La respuesta a la crisis está en el campo popular

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El mundo enfrenta una crisis sin precedentes, la aparición del COVID-19 prende las alarmas en todo el planeta, ciertamente no es el primer virus que convive con lo humanos, pero sí el primero que ha generado el pánico y la crisis en todo el globo, desnudando en tan solo tres meses las desigualdades aberrantes del modelo neoliberal y acentuando aún más las formas de opresión; lejos de controvertir sobre el origen del virus, el presente artículo pretende señalar algunas tempranas consecuencias de la pandemia en el sur de Bogotá y contrastarlas con las experiencias, reivindicaciones y banderas del campo popular que se pueden tornar propuestas para salir de la crisis y de paso del capitalismo que si no las produce, si las agudiza.

Una de las caras más tristes de la pandemia se protagoniza en el sur de la ciudad donde los humildes cuelgan trapos rojos en las fachadas de las casas para pedir el auxilio del gobierno, los trapos son un símbolo del hambre y la desigualdad, que los impulsa a salir a las calles a bloquear vías y exigir garantías por parte del Estado, corriendo un doble riesgo:  contagiarse del virus y/o recibiendo la represión del estado. Las protestas por el hambre no son exclusivas de Colombia, también en grandes ciudades de Nuestra América como Santiago de chile, Ciudad de México o Río de Janeiro las chabolas reclaman por años de abandono estatal.

En las periferias de las grandes urbes sudamericanas las organizaciones populares han creado cadenas de afecto y solidaridad apoyando con donaciones y alimentos a los más necesitados, pero el hambre no da abasto; es hora de retomar las iniciativas de soberanía alimentaria, autoproducción, economía circular y cooperativismo. Se hace indispensable para el caso bogotano reactivar las plazas de mercado en las localidades, garantizando la baja del precio de los alimentos y una mejor rentabilidad para los campesinos; es urgente abrir los comedores comunitarios que redujo la administración Peñalosa e incrementar su capacidad y cobertura para mitigar el hambre en los cordones de miseria; es fundamental crear, fortalecer y ampliar las redes de huertas comunitarias y los mercados campesinos que venían funcionando y que abaratan los precios de los alimentos, tejiendo así lazos solidarios con el campesinado regional.

La pandemia deja al descubierto la precariedad de nuestro sistema de salud tras varias décadas de neoliberalismo, que ha hecho de la salud una mercancía la cual los pobres no pueden comprar; los datos no son muy alentadores, en Colombia hay dos camas de cuidados intensivos por cada mil habitantes, uno de los índices más bajos de la región, existen 2.1 de médicos cada 1000 habitantes, a esto se suma la demora en los pagos al personal de la salud, la precariedad de la infraestructura hospitalaria y la poca o nula inversión en investigación.

Una de las reivindicaciones históricas del sector popular ha sido el derecho a la salud gratuita y universal, lo cual implica reestructurar el sistema para poder avanzar hacia un modelo preventivo que mitigue los riesgos de nuevas calamidades sanitarias. Esto implica necesariamente el derrocamiento de la ley 100 que desde siempre hemos rechazado porque enriquecer a las EPS (Entidades Promotoras de Salud) a costa del deterioro de la salud de millones de personas, esta ley fue propuesta y presentada por el despreciable Álvaro Uribe y su cómplice Andrés Pastrana. Se hace urgente también el incremento en la asignación de recursos para el sector que permita mejorar la infraestructura, garantizar la seguridad y el trabajo digno de todo el personal médico (enfermeras y enfermeros, profesionales y/o especialistas) e invertir en investigación académica y científica.

El panorama en la educación pública no es muy diferente, aunque se pretende garantizar este derecho mediante la estrategia Aprende en Casa, la realidad es que en los hogares la mayoría de los estudiantes de educación básica y media no disponen de un computador, comparten éste entre tres o más personas o muchas veces la conectividad se ve reducida al plan de datos que se incorpora en el equipo celular de padres y/o acudientes, nada diferente con relación a los estudiantes universitarios que tampoco cuentan con acceso a internet ni equipos y muchos ya piensan aplazar por la falta de trabajo e ingresos para patrocinar sus estudios.

Los colectivos y colectivas de maestros y maestras han propuesto estrategias para seguir garantizando el derecho a la educación de niños, niñas y jóvenes de la ciudad, estas propuestas exigen la garantía en el acceso a equipos y conectividad para todos los estudiantes, para algunos este es un plan ambicioso en un país como Colombia, sin embargo en Venezuela ya se realizó una experiencia con el plan Canaima, que garantizo un equipo para todos y todas los estudiantes, aquí falta voluntad política. Además de esta exigencia tecnológica los maestros y maestras deben hacer la reflexión pedagógica de ¿qué sujetos queremos formar en la escuela de hoy?, que respondan a un mundo que sufre las nefastas consecuencias de la globalización, tal vez esta vez el sujeto emprendedor y dócil no nos servirá para sobrevivir.

