La mercantilización de los vínculos afectivos

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Desde que tengo memoria siempre me he interesado por esas formas en las que generamos relaciones vinculares a partir de nuestros valores, pues se nos ha enseñado que los valores son esas formas que nos proyectan a futuro.

Presenciamos un tiempo en el que se cree en el principio de fomentar y cultivar solo las relaciones que nos producen beneficios

Ahora asistimos a una progresiva mercantilización de nuestras relaciones personales, incluidas las amistosas, familiares e incluso de pareja. La economía ha ido invadiendo todos los ámbitos, hasta el amoroso. Presenciamos un tiempo en el que se cree en el principio de fomentar y cultivar solo las relaciones que nos producen beneficios, mientras desechamos las que nos incomodan, así sean familiares.

Vivimos en una época donde estamos condicionados por el capitalismo cognitivo, el capitalismo de los afectos, el hiperconsumo, la productividad y la hiper-individualidad. Estas concepciones están transformando los espacios de interacción relacional entre comunidades y sujetos. Cuando me refiero a que está transformando, es que está convirtiendo los espacios y afectos en valores netamente mercantiles, con la idea de sacar ganancia a todo lo que pueda generar algún valor o ingreso. La vida de consumo en la que nos enmarcamos está condicionando nuestras formas de cohabitar y crear interacción social, cambiando percepciones sobre las formas en las que hacemos comunidad.

El consumo establece que la sociedad sólo funciona si cada uno de nosotros aporta algo económico al sistema, olvidando que nuestra esencia como sujetos va más allá de ser mercancía.

Pareciera ser que el sistema económico es un formador de la individualización, donde lo que importa es el “yo” pero es un “yo ideal” que pretende acabar con todo síntoma de reciprocidad, producido por la fetichicización de la mercancía.

Las lógicas del mercado cambian los valores de relación y cohabitación; llegando a crear una dualidad entre ser comunitarios y ser un individuo atomizado que solo se preocupa por sí mismo, olvidando la importancia de unión y reciprocidad. El consumo establece que la sociedad sólo funciona si cada uno de nosotros aporta algo económico al sistema, olvidando que nuestra esencia como sujetos va más allá de ser mercancía.

La individualización se establece ante una sociedad del consumo, pues es vital la explotación para ser productivos en políticas mercantiles. La esfera privada genera brechas desiguales por lo cual las redes de solidaridad se encuentran en tensión por la dificultad de poder avanzar en la realización de vida, las condiciones hostiles de cómo vivir influyen en la formación de relaciones.

Como lo recuerda Negri, Deleuze y Guattari profundizan más sobre la compresión posestructuralista del biopoder, renovando el pensamiento materialista hacia la cuestión de la producción del ser social:

“El control de la sociedad sobre los individuos no solo se lleva a cabo mediante la conciencia o la ideología, sino también en el cuerpo y con el cuerpo. Para la sociedad capitalista lo más importante es la biopolítica, lo biológico, lo somático, lo corporal… Deleuze y Guattari descubren la productividad de la reproducción social (producción creativa, producción de valores, relaciones sociales, afectos, hechos), pero operan para articularla sólo superficialmente y efímeramente, como un horizonte indeterminado, caótico, marcado por el evento inasible” (Negri, T, 2008, Pág. 28, 29).

La normalización de la violencia, la desigualdad y la destrucción de la naturaleza tiene que ver con la forma en la que ya no tenemos afectos por alguna cosa que no sea el dinero y la productividad.

Este cambio en la forma de organización del trabajo tiene una característica novedosa, ya que, no solo se remite a la fase productiva, sino que incorpora al ciclo entero reproducción-consumo, razón por la cual, se abandona su antigua forma de reproducción basada en la explotación para adquirir una nueva centrada en la subjetividad. La lógica productiva y consumista penetra en el desquicio de la vida (bio).

Claramente se establece que estamos en un estilo de vida posmoderno donde el consumo ahora es hiperindividualizado, para obtener placeres y emociones. El consumo es eso que ahora crea relaciones y contactos con la comunidad. Aquí es cuando entra el estudio de los comportamientos antropológicos ya que uno se empieza a preguntar sobre la forma en la que el humano crea relaciones, prácticas y ritos en las lógicas mercantilistas.

¿Por qué lo comunitario?

Lo comunitario es eso que crea redes de apoyo. Durante la historia de la humanidad lo que nos ha mantenido vivos en la supervivencia es la reciprocidad ante la carencia. Debemos plantearnos la forma en la que estamos creando comunidad ya que los ideales hegemónicos nos están conduciendo a la sectorización, y a los microfascismos. Desconocemos qué es lo que pasa en nuestra casa, el barrio, la localidad, la ciudad y el país. Desconocemos a los otros en nuestro narcisismo. En un mundo individualizado y hostil solo podemos pensar en nosotros mismos ya que no hay comunidad en la cual apoyarse.

La normalización de la violencia, la desigualdad y la destrucción de la naturaleza tiene que ver con la forma en la que ya no tenemos afectos por alguna cosa que no sea el dinero y la productividad.

Debemos plantear nuestras lógicas contrahegemónicas, la lógica de la solidaridad y la afectividad deben impregnar las lógicas del mercado, de la productividad, del hiperconsumo y la competitividad. La construcción de comunidad nos quitará la ceguera de la indiferencia.

BIBLIOGRAFÍA:

– Negri, T., Hardt, M., Cocco, G., Revel, J., García Linera, A., & Tapia, L. (2008). Imperio, multitud y sociedad abigarrada. Pensando el Mundo desde Bolivia.

Por Fagua: soy Antropólogo dedicado a la investigación social, pero desde mis ideales soy anarcocomunista, interesado por el sentido de la experiencia colectiva respetando el individualismo que nos construye como seres sintientes, cotidianamente practicando la autocrítica y la crítica contra las formas de pensamientos hegemónicos y combatiendo contra el fascismo.

Instagram: Fagua_

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