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Juicio al conquistador

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En junio de 2020, los piurek le hicieron un juicio a Sebastián de Belalcázar, en abril de 2021 tumbaron su estatua. A propósito del 12 de octubre, el día de la resistencia anticolonial compartimos este emocionante texto.

Juicio de los piurek -hijos del agua – descendientes de los pubenences a Sebastián Moyano y cabrera alias Sebastián de Belalcázar, quien la historia de la voz racista y colonial lo describe como el conquistador de “Popayán”

Nombre de la persona juzgada: Sebastián Moyano y Cabrera. Alias: Sebastián de Belalcázar.

Delitos que se le imputan: genocidio, despojo y acaparamiento de tierras, desaparición física y cultural de los pueblos que hacían parte de la Confederación Pubenence, tortura por medio de técnicas de empalamiento y ataque con perros asesinos a los fuertes guerreros Misak Pubenences y asesinatos de Taita Payan, Taita Calambas y Taita Yasguen. Hurto del patrimonio cultural y económico de la herencia Pubenence, repartición arbitraria de tierras, esclavitud por medio de la institución de las encomiendas, despojo forzado del NUPIRɵ – gran territorio Pubenence, violación de mujeres, esclavización de la mano de obra indígena para enriquecimiento ilícito. Imposición de costumbres y creencias como el cristianismo, profanación de sitios sagrados y desarmonización espiritual. Todo lo anterior con los siguientes agravantes: las conductas anteriormente descritas fueron realizadas con sevicia y dolo, bajo la voluntad deliberada de cometer un delito a sabiendas de su arbitrariedad.

Fuentes de los hechos probados: todos los anteriores hechos fueron probados con lo descrito en las Crónicas, relatos historiográficos, reconstrucciones, expedientes de archivo muerto y archivo clasificado del Archivo Central del Cauca, Archivo General de la Nación, textos producto de investigaciones desde la academia convencional e historias fidedignas de la tradición oral de nuestros pueblos ancestrales Misak.

Declaración: nosotros, PIUREK – hijos e hijas del agua, del sueño, la palabra y el aro iris, de los que no pudiste matar ni torturar nos encontramos hoy aquí, después de 485 años reclamando justicia por la memoria de la resistencia y reexistencia de nuestros Taitas Payan, Yazguen, Calambas y Petecuy y Mama Machagara, de los miles de nativos que combatieron en las guerras sanguinarias.

Este juicio lo enmarcamos dentro de un compromiso que tenemos frente a la memoria colectiva de nuestra sangre, razón por la cual estamos convocados a reescribir la historia liberándonos de toda huella producto de la colonialidad del saber. Declaramos que la estatua erigida desde la década de los 30´s (por iniciativa del que han disfrazado de poeta y estadista -siendo solo un racista y aristócrata- Guillermo Valencia), cuando Popayán conmemoro 400 años de la derrota de nuestros pueblos por la bota española genocida, hace parte de la violencia simbólica que nos ha oprimido y nos ha puesto en un lugar de olvido. Los pueblos ancestrales, no hacemos parte de la historia colonial, estamos vigentes desde nuestro DEBER Y DERECHO Mayor y primigenio sobre estos territorios, aún más en este territorio hoy llamado Popayán, por nosotros denominado YAUTU, centro político de la Confederación del Valle de Pubenza. Bien celebran algunos payaneses el día de la supuesta Fundación de Popayán, sin conocer la historia que antecedió a este suceso. El día de la fundación de Popayán, es un día de duelo, de invasión y saqueo territorial, porque la grandeza de lo que en algún tiempo fueron nuestros pueblos antes de la llegada del conquistador, se desdibujo con la sevicia de las tropas comandadas por Juan de Ampudia y Pedro de Añasco, militares encargados del hoy juzgado.

Hoy en el espacio llamado Morro de Tulcán, haremos justicia con la persona que, tras el hambre de oro, llevo a nuestros pueblos a la reducción demográfica más alta, el más alto índice de desaparición de indígenas durante los primeros años de la conquista, a debacle demográfico que solo se puede comparar con las otras ciudades y poblaciones que también fueron víctimas del juzgado.

Decisión: el Consejo de Tatas, Taitas, Mayores, Mayoras, Shures y Shuras determina que Sebastián Moyano y Cabrera, alias Sebastián de Belalcázar, es culpable de TODOS los delitos aquí descritos y que por tal motivo es condenado a reescribir en la historia universal como GENOCIDA DE LOS PUEBLOS QUE HACÍAN PARTE DE LA CONFEDERACIÓN DEL VALLE DE PUBENZA.

Se declara que el hoy llamado Morro de Tulcán, debe honrarse como Territorio Sagrado del Pueblo Misak como herederos directos de la Gran Confederación Pubenence, y por lo anterior debe quitarse y destruirse, ubicando a la Mama Machangara, Taitas: Payan, Yazguen, Calambas y Petecuy.

Que Colombia y el mundo den cuenta que la conciencia y memoria histórica de los pueblos indígenas florece sobre estos territorios que han sido despojados. Que el clero y la clase política criolla, heredera de este legado genocida que han vivido invadiendo y explotando nuestra madre tierra. Sepan, nunca hemos sido vencidos y estamos aquí, con la fuerza de la gente. Esta es una invitación a revisar las mentiras que nos han contado sobre las cualidades del condenado: “descubridor, fundador, caballero e hidalgo”.

A los desposeídos, a los procesos urbanos y rurales, intelectuales, estudiosos y críticos de la historia, las luchas estudiantiles, obreros y proletarios, al campesinado, al movimiento afro y negro, los llamamos a desalambrar los moros de la colonización europeo/ capitalista/ militar/ cristiano/ patriarcal/ blanco y cuestionemos lo que nos han dicho que es la historia oficial, porque “Esto es de nosotros y de ustedes también” “Ipe namuykɵn, ñim merey kucha”.

Finalmente convocamos al estado colombiano en su conjunto al territorio ancestral del pueblo Misak de la María Piendamó donde las Autoridades del Pueblo Misak Nunakchak y el Movimiento de Autoridades indígenas del Sur Occidente AISO exigimos la reparación histórica en tiempos de racismo, discriminación, feminicidios, corrupción y asesinato de líderes sociales.

Emitido en KɵSRɵ PɵL- verano largo del calendario cósmico Misak A los 25 días del mes de junio 2020 del calendario gregoriano

¡Comuníquese y cúmplase!

¿Mitificamos en política?

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Por Santiago Pérez García.

En los últimos meses hemos podido presenciar una serie de eventualidades que nos recuerdan lo pintoresca que puede ser la escena política latinoamericana. Hemos visto al candidato argentino Javier Milei salir con motosierra en mano, increpando sobre los recortes presupuestales que haría de llegar a ser electo y también, su emotivo cántico al pasar las primarias, entonando que es el León, a lo que fácilmente se interpreta que va a acabar con sus presas políticas y su debilidad legislativa en la toma de decisiones “libertarias”, en pro del libre comercio y la fluctuación del ejercicio neoliberal. Por otro lado, también se presenció la llegada de Nayib Bukele a las Naciones Unidas, cual Bruce Wayne después de hacer su labor justiciera. Omitiendo del paisaje los presuntos abusos de poder, socavo de libertades e incluso muertes en su excéntrico proyecto de Mega Cárcel en El Salvador.

Este escenario tan rocambolesco, nos hace recordar al semiólogo Roland Barthes en su famosa obra Mitologías, en la que, a partir de una selección de imaginarios colectivos (podríamos fácilmente ubicarlos en la categoría de significantes), nos emplaza en un proceso de “mitificación” universal, bajo el cual sopesamos y absorbemos dichas representaciones.

Este escenario tan rocambolesco, nos hace recordar al semiólogo Roland Barthes en su famosa obra Mitologías, en la que, a partir de una selección de imaginarios colectivos (podríamos fácilmente ubicarlos en la categoría de significantes), nos emplaza en un proceso de “mitificación” universal, bajo el cual sopesamos y absorbemos dichas representaciones. En los dos casos citados, es bastante perceptible el deseo de incorporar una simbología que los acerque a la categoría de mito. Es decir, dejar una huella indeleble en el inconsciente colectivo que le encarne como el arquetipo de la liberación del pueblo de la vieja política izquierdista que quebró la nación y, por otro lado, el justiciero sin capa y con rostro que ha hecho frente a la delincuencia del país, devolviéndole la confianza a sus conciudadanos. En este sentido, ¿es la mitificación un recurso que construye sesgos interpretativos en la lógica política y social?, ¿podría trasladarse dicho fenómeno a las redes, creando narrativas que inducen a la construcción consciente e inconsciente de dicho fenómeno?

