20 de enero de 2023. Según medios independientes y organizaciones sociales, la cifra de personas asesinadas por la represión policial supera los 50, sin embargo, las protestas van en aumento.
La primera «Marcha de los 4 suyos» se organizó en el 2000 para oponerse a la nueva reelección del mandato de Fujimori, y sería está la punta de lanza que pondría fin a ese régimen algunos meses después
Las exigencias son cuatro: renuncia de la presidenta Dina Boluarte —quien es percibida como una ficha de la élite peruana afincada en el Congreso—, renuncia del Congreso —cuya legitimidad social va en picada—, nuevas elecciones y Asamblea Nacional Constituyente —para cambiar la actual Constitución que dejó el gobierno autoritario/neoliberal de Alberto Fujimori (1990-2000)—.
El 19 de enero se llevó a cabo la «Marcha de los 4 suyos», en la que amplios segmentos de la población campesina, indígena y provincial del Perú se desplazaron para realizar la «gran toma a Lima», capital del país.
Es importante resaltar la fuerza simbólica del nombre de la protesta. La primera «Marcha de los 4 suyos» se organizó en el 2000 para oponerse a la nueva reelección del mandato de Fujimori, y sería está la punta de lanza que pondría fin a ese régimen algunos meses después; se entiende así el sentido de la denominación de esta segunda edición de la «Marcha de los 4 suyos».
«Tenemos que pelear hermanos. Ese es nuestro triste destino, porque si no luchamos nos masacran igual. Nos cansaron estos parásitos que nada tienen que ver con nosotros, nos piden esfuerzos pero viven en mansiones lujosas cómo reyes, siempre fue así en toda latinoamérica. Entonces tenemos el deber de levantarnos ante tanta violencia».
Los 4 suyos hace referencia a las 4 partes que integraban el «Tahuantinsuyo», conocido en el tiempo colonial como Imperio Inca. Se trata entonces de una forma para designar la unidad territorial y cultural peruana en un propósito común: poner fin a un gobierno sin legitimidad.
Las protestas han puesto nuevamente sobre la mesa la problemática estructura racista y clasista sobre la que se sostiene el Estado peruano —en general la mayoría de Estados, aunque en el país pacífico/andino esto es particularmente evidente—, así lo deja ver un testimonio campesino difundido por el medio argentino «Matanza Viva»:
«Tenemos que pelear hermanos. Ese es nuestro triste destino, porque si no luchamos nos masacran igual. Nos cansaron estos parásitos que nada tienen que ver con nosotros, nos piden esfuerzos pero viven en mansiones lujosas cómo reyes, siempre fue así en toda latinoamérica. Entonces tenemos el deber de levantarnos ante tanta violencia».
Las imágenes de la movilización son, en lo fundamental, de sectores populares racializados. El eje de resistencia de la protesta se soporta sobre todo en las regiones andinas relegadas por la configuración estatal que ha puesto el foco de «desarrollo» en la región pacífica.
La «Toma de Lima» o «Marcha de los 4 suyos» queda explicada en este emotivo texto del escritor peruano José María Arguedas, cuando en 1962 hacia homenaje a la lucha de Tupac Amaru:
«Al inmenso pueblo de los señores hemos llegado y lo estamos removiendo. Con nuestro corazón lo alcanzamos, lo penetramos; con nuestro regocijo no extinguido, con la relampagueante alegría del hombre sufriente que tiene el poder de todos los cielos, con nuestros himnos antiguos y nuevos, lo estamos envolviendo. Hemos de lavar las culpas por siglos sedimentadas en esta cabeza corrompida de los falsos wiraquchas, con lágrimas, amor, o fuego. ¡Con lo que sea! Somos miles de millares, aquí, ahora. Estamos juntos, nos hemos congregado pueblo por pueblo, nombre por nombre, y estamos apretando a esta inmensa ciudad que nos odiaba, que nos despreciaba como a excremento de caballos. Hemos de convertirla en pueblos de hombres que entonen los himnos de las cuatro regiones de nuestro mundo, en ciudad feliz, donde cada hombre trabaje, en inmenso pueblo que no odie y sea limpio, como la nieve de los dioses montaña donde la pestilencia del mal no llegue jamás- Así es, así mismo ha de ser, padre mío, así mismo ha de ser, en tu nombre, que cae sobre la vida como una cascada de agua eterna que salta y alumbra todo el espíritu y el camino».
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