Una opinión sobre Barbie (Spoiler Alert!)

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“Es literalmente imposible ser mujer.
Eres muy hermosa e inteligente
y me parte el alma que no
creas ser suficientemente buena”.
Gloria en Barbie

La presencia de Barbie, la hubiéramos tenido o no, siempre estuvo ahí, al menos para un importante número de personas de los centros urbanos. Barbie estuvo como objeto de deseo, como imagen de belleza, como juguete de lujo y también como superficie de experimentos estéticos. En su defecto algunas accedimos a Teresa, no la amiga latina de Barbie que salió al mercado a finales de los años ochenta, sino una de las tantas falsificaciones nacionales de la siempre costosa muñeca de belleza imposible que fabrica Mattel.

El aspecto más comercial no es la multimillonaria campaña de expectativa que se hizo sobre la película, sino el que prácticamente todas las cosas que aparecen en ella son susceptibles de mercadearse

Ahora ella reaparece como película para vender más productos de la marca que, al parecer, espera replantear algunos de los principios que definen a la muñeca, además de introducir patrocinios de otras tantas marcas de prestigio internacional. El aspecto más comercial no es la multimillonaria campaña de expectativa que se hizo sobre la película, sino el que prácticamente todas las cosas que aparecen en ella son susceptibles de mercadearse: tenemos muchos más personajes, la recuperación de algunos olvidados, prendas clásicas de todos los tiempos, cosas de uso diario como carros y casas, medios de transporte alternativos… Todo un negocio, en el marco de una comedia ligera no muy apegada al realismo, con chistes subidos de tono e interpretaciones musicales con divertidas coreografías.

A pesar de todo ello, sería injusto no aceptar que la estrategia de márquetin es, por lo menos, interesante. Se soporta en una reflexión sobre los problemas de la idealización de un tipo de mujer asociados a Barbie; ella misma se sorprende de las críticas que le hacen cara a cara un grupo de adolescentes que la desprecian en lugar de adorarla. Cierto que con Barbie se impuso un tipo de juguete con el que el rol de madre no era lo determinante, sino la ficción de la adultez y la independencia, pero terminó siendo un mecanismo de promoción del consumo y de estándares corporales muy estrechos. Por ello, se podría considerar a esta película como un acto de contrición de Mattel aliándose con unos discursos de género que trata explícitamente, para fortalecer y actualizar su marca.

Cierto que con Barbie se impuso un tipo de juguete con el que el rol de madre no era lo determinante, sino la ficción de la adultez y la independencia, pero terminó siendo un mecanismo de promoción del consumo y de estándares corporales muy estrechos.

La historia, dirigida por Greta Gerwig, es un contrapunto entre dos universos, el de la muñeca, Barbieland, y el nuestro. Lo que se subraya sin ningún tipo de ambigüedad en cada uno de estos mundos es la centralidad de sus binarismos y jerarquías de género. En nuestro mundo las mujeres son hostigadas por su belleza, encajadas en roles de cuidado y superficialidad, y con muy poco poder en el campo de los negocios. En Barbieland, en cambio, los Ken son accesorios, están al servicio de Barbie y parece que lo único que les importa es la aprobación de la muñeca. La película es clara en señalar que en el mundo real y en el de ficción, hay un género despreciado y al servicio del otro.

Cuando Barbie llega al mundo real, siente el peso de la inversión de los roles de género respecto de Barbieland. Nos habla de la incomodidad y el malestar que percibe solo con la mirada y los comentarios de los humanos con que se cruza. Por su parte, Ken siente lo opuesto, el respeto y la ventaja de ser un hombre en el mundo real. Un descubrimiento que lo lleva de vuelta a su mundo de ficción para enseñarle a los otros Ken el gozo de una existencia llena de privilegios, en el que las mujeres están al servicio de los hombres.