A este respecto nos menciona Barthes: “Algunos candidatos (…) adornan con su retrato sus folletos electorales, (…) un poder de conversión que es necesario analizar. Ante todo, la efigie del candidato establece un nexo personal entre él y los electores; el candidato no sólo da a juzgar un programa, sino que propone un clima físico, un conjunto de opciones cotidianas expresadas en una morfología, un modo de vestirse, una pose. (…) El fondo paternalista de las elecciones, su naturaleza «representativa», desordenada por la representación proporcional y el reino de los partidos (la derecha parece usarla más que la izquierda)” (Barthes 90).

Construir un imaginario mítico siempre ha instituido uno de los recursos comunicativos más viables en la defensa de cualquier empresa ideológica. La construcción de significaciones sobrehumanas crea una línea directa con sus seguidores.

Es notorio cómo el aparataje comunicativo debe entrar al servicio del impacto semántico en torno a la carga de significados. Convertirse en un Prometeo de la noche a la mañana no es nada sencillo. Recordemos como Goebbels, en su campaña informativa y publicitaria para la SS, revestía al nazismo con un halo mítico. Hombres rubios y perfectos de proporciones desmesuradas, construyendo un mundo idílico para sus compatriotas. En su contraparte, judíos y polacos representados con categorías de significado monstruosas, que los acerca a lo más vil y miserable del mundo, un enemigo que va en contra de los bellos ideales políticos, sociales y estéticos que ellos estaban construyendo. Fenómeno bien expuesto por el director Taika Waititi en su película JoJo Rabbit.

Construir un imaginario mítico siempre ha instituido uno de los recursos comunicativos más viables en la defensa de cualquier empresa ideológica. La construcción de significaciones sobrehumanas crea una línea directa con sus seguidores. Creemos en sus capacidades intelectuales, enaltecemos su aspecto físico, porque es el que se acerca a mi constitución humana, y en este sentido, atacamos a la contraparte, puntualizando en su incapacidad intelectual, su estatuto estético y más que nada, la defensa de valores que consideramos, van en contra de los principios que deben sostener a una sociedad ética y moralmente adecuada.

Si bien para Roland Barthes, “El mito no se define por el objeto de su mensaje sino por la forma en que se lo profiere: sus límites son formales, no sustanciales. ¿Entonces, todo puede ser un mito? Sí, yo creo que sí, porque el universo es infinitamente sugestivo. Cada objeto del mundo puede pasar de una existencia cerrada, muda, a un estado oral, abierto a la apropiación de la sociedad, pues ninguna ley, natural o no, impide hablar de las cosas” (Barthes 108).

Por lo anterior, no es extraño encontrar una horda de seguidores a personajes como Milei o Bukele, que se han encargado de adecuar una retórica que en apariencia es contraria al sistema ideológico habitual, además de recubrirla con un grotesco performance de pop star.

Por lo anterior, no es extraño encontrar una horda de seguidores a personajes como Milei o Bukele, que se han encargado de adecuar una retórica que en apariencia es contraria al sistema ideológico habitual, además de recubrirla con un grotesco performance de pop star. Son vitoreados y abucheados por igual, pero es este proceso de significación el que justifica sus acciones. Como diría alguna vez Kundera (espero no estar errado) “No por más pancartas que se peguen de Stalin, la gente va a amar más a Stalin”. Hecho que señala el injustificado exceso de narrativa mitificante, valga el neologismo, pero que puntualiza algo muy concreto: lanzados los significantes, creados los imaginarios.

La escena colombiana no es ajena a dichos preceptos. La llegada de un mandatario como Gustavo Petro, establece un antes y un después en el revolcón comunicativo en torno al fenómeno de la mitificación. Es evidente la creación de imaginarios en torno a la representación de posturas como el petrismo y el uribismo. Tenemos nuestros dos mesías, cada uno en un polo del espectro. Es en esta atmósfera en la cual entra el catch en juego, no como deporte innoble, tal como refiriera Barthes, ataño a algunas opiniones, sino como representación simbólica. Citando una vez más al semiólogo francés: “Ya se ha señalado que (…) el catch representa una suerte de combate mitológico entre el bien y el mal (de naturaleza parapolítica, dado que el mal luchador siempre se considera que es un rojo). El catch engloba una heroización totalmente distinta, de orden ético y no político. Lo que busca el público, aquí, es la construcción progresiva de una imagen eminentemente moral: la del canalla perfect.” (Barthes 13).

Cabe el cuestionamiento, ¿en realidad queremos o necesitamos ser salvados?

Referencias

Barthes R (1980). Mitologías. Segunda edición. Madrid. Siglo XXI editores

Por Santiago Pérez García. De la ciudad de Medellín. Docente. Su Instagram es: santiagoperezgarcia80. 

Lo duro y lo blando: emociones y masculinidades hegemónicas en la política

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Hay días en los que me imagino en un café, sentada junto a dos de mis autoras más adoradas por estos meses, Sara Ahmed y Laura Quintana, con una luz tenue que nos alumbra mientras tomamos una copita de vino que encima se ve escarchadita por el azúcar que le pusieron. Sí, como unas señoras, como unas tías que se sientan por horas a rajar del mundo y a imaginar posibilidades que quizá nunca lleguen para mejorar este cagadero. Me gusta imaginarme esas cosas muy ñoña y muy tostada, ni modo.

Si comenzamos a zambullirnos con mayor profundidad, uno de los elementos que podemos encontrar es el inexorable vínculo que se teje entre las emociones, los afectos y la política, y que deviene de la superioridad en la que el orden patriarcal ubica a la razón, y la inferioridad que le otorga a la emoción.

Cuando las leo a ellas se me hace inevitable pensar en el actual panorama político colombiano, especialmente para las mujeres. Según ONU Mujeres (2022), en esta legislatura de Senado y Cámara llegamos al 28,8% de participación femenina. A nivel local, ocupamos el 17% en asambleas departamentales, el 18% de los concejos municipales, el 12% en alcaldías y el 15% en gobernaciones.

La respuesta clara a la que siempre llegamos es que habitamos un país evidentemente patriarcal. Sin embargo, esta es la punta del iceberg. Si comenzamos a zambullirnos con mayor profundidad, uno de los elementos que podemos encontrar es el inexorable vínculo que se teje entre las emociones, los afectos y la política, y que deviene de la superioridad en la que el orden patriarcal ubica a la razón, y la inferioridad que le otorga a la emoción.

Ahmed explica cómo el hacer uso de metáforas de dureza o blandura, hace alusión a lo que se va siendo y sintiendo como nación, es decir, las emociones colectivas.

Para Ahmed (2015), la jerarquización producida históricamente entre emoción y pensamiento/razón, ha hecho que se jerarquicen igualmente las emociones y algunas de ellas se clasifiquen como “elevadas” y otras como “bajas”. La autora nos ubica históricamente en el Frente Nacional Británico, partido fascista y de extrema derecha aún vigente y que se fundó en 1967. En uno de sus carteles se critica la acogida de migrantes en el país, porque, según ellos, están buscando prestaciones sociales gratuitas y comodidades fáciles en medio de una “Inglaterra de mano blanda”. Ahmed explica cómo el hacer uso de metáforas de dureza o blandura, hace alusión a lo que se va siendo y sintiendo como nación, es decir, las emociones colectivas.

Así, la “blandura” termina siendo un atributo generizado: “el cuerpo nacional blando es un cuerpo feminizado al que “penetran” o “invaden” otros. (…) La blandura se narra como una proclividad a ser herida” (Ahmed, 2015, p. 22). Y es así como se continúa jerarquizando discursiva y prácticamente la razón por encima de la emoción, porque una nación racional no podría ser asociada con lo blando; una nación admirada es aquella que se lee desde la dureza, desde lo no emotivo y lo impenetrable. 

