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El trabajo aplasta el ocio

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Finaliza el día y en los audífonos suena «Bajan» de Spinetta. El cansancio físico y mental no da para nada más que para  perder la mirada en el paisaje de las luces y el tráfico detenido. Más tarde, ya en casa, la sensación de agotamiento apenas da para recostarse, poner algún sonido de fondo, sea música, una película o una serie, y ver las redes sociales. 

Todo intento por hacer algo distinto, algo para aprovechar el tiempo limitado que queda antes de dormir, es fallido. Las horas de trabajo, las más de ocho horas de trabajo, asfixian cualquier posibilidad de esparcimiento que vaya más allá de ver reels o estados. 

Involucrarse en alguna actividad creativa cuesta. Toda iniciativa creadora fue prácticamente absorbida por el trabajo. Y así, pasan las horas, los días y los meses. De forma intencional o no parece que todo queda en la jornada laboral. Así lo quiere el capital. 

Dice el coro de «Rutina», de la banda de punk Retaque: «esta es tu vida y te tienes que aguantar, madrugar todos los días, ni siquiera descansar, pensando en un futuro que nunca encontrarás, futuro no hay, futuro no existe, el presente está perdido y te tienes que aguantar…». La canción expresa sin asco la sensación de rabia y desasosiego como solo puede hacerlo el punk. El ocio es aplastado por un descanso nublado y pesado, producto del tiempo de alienación. Un descanso que, como tal, no repone las fuerzas invertidas. Aunque, no sobra decirlo, el desempleo, con su carga de angustia y estrés, tampoco permite mucho.

Asumir una postura antisistema debería ser una respuesta apenas natural ante este círculo vicioso que es la vida en el capitalismo, pero el culto a la mercancía y a sus valores se presenta de inmediato como el alivio temporal a la rutina. 

Llega de nuevo la noche y la mirada se pierde en las luces y el tráfico detenido. Una vez más, solo queda relajarse y escuchar:

«No te apures
ya más loco
Porque es entonces cuando las horas bajan, el día
es vidrio sin sol
bajan, la noche
te oculta la voz».

¿Ahora dónde vamos a encontrar a Renán?

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La carta de renuncia del profe Renán deja muchos elementos de discusión sobre el ejercicio docente, la academia, lo sagrado, el pensamiento crítico y una lista larga de puntos que seguro tendrán respuestas, como la del profe Frank Molano Camargo.

Conocí al profesor Renán Vega mientras asaltaba la biblioteca de mi tío cuando tenía unos 15 años. Me encontré ‘Colombia entre la democracia y el imperio’. Me perdí en sus páginas porque contaban una historia diferente a la que estaba viendo en el colegio. En la parte de atrás estaba la foto de un hombre de ojos claros, despeinado, que hacía mala cara, se trataba de un joven docente de la Universidad Pedagógica Nacional. Mi mamá lo conocía, él era amigo de mi tío. Mi abuela y su mamá parchaban juntas.

Ya en la Pedagógica tuve dos clases con él, pero no me limité a esos espacios, siempre iba a sus conferencias y me sentaba en la segunda fila. Incluso después de graduarme, cada vez que el trabajo me lo permite voy a escucharlo.

Cuando llegó el momento de entrar a la universidad, tenía dos opciones reales: la primera era la Universidad Pedagógica, la misma en donde enseñaba el autor del libro que ahora está en mi biblioteca, la segunda era el SENA, porque en ese entonces quería ser electricista.

Ya en la Pedagógica tuve dos clases con él, pero no me limité a esos espacios, siempre iba a sus conferencias y me sentaba en la segunda fila. Incluso después de graduarme, cada vez que el trabajo me lo permite voy a escucharlo. Tengo su tesis de doctorado porque mi mamá y hermanos me la regalaron en un cumpleaños, todavía guardo la invitación al lanzamiento de ‘Un mundo incierto, un mundo para aprender y enseñar’. A propósito, le presté a mi tío el primer tomo y no me lo devolvió, me imagino que lo hizo como un acto de venganza por mi primera y no única recuperación de su biblioteca.

Digo todo esto porque la renuncia del profesor Renán no es cualquier cosa para mí, es el fin de una era, se pierde alguien que hacía parte orgánica de mi gloriosa Pedagógica.

Recuerdo que nos dijo alguna vez que el feminismo era una reivindicación burguesa, pero hace varios años entendí que se equivocaba y que este pensamiento da múltiples y poderosas herramientas para analizar y transformar la realidad. 

Tengo muchos recuerdos del profesor Renán: de cuando lo veía caminando en el A, en el Aeropuerto escuchando a los capuchos, en la Plazoleta Darío Betancur participando de alguna asamblea, en las marchas, saliendo de la Universidad en el último minuto huyendo de los gases lacrimógenos, en los momentos más oscuros y trágicos de la Pedagógica, siempre como un profesor coherente que estaba en la juega con sus estudiantes.

De él aprendí muchísimo, incluso cosas que enseño ahora como profesora universitaria las aprendí de sus clases y conferencias. Acudo permanentemente a ‘Gente muy rebelde’ para repasar la historia del país. De alguna manera él siempre está presente en mi ejercicio docente, tanto así que aplico en clase sus prácticas restrictivas frente al uso del celular. 

El profe está ahí para cuestionarlo ―aunque él ni se dé por enterado y tal vez ni se acuerde de mí―, porque eso también es el pensamiento crítico, tal como nos enseñó. Recuerdo que nos dijo alguna vez que el feminismo era una reivindicación burguesa, pero hace varios años entendí que se equivocaba y que este pensamiento da múltiples y poderosas herramientas para analizar y transformar la realidad. 

Con Renán aprendí que hay que estar abiertas al conocimiento sin perder de vista el norte, o el sur. En la semana del Pensamiento Crítico de 2012, un par de años después de haberme graduado, el profe compartió un discurso llamado el ‘Elogio del Pensamiento Crítico’, en el que señaló que el pensamiento crítico, entre otras cosas, devela la injusticia y la desigualdad, para ello,

“(...) precisa del diálogo permanente con diversos legados emancipatorios que se han ido construyendo durante varios siglos en distintos lugares del planeta, entre los que sobresale el pensamiento de Marx y sus seguidores más lúcidos, el anarquismo, el ecologismo, el feminismo, el indigenismo y todo lo que ayude en el propósito de reconstruir una agenda de lucha contra el capitalismo y el imperialismo. (...) Al mismo tiempo, dadas las notables contribuciones teóricas de diversas corrientes del feminismo, en consonancia con el sometimiento de la mayor parte de las mujeres, es prioritario que el pensamiento crítico asuma el cuestionamiento del patriarcado y de todos sus componentes de opresión y de marginación de la mitad del género humano”.

Visto así, en la perspectiva del mismo Renán, el pensamiento crítico tendría que estár dotado siempre de una visión amplia y radical sobre todas las formas de opresión y dominanción, incluyendo las de sexo y género. 

universidad seguirá siendo un lugar clave, pues es allí donde sentamos las bases de cómo nos vamos a ubicar políticamente en el mundo como profesionales.

