Un día en la vida del machito

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Estaba el machito sentado frente a su computadora, en la comodidad de su casa, compartiendo su “importante” opinión acerca de cómo se debe protestar hoy en día, mofándose de las mujeres que valientemente se rebelaron la noche anterior: “¿Qué les pasa?” decía, “¿Qué culpa tenemos los demás hombres de que las viole la policía?”

En medio de su importante y categórica reflexión, alguien se atreve a interrumpir su momento de brillantez, pronunciando las siguientes palabras:

Ya está la comida hijo.

Ya voy ma… le contesta el buen hijo, que antes de buen hijo, es un buen hombre. Termino aquí y voy, agrega.

Al otro día se levanta, y reclama su desayuno, que como de costumbre, ya ha sido preparado y puesto a su disposición en la mesa, mientras degusta su merecida comida, le comenta a su madre:

– ¿Viste esas locas en México, dañando todo a su paso?

– No hijo, no me queda tiempo, ni me gusta ponerme a mirar noticias ¿Luego que pasó?

– Unas feminazis, que salieron a romper toda la otra noche, disque para reclamar sus derechos. Pero de nada les sirve eso mamá. Responde con propiedad el machito.

– Qué terrible… le responde su madre.

– Ya me voy a la U mamá, nos vemos en la noche.

– Ahí le empaqué el almuerzo hijo.

– Gracias ma. Dice el machito, porque claro, a la mamá hay que agradecerle.

Cuando llega a la Universidad, se encuentra con sus parceros. En ese momento, va pasando una muchacha muy agraciada y en minifalda, y claro, como buenos machos, “se la comen con la mirada”, y no se hace esperar el comentario de mal gusto, porque claro, si se vistió así, es para que la vean, para que todos la miren, para que cualquiera le opine. Obvio, para que más.

– ¡Chao preciosa! Exclama el machito.

La muchacha mamada de las situaciones que ha vivido toda la mañana, le contesta muy cordialmente.

– ¡Chao bobo hijueputa!

¡Qué grosería de mujer!, para el grupo que la contempla es una acción inaceptable y una total falta de respeto, por lo cual el machito le opina:

-No pues, tan creída, ahora no se les puede decir nada. Ni que estuviera tan buena.

Luego de este incomodo episodio social que ha tenido que vivir el machito, entra a su clase, en donde inicia un debate acerca de lo sucedido en las marchas feministas de México, y como él sí que conoce del tema de las mujeres, les comparte la siguiente alocución:

– Es inaceptable la actitud de esas mujeres, atacando a todo aquel que se atraviesa a su paso, justificando su locura, porque supuestamente hay varios casos de violaciones, va uno a mirar y ¿cuántos de estos se han comprobado?

Y continúa…

– Para eso están las leyes, para hacer justicia, para eso tenemos una Constitución que castiga a los violadores, los tiempos de hacer justicia con las propias manos deben quedar en el pasado. Hay otras formas de protestar.

Después de su profunda intervención, y un arduo día de clases en la Universidad, decide dirigirse hacia su morada. Al llegar a casa, el rostro de su madre le parte el alma, por lo cual le pregunta:

– ¿Qué tiene mamá?

Ella le responde…

– Me llamaron del hospital, que encontraron a su hermana en condiciones deplorables cerca al parque Nacional.

Sin dudarlo dos veces se dirigen al hospital, en donde les indican que la joven de 15 años fue violada y brutalmente golpeada por al parecer tres sujetos, que se movilizaban en una camioneta.

El machito lleno de ira se dirige a la estación de policía más cercana, en donde le indican que, “con mucho gusto le colaboran cuando interponga la denuncia formal, ante las autoridades correspondientes” no sin antes, el honorable policía hacer su importante apreciación:

– ¿Qué hacían unas muchachitas “solas” en un parque a las 5pm de la tarde?

Han pasado tres años, luego del terrible suceso que ha tenido que vivir el machito, y a pesar de su confianza en la ley y en la justicia estatal, aún no se establece quienes son los responsables del atroz crimen.

Una mañana se levanta el joven y mientras preparan el desayuno junto a su madre, escucha en la radio que una mujer fue golpeada y violada por unos hombres que se movilizaban en una camioneta, por allá en los barrios de la gente pobre. El silencio es incómodo para ambos y para romperlo el joven le pregunta:

– Mamá, ¿qué se ha sabido del caso de mi hermana, en que va eso? a lo cual su madre le responde…

– No se sabe nada aún, nada que encuentran a esos infelices.

De repente, la madre, para cambiar el tema, le pregunta:

– ¿Viste esas locas en Argentina hijo? Rompiendo todo a su paso.

– No mamá, le responde el machito, ¿luego qué pasó?

– Unas muchachas que se hacen llamar feministas, salieron a protestar anoche por sus derechos, y dicen que van a colapsar el país.

– Que vaina mamá. Pues Ojalá que incendien todo.

La madre lo mira fijamente, como quien experimenta un deja vu, y lo interroga:

– ¿Pero de que les sirve eso hijo? ¿Qué van a conseguir con eso?

– Dignidad mamá, dignidad. Responde el joven cabizbajo.

– Pero la misma, porque la dignidad sin justicia no es suficiente. Continúa la señora.

– Pues mamá… mientras la sociedad permita que esas cosas pasen, de nada sirve la justicia, y hasta que no haya justicia, no debe haber tranquilidad para nadie que normalice lo que hacen esos hijueputas.

Declaró con lágrimas en los ojos el joven exmachito.

Publicado el 18 de agosto de 2019.

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Por: Andrés Felipe Torres |@Felipe7orres | Estudiante de derecho, con estudios en administración ambiental. El desarrollo de una nación es proporcional a la participación de su pueblo en la democracia.

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