El autoritarismo se asoma en el panorama político, en varios países del mundo el poder ejecutivo se atribuye poderes por encima de las otras ramas del poder público, tomando medidas draconianas impensables sin la actual pandemia. En Colombia miembros del partido de gobierno han insinuado la reducción del Congreso y el recorte de recursos para la paz, algunos hasta proponen la intervención del parlamento, destapando un verdadero plan para acabar con lo que queda del acuerdo de paz e instaurar la dictadura uribista. Aunque algunas medidas tomadas son necesarias para frenar los contagios, como el aislamiento preventivo, para salir de la crisis no hay que contraer la democracia, por el contrario, profundizar en aspectos económicos, políticos y sociales, como la renta básica que será un buen comienzo para democratizar la economía.

La violencia de género y el sobrecargo de trabajo en el hogar se acrecienta con el confinamiento, en Colombia según El Tiempo se incrementó en un 95 % las llamadas a las líneas de atención por maltrato a la mujer y se han presentado más de 12 feminicidios, demostrando las múltiples violencias que viven las mujeres al interior de las casas, producto del sistema capitalista y patriarcal. Estos hechos ya venían siendo denunciados por las organizaciones feministas, que han visibilizado la falta de inversión y de voluntad política para erradicar esta pandemia silenciosa que golpea a las, creemos que estas reivindicaciones hoy deben ser exigencias para garantizar la protección a las víctimas y la justicia a los victimarios.

Aunque se ha visto diferentes imágenes de animales salvajes recorriendo las ciudades y las disminuciones de las tasas de contaminación producto del paro de la producción mundial, las organizaciones ambientalistas estamos lejos de estar contentos con estos datos anecdóticos que contrastan con el sufrimiento, el duelo y el hambre de miles de humanos. Las organizaciones siempre han advertido de las consecuencias del modelo alimentario de la globalización, basado en transgénicos y el cruel comercio de la carne de animales en todo el mundo; en Bogotá las organizaciones y el campesinado capitalino y de Cundinamarca han tenido experiencias en torno al abastecimiento descentralizado y la producción y comercialización local, estas experiencias locales podrían responder a la crisis.

También el imperialismo demuestra su egoísmo y perversidad imponiendo bloqueos de medicina en varios países, confiscando, retrasando y robando envíos de medicamento y material médico a países en otrora aliados, como los Estados Unidos y países de la Unión Europea, además, las potencias han manejado las cifras de los muertos a su antojo y utilizado los cadáveres como armas políticas. En contraste la solidaridad antiimperialista muestra lo mejor que tiene: el ejército de médicos cubanos luchando en el mundo entero contra el nuevo enemigo invisible; estos actos de solidaridad debemos transformarlos en amor entre los pueblos y una lucha implacable contra el imperialismo, rechazando, como ha sido bandera de la organización popular desde tiempos de Tupac Amaru la intervención imperialista en Nuestra América.

El artículo no pretende hacer un devenir de la historia y nos alejamos de concepciones que contemplan el virus como el sujeto revolucionario que acabará el capitalismo con un knock out. Intentamos plantear que las banderas, reivindicaciones y apuestas desde el campo popular tienen el potencial no solo de lidiar con esta crisis y con las que han de venir – si no en forma de virus en forma de hambre-, también esconden las semillas de una nueva sociedad que cumpla con la modernidad inconclusa y nos brinde libertad, igualdad y solidaridad, contrarrestando la globalización neoliberal.

Creemos que esta crisis nos dispone a considerar cambios necesarios hacia el futuro, pero como lo dijo William Ospina, debemos erradicar esas viejas desigualdades que nos hace el país que somos y hacer frente a la globalización, esta vez con proyectos locales como lo sugiere la maestra Vandana Shiva y las organizaciones populares. Estas experiencias toman un nuevo impulso en tiempo de crisis; como lo enseñaba Gramcsi, las crisis aparecen cuando lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no termina de nacer, es momento para profundizar nuestras luchas por un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferente y totalmente libres.

Bibliografía

El Tiempo. (2020). ¿Cuántas camas de UCI por persona hay en Colombia? Disponible en: https://www.eltiempo.com/datos/total-de-camas-de-cuidado-intensivo-en-colombia-478076

Banco Mundial (2019). Médicos (por cada mil personas). Disponible en: https://datos.bancomundial.org/indicador/SH.MED.PHYS.ZS?end=2018&start=1960&view=chart

El Heraldo. (2020). Aumentan feminicidios en el país durante el confinamiento alerta el fiscal general. Disponible en: https://www.elheraldo.co/colombia/aumentan-feminicidios-en-el-pais-durante-el-confinamiento-alerta-el-fiscal-general-716925

El Tiempo. (2020). La casa no es un lugar seguro para las mujeres. Disponible en: https://www.eltiempo.com/mundo/mas-regiones/aumentan-las-denuncias-de-violencia-de-genero-durante-los-confinamientos-por-el-coronavirus-485864

William Ospina. (2020). El gran proyecto. El Espectador. Disponible en: https://www.elespectador.com/opinion/el-gran-proyecto-columna-915250

 

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