encomiendas, despojo forzado del NUPIRɵ – gran territorio Pubenence, violación de mujeres, esclavización de la mano de obra indígena para enriquecimiento ilícito. Imposición de costumbres y creencias como el cristianismo, profanación de sitios sagrados y desarmonización espiritual. Todo lo anterior con los siguientes agravantes: las conductas anteriormente descritas fueron realizadas con sevicia y dolo, bajo la voluntad deliberada de cometer un delito a sabiendas de su arbitrariedad”.

El 28 de abril de 2021, el Movimiento de Autoridades Indígenas del Sur Occidente dio inicio al histórico estallido social contra el no futuro tumbando la estatua de Sebastián de Belalcázar en Cali.

El 7 mayo de 2021, el Movimiento de Autoridades Indígenas del Sur Occidente derribó la estatua del conquistador Gonzalo Jiménez de Quesada, ubicada en la Plazoleta del Rosario, en Bogotá. En el comunicado, la organización manifestó: “los pueblos originarios recuperamos uno más de nuestros espacios sagrados, que fueron violados, perpetrados y despojados por los sicarios de la ‘conquista y colonia española’. (…) De él y su familia descienden familias élites de este país que han reproducido los grandes problemas que seguimos padeciendo”.

El 9 de junio de 2021, el Movimiento de Autoridades Indígenas del Sur Occidente se concentró en la Carrera 100 con Calle 26, en Bogotá, para intentar tumbar las estatuas de Cristóbal Colón y la reina Isabel La Católica. Luego de resistir los ataques de la policía y de grupos “hispanistas” de extrema derecha, mantuvieron una concentración hasta horas de la noche del mismo día. Como efecto de esta acción, el Ministerio de Cultura tuvo que retirar las estatuas algunos días después.

Mientras la ciudadanía se movilizaba en esos días bajo el grito de ¡A parar para avanzar! El pueblo Misak instaló la consigna de: ¡A tumbar para avanzar, viva el paro nacional! De esta forma, rompieron el cristal de museo en el que estaba custodiada la historia nacional, para sacarla y desafiar así el poder colonial que aún la atraviesa.

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