Y es así como se continúa jerarquizando discursiva y prácticamente la razón por encima de la emoción, porque una nación racional no podría ser asociada con lo blando

Si analizamos el discurso de muchas de las candidaturas a elecciones municipales y departamentales que se presentan en la actual época electoral, veremos claramente esto. En mi ciudad, Manizales, aparecen slogans como “El gerente para Caldas” o “Un gobierno en serio”. En Bogotá frases como “Vamos con el General”, en Medellín vallas con un gigante “Vamos a acabar con” que seguidamente ubica los rostros de Quintero y Upegui en cuerpos de ratas, o ver al mismo Daniel Quintero en el barrio Castilla arrojando fotografías con los rostros de María Fernanda Cabal y Federico Gutiérrez, da cuenta de la “dureza” de estas campañas.

Quisiera decir que estos actos son propios de hombres cis, pero, lastimosamente la masculinización hegemónica de la política también se ha introyectado en cuerpos feminizados. Los casos ampliamente conocidos de María Fernanda Cabal, Marta Lucía Ramírez, Paloma Valencia, Dilian Francisca Toro, entre otras, nos muestran que no basta con que las mujeres o las diversidades lleguemos a los cargos de poder. La tarea hoy también está en feminizar la política, o incluso romper con la lógica binaria que nos obliga a clasificarnos hasta políticamente, pero ¿qué implica eso?

Tiene que ver, por ejemplo, con recuperar las emociones políticas que se nos han arrebatado a las mujeres y disidencias, como la rabia. Como lo expresa Quintana (2021): “No hay mejor manera de desvalorizar lo que alguien está expresando que decir que la persona que lo enuncia habla con rabia” (p. 324). Las mujeres y disidencias sexuales, corporales y de género que se han arriesgado a lanzarse a estos cargos -algunxs con decadentes partidos políticos- no pueden siquiera enunciar alguna lectura de realidad, crítica o propuesta con un tono medianamente rabioso, porque inmediatamente se les invalida y se les recuerda que su lugar en definitiva no es el de la palestra pública.

¿Cuándo van a reconocer nuestras otras potencias y las demás dimensiones de nuestra agencia política? Más allá de usar nuestros nombres para cumplir la cuota en sus listas.

Dice también Quintana (2021) que “la fuerza afectiva de las mujeres ha sido considerada como maligna cuando se despoja de los roles establecidos de ser meramente madre, esposa, objeto de deseo” (p. 330). Es por ello que, en estos tiempos, particularmente las mujeres, somos perfectas para hacer los tamales o el chocolate con pan, reunir a la gente en nuestras casas, conseguir los votos, repartir los volantes y pegar los pendones en nuestras fachadas, y con ello no digo que estas labores no sean loables, pero ¿Cuándo van a reconocer nuestras otras potencias y las demás dimensiones de nuestra agencia política? Más allá de usar nuestros nombres para cumplir la cuota en sus listas.

Nuestro país, de herencia y presente violento, militarista, bélico, sigue anhelando “la mano dura” en la política, sigue haciendo apología a la política testicular (la del que tenga las güevas más grandes), sigue pidiendo que se erija como gobernante el político cis-heteronormado, que sí tiene derecho a enojarse y al cual se le admira por ello; ese que habla duro, se toma sus chorros, se va a los puños con el contrincante si es necesario y amenaza con matar a quien se le oponga, o a quien amenace con romper el sueño securitista que movilizan gran parte de las campañas actuales.

¿Para cuándo una política que derrumbe por fin las masculinidades hegemónicas? No solo en la que otros cuerpos ocupen esos lugares, sino que también permita la lágrima, la digna rabia, el cuidado, la solidaridad, la reciprocidad y los afectos, en medio de un país en transición que nos está gritando hace décadas que la política viril nos va a acabar.

Referencias bibliográficas

Ahmed, S. (2015). La política cultural de las emociones. Ciudad de México: Universidad Nacional Autónoma de México.

ONU Mujeres. (2022). Liderazgo y participación política. Recuperado de: https://colombia.unwomen.org/es/como-trabajamos/liderazgo-y-participacion-politica

Quintana, L. (2021). Rabia. Afectos, violencia, inmunidad. Barcelona: Herder Editorial.

La Britney de los cuchillos

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La Princesa del Pop se ha convertido en la reina -¡qué reina, la Diosa!- del despecho. Ella, que hace no tanto tiempo era el ídolo de millones de adolescentes en todo el mundo, ahora es una adolescente cuarentona que imita a la diva del momento: una cantante colombiana que vivió en Barcelona e hizo de su propio despecho una fábrica de desalojo de la tristeza.

Britney nos regala un monumento al fracaso y al placer de hacer las cosas porque ya qué hijueputas y a la rabia y al arte en su video de Instagram.

Britney, que una vez se rapó la cabeza de princesa Disney, que una vez agarró a sombrillazos a Hollywood y a nuestro deseo de ver la desgracia ajena, que una vez lloró mientras conducía por carretera con un bebé que también lloraba sobre su regazo, nos regala un monumento al fracaso y al placer de hacer las cosas porque ya qué hijueputas y a la rabia y al arte en su video de Instagram.

Porque qué valentía y qué poca perspectiva de carrerismo implica, para alguien como ella, declararse fan imitadora de quien ahora ocupa el lugar que ella misma ocupó antes de que la vida le pasara un tractor por encima. Qué delicia saber que ya no baila según coreografías vigilidas por Warner Brothers y MTV y la agencia mundial de marichulos, que dicen empoderar a las mujeres obligándolas a bailar sexy y a hablar como patronas del mundo, sobre las experiencias que las desgarran.

La Britney de los cuchillos no necesita cantar, ni decir que superó su tusa, ni mucho menos decir que la cura para el dolor es una carrera multimillonaria.

La Britney de los cuchillos no necesita cantar, ni decir que superó su tusa, ni mucho menos decir que la cura para el dolor es una carrera multimillonaria. Recluida en el espacio doméstico al que la confinaron su padre, la psiquiatría, la disquera, Vogue y los jueces de familia, Britney baila con cuchillos para imitar a la diva que fue y desglamourizarla. Baila en calzones, en piyama, con cuchillos que no son de utilería, sino de la vida misma. La repetición del performance de Sahikira, desconterxtualizado, es una cuhchillada a la idea de la diva, a la imitación del dolor espectacularizado, higienizado. Es una diva que parodia la idea de Diva. Es Marta Rosler y la semiótica del espectáculo trash. Su dolor no factura. Su dolor se presenta como una llaga en carne viva. No sirve para consolar, ni para empoderar, ni para excitar, ni para canjear, ni para deleitar, y mucho menos para enseñar o para masturbar. Es una llaga abierta con un cuchillo en la mano y ya.

Lo que quiero imitar de la Britney es la caradura para hacer por puro placer y por puro despecho y desengaño lo que en algún momento creí hacer de manera profesional.

Es un performance que aterra y molesta. Nadie sale a decir que Britney es una potra y que es feminista y que qué brillante y qué cabrona que es. En cambio, salen memes ramplones en los que la comparan con un monstruo. ¡Pues claro que es monstruosa! Por eso es potente, por eso es un espejo que refleja lo que la pinche pantalla gringa le ha hecho a las mujeres durante un siglo. Por eso la amo. Lo que quiero imitar de la Britney es la caradura para hacer por puro placer y por puro despecho y desengaño lo que en algún momento creí hacer de manera profesional. Que el arte sea siempre un cuchillo afilado en manos de quien necesite hacer pedazos aquellos aspectos del mundo que nos han venido trizando la existencia. Britney, mamacita, you did it again!

Mónica Eraso Jurado, artista plástica, estudioculturalera y doctora en ciencias humanas. Soy docente, escritora y madre de Máncel Tomás. Mis investigaciones giran en torno al arte, a la historia del cuerpo y a la historia de Colombia. Mis lentes analíticos combinan el feminismo, la teoría queer y la teoría decolonial y antirracista. Twitter @lamonicaeraso.

La acción contracultural de Aiso frente a la “libertad” para desinformar

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El viernes 29 de septiembre, cerca de 60 indígenas del Movimiento Aiso —Autoridades Indígenas del Suroccidente Colombiano— ingresaron a las instalaciones de la Revista Semana para exigir que dicho medio frene la satanización a las movilizaciones indígenas y que informe con la verdad.