En los setentas y ochentas, en medio de la urgencia de cambio y de revolución, hubo una suerte de boom del marxismo, sin embargo, por falta de rigor, por necesidad, por interés personal o político, no fue tomado desde sus raíces, sino que se convirtió en la interpretación de la interpretación y luego en apropiaciones que resultaron ser cerradas, reduccionistas, y hasta infantilistas. Creo que eso mismo está pasando ahora con otras cosas, por ejemplo, con los feminismos. Más allá de entrar a juzgar, se trata de entender que es un proceso y que en un tiempo estas posiciones serán más claras y estarán decantadas, y que en éste, la universidad seguirá siendo un lugar clave, pues es allí donde sentamos las bases de cómo nos vamos a ubicar políticamente en el mundo como profesionales.

Esta semana me encontré con algunas amistades de diferentes carreras de la Pedagógica y por supuesto, uno de los puntos de la agenda fue discutir la carta de renuncia. Ya lo habíamos hecho por el grupo de WhatsApp, pero lo ampliamos y repetimos en persona. Uno de los puntos ampliamente abordados, fue el del lugar del docente en la academia y la ‘mafia del artículo indexado’. Compartimos nuestras preocupaciones y experiencias, hablamos de cómo socialmente se exige que una persona que se dedica a la docencia tenga que ir construyendo un lugar como académica, con artículos indexados, ponencias, libros, congresos, o grupos de investigación cuya finalidad no es el estudio de la realidad sino simplemente la acumulación de frases vacías que permitan mayores ingresos y estatus. La universidad pública se mercantiliza, dice Renán, y no solo eso, Mark Fisher señala que los docentes ―de pública o privada― nos empezamos a asemejar a burócratas.

cuya finalidad no es el estudio de la realidad sino simplemente la acumulación de frases vacías que permitan mayores ingresos y estatus

En mi caso, tengo algunas ponencias, y sobre los artículos indexados me pregunto ¿para qué?, ¿a quiénes les llegan?, ¿cómo contribuyo a algo más allá de ser citada en un artículo o una tarea de un estudiante?, ¿seré menos académica porque privilegio un artículo en la Revista Hekatombe, con el que le hablo a más personas, que uno en una revista indexada que debe ser escrito como un ladrillo para que parezca riguroso?. Es entonces cuando leo la carta del profe Renán, en la que pone sobre la mesa al proletariado académico y a la artesanía intelectual: “hacer siempre las cosas bien, con calma y paciencia, de manera atenta, con entrega y pasión, con rigor flexible sin esperar ninguna gratificación a cambio”, agregaría yo, más allá del deber cumplido.

muchas veces sin preguntarnos qué de lo que está pasando deberíamos aceptar y en qué deberíamos resistir, sabiendo que la única certeza para el trabajo docente es la lucha permanente contra la mediocridad.

Una de las razones por las que renuncia el profesor Renán es por causa de la sumisión digital. Jóvenes que dedican horas a consumir redes sociales, influencers y todo aquello que agota la curiosidad. Jóvenes que por estás dinámicas y otras más,  rechazan la lectura, el esfuerzo y la disciplina. Al entrar a trabajar como profesora universitaria no pude evitar comparar la inquietud y el vigor de mis compañeros de semestre con esta muchachada que quiere todo masticado y sufre de pereza académica. Recuerdo una vez, cuando yo estaba en noveno semestre, el profesor Eduardo Restrepo fue a la Pedagógica para dar una charla en mi curso, al finalizar, con notoria frustración nos dijo: “¿Tienen algo que comentar? ¿No?… en mis tiempos se habría formado un debate sobre lo que acabo de exponer”. Parece que tal vez lo que hacemos es romantizar aquellas épocas estudiantiles o el pasado, mientras olvidamos que las prioridades van cambiando, y muchas veces sin preguntarnos qué de lo que está pasando deberíamos aceptar y en qué deberíamos resistir, sabiendo que la única certeza para el trabajo docente es la lucha permanente contra la mediocridad.

En últimas es como dice Daniel Viglietti: “Están cambiando los tiempos para bien o para mal, para mal o para bien, nada va a quedar igual. (…) Siempre el mundo será ancho, pero ya no será ajeno”. Se va el profesor Renán de la Universidad Pedagógica y quedan abiertos muchos debates, la importancia de la autocrítica no solo por parte del profe, también del estudiantado, directivas y el cuerpo docente, y la pregunta de hasta qué punto estamos dispuest_s a revisar el pasado para entender el presente y a cuestionar el presente para construir un futuro abierto a la diferencia y a la justicia social.

Hasta antes del 9 de agosto sabíamos que encontraríamos a Renán en el Aeropuerto, en la Plazoleta Dario Betancur, en el tercer piso del A o en una movilización. Ahora tendremos que estar pendientes en las marchas para verlo, pero seguro estará allí como lo ha hecho desde los tiempos en que era amigo de mi tío y escribía el libro que me llevó a estudiar en la Universidad Pedagógica Nacional.

¡Exigimos trabajos de mierda!

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“Elige la vida. Elige un empleo. Elige una carrera. Elige una familia. Elige un televisor grande que te cagas (…) Elige la salud, colesterol bajo y seguros dentales. Elige pagar hipotecas a interés fijo (…) ¿Pero por qué iba yo a querer hacer algo así? (…) ¿Quién necesita razones cuando tienes heroína?».

Una de las frases más famosas de la narrativa posmoderna, pertenece al personaje Tyler Durden de la obra “El Club de la Pelea”, escrita por Chuck Palahniuk. Dicha máxima expone: “Tenemos trabajos que odiamos, para comprar mierda que no necesitamos”. Una fuerte crítica a la maquinaria capitalista que reduce a los individuos a meros entes deseantes y que ha establecido una de las diatribas esenciales de los discursos antisistema. Lo propio plantea de manera irónica, el monólogo del personaje Renton de la película Trainspotting, adaptada de la obra homónima de Irvine Welsh: “Elige la vida. Elige un empleo. Elige una carrera. Elige una familia. Elige un televisor grande que te cagas (…) Elige la salud, colesterol bajo y seguros dentales. Elige pagar hipotecas a interés fijo (…) ¿Pero por qué iba yo a querer hacer algo así? (…) ¿Quién necesita razones cuando tienes heroína?».

Realizar un trabajo con claras o nubladas repercusiones sociales, al que continuamente se estará legitimando como necesario para la especie y con el cual inexorablemente se pertenece al juego del capitalismo. Pero ¿Es esta en realidad la condición de un país feudal como Colombia?

Tanto Renton como Tyler manifiestan una necesidad latente de marginación. Estar al lado del sistema, como una postura crítica que denuncia la esclavización orgánica y emocional a la máquina capitalista. Pero ¿Podría enunciarse que dichas expresiones reflejan el sentir del habitante promedio colombiano? ¿Es correcto asumir que la condición laboral de éste país es tan estable que genera hastío? Estas dos interrogantes, ponen en cuestionamiento el supuesto contexto neoliberal de primer mundo, que quieren vendernos en nuestro país. Vivir para comprar es como una representación de libertad. Realizar un trabajo con claras o nubladas repercusiones sociales, al que continuamente se estará legitimando como necesario para la especie y con el cual inexorablemente se pertenece al juego del capitalismo. Pero ¿Es esta en realidad la condición de un país feudal como Colombia? ¿Seremos víctimas por pertenecer o adolecer de dicha lógica mercantilista asociada a la producción laboral?

