Hablamos con una de las lideresas campesinas históricas del país: Catalina Pérez Pérez. Una mujer fuerte que vivió los tiempos en que la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos (ANUC) organizaba tomas de tierra improductiva que los terratenientes habían despojado, para ponerlas al servicio de la economía y la vida campesina. Hace 40 años, organizó la Asociación de Amas de Casa Rurales de Sucre (Amars), como una iniciativa para contratestar tanto el machismo institucional que daba títulos de tierra solo a los hombres, así como el machismo que venía de sus mismos compañeros.
Vivió los tiempos duros de represión policial y de asesinatos perpetrados por el paramilitarismo. Tuvo que exiliarse por poco más de dos décadas pero volvió a Colombia para seguir dando la pelea por la tierra.
Revista Hekatombe: ¿En Colombia qué significa defender la tierra? Y ¿Defenderla de quiénes?
Catalina Pérez Pérez: en Colombia defender la tierra significa que te tienes que confrontar al poder terrateniente que es un poder feudal, porque no tienen una mentalidad de desarrollo de la tierra, no ponen la tierra a producir. Para defender la tierra, tienes que primero organizarte con tu gente, hacer una fuerte organización de campesinas y campesinos. La defendemos de los terratenientes, que tienen mucha tierra inculta, en vez de que esa tierra esté en manos de los campesinos para producir la vida. Nos damos cuenta que en este país una vaca tiene hasta tres hectáreas de tierra y un campesino no tiene una cuarta donde sembrar una mata de yuca. Es por eso que se necesitan unas políticas en el país que prioricen el desarrollo de la agricultura, el desarrollo del campo para que de esa forma la tierra cumpla su función en beneficio de la sociedad y del pueblo hambriento.
Revista Hekatombe: usted es una defensora histórica de tierras, cuéntenos un poquito de esa historia.
Catalina Pérez Pérez: como campesina, soy una defensora de la tierra porque la tierra es nuestra vida, es nuestro ser, por eso la defiendo. Creo que la tierra no debe tener dueños. La tierra debe ser libre como el sol, como la luna, como las estrellas. Defiendo todo lo que nos da la tierra, defiendo su ecología, los ríos, las montañas.
En mi niñez, con mis hermanas, hablábamos con las montañas. Teníamos ese contacto directo con la vida, con los animales. Por intermedio del canto de la guacharaca, sabes que va a llover. Hay un pajarito que le decimos la Siri, él da la hora. Mi vida es el campo. En el campo somos libres, no tenemos tantas trabas. Tenemos nuestros caminos. Hoy me da tristeza porque nuestros campos, están desolados. En vez de escuchar la ninfa Eco, escuchamos las balas de los grupos al margen de la ley, asesinando a nuestros líderes y lideresas.
La tierra cumple una función vital, una función de cultivo. Que no nos impongan políticas de megaproyectos y de monocultivo que nos hacen mucho daño en el territorio. La palma aceitera, se toma toda el agua. Estamos mal porque nos sacaron de los territorios. Cuando nos sacaron de los territorios, no quitaron la vida. Se requieren de políticas públicas que permitan que el campesinado regrese a su tierra, que viva libremente de la tierra.
Los ricos se creen dueños de todo. Tenemos mucha tierra, pero está desperdiciada.
Revista Hekatombe: ¿Cuáles son las diferencias entre una tierra ocupada por una comunidad campesina y la tierra de un terrateniente?
Catalina Pérez Pérez: una tierra ocupada por las comunidades campesinas se cultiva, hay cultivos biodiversos. Las parcelas parecen obras de arte, con muchos colores y sabores. Hay una diferencia muy grande. La economía campesina da vida, da riqueza, evita la violencia, el hambre. La gente no tiene qué ponerse, vive en casas miserables. Las comunidades campesinas van sembrando parcela por parcela, siembran colectivamente. Hay solidaridad, hay humanidad, pensamiento colectivo, que se refleja en la olla comunitaria.
