Minga, medios y poder

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¿Documento secreto? ¿Planes para capitalizar las marchas indígenas en Colombia? El pasado miércoles 3 de abril María Isabel Rueda en La W se preguntaba, con su tono sarcástico e insoportable, sobre quién estaría financiando la Minga y las diferentes protestas en el país. Al principio uno podría pensar que viniendo de ella, era otra pataleta de las que suele balbucear y escupir con tanto odio, que ni sus compañeros se atreven a controvertir y no dejarla en ridículo. Pero viendo esta «noticia» de Revista Semana este jueves, ya es un hecho preocupante la forma como están manipulando la agenda mediática y por ende, la opinión pública.

¿Documento secreto? ¿Planes para capitalizar las marchas indígenas en Colombia? El pasado miércoles 3 de abril María Isabel Rueda en La W se preguntaba, con su tono sarcástico e insoportable, sobre quién estaría financiando la Minga y las diferentes protestas en el país. Al principio uno podría pensar que viniendo de ella, era otra pataleta de las que suele balbucear y escupir con tanto odio, que ni sus compañeros se atreven a controvertir y no dejarla en ridículo. Pero viendo esta «noticia» de Revista Semana este jueves, ya es un hecho preocupante la forma como están manipulando la agenda mediática y por ende, la opinión pública.

Los medios tradicionales son cada vez más descarados, cínicos e insolentes con la información que presentan. Incluso Revista Semana, que aunque ha sido un medio crítico y criticón de todo, para demostrar su supuesta independencia y neutralidad, ahora está reproduciendo las líneas discursivas y políticas del uribismo, como en este caso, relacionando la protesta legal y legítima – avalada por la Constitución – de la Minga Indígena, Campesina y Afrodescendiente en el suroccidente colombiano.

Criminalizan la protesta, descaradamente ligan a los pueblos indígenas con la enorme concentración de tierras, presentan a la minga como la causante de los miles de problemas de la región, justifican el uso de la fuerza por parte del Estado, no hablan de responsables cuando vienen balas de muerte contra los migueros. Se atreven a elevar a consulta de opinión la posibilidad de que el Ejército Nacional intervenga para dispersar la movilización, lo que es claramente anticonstitucional y violatorio del Derecho Internacional Humanitario. Desconocen el número de muertos y heridos de las comunidades que bloquean la vía Panamericana. Confunden con chantaje la solicitud de que el presidente Iván Duque se apersone de las negociaciones y le dé solución a los problemas. Cínicamente manifiestan que los pactos anteriores son imposibles de cumplir, etc. Es clara su posición frente a no negociar nada, no discutir nada, no dialogar nada. Tanto los medios, los periodistas, el gobierno y el uribismo en general, demuestran que estaban más cómodos con el país de las restricciones democráticas que el de los cambios, la modernización y la paz.revista semana revista hekatombe

Retrocedimos 15 años en Colombia. El uribismo nos está empujando hacia la guerra, esta vez cimentada en la polarización que ellos mismos se han encargado de generar. Hacer invivible la República -como incluso recuerda Antonio Caballero-, incendiar el país, aprovechar sus masas enardecidas, manipuladas y fundamentalistas para golpear la movilización social y apropiarse de ella, argumentando que son ellos y solo ellos quienes tienen derecho de movilizarse y usar la violencia, como hicieran en Popayán y como por ejemplo, se ha visto cuando se habla de la crisis y protestas en Venezuela. Con eso ocultaron los escándalos de corrupción de la Fiscalía y Odebrecht, y callan y no hacen absolutamente nada frente a la peor deforestación de la selva amazónica y la enorme crisis ambiental en Colombia, y tampoco ante el asesinato de líderes y lideresas sociales.

Mientras tanto esparcen a sus anchas las políticas, planes, cambios y acciones – Plan Nacional de Desarrollo, reformas a la Constitución, eliminar la libertad de cátedra, etc.-, que les garantizarán no sólo robarse los recursos, como siempre han hecho, sino también la posibilidad de adueñarse del país de forma definitiva, eliminando de tajo la existencia de expresión y organización de las propuestas alternativas y democráticas. Están fortalecidos por el odio, el miedo y la mentira, por lo que sin duda, se necesitan de esfuerzos altamente articulados y poderosos para lograr contrarrestarlos. Allí es donde la reconciliación, la esperanza y la verdad se presentan como oportunidades, que más allá de los discursos, tramiten reales posibilidades de construir un nuevo mundo a partir de la mirada y el lugar de muchos mundos.

Los medios están ligados al poder y esa es una realidad extremadamente compleja de superar. No sólo por la dificultad de lograr que otras propuestas surjan y obtengan el mismo posicionamiento tanto en alcance como en cobertura, recursos financieros, técnicos, profesionales y humanos; sumado a ello, los grandes medios de comunicación se escudan en la libertad de expresión, sustentan todas las construcciones culturales alrededor del conflicto en Colombia, basados en una relación nosotros/ellos, en la que los colombianos de bien (los buenos) son los preocupados por la situación de Venezuela, pero al mismo tiempo son las víctimas de las protestas de los jóvenes, profesores, estudiantes, indígenas, campesinos y afros (los malos). Superar la ficción, abocada a reimpulsar la guerra, pasa irremediablemente por asumir la comunicación como escenario de disputa y la cultura como mecanismo para abordarla. Si tienen los medios, pues entonces nos toca vayamos por las mediaciones – reconociendo un poco a Jesús Martín Barbero-.

Publicado el 07 de abril de 2019.

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Julián Rubio | @JulianRubioo | Sociólogo en formación, investigador sobre medios de comunicación e integrante de El Enjambre.

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