Frente a Uber, Cabify y Picap: ¿prohibición y cacería de conductores?

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Colombia, 20 de diciembre de 2018. El pasado 12 de diciembre el Ministerio de Transporte expidió una circular a las autoridades de tránsito y a los conductores del país en general, en la cual indica que quienes sean sorprendidos prestando el servicio de transporte en vehículos particulares sin justa causa, se les suspenderá la licencia de conducción y en el caso de ser reincidentes se procederá a cancelar la misma, hasta por 25 años. Según la ministra de transporte Ángela María Orozco la medida surge a partir del principio de legalidad, ya que las plataformas como Uber, Cabify y Picap aún no se encuentran reguladas en la ley colombiana. Orozco comentó al respecto: “El pilar de Legalidad es una de las apuestas más importantes del Gobierno del Presidente Iván Duque y en este sector aplicaremos las sanciones que sean necesarias a quienes vayan en contra de este principio”.

Las aplicaciones de trasporte informal han logrado posicionarse como la alternativa al transporte público tradicional en Colombia, que en ocasiones se torna inseguro y costoso. De igual manera se han convertido en alternativas de trabajo para miles de conductores que ante las escasas e indignas oportunidades laborales, encuentran en ellas una forma de subsistir de manera honesta, con horarios flexibles y cierto grado de independencia.

Sin embargo, estás plataformas han contribuido a la agudización de la precarización laboral en Colombia, debido a que, en su mayoría, no brindan condiciones mínimas de trabajo como la afiliación al sistema de salud, seguros para accidentes, aportes de pensión y un contrato de trabajo oficial con la empresa, lo cual dificulta cualquier reclamación por parte del conductor a sus empleadores o al Ministerio de Trabajo.

A nivel mundial el proceso de legalización de Uber, por ejemplo, ha sido lento. La prohibición es la protagonista en la mayor parte de Europa occidental, pero no ha logrado disminuir significativamente la demanda del servicio que presta la aplicación. Por otro lado, ciudades como Londres-Inglaterra, Singapur, Ciudad de México, entre otras, le han apostado a la integración tributaria y la regularización de Uber, exigiendo el pago de un porcentaje mínimo de las ganancias al Estado y una licencia adicional a los conductores para transportar personas. Al respecto, diversos trabajadores e intelectuales señalan la necesidad de regular antes que prohibir, Julián de Zubiría, por ejemplo, manifestó en Twitter “Perseguir a Uber y Cabify es tan absurdo como prohibir el correo electrónico para fortalecer el postal. Hay que regular las nuevas plataformas y ponerlas a tributar. Se equivoca un gobierno al reprimir la tecnología cuando lo que debe hacer es aprovecharla para beneficio de todos”.

En su mayoría las plataformas de transporte informal que funcionan en nuestro país son de origen extranjero, por lo cual, es importante que contribuyan con el pago de impuestos. En estos casos las posturas prohibicionistas desencadenan un círculo vicioso que no soluciona el problema, todo lo contrario, lo agudiza y afecta directamente a las y los conductores, que adicional a trabajar sin garantías laborales ahora se enfrentan a la persecución y criminalización de su labor por parte del Estado.

Al ser los conductores los principalmente afectados, Hekatombe hizo la tarea de contactar algunos de ellos para conocer su postura y devolverles el protagonismo que los medios de comunicación tradicionales les han arrebatado. Les preguntamos ¿cómo llegaron a trabajar en la App? Y ¿cómo les afecta la prohibición de estas aplicaciones? A lo cual respondieron:

  • Esteban Suárez. Conductor de Picap

“Yo llegué a trabajar en la app, porque vivo con mi abuela, la empresa que tenía quebró y lo único que me quedó fue la moto. Fuera de eso la universidad no me brinda tiempos para trabajar en otra cosa. Si me llegasen a quitar la licencia quedo en nada, no sabría qué hacer”.

  • Daniel Casas. Conductor de Uber.

“En mi caso me quedé sin trabajo formal y es muy complicado conseguir. Uno pasa un día entero haciendo pruebas y demás, para una vacante a la cual se presentan más de 100 aspirantes. Le dicen a uno “espere nuestra llamada”. Un día me enteré de la App en una revista, hasta el momento y sin oportunidades me toca rebuscarme el sustento para sobrevivir día a día, para mí y para mis hijos. Además de eso, creo que le estamos prestando una ayuda a esta ciudad en tema de movilidad, esta cuidad crece cada vez más y la malla vial y el transporte público no es el más adecuado. Nosotros corremos diversos riesgos como accidentes, temas de comparendos, por diversos motivos exponemos nuestras vidas, zonas peligrosas, robos del vehículo, no le hacemos daño a nadie transportamos a personas o les ayudamos con encomiendas brindándoles una alternativa de movilidad que muchas veces los mismos taxistas les niegan”.

  • Alexander López. Conductor de Picap.

“Mi esposa tiene una enfermedad, entonces además de mi trabajo formal empecé a hacer domicilios los fines de semana con la moto, allá conocí un compañero que estaba trabajando en Picap, por no tener que cumplir horario fijo decidí trabajar en esto en el tiempo libre.

Respecto a la prohibición, cada vez es más complicado salir a trabajar con la app, además de los riesgos implícitos (accidentes, posibilidad de hurto, taxistas, policía de tránsito) el hecho de perder la licencia ha hecho que trabaje cada vez menos, que escoja los servicios y destinos, en últimas que lleve menos ingresos a mi hogar”.

Adicional a los testimonios, nos manifestaron que han percibido alianzas entre algunos conductores de taxi y policías de tránsito, solicitan servicios que dirigen directamente a retenes de la policía (en ocasiones retenes ilegales) en los cuales son objeto de intensos interrogatorios, tanto al conductor como al pasajero. Les preguntan qué si saben el nombre del otro, qué de dónde se conocen, qué hace cuanto se conocen, qué porqué se conocen, qué por qué van juntos, que les muestren una foto en el celular donde aparezcan los dos… ¡Mejor dicho!

En conclusión, ha sido evidente que para el Gobierno de Iván Duque la prohibición y la represión es el haz bajo la manga, la receta genérica ante las dificultades estatales. El Ministerio de Trabajo se lava las manos con “paños de agua tibia”; de diálogo en diálogo sin concretar nada significativo. Mientras la policía persigue a conductores informales, cual cacería de brujas, el balance no es del todo negativo, teniendo en cuenta que, en el mes de octubre en la Argentina, trabajadores de Rappi, Uber y Glovo se presentaron ante la Secretaría del Trabajo para inscribir el primer sindicato de trabajadores de plataformas digitales, con el fin de iniciar la lucha por los derechos que les han sido negados tanto por las empresas como por el mismo Estado, esperemos que la persecución se repliegue más pronto que tarde en nuestro país y se abra una ventana de oportunidad para la formalización de quienes trabajan por medio de dichas plataformas.

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