El 4 de febrero nos enteramos gracias a una plana en Twitter de una reunión de diferentes personalidades políticas para “construir amplia convergencia para la necesaria transformación de Colombia”, algo que a primera vista se lee bonito, y hasta esperanzador, sin embargo, la cosa se complica conforme avanza el trino y nos encontramos con las firmas de las personas que asistieron: “Cristo,Delacalle,Fajardo,Galán, Robledo, P.Verde”.
A continuación, comparto algunas consideraciones sobre esta reunión.
- Hablemos primero de los sectores políticos que asistieron a la reunión: a esta asistieron un sector del Partido Liberal que respaldó la paz, sí, porque su contrato y legitimidad dependían de ese apoyo; la convergencia para las elecciones de 2018 que garantizaba la representación del sindicato antioqueño (grupo Argos, Nutressa y Sura), el mediano (?) empresariado colombiano y un centro que aboga por paños de agua tibia. Entonces, de entrada, podemos decir que, la convergencia amplia recogía a dos grandes sectores políticos.
De estos dos sectores podemos decir que no están de acuerdo con el gobierno Duque, pero que sin embargo, no se distancian del modelo económico que plantea (salvo el caso de Dignidad de Robledo, que siempre ha rechazado los Tratados de Libre Comercio por afectar la industria nacional), digamos que buscan un gobierno más cercano al cumplimiento de la Constitución, o bien, a una parte importante de ella que no necesariamente contempla su componente garantista en términos de acceso a derechos sociales.
- Esta “amplia convergencia” posa de independiente y exhala un aire de frescura, veamos qué es la independencia para ellos y qué tan frescos son:
Juan Fernando Cristo
Este abogado cucuteño uniandino de 57 años fue ministro de desarrollo económico de Virgilio Barco, cónsul general de Colombia en Venezuela, consejero presidencial de Samper, así como su viceministro de relaciones exteriores y embajador de Colombia en Grecia. Luego fue senador entre 1998 y 2014 y ministro del interior de Juan Manuel Santos. Se quemó en la consulta presidencial del partido Liberal para las elecciones de 2018.
Humberto de la Calle
El abogado caldense de 75 años ha sido ministro de César Gaviria, Ernesto Samper, Andrés Pastrana y trabajó como embajador de la OEA en el gobierno de Álvaro Uribe Vélez —sí, el guerrerista—, además fue quien lo asesoró en el cambio de artículos que se requerían para ser reelegido como presidente la primera vez (ojo que en la biografía de Wikipedia se les olvidó incluir ese detallito). Luego Santos lo contrató para que trabajara en el proceso de Paz. Se quemó en las elecciones de 2018 y para rematar votó en blanco en lugar de insistir en defender el Acuerdo de Paz que, como ya se sabía, la derecha uribista haría trizas.
Juan Manuel Galán
Este bogotano de 49 años es hijo de Luis Carlos Galán Sarmiento y su hermano es el concejal peñalosista Carlos Fernando Galán. A los 26 años (1998) fue viceministro de la juventud de Pastrana, luego fue el director del programa presidencial Colombia Joven. En 2005 bajo el mandato de Álvaro Uribe Vélez fue ministro plenipotenciario en Londres. Luego entre 2006 y 2018 fue senador por el partido Liberal.
Jorge Enrique Robledo
El ibaguereño de 71 años es arquitecto uniandino, reconocido por ser senador desde el 2002, ha liderado interesantes debates contra los Tratados de Libre Comercio, se opuso al gobierno Uribe y también al de Santos especialmente por su “grado de sometimiento a las transnacionales y a las potencias económicas, empezando por Estados Unidos y la Unión Europea” y por ser claramente neoliberal, razón por la que no apoyó su reelección en 2014. También es conocido por su cruzada contra el Partido Comunista por integrar el movimiento Marcha Patriótica, llevando a que esta colectividad saliera del Polo Democrático Alternativo. Se dice que defendió la idea de lavar la ropa sucia en casa para que no se ventilara tan pronto el escándalo de corrupción de Samuel Moreno. Su forma de hacer política y la de su tendencia, el MOIR, fue la clave para la salida de múltiples organizaciones políticas del Polo Democrático, con el fin de conseguir la hegemonía sobre el partido por varios años.
