Los niveles de mezquindad de la ministra de educación no tienen límites. Tengo grabada en mi mente esa imagen de ella en medios toda emperifollada, con su collar de perlas y sus pulseras de oro, diciendo que no hay billete.
Eso de entrada resultaba chocante, pero luego comenzó con la satanización de los profes. Se atrevió a decir que eran egoístas, que no pensaban en los niños y por eso seguían protestando, cuando en realidad los profes estaban luchando por infraestructura mínima, así como por refrigerios y almuerzos adecuados para las y los niños. Pues es verdad de Perogrullo que con hambre nadie aprende.
Después del paro y que los municipios adecuaron la agenda escolar para reponer las clases, miles y miles de niñas y niños entraron de nuevo al colegio. Pero no entraron en las mejores condiciones, no porque los profes no tuvieran la disposición de retomar las clases, no. Entraron sin refrigerio y sin almuerzo.
Una denuncia por la falta de refrigerio en un colegio en Bolívar, luego otra en Barranquilla y otra en Sucre y otra en Huila. No se trataba de un hecho aislado, no se trataba de un errorcillo, no. El Ministerio de Educación no envió los insumos para refrigerios, ni para almuerzos, tampoco se ha manifestado frente a la situación.
El ver esos platos casi vacíos o un almuerzo de una cucharada de arroz y una mandarina o un pan con moho y luego pensar en las perlas y pulseras y toneladas de maquillaje y esa ropa costosa de la ministra, me recordó esa famosa frase que hizo historia y que atizó una revolución: “si no tienen pan que coman pasteles”, dicha por María Antonieta con tanto o más maquillaje, joyas y plumas en un momento en que escaseaba la comida (para ser más específica, la harina) en los platos de niñas, niños.
Yaneth Giha economista egresada de la universidad de Los Andes (y si, digo de qué universidad es) ha demostrado en su carrera como directora de Colciencias y como ministra de educación, que no está interesada en el desarrollo del país, desarrollo que se ve traducido en el fortalecimiento de las humanidades, en la investigación y en unos mínimos para que los niños del país puedan estudiar.
Comparto las imágenes de lo que tuvieron que comer los niños esta semana después de su regreso a clases, y espero que se indignen y sientan rabia de ver cómo son maltratados, violentados, porque parece que para las élites del país los niños son ciudadanos de quinta que merecen un pedazo de pan dañado con una limonada.
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Por: Stephanía Pinzón, conocida en el bajo mundo como @TerribleStepha.