Como ya es costumbre, Aiso abrió un nuevo debate, esta vez sobre los alcances de la libertad de prensa y la libertad de expresión

Tal vez recuerden a Aiso por protagonizar los juicios contra conquistadores como Sebastián de Belalcázar, Cristóbal Colón, Isabel la Católica, y Gonzálo Jiménez de Quesada, un ejercicio de reparación histórica que, además, puso sobre la mesa la discusión frente a los monumentos en el país, la memoria que se reivindica y la importancia de hablar sobre la historia que cuentan las y los de abajo.

Como ya es costumbre, Aiso abrió un nuevo debate, esta vez sobre los alcances de la libertad de prensa y la libertad de expresión, así que en medio de la polémica aprovecho y comparto algunas ideas generales para ir más allá de la indignación de las y los opinadores liberales y su corta idea de democracia.

Al leer los trinos escandalosos de los medios corporativos de comunicación y de sus opinadores, pensé en el cubrimiento de los paros recientes, cubrimientos que siempre se pusieron del lado de los “ciudadanos de bien”, atacando las movilizaciones pacíficas, justificando las agresiones de la policía, y poniendo en el mismo nivel los ataques de la fuerza pública —con todo su arsenal—, con los bloqueos de las y los manifestantes. Claramente, hay un sesgo de clase y de raza a la hora de informar y es entendible porque esos medios pertenecen a esa élite blanqueada que solo busca defender sus intereses.

Claramente, hay un sesgo de clase y de raza a la hora de informar y es entendible porque esos medios pertenecen a esa élite blanqueada que solo busca defender sus intereses.

¿Ataque o protesta? Es bien sabido que en el país cualquier manifestación que sea en contra de las élites y del orden establecido es satanizada. Los medios de comunicación afines al status quo juegan un papel importante descalificando esta forma de participación ciudadana de distintas formas: al decir que está infiltrada por terroristas; al no indicar sus causas; “explicando” cómo deben ser las movilizaciones; señalando quiénes pueden protestar; o desconociendo los múltiples repertorios de acción y sus motivaciones. Estas descalificaciones, poco a poco, se van reflejando en la configuración de una opinión pública que desconoce el lugar de la protesta en una democracia.

Volviendo a Semana y Aiso, no se trató de una protesta solamente dirigida a dicha revista, sino a los medios de comunicación corporativos que llevan años publicando con sesgos racistas y clasistas, recordemos por ejemplo el comentario de Caracol “ciudadanos se enfrentan a indígenas”, o de periodistas como Gustavo Gómez Córdoba “De lejos, parecen borregos. Se acerca uno, como le sucedió a esta oyente de @6AMCaracol, y se descubre que es gente. ¿A dónde los llevarán hoy?”, o como es costumbre con Semana, sin contrastar fuentes: ““Ya los indígenas se están emborrachando con la chicha que traen, es una marcha de cortina de humo”: excandidato presidencial Enrique Gómez”.

las Guerrilla Girl, un colectivo artístico gringo de los ochentas integrado por mujeres. Ellas ingresaban —no amigablemente— a museos para cuestionar las exposiciones en las que solo había hombres blancos, que excluían artistas por razón de raza y género.

Dice el antropólogo Juan Houghton que la acción de AISO fue un ejercicio de escrache que implica: “un acto legítimo de protesta contra un medio promotor sistemático de la violencia”, sin embargo, aunque me gusta la idea de escrache, siento que se puede leer también como una acción contracultural como las adelantadas por las Guerrilla Girl, un colectivo artístico gringo de los ochentas integrado por mujeres. Ellas ingresaban —no amigablemente— a museos para cuestionar las exposiciones en las que solo había hombres blancos, que excluían artistas por razón de raza y género. Se les veía irrumpiendo en galerías, con máscaras de gorilas rechazando las muestras patriarcales, alborotando el avispero, protestando y luego replegándose. Con sus acciones, ellas no atacaban la libertad de expresión de los curadores, ni de los museos, ni a los artistas blancos, sino que hacían un llamado de atención para democratizar la escena artística. También podríamos hablar de las provocaciones políticas de las Pussy Riot a propósito de la libertad de expresión, o los derechos LGBTIQ+. En estos ejercicios de lo que se trataba era de llamar la atención y reflexionar de una forma más profunda y compleja sobre la libertad de expresión, con todo y sus complejidades a la hora de reproducir prejuicios y exclusiones.

Lo de Aiso, en esta perspectiva, fue un acto contracultural, un ejercicio para incomodar sobre lo que se naturaliza. Un llamado a hacerle control ciudadano a los que, se supone, deben hacerle control al poder, pero que, simplemente se convirtieron en una voz del poder de los sectores tradicionales. Es que eso es lo que hace la acción contracultural: patear el conservadurismo, incomodar, sacarnos de nuestro lugar de confort y ponernos a pensar y debatir. 

No caigamos en esa dinámica de escandalizarnos por cualquier cosa, en ese clasismo y racismo propio de los de arriba de no aceptar que los sectores subalternizados y negados tienen una voz y tienen fuerza, “la fuerza de la gente”

No caigamos en esa dinámica de escandalizarnos por cualquier cosa, en ese clasismo y racismo propio de los de arriba de no aceptar que los sectores subalternizados y negados tienen una voz y tienen fuerza, “la fuerza de la gente” como dice el lema de Aiso, porque para eso están los medios corporativos y los opinadores liberales “de bien” que creen que democracia es que no problematicemos lo que hacen las élites, que no nos indignemos ante las injusticias y que no les incomodemos con nuestras protestas. 

Mejor tomemos estas acciones audaces de Aiso para cualificar el debate y evitar caer en la pereza intelectual de hablar desde el pálpito propio de ese sentido común conservador. Para cerrar comparto una de las consignas de la protesta en Semana:

“Mandatamos que los medios de comunicación le deben servir a la verdad, no a los políticos más poderosos de este país, no a las empresas multinacionales, que los únicos fines que tienen es vender sus productos, es vender sus mentiras. Nuestra consigna es abajo las mentiras, abajo la desinformación, abajo, abajo, abajo. ¡Abajo, abajo!”.

Y recordemos la máxima, “la protesta que no incomoda, no es protesta”.

Apertura del Macrocaso 11 de la JEP; un paso adelante para la justicia de lxs sobrevivientes de violencia sexual

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Hace más o menos un año preparaba una columna sobre FORFUPAZ una Asociación de mujeres afrodescendiente víctimas de violencia sexual en el marco del Conflicto Armado que trabaja en el departamento del Meta. Dicha organización la lidera Elizabeth Cometa, quien me comentaba, con mucha resignación y poca esperanza, que la apertura del Macrocaso 11 estaba muy complicada, y al igual que otras mujeres y organizaciones, no entendían por qué la lentitud en un proceso que busca hacer justicia frente a los crímenes atroces que cometieron contra ellas y la población diversa.

Para iniciar es importante resaltar que el Macrocaso 11 de la Justicia Especial para la Paz (JEP) trata sobre la violencia sexual y otros crímenes motivados por el género, sexo, orientación o identidad de género en el marco del conflicto armado interno en Colombia. Delitos que, a fecha de hoy, según datos del Registro Único de Víctimas RUV, han reportado 38.785 víctimas. Estas cifras revelan la realidad de miles de personas, la gran mayoría mujeres y niñas, que han padecido la crueldad de la guerra en su cuerpo, que ha sido utilizado como botín de guerra y que es uno de los diez hechos victimizantes que, acorde con el Auto 092 del 2008 de la Corte Constitucional, evidencian la afectación diferencial del conflicto armado contra las mujeres.

El anuncio de apertura por parte de la Sala de Reconocimiento de la JEP enfatiza en la apertura de tres subcasos publicados en su nota de prensa y que resumo a continuación: 

1- Violencia basada en género contra personas civiles cometidas por miembros de las FARC- EP

En este subcaso se profundiza en dos patrones: el primero, crímenes motivados por la orientación sexual, identidad expresión de género diversa de población civil generalmente ligado desplazamiento bajo el pretexto de “castigar” o corregir su orientación sexual; y el segundo, crímenes motivados por el sexo contra niñas, adolescentes y mujeres adultas de la población civil, en estos casos por el hecho de “ser mujeres” y también como represalia por no cumplir con las órdenes de las FARC, por ser buscadoras de personas desaparecidas o por venganzas a sus padres, compañeros o jefes. Se destaca también la esclavización doméstica y sexual a las que fueron sometidas en las filas después del reclutamiento forzado.