En 2013, el profesor David Graeber, causó cierto revuelo con un artículo difundido bajo el título: “Sobre el Fenómeno de los Trabajos de Mierda”, texto que a la postre vendría a consolidarse en un extenso estudio bajo una nominación similar: Trabajos de Mierda: Una Teoría. En dicho ejercicio argumentativo, el Profe Graeber, define y ejemplifica, de manera clara, lo que es un “trabajo de mierda” y cómo las sociedades industrializadas de primer mundo, se ven avocadas a dicho fenómeno. En su voz nos comenta: “Un trabajo de mierda es empleo tan carente de sentido, tan innecesario o tan pernicioso que ni siquiera el propio trabajador es capaz de justificar su existencia, a pesar de que, como parte de las condiciones de empleo, dicho trabajador se siente obligado fingir que no es así” (Graeber 37).

Históricamente se ha percibido que el Estado no suple un derecho tan fundamental, como lo es el del trabajo, de una manera clara y eficiente.

A partir de esta definición, citada de su libro, vemos como el germen de la ingeniería burocrática (Expresión tomada del crítico inglés Mark Fisher), hace su aparición. Las largas jerarquías laborales estructuran una serie de funciones que se establecen como una posible puesta en el vacío, o si se antoja, como algo completamente inútil. Bajo esta premisa, se desarrolla el estudio. Pero es precisamente este fundamento el que, como contexto colombiano, debería cuestionarnos. ¿Son estos trabajos burocráticos inútiles una realidad para cualquier ciudadano de a pie o profesional promedio del país? Podríamos enunciar, con gran temor a equivocarnos, que NO. La ingeniería burocrática colombiana es elitista y excluyente. Históricamente se ha percibido que el Estado no suple un derecho tan fundamental, como lo es el del trabajo, de una manera clara y eficiente. Lo cual nos da respuesta a uno de nuestros interrogantes, padecemos el capitalismo por adolecer de los mecanismos que nos vinculen a él.

La expresión de Tyler Durden se desvirtúa en nuestra realidad local. No tenemos trabajos que odiar, para comprar cosas innecesarias, porque a duras penas se sobrevive. La condición del colombiano es la del buen esclavo. Aquel individuo que con uñas y dientes desea pertenecer, ¿a qué? A un sistema imperfecto que siempre buscará su invisibilización con el firme propósito de la producción. Tal y cómo nos lo expone Mark Fisher en su obra Realismo Capitalista ¿No hay alternativa?: “Una crítica moral del capitalismo que ponga el énfasis en el sufrimiento que acarrea únicamente reforzaría el dominio del realismo capitalista. Con facilidad, pueden presentarse la pobreza, el hambre y la guerra como algo inevitable de la realidad, y la esperanza de que se acaben estas formas de sufrimiento, como un modo de utopismo ingenuo” (Fisher 41-42).

“Una crítica moral del capitalismo que ponga el énfasis en el sufrimiento que acarrea únicamente reforzaría el dominio del realismo capitalista. Con facilidad, pueden presentarse la pobreza, el hambre y la guerra como algo inevitable de la realidad, y la esperanza de que se acaben estas formas de sufrimiento, como un modo de utopismo ingenuo”

Si bien las palabras de Fisher procuran hacer una radiografía de la realidad mundial, en Colombia, es sólo echar un vistazo a la historia en los últimos doscientos años, para darnos cuenta, que la inequidad social, nos la han vendido como un estado de normalización. La tan famosa expresión, “el que es pobre, es pobre porque quiere”, ha erigido en la mente de los colombianos un estado de aceptación sin precedentes. Los grandes cuestionamientos, de si mi trabajo es útil o no a la sociedad, pierden toda validez. En nuestro contexto, percibimos la más vulgar burocracia y favoritismo como un ideal a seguir, o simplemente, como un triunfo social, académico e intelectual.

“rozamos sin cesar el tema del proletariado, pero no lo asumimos nunca políticamente, lo que tenemos es un proletariado ciego y mistificado, definido por la naturaleza inmediata de sus necesidades y su alienación total en manos de sus amos (…) el proletario es aún un hombre que tiene hambre”

Al colombiano lo que realmente lo mueve es el hambre. Ponerse la camiseta, independientemente de sus derechos y dignidad. Como alguna vez diría un siniestro dirigente: “A Colombia la está matando la pereza”. No es fácil imaginar a un Tyler Durden desempleado y persistente en sus delirios de abolición del sistema. Una buena temporada en Colombia, sometido a marginación y hambre, lo harían un buen esclavo. El ideal capitalista, es una ilusión para nuestro pueblo. Obnubilados con influencers mediocres, futbolistas, artistas de medio pelo y una clase dirigente que más se acerca a una logia mafiosa, soñamos con tener el roce social adecuado para que nos suene la flauta. Llenar nuestras arcas para odiar y rechazar, para decirle al otro que nunca llegará a ser lo suficiente y que por ello merece su pobreza. Como lo establecería Roland Barthes en su libro mitologías a razón de Chaplin: “rozamos sin cesar el tema del proletariado, pero no lo asumimos nunca políticamente, lo que tenemos es un proletariado ciego y mistificado, definido por la naturaleza inmediata de sus necesidades y su alienación total en manos de sus amos (…) el proletario es aún un hombre que tiene hambre” (Barthes 44).

REFERENCIAS

BARTHES, Roland (2003). Mitologías. Argentina, editorial Siglo XXI

FISHER, Mark (2016). Realismo Capitalista ¿No hay alternativa? Argentina, editorial Caja Negra

GRAEBER, David (2018). Trabajos de Mierda una Teoría. Bogotá, editorial Ariel

Por Santiago Pérez García. De la ciudad de Medellín. Docente. Su Instagram es: santiagoperezgarcia80. También escribió Cyberpunk bananero.

¿Qué es ‘lawfare’?: por Pablo Iglesias

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**A continuación, compartimos un fragmento del artículo "Lawfare desde el Estado profundo" del politólogo español Pablo Iglesias. El texto fue pueblicado originalmente en CTXT, el 19 de noviembre de 2021.

El lawfare es ya hoy un objeto de investigación para la ciencia política, el derecho y las ciencias sociales en general, incluidas las ciencias de la comunicación. La profesora Susan Tiefenbrun, en un artículo académico muy citado de 2010, definía el lawfare como “un arma diseñada para destruir al enemigo usando, haciendo mal uso y abusando del sistema legal y de los medios de comunicación para crear un escándalo público contra ese enemigo”. En la definición de Tiefenbrun se identifican claramente los dos actores claves para entender el fenómeno: los medios de comunicación y las autoridades judiciales. El lawfare, poca broma, es una práctica que no por frecuente en la historia y en los últimos tiempos deja de ser ilegítima toda vez que pone en cuestión uno de los fundamentos de la democracia, a saber, la independencia judicial.