Sergio Fajardo
Ay Sergio. Pues qué se puede decir de él, todo está dicho. Este matemático uniandino de 65 años, fue fórmula vicepresidencial de Mockus en 2010 y luego se quemó en las elecciones de 2018 con la convergencia de Compromiso Ciudadano, el Polo Democrático bajo la hegemonía del Moir y la Alianza Verde. Trabajó en la comisión facilitadora de paz durante la gobernación de Álvaro Uribe Vélez. En 2003 fue elegido alcalde de Medellín por Alianza Social Indígena y pues tuvo una buena relación con el entonces presidente Uribe. Es ficha del sindicato antioqueño, que además estuvo muy relacionado con el desastre ecológico y social de Hidroituango.
El Partido Alianza Verde
Bueno aquí la cosa se pone bien difusa. Resulta que no es claro quién asistió del Partido Verde, aparte de la senadora Angélica Lozano, quien parece se ha tomado la vocería verde sin tener en cuenta la estructura interna y anda un poco extralimitada en sus funciones.
Ya es hora que se entienda por los medios de comunicación, e incluso por la misma senadora, que Angelica Lozano ES UNA PARTE del @PartidoVerdeCoL mas NO ES EL PARTIDO VERDE. Por consiguiente ni es la dueña del partido, ni puede hablar a nombre de todos sus militantes.
— Inti Asprilla (@intiasprilla) January 29, 2021
Vale decir que los verdes están rotos por dentro por causa de las elecciones de 2022. Un sector plantea una consulta interna para elegir candidato presidencial y el otro quiere que sea designado de nuevo Sergio Fajardo, entendiendo la Alianza Verde como una plataforma electoral que se activa cada tanto para dar avales.
- Dicho esto, quedan muchas preguntas sobre lo que es la “necesaria transformación de Colombia”.
¿Transformación con una reunión política falocéntrica, que para ellos es lo normal, y en la que participaron algunas mujeres para cumplir la cuota?
¿Transformación sin tocar el modelo económico? Todos hablan de justicia y de inversión “en lo social”, pero ¿eso qué es? Parece que ya están en modo campaña. Al revisar las cuentas de Twitter de las personas involucradas en la reunión, abundan las frases de cajón y vacías que a primera vista se ven bien, pero que en realidad son más de lo mismo: inversión en lo social hiperfocalizada, que no se traduce en un aumento del poder adquisitivo de los sectores trabajadores, al dejar de lado reformas sociales sustanciales, tal como lo vimos tanto en los gobiernos de Uribe, como en los gobiernos de Santos.
¿Transformación política sin tocar la destrucción de la naturaleza? y esto está directamente relacionado con la pregunta anterior. Nos encontramos frente a una reunión de personas que lo más cercano que tienen con la naturaleza es que cambian de color como el camaleón y que no plantean alternativas sostenibles y reales hacia la transición energética. Personas que poco o nada hicieron por detener la configuración de una economía extractivista y depredadora del ambiente.
Resulta preocupante lo que para estos sectores políticos resulta “amplio” y “transformador”. Como se sienten los dueños del juego y de las formas adecuadas y nuevas de hacer política, deciden quién participa y quién no, quién es un “transformador” que no se aleja de la dinámica tradicional del poder, y quién en cambio, puede llevar a poner en jaque esa dinámica al promover reformas profundas que afecten la aguda concentración de poder y riqueza que hay en Colombia, y de la que ellos se han beneficiado.
Una reunión de un grupo que se presenta así mismo como sensato, fresco y renovador, pero que como podemos ver, de un lado integra la clase política tradicional o, del otro, está ansioso por ingresar al coctel de la clase política tradicional. Si en realidad buscan construir una agenda distinta de la añeja hegemonía uribista, no deja de ser curioso que sigan reproduciendo la vieja lógica política del bipartidismo: un sector liberal supuestamente más moderno que quiere llegar al gobierno para plantear cosas distintas del sector conservador, y que gobernando se limitan a llevar más lejos las medidas previas y en poner en marcha otras nuevas que profundizan la desigualdad.
Si realmente se pretende “transformar”, este sector tendría que abrirse hacia movimientos y organizaciones que programáticamente tengan ese propósito.