2- Violencia basada en género contra personas civiles cometida por miembros de la Fuerza Pública

También se establecieron dos patrones: el primero, crímenes motivados por la orientación sexual, identidad expresión de género diversa de población civil dadas en medio de requisas, retenciones arbitrarias y/o traslados a zonas apartadas, con la finalidad de someter, perseguir, estigmatizar y eliminar a las víctimas por su orientación sexual diversa. El segundo patrón obedece por una parte por el “hecho de ser mujer” aprovechando las situaciones y condiciones de aislamientos y por supuesto la posición de autoridad y poder al ser una Fuerza del Estado; la segunda modalidad cito textualmente:

“consistió, según documentó la Sala, en que los efectivos de la Fuerza Pública, motivados por la idea de castigar a las mujeres y niñas de la población civil, que percibieron como “propiedad del enemigo", las atacaron, persiguieron y estigmatizaron, en zonas de disputa o confrontación legítima con actores armados ilegales. En estos casos, agentes del Estado allanaron, legal o ilegalmente, las viviendas o retuvieron a sus víctimas, sometiéndolas a actos de tortura sexual, buscando confesiones viciadas. En otros casos las obligaron a trabajar para ellos y posteriormente abusaron sexualmente de ellas. En la mayoría de los casos, las personas agredidas fueron judicializadas como presuntos miembros de la guerrilla.” [6]

3- Violencia de género y por prejuicio al interior de la Fuerza Pública y de las Farc-EP

Fueron las vulneraciones dadas al interior tanto de la Fuerza Pública como de la guerrilla de las FARC por parte de sus compañeros de filas con delitos como: “aborto forzado, anticoncepción forzada, acoso sexual e imposición de sanciones por negarse a requerimientos sexuales, violaciones, hechos que son calificados por las víctimas u organizaciones como esclavitud sexual y obligación de entregar a los hijos e hijas a terceras personas con la consecuente imposibilidad de ejercer su maternidad, entre otros.” Por supuesto, se dieron afectaciones de manera diferencial a la población con orientaciones sexuales diversas.

Frente a lo anterior cabe destacar que no se incluyen los hechos de violencia sexual por parte de los grupos paramilitares y autodefensas que en muchas ocasiones tenían estos delitos como política de guerra convirtiéndolos en los principales perpetradores de estos hechos con un 33% de la totalidad de los casos, seguidos 5,82% de las FARC y 3,34% de agentes del Estado. Éste es un paso no solo para visibilizar crímenes que por sus propias características han sido motivo de vergüenza y negación por parte de los actores armados que los ejercieron, sino porque son luz de esperanza para las sobrevivientes a estos delitos quienes esperan de la mano de la Justicia Restaurativa que promueve la JEP, redignificar sus historias para decir de nuevo, ¡nunca más! ¡Nuestro cuerpo no es botín de guerra!    

Hoy sin duda se ha dado un gran paso, pero queda aún mucho por caminar…Y en este punto es necesario agradecer no solo a FORFUPAZ y a Elizabeth Cometa, sino a las miles de mujeres que desde sus organizaciones territoriales en el Magdalena Medio, Montes de María, todo el litoral Pacífico, Cauca, Catatumbo, el Suroccidente, etc., se han organizado, reconocido y abrazado para continuar estas luchas de la mano de organizaciones como las pertenecientes a la Alianza Cinco Claves y otras que históricamente han hecho parte de esta juntanza que no para y que requiere, hoy más que nunca, seguir caminando con las mujeres organizadas, y con nosotras, las desorganizadas.

Los cambios en el gabinete del gobierno Petro. ¿Demócrata o dictador?

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No es posible eliminar la diferencia. No es posible que todos estemos de acuerdo y corramos felices, tomados de la mano, pegando brinquitos en un campo luminoso con un horizonte claro y distinto. En definitiva, plantear la homogeneización como un ideal es plantear un imposible.

Cuando pensamos en la idea de democracia, en lo que el concepto significa, podemos imaginar un paraíso idílico de igualdad, respeto y tolerancia. Al menos así se prescriben los Estados democráticos: una materialización de los ideales liberales que son bondadosos y bienintencionados por definición. Pero, al fijar la mirada en lo fáctico nos encontramos con algo muy lejano a ese ideal.

Chantal Mouffe ha reflexionado sobre esta cuestión, para poner en duda si realmente es posible y deseable la construcción de la política donde se aniquile la diferencia, el antagonismo y, por ende, el conflicto. A partir de estos cuestionamientos, señala que el conflicto es inevitable, por lo que su anulación no puede ser el objetivo de la política contemporánea. No es posible eliminar la diferencia. No es posible que todos estemos de acuerdo y corramos felices, tomados de la mano, pegando brinquitos en un campo luminoso con un horizonte claro y distinto. En definitiva, plantear la homogeneización como un ideal es plantear un imposible.

A partir del análisis de los discursos que han caracterizado al gobierno Petro, uno puede identificar que desde su posesión fue muy consciente de la conclusión anteriormente señalada: no se puede aniquilar ni es deseable que se aniquile la diferencia. Él siempre ha sido consciente de que entraba a gobernar un país diverso, no únicamente en términos culturales, regionales y demás, sino fundamentalmente en términos ideológicos y políticos.

El conflicto es un resultado ineludible de la diferencia. Pero, a ese conflicto podemos hacerle frente por medio de dos rutas: una democrática, que sería la del diálogo y una no democrática, que sería la de la violencia.

Además, su objetivo fue claro desde el principio y en sus palabras se evidenciaba de qué manera concibe el construir política: “la paz es posible si desatamos en todas las regiones de Colombia el diálogo social, para encontrarnos en medio de las diferencias, para expresarnos y ser escuchados, para buscar a través de la razón, los caminos comunes de la convivencia”. Como puede verse en este y todo su discurso de posesión, él sostiene que la forma de mediar con el conflicto, resultado de las diferencias, no es por medio de la violencia sino del diálogo. Esta es la propuesta que, en efecto, postula también Mouffe: no debemos buscar aniquilar la diferencia, sino aprender a convivir en conflicto por medio del diálogo. Y aquí encontramos una distinción importante: violencia y conflicto no son lo mismo. El conflicto es un resultado ineludible de la diferencia. Pero, a ese conflicto podemos hacerle frente por medio de dos rutas: una democrática, que sería la del diálogo y una no democrática, que sería la de la violencia.

Esta es la razón principal, desde mi perspectiva, por la cual Petro al poco tiempo entró en diálogo con personajes del espectro político opuesto como Álvaro Uribe Vélez, pero también entabló conversaciones con personajes que, sin ser opuestos, tienen diferencias importantes con él, tal y como es el caso de Alejandro Gaviria. Inclusive, les abrió espacio en el gobierno para emprender el camino junto a él.

Me atrevo a lanzar otra hipótesis y es que estas modificaciones no necesariamente han sido motivadas por una actitud menos dialogante. Las motivaciones pueden encontrarse en las conclusiones a las que lleva la experiencia

No obstante, estas diferencias ideológicas producirían la detonación del conflicto. En principio, hubo alianzas por razones democráticas: queremos construir con los diferentes. Pero luego, fue haciéndose evidente que no se iban a materializar las propuestas del gobierno con un gabinete que generaba resistencias a la ejecución de los proyectos, debido a que conciben de manera distinta el qué hacer del gobierno y los caminos que debe recorrer el Estado de derecho.

Esta detonación del conflicto ha hecho necesario que el gobierno modifique varias veces el gabinete de ministros, lo que ha llevado a que sea acusado de “revolucionario”, “dictador”, “ególatra”, entre otros. Por ejemplo, en un reportaje hecho en el diario El País dice: “El Gabinete ya no integra a los sectores de la política tradicional con los que Petro se mostró dialogante en los primeros meses de su gestión. Ha girado hacia la izquierda, con personas más cercanas al círculo de confianza del mandatario”. Sin embargo, ¿es esta la razón que ha motivado esas modificaciones? Es decir, ¿necesariamente las modificaciones en el gabinete han sido impulsadas por una disposición menos dialogante?