“un arma diseñada para destruir al enemigo usando, haciendo mal uso y abusando del sistema legal y de los medios de comunicación para crear un escándalo público contra ese enemigo”

La destrucción y/o el desgaste de figuras políticas mediante el lawfare se vio en Brasil, donde Lula Da Silva fue condenado, encarcelado e inhabilitado injustamente (como declararía posteriormente la justicia brasileña), favoreciendo así el triunfo de Bolsonaro, que nombraría ministro al juez que más destacó por perseguir a Lula. Algo parecido vimos en Ecuador con Rafael Correa, y se podrían encontrar muchos ejemplos más en América Latina y en otros países.

En América Latina el lawfare goza de mucha actualidad, pues permite obtener resultados políticos similares a los de los golpes de Estado clásicos, sin arriesgarse a perder el relato por la violencia propia de los golpes.

En América Latina el lawfare goza de mucha actualidad, pues permite obtener resultados políticos similares a los de los golpes de Estado clásicos, sin arriesgarse a perder el relato por la violencia (cada vez más evidente gracias a las nuevas tecnologías) propia de los golpes. Quizá Bolivia, donde la oposición alentó un violento golpe de Estado en 2019, sea un buen ejemplo de las dificultades de los métodos clásicos de las derechas latinoamericanas. Un año después del golpe, el partido de Evo Morales y su candidato Luis Arce recuperaban la presidencia del país tras un masivo apoyo electoral. A pesar de su dominio mediático (y judicial), los golpistas tuvieron dificultades para disimular sus métodos.

Por contra, cuando se tienen apoyos mediáticos amplios y hay jueces voluntariosos, se puede acabar con los rivales políticos de manera menos violenta e igualmente eficaz. Esto es básicamente lo que explica el auge del lawfare en los últimos tiempos.

El Lara-móvil

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Llegó mi época favorita del año: ya empezaron las campañas políticas, hay debates, la gente está eufórica y las agencias o estrategas de comunicaciones muestran toda su creatividad —o falta de ella— Llegaron los tiempos de risas, tensión y magia electoral, por eso desde ya sigo a todos los candidatos a la alcaldía de Bogotá para conocer sus propuestas porque soy una ciudadana comprometida y curiosa.

¡Llegaron los tiempos de risas, tensión y magia electoral!

El fin de semana recibí una grata sorpresa, un candidato se apartó de los bailes ridículos en programas radiales, y de los retos tontos, pero de todos modos estuvo a la altura de lo que se espera en estos días: Rodrigo Lara presentó en Tik Tok su Lara-móvil, lo mejor es que no le bastó con mostrar el carro, sino que dijo: “Ahora sí que tiemblan los ladrones porque vean, nos llegó el Batimóvil, no se nos va a escapar ni un ladrón”. ¡Se manifestó la magia electoral! Una sensación de calidez me invadió, todo lo que me gusta sintetizado en 12 segundos.

Usa algo así como una estrategia de péndulo para recoger los votos de la derecha, del centro, y de los sectores progresistas

Rodrigo Lara lleva años preparándose para llegar a un cargo del ejecutivo, ya quemó sus cartuchos en la Cámara de Representantes y en el Senado, se midió en las elecciones presidenciales y ahora va con toda por la alcaldía de Bogotá. Usa algo así como una estrategia de péndulo para recoger los votos de la derecha, del centro, y de los sectores progresistas, así que el video le cae de perlas con todos, por supuesto, si lo vemos más allá del Batimóvil en el parqueadero.

Si hacemos un ejercicio comparativo partiendo de un acomodado principio de realidad, es posible decir que Lara se siente un poquito como Bruce Wayne en ciudad Gótica. Dos hombres que, cegados por la venda del privilegio, creen que el problema de la ciudad es la delincuencia y asumen un rol de patrulleros o vigilantes, ni siquiera de detectives como John McClane. Tienen una visión tan obtusa de la seguridad que no les deja ver nada estructural, ni tocar a los de su misma clase. Rodrigo Lara parece una copia un poco menos musculosa y lukera del Batman Begins de Christopher Nolan, de la que, a propósito, Zizek dice:

“el héroe permanece dentro de las limitaciones de un orden liberal: el sistema puede ser defendido con métodos moralmente aceptables. (...) El héroe es simplemente una figura clásica de los vigilantes urbanos que castiga a los criminales donde la policía no puede hacerlo”.

Una de las formas es por medio de una nueva cárcel distrital, pero diferente a la Cárcel Distrital, sin que sea necesariamente el Asilo Arkham.

Rodrigo siente que Bogotá es como su mansión, en la que pone a la gente a trabajar, a estudiar, o en la cárcel, según corresponda, sobre todo para “el muchacho que ni estudia, ni trabaja”, un espécimen capitalino que lo pone renervioso, pero al que, según él, le va a cambiar la vida. Una de las formas es por medio de una nueva cárcel distrital, pero diferente a la Cárcel Distrital, sin que sea necesariamente el Asilo Arkham. Una propuesta dirigida a quienes son fans de Bukele, pero más tranqui para no molestar a los progres desubicados: su propuesta es una “descentralización por experimentación” con una cárcel privada, sin que sea como la de Orange is the New Black, para allí, resocializar “al muchacho”.

Creo que los candidatos deberían ver menos Batman y de pronto más The Wire

Hay que decirlo, Rodrigo y Bruce tienen diferencias además de las económicas, mientras que el segundo casi que quedó en la quiebra por su proyecto de energía limpia ―que lamentablemente, sería manipulado por el parche de Ra’s al Ghul―, esa sería su marca ante el mundo; mientras que la de Rodrigo será un mejorado Museo del Oro que será construido por los diez mejores arquitectos del mundo, para que, como dice el patrón: “me dejen un edificio absolutamente extraordinario”.

Para cerrar, creo que los candidatos deberían ver menos Batman y de pronto más The Wire, si es que van a basar su candidatura en referencias de la cultura pop, y no tienen mucho interés en escuchar de manera genuina a quienes vivimos en Bogotá.

Una opinión sobre Barbie (Spoiler Alert!)

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“Es literalmente imposible ser mujer.
Eres muy hermosa e inteligente
y me parte el alma que no
creas ser suficientemente buena”.
Gloria en Barbie

La presencia de Barbie, la hubiéramos tenido o no, siempre estuvo ahí, al menos para un importante número de personas de los centros urbanos. Barbie estuvo como objeto de deseo, como imagen de belleza, como juguete de lujo y también como superficie de experimentos estéticos. En su defecto algunas accedimos a Teresa, no la amiga latina de Barbie que salió al mercado a finales de los años ochenta, sino una de las tantas falsificaciones nacionales de la siempre costosa muñeca de belleza imposible que fabrica Mattel.