Mientras la aventura de Barbie continúa en nuestra realidad, Ken convierte su mundo de ficción en Kenland. Limitando en rango de acción de las Barbies de todo tipo a servidoras de los caprichos de los Ken, los cuales, como en el mundo idealizado de Barbie, son simplistas y estereotipados. Estos contrastes y cambios en los roles de género marcados me parece que tienen un carácter didáctico muy poderoso: se expresan bien unas sensaciones que como mujeres conocemos pero que son difíciles de transmitir a quienes no sufren ese tipo de exclusión en nuestras sociedades. Cierto que la masculinidad que se muestra en Kenland es exagerada, pero la feminidad de Barbieland también lo era, esa exageración idealizada es uno de los rasgos distintivos del mundo de la ficción, ajeno a las ambigüedades, dramas y dificultades del mundo real.

Estos contrastes y cambios en los roles de género marcados me parece que tienen un carácter didáctico muy poderoso: se expresan bien unas sensaciones que como mujeres conocemos pero que son difíciles de transmitir a quienes no sufren ese tipo de exclusión en nuestras sociedades.

Es justo esta exageración, muy a tono con el género de la película, lo que esclarece la ridiculez de los estereotipos y segregaciones de género, pero también lo pesado de su carga. Ahora en el mundo de ficción, Gloria, la humana que jugaba con la muñeca protagonista (interpretada por Margot Robbie) anima a Barbie para recuperar Barbieland, eso sí, señalando que la figura perfecta de feminidad que Barbie representa es imposible, mientras que, a la inversa, Barbie libera a Ken no solo de la frágil banalidad de esa masculinidad estereotipada, sino también de la carga de ser la figura secundaria al servicio de la muñeca.

No se crea que Barbie le enseña a Ken cómo vivir. Al dislocar las reglas de género ella misma está desubicada, de hecho, toda su aventura ha girado alrededor de su propia crisis existencial. Cuando sale de Barbieland lo hace porque quiere que todo se quede como había estado siempre, ahora ya no le basta volver al estado anterior solo que tampoco sabe qué dirección debe tomar. Así, sale de los atavíos rosados de su mundo hacia un espacio en blanco, de la mano de su creadora Rut Handler, para cumplir el sueño de Pinocho. La película cierra con Barbie asistiendo a un consultorio ginecológico, así nos deja ante la incógnita sobre qué pasó con la “protuberancia de plástico” que desde su creación en 1959 ha tenido en lugar de órganos sexuales.

Creo que la forma directa y tosca con que se acerca al género más que un defecto es una virtud, si en lugar de enfocar la simpleza de la reflexión pensamos en la función didáctica que puede tener hacer visible el peso del género con tanta claridad.

Sin duda, Barbie es una película publicitaria. También es una película ligera, cargada de estereotipos y con una evidente finalidad de entretenimiento. Asimismo, toca muchas cuestiones de género con una evidencia trivial. Adicionalmente, al ser una película sobre una figura que, como Barbie, ha reforzado los roles de género binarios, se concentra mucho en las estandarizadas normas de conducta de las formas “cis” de hombres y mujeres.

Pero Barbie también es una película que hace una apuesta feminista firme: muestra que las cargas sociales que definen nuestros roles de género pesan sobre los hombros de todes, hacen nuestra vida más difícil de lo que ya es, nos obligan a encajar en moldes en los que quizá no cabemos, nos pone ante violencias que soportamos calladamente sin saber bien a qué se deben o si estamos en disposición de asumirlas. Creo que la forma directa y tosca con que se acerca al género más que un defecto es una virtud, si en lugar de enfocar la simpleza de la reflexión pensamos en la función didáctica que puede tener hacer visible el peso del género con tanta claridad. Parece que como cuando era niña, Barbie seguirá ahí, pero esta vez más compleja: ambigua, dispuesta a que las cosas cambien, a envejecer y también a seguir siendo parte de un negocio; una complejidad que, si bien le resta brillo, la hace más real.

Giovana Suárez Ortiz. Feminista. Su interés principal está en la historia del pensamiento latinoamericano femenino y sus luchas por las desigualdades en sistemas interseccionales. Estas reflexiones se vuelcan a la vida diaria como docente, amiga y activista.

 

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