La Tierra es un planeta que está cubierto en su mayoría por agua. El agua hace parte del ciclo de la vida. En casi todas las culturas humanas a través de la historia se ha percibido a la misma como un elemento femenino. En la mitología Muisca el agua fue elevada a una posición de deidad. Para los Tainos, un pueblo de origen Arahuaco, era el principio femenino del mundo y la madre de su dios principal. Para los Quechuas, Mamacocha, es decir el agua, representaba todo lo femenino y el origen del mundo.
La política viene de la Grecia de la Antigüedad. Para Sócrates la política era un acto del lenguaje propio a los hombres. En su momento Platón idealizó que la política era el arte de gobernar a los hombres con previo consentimiento y, Aristóteles decía que el hombre era un animal tan político que, además, era capaz de crear conceptos morales como la justicia. En Colombia, la política como forma de sistema de gobierno, históricamente ha estado atada al colonialismo, al patriarcalismo, al extractivismo, al imperialismo, al capitalismo, al desarrollismo, al neoliberalismo, a la globalización y, en las últimas décadas, al narcotráfico.
La apuesta progresista, al interpretar el contexto de globalización, como propuesta ideológica y política, busca el desarrollo y el progreso de la sociedad en todos los ámbitos, pero en especial en los ámbitos político y social. En ese sentido, creo que es importante no dejar al lado la transformación de las visiones del plano económico. La mayor figura del progresismo en la Colombia de la actualidad es el senador Gustavo Petro. La propuesta económica para el país del senador, aunque es bastante coherente, hace meya en sectores preponderantes en el círculo de poder en Colombia porque va en contra de sus intereses particulares. Sin embargo, no se puede dejar a un lado la autonomía en la construcción de representaciones e imaginarios sociales de intercambio y de economías alternativas y solidarias potentes y tan nuestras como el trueque.
Cabe resaltar que en el escenario político actual y la propuesta del Pacto Histórico, se invita a tejer en colectivo junto a una diversidad de sectores políticos, sociales, organizacionales, como lo son: los partidos políticos de izquierda, alternativos, movimientos sociales, colectivos, ciudadanías libres, ambientalistas, ecologistas, académicos, campesinos, trabajadores de a pie, pueblos originarios, afrocolombianos, negros, raizales, Palenqueros, en fin, todos los sectores democráticos y sociales e individuos que se unan para derrotar la propuesta fascista del uribismo.
Los pactos políticos suelen darse con la finalidad de consolidar gobiernos de manera preelectoral. Pero en el momento actual que vive el mundo y en especial nuestra sociedad colombiana, cuando vuelve el escenario de la guerra a ella y hay un desastroso manejo de la política del país y del manejo de la pandemia de Covid-19, por parte del gobierno nacional: este pacto se debe llenar de contenido para propiciar el cambio social verdadero, desde aquellas transiciones que hoy en el mundo surgen tras la crisis. Lo que está en juego en Colombia no solo son unas elecciones más, sino la posibilidad real de construir un nuevo proyecto histórico de sociedad.
El profesor Arturo Escobar desde la visión del Postdesarrollo, nos invita a escuchar la voz histórica del planeta Tierra, en vez de doblegarnos a volver a la llamada “normalidad”, en sus palabras a volver al terricidio que habíamos considerado como normal. Para ello debemos abordar una lectura de la actualidad en clave civilizatoria y cuestionarnos, por supuesto, desde las acciones transformadoras, con la pregunta sobre cómo vamos a empezar a replantear los postulados del capitalismo, de la política de la muerte, de la economía neoliberal y la globalización desde el ejercicio activo ciudadano y desde los territorios de nuestras geografías de la esperanza y la re-existencia.
En ese sentido, Arturo Escobar plantea también la necesidad de la re-comunalización de la vida social, la re-localización de las actividades sociales productivas y culturales, el fortalecimiento de las autonomías, la despatriarcalización, las desracialización y la descolonialización de la relaciones, para poder alcanzar la liberación de la madre Tierra, como imaginario y diseño de un proyecto para los pueblos en colectivo y desde abajo.
Isabel Cristina Zuleta es una mujer defensora del agua que nació en Ituango. Estudió sociología y nunca ha participado en la política electoral colombiana. Sin embargo, el ejercicio de intervención social comunitaria de esta valiente mujer es una apuesta ética y política para la transformación y cambio social verdadero de nuestra sociedad y comunidades del país, desde los territorios, es decir, desde lo local y lo relacional de nuestras geografías humanas y físicas como lugares pluridiversos.
Una propuesta sentipensante para comenzar a transformar el sistema político y hegemónico imperante en Colombia desde abajo, para buscar no solo llegar a copar escaños en el Congreso de la República o llegar a la presidencia de la República de Colombia, desde una apuesta colectiva citando las palabras de esta gran lideresa y activista por los derechos de las comunidades y de las cuencas hídricas en Colombia, desde otro contexto enunciativo, podría generarse e innovar las estructuras sintácticas políticas hegemónicas, desde la interconexión a un pacto histórico desde abajo, desde la siguiente estructura enunciativa y transformativa, que aunque parece compleja utópica es más viable de lo que nos han enseñado a pensar desde la epistemología:
“Si la resistencia, la organización social y comunitaria de base, y las luchas de largo plazo generaran tanta pasión como la política electoral ya Colombia habría cambiado”.
Converger en las luchas, los saberes y el pensamiento crítico en el diálogo, conocer y acompañar las luchas ecológicas y las resistencias de nuestros pueblos y comunidades que han resistido al brutal extractivismo impuesto en los últimos siglos y las últimas décadas, con el manejo de políticas coloniales esclavistas, oligárquicas, aristocráticas, imperialistas creacionistas, neoliberales agiotistas. Nos han vendido la globalización como fase superior del mal llamado “Desarrollo”, pero nuestros pueblos como logros han alcanzado más la pobreza, la ignorancia como forma de gobierno televisada y en Red, y el desamor de la visión guerrerista como infamia del malgobierno.