El aspecto más comercial no es la multimillonaria campaña de expectativa que se hizo sobre la película, sino el que prácticamente todas las cosas que aparecen en ella son susceptibles de mercadearse

Ahora ella reaparece como película para vender más productos de la marca que, al parecer, espera replantear algunos de los principios que definen a la muñeca, además de introducir patrocinios de otras tantas marcas de prestigio internacional. El aspecto más comercial no es la multimillonaria campaña de expectativa que se hizo sobre la película, sino el que prácticamente todas las cosas que aparecen en ella son susceptibles de mercadearse: tenemos muchos más personajes, la recuperación de algunos olvidados, prendas clásicas de todos los tiempos, cosas de uso diario como carros y casas, medios de transporte alternativos… Todo un negocio, en el marco de una comedia ligera no muy apegada al realismo, con chistes subidos de tono e interpretaciones musicales con divertidas coreografías.

A pesar de todo ello, sería injusto no aceptar que la estrategia de márquetin es, por lo menos, interesante. Se soporta en una reflexión sobre los problemas de la idealización de un tipo de mujer asociados a Barbie; ella misma se sorprende de las críticas que le hacen cara a cara un grupo de adolescentes que la desprecian en lugar de adorarla. Cierto que con Barbie se impuso un tipo de juguete con el que el rol de madre no era lo determinante, sino la ficción de la adultez y la independencia, pero terminó siendo un mecanismo de promoción del consumo y de estándares corporales muy estrechos. Por ello, se podría considerar a esta película como un acto de contrición de Mattel aliándose con unos discursos de género que trata explícitamente, para fortalecer y actualizar su marca.

Cierto que con Barbie se impuso un tipo de juguete con el que el rol de madre no era lo determinante, sino la ficción de la adultez y la independencia, pero terminó siendo un mecanismo de promoción del consumo y de estándares corporales muy estrechos.

La historia, dirigida por Greta Gerwig, es un contrapunto entre dos universos, el de la muñeca, Barbieland, y el nuestro. Lo que se subraya sin ningún tipo de ambigüedad en cada uno de estos mundos es la centralidad de sus binarismos y jerarquías de género. En nuestro mundo las mujeres son hostigadas por su belleza, encajadas en roles de cuidado y superficialidad, y con muy poco poder en el campo de los negocios. En Barbieland, en cambio, los Ken son accesorios, están al servicio de Barbie y parece que lo único que les importa es la aprobación de la muñeca. La película es clara en señalar que en el mundo real y en el de ficción, hay un género despreciado y al servicio del otro.

Cuando Barbie llega al mundo real, siente el peso de la inversión de los roles de género respecto de Barbieland. Nos habla de la incomodidad y el malestar que percibe solo con la mirada y los comentarios de los humanos con que se cruza. Por su parte, Ken siente lo opuesto, el respeto y la ventaja de ser un hombre en el mundo real. Un descubrimiento que lo lleva de vuelta a su mundo de ficción para enseñarle a los otros Ken el gozo de una existencia llena de privilegios, en el que las mujeres están al servicio de los hombres.

Mientras la aventura de Barbie continúa en nuestra realidad, Ken convierte su mundo de ficción en Kenland. Limitando en rango de acción de las Barbies de todo tipo a servidoras de los caprichos de los Ken, los cuales, como en el mundo idealizado de Barbie, son simplistas y estereotipados. Estos contrastes y cambios en los roles de género marcados me parece que tienen un carácter didáctico muy poderoso: se expresan bien unas sensaciones que como mujeres conocemos pero que son difíciles de transmitir a quienes no sufren ese tipo de exclusión en nuestras sociedades. Cierto que la masculinidad que se muestra en Kenland es exagerada, pero la feminidad de Barbieland también lo era, esa exageración idealizada es uno de los rasgos distintivos del mundo de la ficción, ajeno a las ambigüedades, dramas y dificultades del mundo real.

Estos contrastes y cambios en los roles de género marcados me parece que tienen un carácter didáctico muy poderoso: se expresan bien unas sensaciones que como mujeres conocemos pero que son difíciles de transmitir a quienes no sufren ese tipo de exclusión en nuestras sociedades.

Es justo esta exageración, muy a tono con el género de la película, lo que esclarece la ridiculez de los estereotipos y segregaciones de género, pero también lo pesado de su carga. Ahora en el mundo de ficción, Gloria, la humana que jugaba con la muñeca protagonista (interpretada por Margot Robbie) anima a Barbie para recuperar Barbieland, eso sí, señalando que la figura perfecta de feminidad que Barbie representa es imposible, mientras que, a la inversa, Barbie libera a Ken no solo de la frágil banalidad de esa masculinidad estereotipada, sino también de la carga de ser la figura secundaria al servicio de la muñeca.

No se crea que Barbie le enseña a Ken cómo vivir. Al dislocar las reglas de género ella misma está desubicada, de hecho, toda su aventura ha girado alrededor de su propia crisis existencial. Cuando sale de Barbieland lo hace porque quiere que todo se quede como había estado siempre, ahora ya no le basta volver al estado anterior solo que tampoco sabe qué dirección debe tomar. Así, sale de los atavíos rosados de su mundo hacia un espacio en blanco, de la mano de su creadora Rut Handler, para cumplir el sueño de Pinocho. La película cierra con Barbie asistiendo a un consultorio ginecológico, así nos deja ante la incógnita sobre qué pasó con la “protuberancia de plástico” que desde su creación en 1959 ha tenido en lugar de órganos sexuales.

Creo que la forma directa y tosca con que se acerca al género más que un defecto es una virtud, si en lugar de enfocar la simpleza de la reflexión pensamos en la función didáctica que puede tener hacer visible el peso del género con tanta claridad.

Sin duda, Barbie es una película publicitaria. También es una película ligera, cargada de estereotipos y con una evidente finalidad de entretenimiento. Asimismo, toca muchas cuestiones de género con una evidencia trivial. Adicionalmente, al ser una película sobre una figura que, como Barbie, ha reforzado los roles de género binarios, se concentra mucho en las estandarizadas normas de conducta de las formas “cis” de hombres y mujeres.

Pero Barbie también es una película que hace una apuesta feminista firme: muestra que las cargas sociales que definen nuestros roles de género pesan sobre los hombros de todes, hacen nuestra vida más difícil de lo que ya es, nos obligan a encajar en moldes en los que quizá no cabemos, nos pone ante violencias que soportamos calladamente sin saber bien a qué se deben o si estamos en disposición de asumirlas. Creo que la forma directa y tosca con que se acerca al género más que un defecto es una virtud, si en lugar de enfocar la simpleza de la reflexión pensamos en la función didáctica que puede tener hacer visible el peso del género con tanta claridad. Parece que como cuando era niña, Barbie seguirá ahí, pero esta vez más compleja: ambigua, dispuesta a que las cosas cambien, a envejecer y también a seguir siendo parte de un negocio; una complejidad que, si bien le resta brillo, la hace más real.

 

Una rueda de prensa atropellada: la molestia de Carlos Carrillo

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En la mañana del 25 de julio fue anunciado ante la opinión pública que Gustavo Bolívar es el candidato a la alcaldía de Bogotá por el Pacto Histórico. Se trató de una rueda de prensa poco convencional que en un momento se salió de control, no por las preguntas de espectadores y periodistas, sino por quienes daban la noticia.

las canas que son sinónimo de juventud y, por supuesto, quienes representan las cuotas de la ‘renovación’.

