Era la noche del 25 de agosto de 2020. Ese día una nueva masacre sacudió la región del Catatumbo: tres cuerpos sin vida fueron encontrados por el Ejército en Ábrego. Yo me hallaba distraídamente en la sala de mi casa cuando escuché a Jorge Alfredo Vargas hablar de homicidios múltiples en vez de masacres. Minutos después de presentarse el reporte, Noticias Caracol pasó fríamente a la sección de Deportes. Allí sí había ocurrido una verdadera tragedia: ¡Messi se fue del Barcelona!
En consonancia con el nuevo lenguaje inspirado en el del gobierno Duque, la cuenta de Twitter de Noticias Caracol anunció la masacre ocurrida en el Catatumbo como un «homicidio múltiple»:

Días antes, en medio de un Consejo de Seguridad en Nariño convocado como reacción a la masacre de Samaniego, el presidente Duque declaró que el «nombre preciso» para llamar a las masacres era «homicidio colectivo», como reportó el medio alemán DW. Ese mismo medio recordó el desafortunado tuit de Duque que con una gráfica mal hecha pretendió reforzar con apariencia estadística la nueva narrativa de los «homicidios colectivos» como modo de reconstruir los hechos de violencia extrema del conflicto social armado y hacer memoria sobre él. Sin inmutarse, Duque con su gráfica sin fuentes presentó la comparación de «homicidios colectivos» de los periodos Santos —2010-2018— en relación con su propio periodo —2018-2020—. De fondo, estaba la idea de que los «homicidios colectivos» no volvieron en la era Duque, sino que nunca se habían ido.
Las críticas en Twitter no se hicieron esperar ante el absurdo de comparar periodos de tiempo diferentes para dejar en el aire la engañosa impresión de que antes deberíamos agradecer por una presunta reducción de masacres y asesinatos. La Silla Vacía compartió una gráfica de masacres y de número de víctimas por año con base en datos del Ministerio de Defensa y la conclusión fue justo la contraria: durante el gobierno Duque, de 2018 a 2020, hay una tendencia de aumento de masacres y víctimas a pesar de estar a su cargo la implementación del Acuerdo Final de Paz —AFP—. Por contraste, de 2013 a 2016 —intervalo de las negociaciones de paz con FARC—, la tendencia es de reducción respecto a los años anteriores:
La conclusión es la siguiente: Noticias Caracol intentó reproducir de una nueva forma la hegemonía del bloque uribista en el poder para, a través del discurso de los «homicidios múltiples» —semánticamente vinculado al de los «homicidios colectivos—, configurar un nuevo sentido común y constituir el consenso de la sociedad civil en torno a la minimización del aumento de los hechos de violencia extrema… atribuibles a la política de simulación del AFP del gobierno Duque. Ante la indignación mediática que desató este uso de eufemismos, Noticias Caracol decidió recular y retomar el discurso de las masacres para caracterizar a tales asesinatos. Por lo que el noticiero, de momento, no pudo reproducir los actos de poder simbólico del gobierno uribista.
Las múltiples formas de nombrar las realidades sociales tienen implicaciones sobre nuestros afectos y las maneras en que valoramos y reaccionamos políticamente ante las realidades nombradas. El modo de contar hechos de sufrimiento social influye en nuestras reacciones. Así las cosas, hablar de «homicidios colectivos» o «múltiples» posee cargas valorativas diferentes que hablar de «masacres», pues reducen el impacto político generado en el receptor de la noticia. Son mecanismos de propaganda que tratan de naturalizar una violencia extrema a todas luces repudiable y se vinculan en la sociedad colombiana a discursos de culpabilización de las víctimas tales como: «Si estuvieran en casa, nada de eso les habría pasado», «quien a hierro mata, a hierro muere», «si los mataron fue por algo», o el ya clásico de Uribe, «no estarían recogiendo café», modos diferentes de justificar/naturalizar los crímenes.
¿Qué nos dice esta fallida intentona político-discursiva sobre Noticias Caracol? ¿Qué interés tuvo el noticiero en tratar de minimizar el aumento de masacres en el gobierno Duque? ¿Qué poderes está defendiendo?
Es interesante cómo el noticiero, como típico acto de hegemonía, una y otra vez encubre sus intereses particulares y sus valores y los presenta como los intereses y valores de las masas. En ese proceso, termina por construir masivamente esos intereses y valores. Noticias Caracol constantemente difunde la idea de que «está del lado de la gente» y las comunidades y hace alarde de sus recursos, su despliegue técnico a nivel nacional y su rigurosidad periodística. Pero hay que tener cuidado con esta supuesta «objetividad», tan risible como la neutralidad periodística de Vicky Dávila. El discurso de los «homicidios múltiples» sólo hizo descaradamente patente una constante construcción y reproducción de hegemonía. Pero afortunadamente no todos/as estamos comiendo cuento.