En definitiva, si tenemos 4 años para gobernar, no podemos estar 4 años discutiendo si la propuesta con la que fuimos elegidos es oportuna o si es mejor volcarse hacia un modelo más neoliberal.

Me atrevo a lanzar otra hipótesis y es que estas modificaciones no necesariamente han sido motivadas por una actitud menos dialogante. Las motivaciones pueden encontrarse en las conclusiones a las que lleva la experiencia: la diferencia no se puede anular y si hay poco tiempo para la ejecución de propuestas, la diferencia es un impedimento para poner en marcha las propuestas. En definitiva, si tenemos 4 años para gobernar, no podemos estar 4 años discutiendo si la propuesta con la que fuimos elegidos es oportuna o si es mejor volcarse hacia un modelo más neoliberal. Es en el intento de concertación y de llegar a acuerdos con otros que uno se da cuenta de lo que implica la diferencia: muchas veces la conclusión a la que se llega es “no nos vamos a poner de acuerdo”, por más diálogo, escucha activa y reflexión que haya. Esto se debe a que en política no hay lugares equivocados o correctos, sino diferencias de poder, de intereses, de privilegios, entre otras. Al hablar de política, no podemos llegar a la conclusión “2+2=4”. Podemos formular los argumentos más convincentes y mejor estudiados y es posible hacer eso desde orillas distintas, por lo cual el otro no está forzado, por la fuerza de la evidencia, a concordar conmigo.

Petro no ha eliminado a la oposición, sino que la ha desplazado del gabinete porque la ejecución debe ser su prioridad y esto no implica una actitud menos dialogante.

Esta puede ser la razón por la que el gobierno Petro ha tenido que hacer a un lado a ciertos personajes con ideas distintas y otorgar ese lugar a personajes con quienes no haya diferencias ideológicas y empiecen a ejecutar las propuestas, lo cual, en mi opinión, pone en evidencia las reflexiones señaladas por Mouffe: el conflicto no se puede eliminar. Por ende, el conflicto sigue estando ahí y más presente que nunca: lo está en los medios de comunicación hegemónicos que no paran de bombardearlo; está en el Congreso; está también en la parte de la población que defiende ideologías distintas a la suya. Petro no ha eliminado a la oposición, sino que la ha desplazado del gabinete porque la ejecución debe ser su prioridad y esto no implica una actitud menos dialogante. Una actitud menos dialogante sería la puesta en marcha de acciones de censura y represión que, por cierto, no ha llevado a cabo. Es decir, lo contrario a la actitud dialogante es el camino de la violencia y reemplazar a los ministros no es un acto de violencia.

Esta priorización no sólo es sensata, sino también necesaria, pues el enfoque en la práctica es el que garantiza que las propuestas sí se materialicen y se lleven a cabo.

En suma, esta diferencia entre el Petro de hace un año que abrió espacio a la diferencia en los ministerios y el Petro que ha reemplazado a algunos de ellos es una evidencia de las dificultades a las que se enfrenta la democracia: el deber de ser eficiente para poner en marcha las propuestas por las que se fue elegido, mientras que, a la vez, debe ser dialogante con la diferencia. Esta tensión entre la eficiencia y la actitud democrática lleva a que, sin necesidad del uso de la violencia ni de la eliminación del diálogo, se elijan personas afines ideológicamente para ejecutar los planes. Y esto, en ningún caso, implica necesariamente una renuncia al diálogo y, en consecuencia, un reverso hacia la violencia. Más bien, implica priorizar las acciones sobre la discusión eterna que puede conducir al desacuerdo, en cualquier caso. Esta priorización no sólo es sensata, sino también necesaria, pues el enfoque en la práctica es el que garantiza que las propuestas sí se materialicen y se lleven a cabo. Es la única manera de culminar los 4 años de gobierno con resultados palpables y con efectos en la vida de las personas que lo eligieron -y también, hay que decirlo, con efectos en la vida de quienes no lo eligieron-.

Más allá del neoliberalismo: lecciones para la izquierda por Perry Anderson

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En mis intervenciones he tratado de enfatizar deliberadamente la fuerza tanto intelectual como política del neoliberalismo señalando que su energía, su intransigencia teórica y su dinamismo estratégico todavía no se han agotado. Creo que es necesario e imprescindible subrayar estos aspectos si queremos combatir eficazmente las políticas neoliberales en el corto y en el largo plazo. Una de las observaciones más importantes de Lenin de cuya herencia la izquierda sigue precisando posee hoy plena vigencia: jamás subestimar al enemigo. Es peligroso ilusionarse con la idea de que el neoliberalismo es un fenómeno frágil y anacrónico. Teórica y políticamente, él continúa siendo una amenaza activa y muy poderosa, tanto aquí en América Latina como en Europa y en otras partes. Un adversario formidable y victorioso, aunque no
invencible.

No dudaron en mantener una postura de oposición marginal durante un largo período, a pesar de que el saber convencional los trataba como excéntricos y locos

Si miramos las perspectivas que podrían emerger más allá del neoliberalismo vigente, y buscamos orientarnos en la lucha política contra él, no debemos olvidar tres lecciones básicas legadas por estos regímenes.

Primera lección

No tener ningún miedo a estar contra la corriente política de nuestro tiempo. Hayek, Friedman y quienes los siguieron originariamente tuvieron el mérito mérito entendido a los ojos de cualquier burgués inteligente- de realizar una crítica radical del statu quo, aun cuando hacerlo era aventurarse en una empresa muy impopular. No dudaron en mantener una postura de oposición marginal durante un largo período, a pesar de que el saber convencional los trataba como excéntricos y locos. Simplemente, perseveraron hasta el momento en que las condiciones históricas cambiaron y su oportunidad política llegó.

Segunda lección

El maximalismo neoliberal fue, en este sentido, altamente funcional: proveía un repertorio muy amplio de medidas radicales que se ajustaban a las circunstancias concretas de cada momento específico.

No transigir en nuestras ideas, no aceptar ninguna dilución de nuestros principios. Las teorías neoliberales fueron extremas y marcadas por su falta de moderación, una iconoclastia chocante para los bienpensantes de su tiempo. Pero a pesar de esto, no perdieron eficacia. Fue precisamente su radicalismo, la dureza intelectual de su agenda, lo que les aseguró una vida tan vigorosa y una influencia tan abrumadora. El neoliberalismo no puede ser confundido con un pensamiento débil, para usar un término de moda e inventado por algunas corrientes posmodernistas con el objeto de avalar teorías eclécticas y flexibles. El hecho de que ningún régimen político realizó jamás la totalidad del sueño neoliberal no es una prueba fehaciente de su ineficacia práctica. Por el contrario, la intransigencia del temario aportado por los ideólogos neoliberales permitió a los gobiernos de derecha implementar el conjunto de medidas drásticas y decididas que ya conocemos. La teoría neoliberal supo proveer, mediante sus principios radicales, una ambiciosa agenda en la cual los gobiernos podían elegir los ítems más oportunos, según sus coyunturales conveniencias políticas o administrativas. El maximalismo neoliberal fue, en este sentido, altamente funcional: proveía un repertorio muy amplio de medidas radicales que se ajustaban a las circunstancias concretas de cada momento específico.

Esta dinámica demostró, al mismo tiempo, el largo alcance de la ideología neoliberal, su capacidad para abarcar todos los aspectos de la sociedad, y así desempeñar el papel de una macrovisión verdaderamente hegemónica del mundo.