Hay un cambio en el territorio, porque no hay hambre. Tenemos una mentalidad solidaria.
Así son nuestras prácticas, así nos organizamos.
El terrateniente tiene extensiones de tierra, con ganadería extensiva. No le da riqueza a la nación, le da pobreza. El campesino es esclavo, no le alcanza el sustento para su familia. Acabaron con nuestra organización. Eso fue el exterminio de la ANUC —Asociación Nacional de Usuarios Campesinos—, de la mayor organización campesina de Colombia. El 21 de febrero de 1971, hicimos 800 tomas de tierra. Esas tierras fueron repartidas a las familias campesinas. A través de múltiples formas de violencia, han logrado estigmatizar la palabra “campesino”. En los espacios de participación, nos toca escribir con un lápiz la palabra campesina en las listas de asistencia. Por eso, estamos haciendo un referendo campesino. En la constitución no aparecemos como sujetos de derechos. Por eso nos estamos movilizando.
Revista Hekatombe: para las personas que quieren saber un poquito más sobre la defensa de la tierra ¿Qué referentes de lucha y resistencia recomienda? ¿Por qué?
Catalina Pérez Pérez: muchos la hemos defendido hasta con nuestra propia vida. Han caído asesinados, torturados, desaparecidos. Muchos hemos tenido que salir al exilio. Es una lucha muy dura, el poder terrateniente tiene mucha fuerza. En los territorios mandan los terratenientes. En tiempos electorales, son ellos quienes financian los políticos que acaban definiendo las leyes de la República. No dejan que personas con pensamiento independiente, democrático, de avanzada, lleguen al poder.
Es muy difícil la defensa de la tierra. Mientras nosotras estamos desarmadas, ellos tienen sus grupos paramilitares. De forma brutal, de forma inhumana, asesinan a nuestros líderes y lideresas. Estamos enseñándole a la gente como podemos defender nuestros territorios y nuestra propia vida. Ha sido muy difícil en Colombia, esta violencia que nos imponen y siguen imponiéndonos, ha acabado con nuestra vida, con nuestras economías, y también con la creencia en nosotros mismos. Ellos aplican políticas corruptas, compran a las personas para que denuncien quiénes estamos haciendo una defensa digna de nuestro campo. Es muy difícil pero aquí estamos, con la camiseta puesta, para seguir en la defensa de la tierra, de nuestra cultura, de la cultura de nuestras ancestras, de la cultura del saber, para saber como se cuida y se cultiva la tierra. Esto nos cuesta mucho, pero aquí estamos.
Llevo 50 años de lucha. Estoy en el territorio convencida que tenemos que seguir aquí, no con formas violentas, sino en búsqueda de una paz. Que tengamos derecho a la vida digna, que tengamos derecho a un buen vivir en todos los aspectos, en la educación, en la salud, y que nuestros productos tengan precios justos, y que nuestros campos se desarrollen con vías terciarias para cuando tengamos nuestras cosechas, las podemos vender a justos precios para que no haya más ñametón. Porque en este país le dan más importancia a las
producciones extranjeras que a la producción nuestra. Nos han hecho mucho daño cerrando los mercados campesinos, abriéndole las puertas a los grandes almacenes de cadena. Vendemos nuestros productos desde nuestras casas, en los mercados o en una carreta. Siempre hemos tenido una mentalidad del amor a la vida. Si yo como, queremos que coman todos y todas. Pero con estas políticas de la muerte, solo una pequeña minoría quiere tenerlo todo, y que la inmensa mayoría nos moramos en la miseria. Y si no nos morimos, entonces nos matan.
Revista Hekatombe: ¿En Colombia quiénes se oponen a la defensa de la tierra? ¿Por qué se oponen?