Como es costumbre en este tipo de anuncios, está la diversidad representada de pie, detrás de quienes hablan, caras visibles y sonrientes de las y los representantes de los partidos, facciones y movimientos que conforman el Pacto Histórico, las canas que son sinónimo de juventud y, por supuesto, quienes representan las cuotas de la ‘renovación’. Al frente Heidy Sánchez, Gustavo Bolívar y Carlos Carrillo. 

Todo iba bien, Heidy Sánchez dijo que la Unión Patriótica y el Partido Comunista están firmes con la unidad de la izquierda y apoyan de manera decidida a Gustavo Bolívar, luego fue el turno de Carlos Carrillo, en ese momento el ambiente se enrareció. Era la crónica de una denuncia anunciada.

el Polo Democrático es una ‘famiempresa’ electoral y que el presidente del partido, Alexander López, se dedicó a sabotearlo.

Carrillo agarró el micrófono y empezó a hablar, solamente paraba para pedir aplausos —tomaba aire— y seguía, estaba poseído por una especie de frenesí. Básicamente dijo lo que viene denunciando desde hace semanas en sus redes sociales, según dice, el Polo Democrático es una ‘famiempresa’ electoral y que el presidente del partido, Alexander López, se dedicó a sabotearlo.

Pues hace unos días se dio a conocer una imagen en un tablero con la lista de las y los candidatos al Concejo de Bogotá con sus respectivos votos para definir quiénes del Polo Democrático estarían en la lista del Pacto Histórico. No me voy a detener en el tejemaneje, sino en los resultados: Rocío Dussan sacó 23 votos, Quena Ribadeneira 21, Donka Atanassova 15, Rafael Romero 13, Christian Robayo 7, Celio Nieves 7. 

Todo parece indicar que para los gamonales del Polo Democrático la curul es el nuevo terreno.

La primera denuncia: Rocío es hija de Jaime Dussan, reconocido gamonal del Polo Democrático que actualmente es presidente de Colpensiones. En mayo fue noticia que Dussan padre, aparentemente, participó en una reunión del Pacto Histórico para garantizar que su hija quedara como candidata al concejo por el PDA. Rocío no es la única heredera, Támara Argote es representante a la Cámara y también hija de Álvaro Argote, concejal histórico del Polo Democrático (todo parece indicar que la curul es el nuevo terreno). La segunda denuncia fue sobre la aprobación, la desaprobación, la candidatura y descandidatura de Carrillo por cuenta de Alexander López. 

Lo único sorprendente en la rueda de prensa fue ver la sorpresa de la concejala Ana Teresa Bernal durante el discurso de Carrillo, prácticamente quería que la pellizcaran para saber si era cierto lo que estaba pasando, a diferencia de Heydi Sánchez quien seguro lleva semanas escuchando al monotemático concejal.

Lo cierto es que él se echó a la espalda la denuncia, ya sea porque se cree el ombligo del mundo, o porque está convencido del proyecto de cambio que defiende

El caso es que las denuncias entraron a competir con el anuncio de la candidatura de Bolívar. En los comentarios de rigor con las amistades siempre estuvo presente la inquietud sobre si Carrillo debió hacer eso en la rueda de prensa, para algunas personas si, para otras no. Intenté ponerme en sus zapatos para poder tomar una decisión, pero en lo único que pude pensar fue en que si fuera él me habría bajado la barba. Lo cierto es que él se echó a la espalda la denuncia, ya sea porque se cree el ombligo del mundo, o porque está convencido del proyecto de cambio que defiende, pero abre otras preguntas: ¿al único que le molestó la selección de Rocío Dussan fue a él?, ¿dónde deben hacerse las denuncias?, ¿será que nos acostumbramos a que todo se haga por Twitter?, ¿será que este tipo de ropa sucia se debe lavar en casa?, porque creo que las y los electores tenemos derecho a saber cómo se toman las decisiones por muy pacto y muy histórico que sea.

Posdata: en la rueda de prensa Gustavo Bolívar dijo: ‘Una persona que sepa inglés no le pega una puñalada a nadie’, solo diré que debería ajustar un poquito el discurso y que según eso, soy una delincuente en potencia.

Tipos de personas que se encuentran en el trabajo

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Durante varias semanas he estado haciendo esta clasificación de los tipos de personas que nos encontramos en el trabajo, principalmente desde la observación participante y la entrevista semiestructurada. A continuación, comparto los resultados, no sin antes señalar que una persona puede representar varios tipos a la vez ya que no son excluyentes entre sí. Estas personas se encuentran en empresas, ONGs, o en el Estado.

Hago referencia a las personas en general.

Las camaradas: hablan de ‘la causa’ y por la ‘causa’ esperan que se sacrifique la vida, se trabaje gratis, se carguen ladrillos y se visibilice a la o el camarada. Si alguien no copia a esta dinámica, prácticamente se le somete a un juicio de guerra por reaccionario y por ir en contra de los intereses de la causa que el o la camarada lidera.

Las borrachas: esta categoría es bien amplia, pues se puede tratar de borrachos que se pierden durante la jornada laboral; borrachos que trabajan, es decir, que se embriagan entre semana, pero cumplen con sus funciones; o de borrachos amañados, que después de compartir todo el día con sus compañeros de trabajo, quieren salir a tomarse las polas con ellos.

Está también un tipo liminal al que llamo prendos por necesidad, ¿Cómo se constituyen? Debido a que el trabajo es muy pesado y hostil, se hace necesaria la ingesta de bebidas alcohólicas —y en algunos casos de un poquito de marihuana— durante la jornada laboral, para poder tolerar los abusos. Es así que ciertas personas llegan a un punto en el que no están borrachas, pero tampoco completamente sobrias.

Las que instrumentalizan los feminismos: se trata de mujeres que se valen del conocimiento que tienen de los feminismos para explotar o perjudicar a otras compañeras de trabajo. Son violentas, crueles y despiadadas. Se les encuentra en el feminismo liberal (que es normal), pero también en los feminismos de izquierdas.

Las que se ponen la camiseta, el overol o cualquier prenda, por el trabajo: son aquellas personas que trabajan más de lo que deben, sacrifican sus fines de semana, su salud, las noches, y la vida, para hacer más de lo que les toca. Envían correos a las 3:00 AM, o sacan plata de su bolsillo para aportar a su lugar de trabajo. Al regalarse hacen que su ejemplo sea el rasero para los demás.

La que se queja: tiene que hacer el mismo trabajo que el resto del equipo, pero se queja tanto que parece que hace más. No le rinde por estar quejándose.

Defensoras de Derechos Humanos: de esta clase fueron identificadas dos tipos, el primero está compuesto por lo que denomino ‘los de verdad’, son quienes intentan la coherencia entre su discurso y lo que hacen, no maltratan a subordinad_s y compañer_s de trabajo, son personas consideradas y empáticas. Por otra parte, se encuentran ‘los de fachada’, comúnmente llevan décadas trabajando por la defensa de DDHH, han sido amenazados y creen que eso les da derecho a maltratar a subordinados, y básicamente, a convertirse en tiranos y tiranas.

