Bogotá, 03 de abril de 2017. Entre las muchas muestras de solidaridad con Mocoa que hemos podido ver o de las que hemos participado, desde las banas palabras de apoyo escritas en redes sociales, hasta las donaciones de mercados, medicamentos, ropa, que se han comprometido a enviar organizaciones, universidades e instituciones, es si no necesario indispensable, rescatar de la invisibilidad a la que los medios muy seguramente le someterán, el más sincero y generoso testimonio de compromiso y amor por el prójimo.
Hoy, desde la Zona Veredal Transitoria de Normalización Héctor Ramírez ubicada en la vereda Agua Bonita de Caquetá, guerrilleros de las FARC emitieron un comunicado a la opinión pública, en el que anuncian no solo su aflicción por la tragedia en Mocoa, sino su muestra de apoyo a través de la recolección y envío de 2 toneladas de alimentos, que les representan 7 días de alimentación, sumado a 30 camping, 200 frazadas, 50 kits de aseo y 50 kits de menaje.
Ya antes vimos cómo a pesar de los acuerdos a los que se habían comprometido tanto las Farc como el gobierno Santos, éste último incumplió con la dotación de alimentos y espacios adecuados para la transición de los guerrilleros a su vida civil, enviándoles escasa comida o descompuesta, sin la adecuación de instalaciones sanitarias en los campamentos, e incluso con hostigamiento por parte del ejército o grupos paramilitares, y aun así, a pesar de contar con tan poco, la prueba de solidaridad delas FARC trasciende de las palabras publicadas en redes sociales, o usadas para manipular en discursos, como lo hizo el expresidente Uribe en medio de la marcha que más que contra la corrupción fue una movilización de fanáticos adeptos de Centro Democrático.
Muchos seguramente como buen rebaño que no cuestiona a su pastor (en éste caso los medios dueños de la opinión en Colombia) se indignarán por ésta necesidad de exaltar la participación de las Farc en la mitigación del desastre que desde el sábado primero aún sigue sumando muertos, y a ellos les preguntamos, cuántos de los grupos paramilitares reinsertados en todo el país hicieron algo medianamente similar digno de mención.
Nos quedamos entonces como siempre, con las muestras tangibles que evidencian la necesidad de algunos por subsanar tragedias como ésta, completamente evitables si el estado destinara al ordenamiento territorial y la prevención de riesgos lo que corresponde.