Santiago Maldonado y los territorios ancestrales de Argentina y Colombia

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El 1 de agosto después del ataque de la gendarmería a un grupo de jóvenes en Pu Lof Cushamen (Pu Lof es la forma de organización territorial de los mapuches), desapareció Santiago Maldonado. Su nombre se ha hecho viral, personalidades del mundo se han preguntado por su paradero. Frente a esta situación el gobierno argentino ha dejado claro su desinterés por encontrar a Santiago, a pesar que parece un secreto a voces que la gendarmería está directamente relacionada con su desaparición.

A propósito la ministra de Seguridad Patricia Bullrich en entrevista afirmó: «Se quieren plantear bandos. El bando de los que quieren encontrar a Maldonado y el bando de los que no queremos encontrar a Maldonado». Diferentes testimonios señalan que la última vez que vieron al joven argentino fue cuando estaba siendo perseguido: “Y ahí nos corren hasta el río, unos setenta metros. Donde nos tirábamos por diferentes partes, por donde podíamos, porque la lluvia de balas no cesaba. Ahí es donde el compañero Santiago no logra cruzar. Porque mientras nosotros íbamos nadando por el río, la Gendarmería igual nos seguía tirando adentro del agua. Nos tiraban con nueve milímetros, con escopetas y con piedras algunos. No les importaba nuestra vida a la Gendarmería. Ellos vinieron a matar a uno acá. El compañero nadó hasta una parte y al ver que las piedras llovían de arriba y los tiros no cesaban, decidió volverse para la orilla. Y ahí es donde hay otro peñi que lo ve al compañero Santiago agarrado de una rama, con el agua hasta las rodillas y los gendarmes arriba. Y después hay otro peñi más que también ve a tres efectivos de la Gendarmería que están golpeando a alguien que no logra reconocer”.

Los familiares de Santiago crearon una página web en la que narran el minuto a minuto de los hechos: http://www.santiagomaldonado.com

La violencia detrás de la desaparición forzada de Santiago, nos lleva a hablar sobre las razones por las que este joven argentino de 28 años se santiago maldonado revista hekatombeencontraba protestando, la forma en la que el gobierno respondió, y cómo esta situación no es un hecho aislado, sino que obedece a una práctica sistemática en algunos países de América Latina.

La Comunidad Mapuche de Cushamen se encuentra en resistencia hace dos años por la defensa de su territorio ancestral, que recientemente el grupo Benetton señala que es de su propiedad. Sumado a ello, el gobierno pretende construir el tren turístico La Trochita que representa una importante afectación al territorio, sin consultar a sus habitantes originarios.

Como resultado de esta, la fuerza pública ha atacado en más de una ocasión a las cinco familias indígenas que viven allí: “La Gendarmería desplegó todo su poder con helicópteros, drones, aviones hidrantes, caballería e infantería. Persiguieron a los integrantes de la comunidad y les propinaron golpes y patadas, dispararon postas de goma y balas de plomo. Algunas mujeres se encerraron en sus rucas con los niños, pero los gendarmes tiraron las puertas a patadas y arrastraron a una mujer de los pelos por el suelo. Los hombres de la comunidad perseguidos por la caballería tuvieron que cruzar el río a nado para refugiarse del otro lado. Los gendarmes también destruyeron las viviendas precarias de los mapuches, generando y provocando una extrema violencia represiva” como informó Sergio Randi.

La persecución por la defensa del territorio el gobierno la realiza en doble vía, mediante la represión estatal y la satanización del pueblo mapuche, que históricamente ha sido perseguido y prácticamente exterminado por defender y proteger su territorio, tal es el caso de las declaraciones del ministro Gobierno de Chubut, Pablo Durán “Son delincuentes, no es un grupo que pelea, como lo vienen haciendo muchas comunidades desde hace muchos años por sus derechos”, despojándoles además la validez de su lucha y satanizándola ante la opinón pública.
Esta práctica de protección de los intereses económicos foráneos parece ser generalizada en América Latina, vale recordar el caso inmediato de Colombia. Nuestros hermanos mayores en su lucha por la Recuperación de la Madre Tierra mediante mingas, ha sido perseguida por el paramilitarismo, terratenientes, políticos y el gobierno nacional.

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En 2015 la Senadora del Centro Democrático Paloma Valencia manifestó: “decidir si partimos el departamento en dos. Uno indígena, para que ellos haga sus paros, sus manifestaciones y sus invasiones, y uno con vocación de desarrollo donde podamos tener vías, se promueva la inversión y donde haya empleos dignos para los caucanos”.

liberadores de la madre tierra revista hekatombeLa persecución a los liberadores de la madre tierra, al igual que en el caso argentino se ve reflejada en dos aspectos, la satanización de la misma al anularle su legitimidad y al relacionarla con grupos insurgentes, cuando no existe tal y que repercute en la perdida de validez ante la opinión pública y se convierte en pena de muerte al ser perseguidos por grupos neoparamilitares financiados por terratenientes.

¿Ya lo viste?: En defensa del arroyo Bruno: de La Guajira a Bogotá.

Para la protección de multinacionales extractivistas el gobierno colombiano ha destinado importantes recursos, que se ven reflejados en la presencia de batallones militares: “Personal del Ejército está utilizando inteligencia militar y aeronaves no tripuladas para monitorear la seguridad de los oleoductos y operaciones en tierra en puntos críticos” de acuerdo a la Revista Militar Digital Dialogo.

Algo para complementar: Caquetá para las multinacionales.

Uno para no perder de vista: Segovia y Remedios: De la minería y la manipulación.

La defensa y protección del territorio ha hecho de Colombia el segundo país con mayor número de asesinatos a líderes ambientales con 186 muertes reportadas entre 2016 hasta el 5 de julio de 2017.

La represión como mecanismo para apaciguar la movilización social es propia de gobiernos neoliberales (Macri, Uribe-Santos), en donde la democracia está en función de las élites y grandes propietarios, que además se ejerce mediante la presencia violenta de la fuerza pública en los territorios de comunidades ancestrales y pobladores populares. Las cosas toca decirlas como son.

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Por: Stephanía Pinzón. Me conocen en el bajo mundo como @TerribleStepha. Integrante de la Revista Hekatombe.

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