Del «Ctrl+Z» al «Ctrl+Y»: La política virtual de los rebaños

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Si algún día aparece entre nosotros un invento para la vida cotidiana – a lo mejor en un celular, quién sabe-, que consista en deshacer una embarrada, en retrotraer un intento de lo que sea que salga muy pero muy mal, a ese botoncito se lo llamaría «Ctrl+Z». Así, todos felices andaríamos por la vida, a tope, rascando entre la arena eterna de nuestra estupidez; hallaríamos tristemente que la búsqueda de la perfección, de click en click, ha desembocado en la consecuencia más tediosa jamás imaginada. Algunas veces querremos equivocarnos, salirnos un poco del camino, de casillas y de casilleros, perdernos de nuestros propios pasos… -sólo digo que a veces- Entonces, desesperados, le implantaríamos al programita otro botoncito llamado «Ctrl+Y»: una variación necesaria para algunos, y revolucionaria para otros. 

Hagamos cuentas de ese panorama. Todas las veces que, reanudando el curso de nuestros errores, queremos ir a parar a nosotros mismos, nos plantamos con la cara de angustia ante la pregunta por si ¿somos libres?, pero va uno a ver y es la libertad de escoger nuestros propios pastores, y hacernos rebaño a bandos. La sociedad colombiana es bandolera, de arriba a abajo. O sea: los que se agrupan para nombrar presidentes o para armar un canuto. Hacer bandas no está mal, y menos si se trata de música. Pues la condición gregaria en el ser humano lo remonta al hecho de haber compartido con otros dentro de cavernas, resguardándose de tormentas prehistóricas. Defender la vida nos ha llevado a juntarnos, el problema es que a veces nos juntamos para matar a otros que no se juntan con nosotros. Y así es muy verraco. Sobre todo, si no la pasamos brincando de bando en bando, con la intranquilidad en la mano de saludar en la mesa en la que comemos, al verdugo propio. 

Los dos botones con los que buscamos ser perfectos en medio de las tramposas promesas que nos decimos unos a otros, -Otra vez, de arriba abajo- nos obligan a asumir nuestro ser en un auténtico caldo de errores que llamamos verdades. Mi verdad; mi rebaño; mi pastor. ¿Cuánto tiempo de nuestras vidas se desperdicia en buscar quién se haga responsable de lo que ocurre con nosotros?

– Piensa por ti mismo y cuestiona a la autoridad. * – Especialmente la de las palabras.

* En la voz de Timothy Francis Leary.

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Por: Andrés E. Herrera | @Kvi20 | Morboso aspirante al cortejo de Dionisio. Autodidacta moroso. Amante pernicioso y provocador de olvidos. La verdad es que no sé quién soy.

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