¿Por qué Dios es tan importante en Colombia?

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Ramona 1 Revista Hekatombe

En el país del sagrado corazón, palabras como Dios e iglesia cobran gran importancia y en ellos todos los rituales religiosos que influyen incluso a nivel político. Pareciera que el preámbulo de la Constitución de 1886 “En nombre de Dios, fuente suprema de toda autoridad” siguiera vigente 130 años después. Aquí un par reflexiones sobre la relevancia de la religión en nuestra idiosincrasia. Claro, está para debatir.

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En las últimas semanas Locombia ha dado de que hablar, la firma del acuerdo entre el Estado y las FARC-EP, el plebiscito y su horroroso resultado, esperar las propuestas del NO, el nuevo acuerdo y ahora el inconformismo del No tras escucharles sus propuestas.

En la ceremonia de la firma del acuerdo el día 12 de noviembre el jefe negociador de la guerrilla, Iván Márquez cerró su discurso diciendo: “Que Dios y Manuel Marulanda Vélez bendigan este acuerdo”, por su parte los MassMedia (Caracol y RCN) en la emisión central de noticias del 13 de noviembre, realizaban entrevistas a los que denominaban jerarcas de la iglesia católica y cristiana, quienes se mostraban divididos, apoyando el proceso o rechazándolo rotundamente bajo la insistente excusa de la ideología de género, reflejando que el conflicto armado se ha desarrollado entre cristianos iguales.

Ahora bien la palabra Dios es usada desde la izquierda y la derecha para hablar de la paz que necesita Colombia, y el problema no está en la religión que cada sujeto político quiera ejercer, empieza cuando la sociedad toma una posición política según el discurso dado por el sacerdote o pastor. Es decir los enviados del señor ante la iglesia han sido tan influyentes que siguen teniendo voz en las decisiones políticas que aquí se desarrollan. Algunas razones que me aventuro a sugerir de por qué sucede esto son las siguientes:

1. La única justicia posible no es terrenal.

Somos una generación que se crió en medio de injusticias con la ley del más fuerte, representada en actos cotidianos que se normalizan. Por ejemplo que se mate por cosas materiales y nadie diga nada, que se violen mujeres y se justifique en su forma de vestir, que se mueran personas al frente del hospital por no estar afiliado a una EPS, o que dure más tiempo en la cárcel un hombre por robarse un caldo de gallina que los políticos; nombremos el caso de Andrés Felipe Arias y su familia exigiendo la libertad inmediata por robar a miles de campesinos con Agroingresos seguros. Ese tipo de cosas hacen pensar que la justicia no es terrenal, ni pal pobre. Quedando como alternativa rezar fuertemente porque algún día paguen los de corbata, bajo la ingenua creencia “que todo lo que se hace se devuelve”. Pero pasan los años y no veo que Uribe pague nada del dolor que ha generado, al contrario sigue teniendo tantos o más beneficios e importancia a nivel nacional.

Entonces llegan a mí las imágenes de las más grandes injusticias cometidas y veo que las victimas del país no se rinden, recuerdo el genocidio de la Unión Patriótica y la plataforma A luchar, los muertos de Trujillo, Mapiripan, el Salado y muchas más, que siguen esperando respuesta del Estado. No faltará quien dice que soy una dogmática y que dónde quedan los muertos de las FARC-EP y sí, también pienso en Bojaya y la primera imagen que recuerdo es a la delegación insurgente pidiendo perdón y buscando reparación, e inevitablemente el resultado del plebiscito en esa región grita que la justicia si es posible y no es necesario esperar que el altísimo venga a juzgar a quienes son buenos o malos. Aquí es necesario que nos pongamos a la tarea de defender lo que por derecho es nuestro, la verdad y la reparación.

2. Nos educamos bajo unos principios cristianos que en la práctica son hipócritas. 

Hace unos años me preguntaban si creía en Dios, rápidamente respondía que no, entonces la cara de quien cuestionaba se transformaba de manera tal que solo es posible representarla con una mezcla de Jim Carrey en la máscara y la pintura del grito e instantáneamente empezaba un sermón que me auguraba una eternidad en el infierno, poco a poco la respuesta fué más demorada diciendo que el tema no me interesaba, así el sermón reducía un poco.

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De esta manera todos deben creer en Dios, ha de ser posible que hasta los sicarios tienen su representación en una virgen, porque claro “el que peca y reza empata”, hablamos de Dios para justificar los crímenes en Palestina, las cruzadas se hicieron bajo la idea de la fe y en Colombia se asesinan comunistas porque según muchos son unos demonios a quienes se les va a entregar el país, que van a acabar con la familia bajo la ideología de género, lo controversial es que al escuchar a los guerrilleros en sus proyectos a futuro dicen que quieren que los dejen vivir, tener familia (vaya demonios los que quieren impedir que se construyan familias en el país).

El problema aquí en Colombia no está en creer o no en Dios, es actuar como la sociedad obliga que se comporte el buen cristiano, ir a misa y tomarse foto saliendo de ella como buena campaña política, o al menos las selfies y videos deben acompañarse de cristos, cruces o el sagrado corazón de Jesús (o Uribe cual Paloma Valencia). Tenemos la capacidad de juzgar a la gente que va a misa como buenos y a los que no como malos, qué tal si juzgáramos a los sujetos de acuerdo con sus actos y no con sus creencias, dando mayor importancia a los verdaderos actos para construir la paz en Colombia y menos a los discursos cargados de odio que al tiempo utilizan las palabras paz, dios, justicia e impunidad.

He de confesar que si un día tuve real miedo, fue un domingo visitando el cerro de Monserrate con mi familia, esa mañana mientras mi mamá estaba en la misa donde el cura dijo que si tenían para llegar hasta el santuario debía mínimo dar mil pesos por persona en la limosna, yo salía con mi hermana a realizar las cuentas de cuanto ganaba la iglesia por misa cada hora, en esas cuentas matemáticas pronto se acercó un skin head de esos que se visten todito de negro. Su camisa decía cristo rey y en la parte de atrás una boina roja con una calavera en su interior. No me quedaba más sensación que tristeza, ver la hipocresía que se gesta, con todo respeto a mí me importa un reverendo (…) si usted cree o no, lo que si me importa es que mínimamente respete la diferencia y se comporte de una manera que se sienta tranquilo consigo mismo.

Es inconcebible que un buen cristiano festeje hoy el asesinato a dos guerrilleros de las FARC-EP en el Sur de Bolívar, colombianos que como usted y yo sentían y soñaban, no queda más que exigir Implementación ya, porque a veces conviene soñar que algún día las peleas políticas en Colombia sean con ideas sin tener el manto rojo de la sangre.

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