Quienes hacen lo estrictamente necesario: trabajan de manera directamente proporcional a su salario, separan el trabajo de sus vidas, no son mediocres y son conscientes de las malas condiciones laborales. Normalmente duran poco, ya sea por renuncia o por no poner su existencia en función del lugar en el que trabajan.

La agradecida: estuvo mucho tiempo sin trabajo, o lleva mucho tiempo en ese sitio, así que le agradece al universo, a dios, a la energía positiva, que está recibiendo un salario. Su principal propósito es caer bien y evitar que la saquen. Habla de la fuerza de voluntad, del destino divino, de superar obstáculos y la recompensa que recibirá del cielo.

Las que se ganan indulgencias con avemarías ajenas: quedan bien a costa del trabajo de otros. Se roban las ideas de sus compañeros o subordinados sin avergonzarse. Algunas de estas personas se disculpan y hablan de malos entendidos, pero siempre repiten su modus operandi.

Las sobachaquetas: andan detrás del jefe y así consiguen ascensos, se ríen de los chistes estúpidos de sus superiores, sapean compañeros y pisotean porque creen que hacen parte de la familia de su lugar de trabajo.

Quienes tienen una profunda conexión con la naturaleza: debido a que tienen un sexto sentido y por experiencias místicas, no pueden hacer su trabajo por la relación existente entre la luna y la migraña; la dinámica de las olas y sus lágrimas; los nimbostratus y su estado de ánimo. De esta manera recargan a sus compañeros de trabajo, mientras ellos o ellas recargan energía. 

Las rescatistas: llevan un buen tiempo trabajando en el mismo sitio o son expertas en un tema, si se acude a estas personas dan soluciones concretas, sugieren posibilidades y hacen recomendaciones. Son generosas con el conocimiento.

Los obstáculos: se quedan llorando sobre la leche derramada, no aportan soluciones, hacen mala cara cuando se les pide orientación, dilatan trámites, dan información errónea, pimponean y la culpa siempre es de quien pidió ayuda.

Las saboteadoras: se presentan como personas rigurosas y exigentes, sin embargo, se dedican a aburrir a sus compañer_s de trabajo y arrinconarl_s hasta la desesperación y la renuncia. Suelen usar tácticas como mensajes contradictorios, o no responder preguntas, llamar los viernes a las 10 PM para decir que algo está mal, aunque se hizo al pie de la letra. Maltratan cuando nadie más está presente, o por llamada telefónica, para no dejar testigos.

Las lámparas: para dejar huella o hacerse visibles, se cargan y se inventan más actividades de las necesarias, para luego decir que tiene mucho trabajo.

Fastis de ‘planta’: hacen parte de un paquidérmico sistema que se siente por encima del bien y del mal porque ha sobrevivido a muchos jefes, pero no porque hagan bien su trabajo. Se sienten los dueños del chuzo, son antipáticos, por tener el trabajo asegurado se convierten en barreras para contratistas. Hacen parte del ‘cartel de la coca’, creen que les deben rendir pleitesía, no caminan sino que levitan.

Las mediocres: su propósito es que les paguen por existir. Ganan lo mismo que los demás, pero no hacen nada.

La gente todo bien: con estas personas se puede trabajar en equipo, existe complicidad laboral, y en algunos casos se puede convertir en una gran amistad.

Para cerrar recuerda, tu jefe no es tu amigo 😉

Posdata: trabajar es feo y encontrarse con gente que es paila lo hace mucho peor.

Los animales son parte de la clase trabajadora: Jason Hribal

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Les compartimos un fragmento del texto ‘Los animales son parte de la clase trabajadora revisitado’, publicado por Jason Hribal, en 2012.

(…)

Pero tienen algo importante en común: durante mucho tiempo han sido miembros de la misma clase. Trabajan para los humanos, quienes extraen un superávit de su trabajo para fines de uso, intercambio y/o acumulación.

Saqué varias conclusiones [de la pregunta ¿cuál fue el papel que los demás animales desempeñaron en el desarrollo del capitalismo? a partir de las tasaciones realizadas desde el siglo XVII hasta principios del XIX en la zona del Atlántico Norte, de las Islas Británicas a las Américas]. La primera, que los animales desempeñaron un papel fundamental en el desarrollo del capitalismo. Ninguna de las revoluciones anteriormente citadas podrían haber ocurrido sin ellos. La segunda, que su indispensable papel fue el de trabajadores. Los animales trabajaron en las granjas, las fábricas y las ciudades. Ellos, tanto como los humanos, construyeron el mundo moderno. La tercera, que a través del proceso de las anteriormente citadas revoluciones y a través de su indispensable trabajo, los animales pasaron a formar parte de la clase trabajadora. 

(…)

Las vacas, los pollos, los cerdos y los caballos aparentemente no tienen nada en común. No son de la misma especie. Tienen diferentes culturas, relaciones sociales, métodos de comunicación, medios de gobernanza, etc. Pero tienen algo importante en común: durante mucho tiempo han sido miembros de la misma clase. Trabajan para los humanos, quienes extraen un superávit de su trabajo para fines de uso, intercambio y/o acumulación. Son tratados como propiedades para ser comprados y vendidos. No perciben salario. Estos animales, frecuentemente, tienen que trabajar de manera colaborativa para cumplir con las funciones y tareas que les requieren. Pero también pueden colaborar para resistirse a su trabajo. Esto es más significativo porque estas acciones colectivas, tanto en el trabajo como contra él, son el auto-reconocimiento y la auto-realización de una relación de clase. Estos animales son una clase trabajadora a la que los humanos se han estado uniendo periódicamente a través de la historia. Y sus miembros se han extendido a los esclavos, mujeres, niños y más allá.

Más bien, al situar a otros animales de lleno en nuestras más amplias discusiones, como compañeros trabajadores que producen, resisten y activamente dan forma al mundo, les incluimos en el futuro.

(…)

En su forma actual, nuestro concepto de clase no es adecuado. Es mucho más amplio y complejo de lo que hasta ahora hemos entendido. Reconocer este hecho es un primer paso hacia adelante en el desarrollo de nuevas ideas y enfoques. Hay dificultades por delante. No podemos, por ejemplo, tener diálogos críticos con otros animales. No podemos organizarnos políticamente con ellos en un sentido tradicional. Puede que la relación no proporcione los niveles de reciprocidad a los que estamos acostumbrados, pero estos desafíos pueden ser superados.

