“hay conocimiento solo a la manera de un relámpago”. Walter Benjamín
La Lucha es manifestada por las formas de preservar o anular la vida. Biopolítica, Inmunidad y comunidad. Es la tesis fundamental del filósofo Esposito. Como éste es un artículo de opinión y no un ensayo filosófico diremos, nada más, que el poder soberano actúa como un cuerpo que busca preservar y reproducir ciertas formas de vida, y dejar morir otras. Nos obligan a nacer en condiciones deplorables, sin importar sin estas condiciones nos lleven a la muerte, pues existen dispositivos que logran mantener a flote un número importante de estas vidas precarias. Pero por otro lado se prohíbe abortar. En ese sentido al analizar la política, y las políticas debemos precisar el componente económico que el viejo Marx siempre señalaba, pero también la biopolítica, como ese modelo produce ciertos tipos de vida y las modela.
En este caso nos interesa analizar el tema de la educación pública estatal. Es decir aquella educación que se ofrece para todos los sectores de la sociedad, pero que es financiada y administrada por el Estado. En primer lugar, hablemos del acceso. Para que sea pública, el acceso debe ser para el conjunto de la sociedad. En las universidades públicas por su imposibilidad de matrícula, y con la intencionalidad de mantener un nivel académico alto, existen pruebas de admisión. De entrada, estas universidades son del Estado y mayoritariamente financiadas y administradas por este, pero el acceso es aun limitado. ¿De dónde salen los estudiantes que ingresan a dichas instituciones? Mayoritariamente de los colegios privados. Como lo señala Julián de Zubiria, solo el 10 % de los estudiantes de estrato 1 logran entrar a la universidad. Entonces podemos decir que la defensa de la universidad pública ha venido agitando dos banderas: mantener la financiación estatal, y transformar las posibilidades de acceso de los sectores populares. Sobre estas banderas volveremos más adelante.
En la educación básica y media sucede lo contrario. El acceso según FECODE está por cerca de 2 millones y medio de niños, niñas y jóvenes en el sector público. En Bogotá, según la SED, se tiene el 49% del total de la matrícula, para un total de unos 770 mil estudiantes. Podemos decir que en este caso el acceso es real, en la medida en que no hay filtros para el ingreso. Sin embargo, el nivel académico de los niños y las niñas no es el mejor desde los modelos de calidad gubernamentales.
El asunto es complejo, porque hay al menos 4 variables para el éxito educativo. Estas variables influyen sobre todo en la institución escolar. En primer lugar, el contexto. Niños y niñas que vienen huyendo de regiones con conflicto armado, barrios sin servicios públicos, con micro tráfico, desempleo, hambre, violencia basada en género, violencia social, son algunas de las dificultades para poder pensar en Sócrates, o en el cálculo diferencial. Los contenidos que se piden en las políticas públicas no están anclados a la existencia concreta de estos y estas jóvenes. El segundo elemento es el capital cultural de los padres. Poner una extensa tarea de inglés, para hacer en casa, donde en primer lugar no hay internet, solo datos para Facebook y WhatsApp, y en segundo lugar con padres que difícilmente terminaron el bachillerato, es un ejercicio estéril donde se sabe el resultado: la tarea no se hará. Muy diferente la situación de un niño del colegio británico, quien tiene tutor, internet, padres con posgrados y formación bilingüe desde la cuna. El tercer factor es él y la estudiante misma, sus intereses y los sentidos que tiene de la educación. Para este contexto el sentido de la educación es pobre en la medida que no es un motor de movilidad necesariamente. El estudiante al salir del bachillerato en un 50% queda en desempleo, y quienes estudian en una universidad privada, tardan más o menos 10 años en recuperar el dinero invertido. De este modo los estudiantes de manera pragmática saben que estudiar no transforma su vida de manera tan fácil. De nuevo, en el británico estudiar significa poder ir a Europa a hacer un pregrado y volver a administrar el capital familiar.
Y por último está el maestro. El partido de gobierno se ha empeñado en señalar que el maestro y la maestra es el nodo del fracaso educativo, y en este proceso su incidencia es de un 25%. Es verdad que hay maestros y maestras que quizá no preparan clase, que quizá sienten que son intocables, y no hacen clases innovadoras y didácticas. A ese respecto diremos que debemos construir una evaluación no punitiva y que mejore el quehacer pedagógico. Hasta ahora las evaluaciones estatales como la ECDF, solo son barreras de acceso a un ascenso justo, por realizar maestrías y posgrados en general. Pero se ha mostrado deficiente para evaluar el saber pedagógico, y para construir propuestas colectivas y dialogadas de mejora.
Volvemos a las banderas de la educación superior pública: accesibilidad y financiación. Recientemente el partido Centro Democrático en cabeza de Paloma Valencia y de Martha Lucia Ramírez, ha vendido la idea de la alianza público privada, como un derecho de los padres de escoger donde educar a sus hijos e hijas. Suena democrático, igual que SER pilo paga, y el nuevo programa generación E, en apariencia el estudiante pilo es libre, y puede decidir donde estudiar, incluso en los Andes o en la Javeriana. Con todos los gastos pagos. En el caso de la básica, también puede elegir un colegio de Colsubsidio o Cafam, y también sin ningún costo. El asunto es más complejo. En primer lugar, no garantiza el acceso a todos y todas. Los estudiantes promedio, o con bajos resultados que son los que menos elementos tienen a su favor en los factores del éxito educativo (contexto, capital cultural de los padres, maestrxs y estudiantes) no ingresarán ni a la U pública ni a la U privada. En los colegios con administración privada es igual, el estudiante “problema” debe salir para no bajar el nivel académico, son expulsados y terminan en los colegios públicos, que de nuevo tendrán un fracaso escolar. En segundo lugar, los recursos que destina el Estado son más altos para hacer funcionar un concesionado, o la beca de los estudiantes. De fondo hay un cartel financiero y de contratación de lo público.
Es por esta razón por la que nuestra propuesta pasa por una educación pública y de calidad, que les garantice a los y las estudiantes condiciones de posibilidad para construir un proyecto de vida viable, social y colectivo, que por supuesto le apueste al mejoramiento de las practicas docentes, pero también en la transformación del contexto y de la economía, para que los estudiantes encuentren sentido al saber. En los últimos 20 años la educación perdió 80 billones de pesos, quizá con esos recursos el nivel académico sería más alto. Hasta hace 4 años los y las maestras eran los profesionales peor pagos. No es fácil pensar con el estómago vacío. Por esta razón los griegos hablaban del diagogos (ocio digno) la liberación de las dificultades materiales para poder construir conocimiento. Quizá esa es la condición sine qua non es imposible una educación de alto nivel.
Pd. Recientemente en Revista Semana se generó una polémica entre Paloma valencia y FECODE por un crucigrama realizado por una docente donde se preguntaba por el presidente que lo dio todo por la paz (Santos) y su enemigo (Uribe). Al decir del partido de gobierno, eso es adoctrinar. Queremos decir que el crucigrama está mal planteado. Al ofrecer este tipo de estrategias, preguntas de tipo cerrada y objetivas, la maestra debió colocar: premio nobel de paz y firmante del acuerdo con la guerrilla más antigua del continente (Santos) y expresidente que se encuentra preso, y con múltiples investigaciones por la justicia colombiana (Uribe). Son hechos y el estudiante o la estudiante en su libertad de pensamiento pueden indagar sobre las causas de estos hechos.