Catalina Pérez Pérez: las mujeres jugamos un papel muy importante. Cuando a los hombres se los llevaban presos por medio de la represión terrateniente, por medio de la policía, las mujeres éramos las murallas de contención para defender a los hombres que no se los llevaran. Y cuando los montaban en los carros para llevárselos, hacíamos cadenas humanas para bloquear los vehículos y poder sacar a nuestros compañeros de una desaparición segura. Históricamente, las mujeres hemos jugado un papel muy importante. En las luchas en Colombia, en las luchas por la tierra, en las luchas por la defensa de la vida. Sin las mujeres no habría habido triunfo en las tomas de tierra.
Contamos con la represión de los terratenientes con sus grupos paramilitares, que asesinan nuestras lideresas y nuestros líderes. En la década de los 70, era la mano negra, los pájaros, que mataban a nuestros líderes, como en el año 1974 cuando mataron al compañero Ismael Bertel, un líder querido de nuestro territorio. Lo que está sucediendo en nuestro país es muy duro, pero seguimos en los territorios en defensa de la vida, en defensa de la tierra, en defensa del Punto 1 del Acuerdo de Paz. Lo estamos haciendo
desde el amor, porque nosotras no somos violentas. Nosotras queremos la vida reflejada en
el amor, en el querer de todas, porque estamos cansadas de las políticas de la muerte, que nos asesinan a nuestros niños, a nuestros jóvenes, que nos asesinas a nuestras compañeras y compañeros. Estamos muy dolidas por el asesinato de Sandra Liliana Peña, nuestra hermana del Cauca. Tenemos que unirnos, para defendernos, de estas políticas de la muerte. Algún día podremos tener un país sin violencia, un país sin dolor y con alegría. También defendemos nuestra cultura, nuestras costumbres, nuestros saberes ancestrales, el hecho que hablamos con los astros cuando vamos a sembrar. Defendemos la vida campesina, la que nos da la comida.
Revista Hekatombe: ¿Cómo es ser una mujer defensora de la tierra? ¿Cuáles son los principales obstáculos?
Catalina Pérez Pérez: tienes que tener coraje, porque por ser mujer, “tienes que hacer los oficios de la casa” y “no te puedes ir con ese poco de hombres a luchar por la tierra”. Te tratan de María Macho. Después te tratan de guerrillera, que no eres colombiana, sino que eres de Cuba, de Albania.
Entonces primero tienes que tener una conciencia clara de tu lucha, eso yo lo aprendí con
mujeres como Juana Julia Guzmán, que fue la primera mujer en el Departamento de Córdoba que confrontó el poder terrateniente y que organizó tierras, y que fue dirigente de tomas de tierras, en los tinajones, cerca de San Bernardo del Viento. Le decían la Robatierras, y a los hombres que la seguían les decían “los maricas” porque seguían a una mujer. Como mujer, uno tiene que protegerse con saber, con coraje, y tener muy claro porque eres una defensora de la vida y una defensora de la tierra. Enfrentamos muchos obstáculos. Me metieron presa muchas veces, y atacaron a nuestra familia. Tenemos que seguir luchando para que todos los campesinos y campesinas tenga tierra, que es la forma de liberarse de la esclavitud, de poder alimentarse y de ser soberanos de nuestras propias vidas.
Revista Hekatombe: ¿Nos quiere contar algo adicional sobre su trabajo?
Catalina Pérez Pérez: yo sigo aquí en la lucha. Yo nací con los genes de una luchadora por la tierra. De las historias y memorias de las abuelas y los abuelos, aprendí el coraje. Lo único que no me gustó fue cuando un día que me cogieron presa, mi abuelo me dijo: “Muchacha, ¿por qué te dejaste coger? Estoy un poco triste porque en vez de haber sido mujer, ¿por qué no eres hombre?”. Me le enojé y le dije: “Abuelo, ¿usted por qué viene a menospreciar a las mujeres?, si las mujeres toda la vida han luchado, y tenemos historias de mujeres grandes de Colombia. ¡Tenemos a Juana Julia, tenemos a Felicita Campos, tenemos a Policarpa Salavarrieta, a Mercedes Santos, a todas esas mujeres luchadoras de Colombia! Las mujeres también tenemos derecho a luchar.