Algunos individuos ya han empezado el proceso en serio y en profundidad. Agnese Pignataro ha hecho un llamamiento por un proyecto político entre las especies basado en las ideas de clase, empoderamiento y solidaridad (2009). Sue Donaldson y Will Kymlicka tienen diseños para una ciudadanía políticamente comprometida con los animales de trabajo (2012). Tener estas conversaciones no es ventriloquía. Me he enfrentado a esas acusaciones con el ensayo Understanding Class and Species (Hribal 2011). Tampoco es paternalismo. Más bien, al situar a otros animales de lleno en nuestras más amplias discusiones, como compañeros trabajadores que producen, resisten y activamente dan forma al mundo, les incluimos en el futuro. Esto es una cuestión de solidaridad.

lo largo de Estados Unidos hay actualmente caballos salvajes en Utah, vacas salvajes en Georgia, macacos salvajes en Florida, ovejas salvajes en Hawái, burros salvajes en California, cabras salvajes en el Sur de Illinois y cerdos salvajes en Pennsylvania

Alrededor del mundo hay en marcha importantes debates sobre el futuro del bien común. Sin embargo, lo que se echa en falta en esas conversaciones es dónde y cómo otros animales, en particular nuestros compañeros miembros de la clase trabajadora, encajan en esto. A lo largo de Estados Unidos hay actualmente caballos salvajes en Utah, vacas salvajes en Georgia, macacos salvajes en Florida, ovejas salvajes en Hawái, burros salvajes en California, cabras salvajes en el Sur de Illinois y cerdos salvajes en Pennsylvania. Aunque estos animales no sean originariamente salvajes, son autónomos. Son comunidades cimarronas. El término cimarrones viene del español y se refiere al ganado que ha escapado. Llegó a aplicarse a las esclavas fugadas pero eso fue, de nuevo, más tarde. Algunas de estas comunidades cimarronas son viejas, se remontan a décadas o siglos; algunas son jóvenes y su cultura se está empezando a formar.

Estas criaturas que un día fueron domesticadas han encontrado una forma de sobrevivir y persistir en un bien común que ellas mismas han creado. Este bien común representa una alternativa viable al presente, una alternativa creada por elección, dirección y propósito de los propios animales. Esto no es sólo una teoría, es práctica. Y estará presente en mi trabajo durante las próximas décadas. Otros están invitados a unirse. Los animales han tenido una larga y profunda comprensión del bien común. Deberíamos aprender de ellos y descubrir cómo encajamos juntas en el futuro.

Nuestra historia es invisible: Julieta Kirkwood

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“Nuestra historia es invisible, como es invisible
toda la historia de los oprimidos”

Fragmento del texto ‘Feminario’ – 1987

«Hablar de historia es difícil; pero hablar de historia de la mujer lo es más por varias razones: la casi inexistencia de libros e investigaciones sobre el tema; las mujeres no cuentan su historia (además no soy historiadora).

Pero, la razón de fondo es que sumergirse en la historia es una aventura muy compleja, de gran responsabilidad y que trae una serie de efectos. Bloch lo plantea así:

- La incapacidad que tenemos de comprender el presente, nace fatalmente de la ignorancia del pasado; pero agrega que;
- No es menos vano y absurdo querer entender el pasado si no se sabe nada del presente, porque aquí está la vida-viva y sobre ella y desde ella actuamos; en cambio, para reconocer la vidaviva en el pasado, tenemos que desarrollar tremendos esfuerzos de imaginación.

Ahora bien, si entrar a la historia, en general, es difícil y requiere de un gran esfuerzo, la historia de la mujer supone uno doble y aún más imaginación.

Ahora bien, si entrar a la historia, en general, es difícil y requiere de un gran esfuerzo, la historia de la mujer supone uno doble y aún más imaginación. Porque apenas conocemos el presente de nuestra condición: apenas sabemos cómo y cuánto trabajamos; cómo vivimos; qué se nos niega; cómo somos alienadas; ¿cuál es nuestra identidad? ¿somos algo más que la clase del marido, del padre, del hermano? ¿cómo es nuestra biología, nuestra sexualidad? ¿cómo es nuestra psiquis, nuestra inteligencia? ¿cómo nos comportamos políticamente, en las organizaciones? ¿cuál es nuestro papel en la educación, la salud, etc.?

La conclusión a que se llega: nuestra historia es invisible, como es invisible toda la historia de los (conquistados) oprimidos.

Recién estamos construyendo laboriosamente nuestro presente. De nuestra historia pasada casi nada o poco sabemos. ¿Es Gabriela Mistral, premio Nobel, nuestra historia? ¿Es Fresia? De esos mitos individualizados algo sabemos. ¿Y de las otras, de esas millones que trabajan en fábricas, en el empleo doméstico, en las casas, en las cocinas prendidas por siglos? La conclusión a que se llega: nuestra historia es invisible, como es invisible toda la historia de los (conquistados) oprimidos.

Así, las mujeres también hemos heredado una “historia general” y una historia de nuestra participación en particular (de apoyo), narrada y constituida por los hombres (por la cultura masculina). Esto ha supuesto (al igual que la historia de la conquista), una cierta desviación que nos ha dejado en silencio e invisibles frente a la historia.

o me refiero a la maldad de un hombre (aunque a veces…), sino de un sistema cultural total que establece y fija roles rígidos en virtud del orden, de la religión, de la filosofía, etc., también inventados por los hombres.

(…) Bien, decíamos que o no teníamos historia o ésta está narrada por los hombres que nos hacen invisibles. Pero, todo el mundo sabe que ser hombre es distinto a ser mujer, y que probablemente ha sido así antes. Luego, tendríamos una historia no conocida. De allí que un primer paso para superar este peso de la historiografía masculina (hegemónica), en nuestras conciencias y en nuestro hacer, tendrá que querer mostrar las características de masculinidad de esa historia y reconocer, tomar visible (sacar a luz, parir) todo lo actuado por las mujeres, especialmente, todo lo hecho por aquellas que antes que nosotras han resistido, han luchado, por cambiar nuestra condición.

Cuando hablo de “masculinidad”, no me refiero a la maldad de un hombre (aunque a veces…), sino de un sistema cultural total que establece y fija roles rígidos en virtud del orden, de la religión, de la filosofía, etc., también inventados por los hombres.

La mayoría de las veces, los orígenes de los logros actuales en la condición de la mujer nos son desconocidos, no identificados.

La mayoría de las veces, los orígenes de los logros actuales en la condición de la mujer nos son desconocidos, no identificados. Así, tendemos a creer que son “concesiones” de nuestros amantes protectores, e ignoramos que otras antes que nosotras han sufrido castigos, presiones, prisiones, torturas, muerte, para que hoy nos paremos cuasi como seres humanos, ciudadanas, con derecho a leer y educarse, con derecho a trabajar, a proteger nuestra maternidad, a no vendarse los pies, a no deformarse cuellos ni cinturas, ni pechos. En suma, a paramos como aspirantes a “personas integrales”.

La historia global, sistemáticamente ha olvidado, cuando no ha desvirtuado, el origen de las concepciones que cambiaron la vida de las mujeres, haciéndonos olvidar, como decía, que cada uno de esos logros ha supuesto luchas, resistencias, titánica voluntad (las mujeres inventan muchos de los procedimientos que pasan a la izquierda: asalto al congreso, huelgas de hambre, encadenarse, etc.)».

Julieta Kirkwood (1936-1985) fue una socióloga chilena, reconocida por impulsar desde la academia al movimiento feminista, además de ser referente de los estudios de género en América Latina. Fue opositora activa de la dictadura de Augusto Pinochet, planteó la relación ente democracia y feminismo, además a ella se le atribuye el que sería el lema del movimiento feminista en su país durante esta etapa: “Democracia en la calle, en la casa y en la cama”.

Entre sus textos más conocidos están ‘Tejiendo rebeldías: escritos feministas’, ‘El feminismo como negación del autoritarismo’, ‘Feminarios’, entre otros.