Las comunidades de nuevo le dicen No al extractivismo y Si a la vocación agrícola

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Las comunidades consientes de la avalancha de problemáticas ambientales, sociales, culturales y políticas que trae la extracción megaminera y energética a sus territorios, decidieron decirle No en Arbeláez (Cundinamarca) y en Pijao (Quindío) y Sí a su vocación agrícola. Este No a la destrucción del territorio por parte de las grandes corporaciones transnacionales fue un grito contundente de 2.613 votos en Pijao, con tan solo 26 a favor y de 4.312 votos en Arbeláez contra 36 votos a favor.

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El ambientalismo popular expresado en la amplia participación de las y los habitantes de estos municipios se suma a la voz de rechazo de los pobladores de Cabrera (Cundinamarca), Cajamarca (Tolima) y Cumaral (Meta) –contra la extracción petrolera- en los que triunfo el No en las Consultas Populares en 2017.

 Ante la soberanía y ambientalismo popular que reivindican las comunidades rurales, empiezan a avanzar con claro temor las elites políticas y sus respectivos medios corporativos de comunicación que de una u otra manera se sirven del negocio extractivista y de la democracia representativa útil a su modelo, con la toma de declaraciones de “expertos” que reniegan de las Consultas Populares en tanto dan una mala señal a la llamada “confianza inversionista”.

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A propósito de las voces de los “expertos” cabe recordar el fenómeno de “puerta giratoria” existente entre las corporaciones megamineras, petroleras y las elites en el gobierno, como es el caso de Juan Carlos Santos, familiar del actual presidente, y funcionario de la corporación minera MEDORO, de Germán Villarruel, quien fuera director de Ingeominas y posteriormente funcionario de la minera Anglo Gold Ashanti, o Carlos Franco funcionario del gobierno Uribe y más tarde funcionario de la minera CERREJON.

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De lo anterior, es evidente la falsa disyuntiva expuesta por el Estado entre minería ilegal y minería legal, para optar por la minería legal y de esta forma otorgar un marco jurídico y de legitimidad a las corporaciones megamineras, de un lado, omitiendo la destrucción ambiental y la obrerización de la cultura campesina que acarrea, y del otro, satanizando la pequeña minería campesina y étnica ancestral. A pesar de lo anterior, el Estado sigue sin tomar medidas contundentes contra aquella minería ilegal de retroexcavadora vinculada al neoparamilitarismo.

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David Pinzón Hernández @DavidPinzonH | Integrante de la REVISTA HEKATOMBE.
Estudiante de Universidad Pública. «Tengo una pequeña perra que es más lista que una bruja».

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