Tercera lección

No aceptar como inmutable ninguna institución establecida. Cuando el neoliberalismo era un fenómeno menospreciado y marginal durante el gran auge del capitalismo de los años ‘50 y ‘60, parecía inconcebible para el consenso burgués de aquel tiempo que, en los países ricos, cerca de cuarenta millones de personas fueran conducidas al desempleo sin que esto provocase graves trastornos sociales. Asimismo, parecía impensable proclamar abiertamente la redistribución de los ingresos de los pobres hacia los ricos en nombre del valor de la desigualdad. Era inimaginable, también, la sola posibilidad de privatizar el petróleo, el agua, los correos, los hospitales, las escuelas y hasta las prisiones. Como bien sabemos, cuando la correlación de fuerzas cambió a partir de la larga recesión, todo esto se evidenció como una alternativa factible e, incluso, necesaria. El mensaje de los neoliberales fue, en este sentido, electrizante: ninguna institución, por más consagrada que sea, es, en principio, intocable. El paisaje institucional es mucho más maleable de lo que se cree.

El mensaje de los neoliberales fue, en este sentido, electrizante: ninguna institución, por más consagrada que sea, es, en principio, intocable. El paisaje institucional es mucho más maleable de lo que se cree.

El pensador brasileño norteamericano Roberto Mangabeira Unger teorizó desde la izquierda este proceso más sistemáticamente que cualquier otro intelectual de la derecha, dándole una fundamentación histórica y filosófica en su libro Plasticidad y Poder. Se trata de un viejo tema siempre actual en el pensamiento marxista, “todo lo sólido se desvanece en el aire”, según la célebre proclama del Manifiesto Comunista. Ahora bien, una vez recordadas las lecciones que el neoliberalismo nos ha legado, ¿cómo encarar su superación? ¿Cuáles serían los elementos de una política capaz de vencerlo? El tema es amplio; por eso voy a indicar aquí solamente tres dimensiones que, a mi modo de ver, nos ayudan a pensar un pos neoliberalismo factible.

1. Los valores

Tenemos que atacar sólida y agresivamente el terreno de los valores, resaltando el principio de la igualdad como criterio central de cualquier sociedad verdaderamente libre. Igualdad no quiere decir uniformidad, como afirma el neoliberalismo, sino, por el contrario, la única auténtica diversidad.

Esta defensa debe articularse a la necesaria extensión de las redes de protección social, no confiando necesariamente su gestión a un aparato estatal centralizado

El lema de Marx conserva toda, absolutamente toda, su vigencia pluralista: “a cada uno según sus necesidades, de cada uno según sus capacidades”. La diferencia entre las características, los temperamentos y los talentos de las personas está expresamente grabada en dicha concepción clásica de una sociedad igualitaria y justa. ¿Qué significa esto hoy en día? Igualar las posibilidades reales de cada ciudadano de vivir una vida plena, según sus propias opciones, sin carencias o desventajas debidas a los privilegios de otros. Iguales oportunidades de salud, educación, vivienda y trabajo son el punto de partida. No hay ninguna posibilidad de que el mercado pueda proveer, en cada una de estas áreas, ni siquiera el mínimo requisito de acceso universal a los bienes imprescindibles en cuestión. Solamente una autoridad pública puede garantizar la protección contra la enfermedad, la promoción de los conocimientos y de la cultura, la provisión de vivienda y empleo para todos, etc. Göran Therborn insistió con elocuencia, y yo coincido con él, en la necesidad de defender el principio del Estado de Bienestar. Esta defensa debe articularse a la necesaria extensión de las redes de protección social, no confiando necesariamente su gestión a un aparato estatal centralizado (problema éste que asume una vital importancia no sólo en América Latina sino también en algunos países europeos, como Inglaterra y Suecia).

se precisa un Estado fuerte y disciplinado, capaz de romper la resistencia de los privilegiados y bloquear así la fuga de capitales que cualquier reforma tributaria desencadenaría. Todo discurso antiestatista que ignore esta necesidad, es demagógico.

Para ello precisamos una fiscalización absolutamente distinta de la que existe hoy en nuestros países. No es necesario subrayar aquí el escándalo material y moral del sistema impositivo en Brasil, por ejemplo. Sin embargo, la evasión fiscal por parte de los sectores ricos o meramente acomodados no es solamente un fenómeno de lo que alguna vez se llamó el Tercer Mundo, sino también, y cada vez más, del propio Primer Mundo. Aun cuando no siempre es aconsejable entregar la provisión de los servicios públicos al aparato estatal centralizado, la extracción de los recursos necesarios para financiar los servicios sociales es una función intransferible e indelegable del Estado. Pero, para esto, se precisa un Estado fuerte y disciplinado, capaz de romper la resistencia de los privilegiados y bloquear así la fuga de capitales que cualquier reforma tributaria desencadenaría. Todo discurso antiestatista que ignore esta necesidad, es demagógico.

2. La propiedad

Nuevas formas de propiedad popular deberán ser inventadas; formas que desarticulen la rígida concentración del poder que caracteriza a la empresa capitalista.

La mayor hazaña histórica del neoliberalismo ciertamente ha sido la privatización de las industrias y los servicios estatales. Aquí se consumó su larga cruzada antisocialista. Paradójicamente, lanzándose a tal proyecto ambicioso, tuvo que inventar nuevos tipos de propiedad privada, como por ejemplo los certificados distribuidos gratis a cada ciudadano en la República Checa o Rusia, dándoles derecho a una proporción igual en acciones de las nuevas empresas privadas. Estas operaciones, claro está, se transformarán, a final de cuentas, en una farsa: esas acciones equitativamente distribuidas serán pronto adquiridas por especuladores extranjeros o mafiosos locales. Sin embargo, lo que estas operaciones demostraron es que no hay ninguna inmutabilidad en el modelo tradicional de propiedad burguesa. Nuevas formas de propiedad popular deberán ser inventadas; formas que desarticulen la rígida concentración del poder que caracteriza a la empresa capitalista. Este es otro de los grandes temas que aborda Mangabeira Unger en su obra, y también una de las cuestiones que discute el gran intelectual marxista, John Roemer, en su nueva obra Un futuro para el socialismo.

la invención de nuevas formas de propiedad popular, con numerosas contribuciones y propuestas diversas. Pero el tema está lejos de ser sólo una preocupación de los países ricos.

Existe hoy una discusión mucho más rica en los países occidentales sobre este tema: la invención de nuevas formas de propiedad popular, con numerosas contribuciones y propuestas diversas. Pero el tema está lejos de ser sólo una preocupación de los países ricos. Por el contrario, gran parte de la discusión más reciente sobre estas cuestiones se desprende directamente de la observación de formas mixtas de propiedad en las empresas colectivas chinas. Las famosas TVES, o sea, las llamadas empresas municipales y de aldeas, que hoy son el motor central del aparente “milagro” que registra una economía que posee el único crecimiento realmente vertiginoso del mundo contemporáneo. En China encontramos formas de propiedad tanto industrial como agraria que no son ni privadas ni estatales sino colectivas, ejemplos vivos de una experiencia social creativa que demuestra un dinamismo sin par en el mundo actual.

3. La democracia

Sobre todo, exige una democratización de los medios de comunicación, cuyo monopolio en manos de ciertos grupos capitalistas superconcentrados y prepotentes es incompatible con cualquier justicia electoral o soberanía democrática real.

El neoliberalismo tuvo la audacia de decir abiertamente que la democracia representativa no es un valor supremo en sí mismo. Por el contrario, se trata de un instrumento intrínsecamente falible, que puede, y de hecho lo hace, tomarse excesivo. Su provocativo mensaje era claro: precisa mos menos democracia. De ahí, por su insistencia en un Banco Central jurídicamente independiente de cualquier gobierno; o sea, de una constitución que prohíba taxativamente el déficit presupuestario. Aquí también debemos considerar e invertir su lección emancipadora, y pensar que la democracia que tenemos si la tenemos no es un ídolo que debemos adorar, como si fuera la perfección final de la libertad humana. Es algo provisorio y defectuoso, que se puede remodelar. Nuestro desafío es exactamente contrario al que se proponen los neoliberales: precisamos más democracia. Esto no quiere decir que debamos defender una aparente simplificación del sistema de voto, aboliendo la representación proporcional en favor de un mecanismo al estilo norteamericano (propuesta que ha sido preconizada por algunos líderes políticos latinoamericanos). Esta es una receta descaradamente reaccionaria mediante la cual se pretende imponer un sistema de fuerte contenido antidemocrático (de hecho, en Estados Unidos, ni siquiera vota en las elecciones la mitad de la población). Tampoco “más democracia” quiere decir conservar o fortalecer el presidencialismo. Tal vez la peor de las transferencias extranjeras a América Latina haya sido, históricamente, la servil imitación de la constitución de los Estados Unidos del siglo XVIII, la cual, dicho sea de paso, está siendo imitada por los nuevos gobernantes semicoloniales de la Rusia contemporánea.

Una democracia profunda exige exactamente lo opuesto a este poder plebiscitario. Precisa de un sistema parlamentario fuerte, basado en partidos disciplinados, con financiamiento público equitativo y sin demagogias cesaristas. Sobre todo, exige una democratización de los medios de comunicación, cuyo monopolio en manos de ciertos grupos capitalistas superconcentrados y prepotentes es incompatible con cualquier justicia electoral o soberanía democrática real.

Para realizarlas precisamos un espíritu sin complejos, seguro, agresivo, no menos determinado de lo que fue en sus orígenes el neoliberalismo.

En otras palabras, estos tres temas pueden ser traducidos al vocabulario clásico: son las necesarias formas modernas de la libertad, igualdad y no digamos fraternidad, término un tanto sexista, sino solidaridad. Para realizarlas precisamos un espíritu sin complejos, seguro, agresivo, no menos determinado de lo que fue en sus orígenes el neoliberalismo. Esto será lo que un día, tal vez, se llame neosocialismo. Sus símbolos no serán verborrágicos: ni la arrogancia de un águila, ni un burro de sagacidad tardía, ni una paloma de convivencia pacífica y menos aún un tucán de connivencias fisiológicas. Los símbolos más viejos, aquellos instrumentos de trabajo y de guerra, capaces de golpear y de cosechar, tal vez volverán a ser los más apropiados.

Tomado de: La trama del Neoliberalismo. Mercado, Crisis y exclusión social. CLACSO, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales. Buenos Aires. 2003.

Ser gobierno no es ser poder

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Esta máquina, al ser un proceso también, se va modificando internamente. Resultado de la movilización, por ejemplo, de organizaciones étnicas excluidas del mapa de poder; de organizaciones populares; de mujeres; de diversidad; el aparataje institucional va incluyendo tanto políticas que amplían derechos como cargos con otros sectores sociales.

Ser gobierno no es ser poder, es una frase que se repite continuamente, en unas ocasiones como una explicación sobre los alcances reales del momento actual, y en otras como un mantra ante la impotencia política.

El Estado es como una máquina en continua construcción, esta construcción implica un proceso social de ampliación de derechos o de restricción. También se puede entender como una relación social que se va sedimentando en función de las tensiones políticas que se van dando en la historia. 

Como producto de la tensión, o de las «correlaciones de fuerza», el Estado va adquiriendo una forma contradictoria. 

En el caso colombiano, se trata de una forma centralista, ya que muchas de las decisiones vienen de Bogotá, y se extienden hacia centros administrativos que le son subsidiarios a nivel regional. Racista, por cuanto se asienta sobre una estructura heredera del orden colonial de exclusión que funciona desde una lógica fundamentalmente asistencial; así como clasista y patriarcal, en tanto los recursos y cargos se concentran y ordenan por la cercanía o distancia a los grupos de elite, una elite blanqueada y masculina. 

Cabe decir que esta garantía de derechos puede seguir marcada, por ejemplo, por la lógica asistencial —colonial— que no fortalece políticamente, ya que el derecho se asume como la transacción cortoplacista de una suma de recursos específicos dirigida a los sectores obligados a la periferia social, cultural y geográfica. 

Esta máquina, al ser un proceso también, se va modificando internamente. Resultado de la movilización, por ejemplo, de organizaciones étnicas excluidas del mapa de poder; de organizaciones populares; de mujeres; de diversidad; el aparataje institucional va incluyendo tanto políticas que amplían derechos como cargos con otros sectores sociales. Pero también puede ir restringiendo los derechos que apuntan a lo público, a mayor igualdad y a la justicia social, así se sigan preservando algunas cuotas de inclusión. Cabe decir que esta garantía de derechos puede seguir marcada, por ejemplo, por la lógica asistencial —colonial— que no fortalece políticamente, ya que el derecho se asume como la transacción cortoplacista de una suma de recursos específicos dirigida a los sectores obligados a la periferia social, cultural y geográfica. 

Pero además esta configuración no es homogénea en las instituciones que componen al Estado, unas son más proclives a la ampliación e integración de personas y derechos, y otras, por el contrario, a la preservación de las estructuras de exclusión. 

Hay un asunto adicional: quienes han logrado manejar en la historia, desde arriba, esa maquinaria, han sido los sectores de élite nacional y regional que cuentan con los recursos suficientes para tener redes de clientela que insertan en la máquina y que responden a sus intereses, sumado, por supuesto, a la posesión de empresas y medios de comunicación que empujan las decisiones que se tomen desde el Estado hacia sus intereses específicos. 

Visto así, la tarea de ampliación de derechos desde el Estado asume también una perspectiva histórica —una perspectiva compleja si se asume, además, una postura radical anticapitalista y escéptica del Estado…—.

Cuando llega un gobierno distinto, que en la práctica es una administración de esa maquinaria heredada, este cuenta con una capacidad parcial para movilizar en una dirección u otra ese proceso sedimentando. 

Visto así, la tarea de ampliación de derechos desde el Estado asume también una perspectiva histórica —una perspectiva compleja si se asume, además, una postura radical anticapitalista y escéptica del Estado…—. En lo inmediato, esa tarea se dificulta mucho más cuando se ocupa un lugar marginal en una institución conservadora, del tipo que tiende a la exclusión. En este tipo de espacio se impone una pregunta constante: ¿Qué tanto se modifica la máquina desde adentro y qué tanto se pasa a ser un instrumento más de la máquina? 

En ese sentido se puede ratificar una certeza que se dice frecuentemente en ciertas organizaciones alternativas: esa máquina-proceso difícilmente se modifica solamente desde adentro, siempre será necesario que los sectores periféricos, subalternizados, la empujen también desde fuera, pero no solo en la perspectiva transaccional de recursos inmediatos, sino de cambio sustancial de las relaciones que reproducen las lógicas opresivas y de exclusión estatal. De otro modo difícilmente se pasará de ser gobierno a ser poder, y ser poder popular también. 

Proverbios Burros, un retrato del país

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Fui al concierto del lanzamiento de Proverbios Burros, el más reciente trabajo de Velandia y La Tigra. Ya había escuchado Venezuela, un pedacito de La Jodencia y Camilo de Chucurí, la canción que de manera desafiante interpretaron Edson y Adriana Lizcano en el Festival Gabo.

Es un retrato del país que nos invita a hablar sobre la lucha, la frontera porosa entre lo que toca hacer y lo que debería hacerse

Sería impreciso hablar de cada canción de los Proverbios burros, como si se tratara de una suma de temas, cuando en realidad es un todo. Es un retrato del país que nos invita a hablar sobre la lucha, la frontera porosa entre lo que toca hacer y lo que debería hacerse, la cultura popular, desde una posición abierta, más allá de moralismos en torno a lo correcto y lo incorrecto.

Y es que eso es la rasqa, es rebeldía, frenesí, dichos e historias cotidianas, rurales, urbanas y ñeras. Un género sin género que funciona también como emisora para hablar del absurdo, la farra y la precarización laboral. No se encasilla, se porta mal, se aburre como los pasillos, y es fiesta del monte. 

No fue necesaria ninguna coreografía, ni un set de baile para quedar con la boca abierta

El escenario fue ambientado con un burro, una mica, una olla exprés, un caballo nostálgico, publicidad sobre empanadas y milagros, una remontadora, promociones de calzones, un billete de Raúl Gómez Jattin y una foto de cuatro músicos cansados. No fue necesaria ninguna coreografía, ni un set de baile para quedar con la boca abierta, bastaron los versos, el bajo, la batería, los invitados y un instrumento que es como un palito que grita según le indica la mano abierta.

Los Proverbios burros son para llorar, sentir rabia, enamorarse y sorprenderse. 

No termino de recuperarme de este concierto y de saber que fui fotografiada por Iván Gaona, así esté perdida entre la multitud. Se habla del reencuentro de Velandia y La Tigra, pero lo cierto es que siempre han estado presentes, nunca ausentes.